Cuando se habla de instituciones se ha habla de comunidades que las crean, y cuando se habla de comunidades se habla de interés común, por lo general cimentado en el altruismo, de uno, de varios o de muchos de sus miembros.
Solo producto de un análisis y una reflexión profunda en torno a esos conceptos podemos encontrar explicación al atraso y hasta vergüenza sufridos por importantes sectores de la sociedad chihuahuense debido a costosos actos de egoísmo.
No son los elementos naturales que han ido socavando esas valiosas construcciones sociales; no es el paso del tiempo ni mucho menos el cambio climático. Es el producto de conductas desplegadas por varios políticos que han colocado estrictamente por delante su agenda personal antes que pensar en las instituciones por ellos encabezadas, o representadas.
Con solo dos ejemplos que parecen pequeños, relacionados con el egoísmo, tenemos para hablar prácticamente de todo lo que ocurre en el mundo político municipal y estatal. Sus alcances son de ese vuelo, para mala fama de la política chihuahuense.
Esas solas conductas nos llevan a múltiples derivaciones negativas que afectan no únicamente a determinadas instituciones, sino que golpean en la nuca a todos los chihuahuenses.
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Sin duda el Partido Acción Nacional (PAN) es una institución no solo de los panistas, sino de todos los chihuahuenses. Así nomás para empezar: su energía eléctrica, sus teléfonos, su gas, sus vehículos, los sueldos que devengan sus directivos salen de los impuestos que todos pagan: priistas, perredistas, sin partido, grandes empresarios, pequeños comerciantes, etc.
Ese partido anda por la calle de la amargura debido a que fue tomado como rehén y negocio personal de Mario Vázquez Robles. No hay resquicio de duda para sostener semejante afirmación.
Según la trayectoria de dicho político, pocos dudaron que no fuera a buscar una diputación por la vía plurinominal, puesto que tiene muchos años viviendo del presupuesto público. Antes de pasar al PAN fue alcalde de Santa Isabel por el PRD.
Pero también pocos creyeron que los panistas fueran a permitir que su dirigente estatal renunciara a su cargo para buscar una diputación local justamente por la vía del regalo. No la merece.
La falta de contrapeso político partidario hacia el poder estatal es inexistente porque al PAN ya no le alcanza para competir con holgura, menos para ser considerado una competencia seria. Está entregado en cuerpo, alma y nómina a los opositores del panismo.
Vázquez ha reducido al mínimo la fuerza blanquiazul porque siempre ha pensado más en sí mismo que en la institución, fundada en principios promulgados por algunos de los grandes teóricos que ha dado la república en materia política.
Bien común y subsidiariedad son conceptos que no aparecen en el diccionario del ahora exdirigente estatal porque en su esquema mental solo existe un interés: el propio.
La consecuencia para el PAN es la debacle total. Los blaquiazules debieron expulsar a su dirigente hace tiempo y enviarlo a su casa o a cualquier otro espacio donde no hiciera más daño, no para que se autopremiara con una diputación.
Peor aún, dejó Vázquez al PAN en manos de su secretario general, José Luévano, hombre y posición (la Secretaría) generadas en una traición contra el candidato a gobernador, Javier Corral. Ahí, en Luévano, descansará la dirección de todas las campañas electorales del estado.
Si fuera interés exclusivo de los panistas, pobres, pero repite Mirone: es un asunto de interés general porque toda la sociedad sufraga la existencia de ese partido. El absurdo insultante.
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Vázquez deshizo al PAN juarense para mantener un control menos que pírrico en esta frontera; también deshizo al PAN estatal con la misma intención. Hoy se hizo de la nominación a diputado, pero trepado en un montón de escombros que él mismo ocasionó.
No pudo el ahora exdirigente o no quiso ni garantizar a la institución partidaria la permanencia de sus aliados los dhiacos–yunques, porque la inmensa mayoría de ellos están apareciendo ahora al lado del independiente José Luis Barraza.
