Eso de hacer negocios privados con espacios públicos, parece que se quiere normalizar en la administración municipal que encabeza Cruz Pérez Cuéllar.
Seguramente fue porque era día del amor y la amistad cuando se aprobó la semana pasada el comodato del camellón frente al Consulado americano, a favor de la empresa Big Media, pero nadie cuestionó esa decisión, ni los regidores de oposición, ni del mismo partido del alcalde Cruz Pérez Cuéllar, aunque en estos tiempos electorales han estado bastante bravos. Mejor dicho, bastante bravas, porque le atoran más las mujeres.
Mirone se quedó con la inquietud sobre esa cesión a Big Media, precisamente porque en el fondo está un tema que a muchos saca ronchas, y tiene que ver con cierto tipo de privatización de lo que en esencia es público. Nada más hay que ver toda la controversia en torno a los comodatos entregados en El Chamizal, historia que en su último capítulo generó incluso una denuncia penal en la Fiscalía Anticorrupción, por la cesión de un predio para que se construyera una casa de cambio.
El 14 de febrero se autorizó por unanimidad en sesión de Cabildo, la posesión en comodato de 456 metros lineales del camellón a favor de la empresa publicitaria, durante 10 años. En el cruce de Ejército Nacional y Paseo de la Victoria se instalará una pantalla de 32 metros de altura. Es un simple vehículo publicitario, aunque se le quiere dar un toque distinto de promoción cultural y hasta turística, llamándola “Faro del Desierto”.
El camellón abarca 465 metros cuadrados y se supone que será habilitado a costa de la empresa, para que, cuando algún artista lo solicite, pueda montar y exhibir ahí su obra. Además, deberá incluir en su programación, contenido de tipo cultural.
El empresario que recibió el comodato es Luis Fernando Rodríguez, quien informó que se realizará una inversión de 16 millones de pesos para el proyecto, es decir, para su negocio.
Otra contraprestación que deberá de cumplir Big Media, es la exhibición mensual de 5 mil 420 spots sobre los logros de la administración Municipal, durante toda la vigencia del comodato.
Eso estuvo muy raro, que regidores de todos los grupos partidistas le dejaran manga ancha al alcalde Pérez Cuéllar para seguir en su promoción. Ahí está el quid del asunto. Este Don se enteró que nadie la hizo de emoción, precisamente porque andan en negociaciones con Big Media o pronto requerirán de sus servicios.
Como están por arrancar las campañas electorales y varios traen sus proyectos personales para aparecer como candidatos, prefirieron llevar la fiesta en paz para tener margen de negociación con el dueño de Big Media, empresa que tiene en Juárez la mayor cantidad de estructuras para instalar los anuncios espectaculares, esos que son los preferidos de los políticos para promocionarse. Por lo que se ve, le tiran a que les haga su descuentito.
En esas anda, por ejemplo, la panista Austria Galindo, la regidora que al parecer ya amarró una candidatura a diputada local, igual que lo habría logrado la dirigente municipal del PAN, Xóchitl Contreras, la responsable de bajar línea al grupo edilicio que coordina Austria.
El proyecto del “Faro del Desierto”, hace rato que lo impulsa el anterior coordinador de la fracción azul, Joob Quintín Flores. Él también trae ahí sus querencias, aunque no consiga candidatura alguna.
No hace mucho, a la misma empresa se le autorizó instalar sus pantallas electrónicas en los accesos a los puentes internacionales Santa Fe y Zaragoza.
Total, que siempre se conjuga el interés político-electoral, con el negocio privado, a costa de los bienes que son públicos, es decir, que nos pertenecen a todos.
El asunto amerita una revisión legal más a fondo ya que no queda muy clara la justificación para este sordo intercambio que implica el uso de espacios públicos.
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Para eso nos gustaba don Cruz Pérez Cuéllar. Ahora resulta que eso de demandar “por daño moral” a este medio y a otros de sus críticos, que cada vez son más, lo deja por la paz, que porque “no tiene tiempo”.
Primero cuestionó la veracidad de todas las acusaciones que han aflorado en su contra, como el “Mochilagate”, la casona del Campestre, el vehículo de lujo en el que se transporta (porque se lo prestó un amigo) o la casa de cambio en pleno parque El Chamizal.
El lunes 12 de febrero, el neomorenista dijo que ya contemplaba “denunciar” por “daño moral”, y que no permitiría que se “vulnere su derecho a la presunción de inocencia”.
