Por décadas, los juarenses hemos padecido no solo del pésimo servicio de transporte público, sino de las promesas incumplidas por parte de concesionarios y las ocurrencias de las autoridades en turno para cambiarlo. Gobiernos vienen y van, y a los fronterizos no les queda de otra más que aguantarse y seguir utilizando camiones viejos y destartalados.
Bajo este contexto y justo en Semana Santa, suben las tarifas de ocho a doce pesos, sin tomar en cuenta –pareciera– a los usuarios.
En los últimos años, sobre todo a partir de la pandemia, miles de usuarios del transporte público vienen denunciando a través de las redes sociales que el servicio disminuyó, en algunos sectores de la ciudad, hasta en un 50 por ciento. En algunos lugares hasta se extinguió.
El problema se acentuó en el suroriente, donde radican unos 300 mil juarenses. Existen muchos estudios sobre el tema, pero hay uno que hizo el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), en el que se evidencia el grave problema por el que atraviesa esa zona de la ciudad. Se hizo en el 2018 y desde entonces ninguna autoridad tomó cartas en el asunto. Estaban más ocupados en la grilla del BRT que en solucionar los problemas que afectan a la gente.
Dicho estudio encontró que el 58 por ciento de los habitantes de la zona periurbana dice que ninguna línea de transporte público pasa por su fraccionamiento, hecho que requiere una atención inmediata, según el Instituto.
Después de la pandemia, pareciera que muchas de esas unidades terminaron prestando servicio de transporte de personal, porque ahí es en donde está el negocio para los concesionarios.
Han transcurrido meses desde que se puso en marcha la segunda ruta troncal BRT2 y ampliación de la primera, en la que se inviertieron alrededor de mil 300 millones de pesos y las cosas siguen sin pintar bien, todo lo contrario, han ido en retroceso. El corredor de la Tecnológico es más utilizado por unidades de rescate, cafres y hasta ciclistas, que por unidades del transporte del Juárez Bus.
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Una verdadera mentada a la población trabajadora o que no cuenta con automóvil propio, es como puede definirse el aumento a las tarifas del transporte público en Ciudad Juárez, ya que el incremento se eleva en un 50 por ciento de la noche a la mañana.
Pero no voltee a ver feo a este Mirone, así lo acordaron durante la reunión del Consejo Consultivo de Transporte en Ciudad Juárez para tomar acuerdos con relación al servicio que se presta en la frontera, celebrada al mediodía del pasado martes.
En esa reunión se decidió que el costo del pasaje fuera fijado en 12 pesos para rutas normales y 10 pesos para los sistemas BRT. Así, sin tomar en cuenta a una población que ha sentido los embates de la inflación que provoca el encarecimiento de productos de primera necesidad, sin contemplar la mala condición salarial que por mucho está alejada de cumplir, por lo menos, la cobertura de la canasta básica.
Estimado lector, seguro se preguntará en qué se basaron para tomar esa determinación. Claro, le atinó, en meras promesas de ambas partes, en las que según ellos se comprometen a mejorar el servicio, a renovar el parque vehicular, a cubrir las rutas completas y los horarios y no sé qué otras tantas cantaletas que los juarenses ya estamos cansados de escuchar, porque administraciones van y vienen y el problema sigue siendo el mismo, por décadas, sin que el transporte mejore.
Lo que resulta triste es ver que nuevamente los dueños del transporte público le den atole con el dedo a los responsables del Gobierno y que estos últimos, en lugar de meterlos en cintura y ponerles un ultimátum definitivo, se sienten con ellos a comer del mismo pan, a beber del mismo vino y acordar así los aumentos tarifarios.
Con ello solo dejan ver su lado insensible ante una comunidad que exige y merece mejoras en su calidad de vida, en los servicios que corresponde al Gobierno proporcionar, sin que afecten en la ya de por sí menguada capacidad adquisitiva de los ciudadanos.
A partir del 20 abril, a los dueños del transporte público se les hará un requerimiento con un plazo máximo de tres meses y si se determina que han incumplido, se les van a retirar las concesiones y se las van a dar a otros que sí cumplan con lo requerido, algo así como un cambio de estafeta, pero mientras, durante ese lapso de gracia –90 días–, van a estar cobrando una alta tarifa, libre de paja y polvo, que al cabo que muchos de ellos ya se iban.
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Hace muchos, muchos años, hubo un transporte que además de ser efectivo, aunque un tanto lento, logró ganarse el cariño de la población de ambos lados de la frontera.