Al frente del barco institucional se está quedando solito y su alma el candidato a gobernador, Javier Corral Jurado, que en su propio interés personal también respalda la candidatura de Vázquez. Su silencio lo confirma. Hasta el momento no ha emitido ni la más leve crítica por esa decisión. Ha sido derrotado antes de iniciar la campaña.
La geografía política estatal nos dice con claridad meridiana la fuerza que mantiene Acción Nacional en la entidad: unas cuantas alcaldías (de 67), y dos o tres diputaciones de mayoría (de 22). Ese es el saldo de Vázquez. Un partido brutalmente dividido y numerosos expulsados; tantos que el Movimiento Ciudadano y hasta el PRI tienen de ese estalinismo vazquista candidatos a gobernador, diputados, regidores y alcaldes.
Pero si eso no fuera suficiente para dibujar la realidad presente, Mirone conoce de primera mano algunos comentarios desalentadores vertidos por el delegado del comité nacional panista en Chihuahua, Jorge Camacho.
En Juárez, dijo, estamos sufriendo porque Corral nomás no levanta; en la candidatura a la alcaldía no hay ni signos vitales. Hasta tercero o cuarto lugar en Juárez.
Durante sus seis años al frente del PAN estatal Vázquez se olvidó de Juárez. Saboteó a su propio partido, lo ninguneó; su interés habrá alcanzado solo hasta Daniela Álvarez. Mirone no lo puede decir mejor que lo ha dicho una panista respetable como es Pina Gaytán: “al partido le ha restado, no le ha sumado”.
Por todo esto no sería ninguna sorpresa si mañana o pasado renuncia a la nominación por la alcaldía doña Vicky Caraveo, quien fue seducida por algunos panistas respetables, les hizo buena segunda el propio Vázquez y ahí la han dejado en el completo abandono.
Quién sabe si lo sepa Victoria, pero si no lo sabe se lo dirá este escribidor: hace cerca de 15 días no se para su representante en la asamblea municipal electoral para defender sus intereses. Ni el propietario ni el suplente. Esa es una decisión de la que ella puede participar, pero que compete de manera directa al partido.
La reputación de Vicky como luchadora social, como cabeza de causas nobles en bien de los juarenses, hoy está quedando en entredicho por una decisión que si bien tuvo su origen en la buena fe (de ella) hoy se ve lastimada por el apetito insano de un político que no ve más allá de su interés personal.
De todo el PAN chihuahuense quedan algunos contados huesos sanos, porque los panistas de esas regiones no permitieron ser contaminados por la mala influencia vazquista, o también hasta por conveniencia grupal; son los casos de Chihuahua capital, Delicias, Cuauhtémoc y otros municipios menores.
Sumado, entonces todo, no podemos sino concluir que el insano egoísmo de una sola persona puede perjudicar a un todo. El PAN está hecho añicos y la sociedad sin contrapeso político partidario. Todo por causa de un solo individuo, el ahora precandidato a una diputación plurinominal.
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Eugenio Baeza Fares, en el ala priista, era considerado “el empresario favorito del sexenio” duartista. A lo largo de cinco años y medio era el convidado del gobernador en todos los presídiums y en todas las pachangas. Así se generó la impresión de “favorito”, remachada con su designación como alcalde suplente de Chihuahua capital.
El empresario de las carnes frías que hoy presume una megaplanta en La Piedad, Michoacán, no arrastraba fama de honesto ni tampoco de filántropo aunque, como muchos de su clase, tiene su respectiva fundación para tapar el ojo al macho de los impuestos.
Arrastraba fama de evasor y déspota con los cientos de empleado de sus plantas. Su concentración se daba y se da en los abogados laboralistas para pisotear los derechos de sus trabajadores.
A solo unos meses de concluir el sexenio, Eugenio aventó la delgada piel que le quedaba de cordero y dejó escapar al auténtico lobo que es. Su estricto egoísmo personal se impuso sobre el interés de la sociedad chihuahuense, sobre la organización partidaria que lo impulsó, el PRI, sobre la amistad que le dispensaba el gobernador Duarte y sobre los miles de empleados que tiene la Presidencia municipal de Chihuahua. Ese fue el impacto tremendo de un egoísta que ahora pinta para traidor del duartismo, por si fuera poco (apoya al independiente Chacho Barraza).