Días después, ya entrado en gastos, le echó “la “blindada” encima a su colega de Chihuahua, Marquito Bonilla, por aquello de que supuestamente los asesinos llegan desde Juárez a la capital del estado.
“¿Qué el problema de los homicidios es del Gobierno Federal? ¿Allá en la capital, los dos órdenes de Gobierno, estatal y municipal, ¿son del mismo partido?”, dijo.
De que la expresión de Bonilla tiene una fuerte carga xenofóbica, ni quién lo dude, pero a Cruz también le cae el saco, pues a su Gobierno le toca la prevención del delito, y al Federal, de su mismo partido, el combate al crimen organizado a través de la Fiscalía General de la República, que nada más no se ve por ningún lado.
Total, que no hay ni para dónde voltear.
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A propósito del inicio de las hostilidades –-¡y vaya que lo son!– para elegir autoridades municipales y diputaciones locales, se ha desatado una serie de comentarios poco afortunados, por decir lo menos, que rayan en el fomento a la xenofobia en contra de las personas que proceden de Ciudad Juárez.
El embate contra la población juarense, que no contra el Ayuntamiento que preside Cruz Pérez Cuéllar, inició la semana pasada, cuando el alcalde chihuahuita, Marco Bonilla, hizo esa desafortunada declaración de que el 90 por ciento de los homicidios que ocurren en la capital los cometen personas procedentes de Juárez.
Ya apuntamos lo difícil que es dar con ese dato, pues la mayoría de esos crímenes quedan impunes y el o los autores se fugan y nunca son aprehendidos. ¿Cómo le hizo Marquito para saber de dónde eran, si ni sabe quién hizo la canallada?
Pues no conformes con ese dato, ahora salen con que el 90 por ciento de los detenidos por la Policía Municipal de Chihuahua son originarios de Juárez.
¡Ándele, pues! Esta frase, este dato, tiene un fuerte olor al más rancio regionalismo que arrastra la gente de Chihuas, según el cual, las cosas que salen mal en su ciudad capital son culpa de “la gente de fuera”.
Como si Chihuahua no formara, desde hace buen tiempo, parte de la lista de las 50 ciudades más peligrosas del mundo.
Dejemos por un rato el tema de los homicidios. ¿Ya le echaron un ojo a otros delitos, como el de violencia intrafamiliar, robo con y sin violencia, daños y lesiones? O qué, ¿también esos los comete gente “de fuera”?
Luego tenemos al “siempre brillante” coordinador parlamentario del PAN, José Alfredo Chávez, con su comparación entre Marquito y Crucito, por aquello de que este vive en una mansión que vale, según estimaciones de Chávez, 30 millones de pesos.
¿De qué se trata? ¿De ganar la reelección a costa de denostar a la población de una ciudad o de otra?
Más vale no andar señalando con el dedo, porque en una de esas salen machucados.
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¡Ah, qué tiempos, señor Don Simón! Aún no se le bajan los ánimos a la marcha “por la democracia” de este domingo y nos sale la nostalgia por aquellos años, cuando los que ayer protestaron juntos se decían las peores cosas que uno ha oído desde que existe la alternancia política.
Tanto en Chihuahua como en Juárez, actores del PAN y del PRI caminaron juntos “en defensa de la democracia”, sin acordarse de que hace unos años se hicieron trizas el uno al otro.
Nada más hay que recordar las protestas del panismo juarense a propósito de los resultados electorales de 1986, cuando el conteo oficial le dio el triunfo a Fernando Baeza sobre Francisco Barrio en la elección de gobernador, y a Jaime Bermúdez (q.e.p.d.) sobre Gustavo Elizondo para la alcaldía de Juárez.
Apenas se supo el resultado y el panismo y otras fuerzas sin identidad partidista se levantaron en una reacción masiva para exigir la reposición de la elección y proclamar el movimiento que llamaron de “Desobediencia civil”.
En aquel julio del 86, se llevaron a cabo bloqueos a las principales carreteras del Estado: Chihuahua, Meoqui, Delicias, Camargo, Jiménez, Parral, Cuauhtémoc y Ciudad Juárez, según lo consignó la prensa de aquel entonces.
Casi 38 años después, el exgobernador Fernando Baeza recibe reconocimientos de parte de autoridades panistas y hasta se toma fotos con Francisco Barrio, aquél que hasta lo denunció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA por haber cometido fraude electoral.
Ya nos lo dijo un buen amigo, panista hasta el tuétano: “los tiempos han cambiado”. Sí, y las ideas también.