Era a finales del siglo 19, cuando las comunidades de Juárez y El Paso compartieron el servicio de transporte en tranvía, incluso antes de que este fuera motorizado.
Mandy se llamaba la mula encargada de hacer la faena diaria de ir y venir entre ambas ciudades fronterizas, jalando un carruaje que se encontraba montado en las vías y que diariamente transportaba a los habitantes de ambos lados del río Bravo.
Cuenta la leyenda que Mandy sirvió en esta región entre los años de 1890 hasta 1902, fecha en la que fue retirada del servicio para ser sustituida, –junto a las otras mulas que trabajaban como ella–, por vehículos motorizados.
Se dice que el día de la inauguración de la nueva línea del tranvía llevaron a Mandy, quien intentó destruir a patadas el nuevo vehículo, que no respondía como ella a la cordialidad y a las caricias de las personas que agradecidas por su servicio, comenzaron a tomarle cariño y cuidarla.
Cuentan que a los pocos días de su retiro, Mandy murió en los campos donde fue confinada junto a las otras mulas que como ella, formaron parte del primer sistema de transporte masivo en la región de Juárez-El Paso.
Tal vez esta historia sea ajena para quienes el pasado martes, encabezaron la reunión del Consejo Consultivo de Transporte en el que se tomaron una serie de decisiones, que como suele ocurrir, se dan sin conocimiento de la realidad y necesidades que una ciudad como Juárez tiene.
Probablemente el secretario Santiago De la Peña y su subsecretario de Transporte, Luis Manuel Aguirre, desconocían la historia de la mula Mandy y eso es entendible, lo que resulta un poco incómodo para este Mirone es que conceptos como equidad e igualdad, que tantos debates han generado en décadas recientes, parezcan un vocablo similar para los funcionarios en turno.
Mirone no puede más que afirmar lo anterior tras haber escuchado el anuncio del aumento a 12 pesos a la tarifa de transporte urbano y 10 pesos para el BRT por igual, tanto para Juárez como para la Ciudad de Chihuahua, lo cual habla de un desconocimiento total del abismo que existe entre ambas ciudades en cuanto a la prestación de ese servicio se refiere.
No está por demás recordar que mientras la igualdad tiene como fin crear un mismo criterio para todos, sin distinción de ámbito o género, la equidad busca adaptar un principio conforme a las posibilidades de cada sujeto.
Para la igualdad, la justicia es un logro que debe alcanzarse juzgando a todos bajo el mismo criterio, mientras que en la equidad se atiende cada caso en lo particular.
Ojo, la igualdad no toma en cuenta las particularidades, a diferencia de la equidad que sí las considera y precisamente son estas las que dan causa a su existencia.
Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, las tarifas de transporte de las ciudades de Juárez y Chihuahua deberían ser estipuladas bajo el término de la equidad y no del de la igualdad.
De la Peña probablemente no lo sepa, pero Ciudad Juárez está a años luz de contar con un sistema de transporte así como el que ya tiene la capital del estado. Con todo y los defectos que se le puedan encontrar, el de la ciudad de Chihuahua es mucho mejor al que se tiene en esta urbe fronteriza.
Según se argumentó en la reunión del Consejo Consultivo, el ajuste a la tarifa responde al Plan Estatal de Desarrollo para implementar un modelo integral de movilidad urbana, conectada, intermodal, moderna, segura y accesible en los principales centros urbanos del estado.
Sería bueno que nuestras autoridades mostraran también un estudio serio sobre el impacto real que tendrá en los ciudadanos de a pie este nuevo incremento y los posibles apoyos que tendrán para la población, en caso de que la precaria economía los obligue a desistir del uso del transporte.
¿Por qué les dice esto Mirone? Simplemente por la triste razón de que el dinero no les alcance, porque como están pintando las cosas en estos días, muchos van a terminar en la disyuntiva de comer o viajar en camión.
Más allá de los bots que puedan utilizarse para defender el alza, debería de ponerse especial atención a los ciudadanos, no solo en época electoral, sino cuando se gobierna.
Las autoridades están obligadas a ver primero por el bienestar general, que por el particular, y con el particular nos referimos, por supuesto, a los concesionarios, que son los grandes ganadores de este asunto.
Y no se trata de ser ave de mal agüero, sino de advertir las condiciones económicas que predominan en la actualidad, las que le hacen a este escribidor plantearlo. No hay que ser, no sean mulas.