En diciembre tomó Eugenio las riendas de la alcaldía chihuahuita. Llegó en relevo del alcalde titular, Javier Garfio, que renunció para buscar la candidatura de su partido a la gubernatura. El sentido común, la lógica básica y el criterio más elemental indicaban que su corto tiempo como alcalde no le daba a Eugenio para ir más allá que concretar y finiquitar lo que había dejado pendiente Garfio para cerrar el trienio en septiembre próximo.
Literalmente Baeza Fares se desquició apenas sintió en sus fosas nasales el aroma del poder público. Se peleó con Javier Garfio, despidió a funcionarios garfistas y a cuanto empleado le dio la gana despedir. Nada qué ver con la inteligencia del sucesor de Enrique Serrano en Juárez para manejar el relevo.
Quizá los despidos hubieran sido eso el pecado menor, pero también quiso hincar las uñas el empresario al dinero de los chihuahuitas bajo el excelente argumento de reponer una gran cantidad de lámparas del alumbrado público, de mejorar el sistema de recolección de basura y concluir otra etapa del relleno sanitario. Mínimo 3 mil millones de pesos.
Lo agarraron con las uñas en el cajón con el primer tema. Hizo negociaciones con una empresa para entregar el alumbrado por algo así como mil 500 millones de pesos.
Se armó el escándalo. Javier Garfio andaba en la coordinación de la campaña de Enrique Serrano; decidió regresar a la alcaldía, indudablemente con el visto bueno de su padrino el gobernador. Desplazaron a Eugenio de la silla y están dejando al descubierto el intento de megatransa del empresario de las carnes. Esa historia no ha concluido.
La conducta del codicioso empresario (que había iniciado una discreta campaña para publicitar su “honestidad” y su espíritu de desprendimiento) en este caso ha tenido similar impacto que Mario Vázquez, solo que de mayor nivel porque estamos hablando del equipo en el poder estatal, y con el gran riesgo de que repercuta en la campaña electoral del PRI en la capital del estado, donde los sondeos repiten desventaja para el tricolor.
El tema no quedará desactivado hasta que sea completamente corrida la cortina de toda la transacción.
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El próximo fin de semana (18 de abril) arrancarán de lleno “las hostilidades” en la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) con el lanzamiento de la convocatoria para elegir las ternas de las cuales habrán de salir los nuevos directores de todas las facultades. Casi 15 días después, el 3 de mayo, surgirá la convocatoria por el premio mayor, la Rectoría.
A estas alturas el activismo en todo el campus es impresionante, por supuesto. Básicamente son grupos priistas los que se disputan el control de la máxima casa de estudios. Se considera obvio, por supuesto, que las decisiones correspondientes surgirán de la mancuerna César Duarte–Enrique Serrano.
Entre la lista de candidatos a la Rectoría sigue apareciendo el secretario general de Gobierno, Mario Trevizo, con fuerte oposición de los líderes universitarios por no ser director de ninguna facultad y reducir sus méritos más que a su calidad como integrante de la comunidad universitaria, a su puesto en Gobierno, donde ha sido menos que efectivo.
También aparece el director de la Facultad de Ingeniería, Ricardo Torres Knight, cuya facultad, junto con Zootecnia y Faciatec, son las únicas que no han crecido durante el presente sexenio… También están los directores de Medicina, Ciencias Políticas, Contaduría, Derecho y varios etcéteras.
Duarte ha sido firme para manejar las riendas de la universidad, y seguramente esta vez no será distinto, aunque esté a punto de concluir su sexenio y haya candidato priista a gobernador. No hay chispa por dónde pudiera arder esa sucesión… a menos de que hubiera descuidos y no fueran incluidos todos los grupos intermedios de poder…