Una seria preocupación se ha apoderado de los titulares de diversas dependencias de los tres niveles de Gobierno, ante el riesgo de un desastre por inundaciones, una situación que ya vivimos los juarenses en años recientes, porque la problemática y la omisión para prevenir se repite en cada administración municipal y estatal.
Técnicos y directores de las dependencias temen un desastre en el poniente y, aun cuando no lo han informado abiertamente, con el pretexto de la veda electoral, de las oficinas de Desarrollo Urbano, del IMIP y del despacho del presidente municipal, salen y entran apresurados equipos de ingenieros y arquitectos con planos y documentos bajo el brazo.
Son enviados de la Junta Central de Agua y Saneamiento, de la JMAS de Juárez y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que andan apurados por el inminente riesgo de una lluvia nivel TR25 (como la identifican los meteorólogos), por tratarse de tormentas que solo se presentan cada 25 años.
Aún están frescos en la memoria de los fronterizos los desastres a causa de las tormentas registradas en 2006, 2016 y 2018, que cobraron víctimas y dejaron muchos daños materiales, particularmente en el poniente, donde se encuentra la colonia Fronteriza y al suroriente, en El Barreal.
Esos temporales evidenciaron, una y otra vez, que los juarenses estamos indefensos frente a la furia de la naturaleza, por la insuficiente infraestructura de control pluvial, por los afluentes invadidos por colonias enteras y porque Protección Civil carece de programas preventivos para este tipo de desastres.
Ahora no estamos mejor que aquellos años, porque las carencias y condiciones de la infraestructura hidráulica siguen siendo patéticas, mientras el riesgo de inundaciones aumentó por las calles saturadas con obras inconclusas, que no tienen salida para las corrientes de agua.
En las sesiones de la Comisión de Desarrollo Urbano, el director del IMIP, Roberto Mora, ha enviado a sus mejores técnicos para recordarle a los regidores que una lluvia nivel TR25 no está lejos, y mientras el tiempo se agota y los rezagos son enormes, las autoridades siguen durmiendo en sus laureles.
Una avenida violenta de agua de la Sierra de Juárez en estos momentos, pulverizará los débiles diques y arrastrará muchas viviendas de los asentamientos irregulares del arroyo Las Víboras, por citar un solo ejemplo.
Si esto puede pasar con una lluvia de esta categoría, una de nivel TR de 100 años, como la registrada en los sesenta, desaparecería amplias zonas del poniente y suroriente. En eso coinciden los expertos.
Por eso la urgencia de construir cinco diques en el poniente, además de otros proyectos hidráulicos, aunque todavía es tiempo de que el Ayuntamiento no ha formalizado la donación de los terrenos que se requieren para las obras, que costarán entre 300 y 400 millones de pesos.
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La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) inició ayer con una serie de mesas redondas virtuales con los medios locales y nacionales interesados en los viajes internacionales y las medidas postcovid en puertos y puentes internacionales.
La serie de conferencias a distancia que se realizan por la plataforma Microsoft Teams se realizarán también los días 9 y 23 de marzo.
En la conferencia de ayer, los oficiales de CBP expusieron sobre la biometría facial y cómo utilizan la tecnología de comparación facial, para mejorar la experiencia de viaje internacional.
Entre los temas abordados destacan la expansión de la tecnología en el entorno aéreo y marítimo, y en los puertos fronterizos terrestres, especialmente en un entorno posterior al Covid-19, así como la respuesta de CBP a las preocupaciones de privacidad, el Puerto del Futuro, y el sistema de registro de confianza conocido como Entrada Global Próxima Generacion (Global Entry NextGen).
En el primer día participaron Rhonda Lawson, de la Oficina de Asuntos Públicos; Diane Sabatino, subcomisionada ejecutiva adjunta; Matthew Davies, director ejecutivo de Admisibilidad y Programas de Pasajeros; Carlo Cortina y Aaron Bowker de Comunicaciones.
Llama la atención la apertura a la información que con estas conferencias tiene la CBP con los medios mexicanos, para despejar dudas sobre restricciones para cruzar por los puertos terrestres y volar por los Estados Unidos.
En las próximas mesas de información participarán, entre otros funcionarios de primer nivel, el director del Programa de Viajero Confiable, Michael Millich, así como la doctora Nicole L. Russo, directora de política, de análisis y apoyo a la Cuarentena (Aphis), quienes hablarán también de las medidas postcovid que se mantendrán en la frontera y aeropuertos norteamericanos.
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Una de las tradiciones con más arraigo que se sigue celebrando en Juárez desde hace más de 100 años es sin duda la fundación de la histórica Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, que cada 22 de febrero reúne a decenas de agrónomos e ingenieros agrónomos de diferentes estados del país que, a pesar de que el plantel ya no existe físicamente, mantienen una hermandad envidiable.
El pasado martes no fue la excepción y pese a los fuertes vientos y el frío, la explanada del parque Hermanos Escobar, de la avenida del mismo nombre, se vistió de gala para honrar la memoria de los fundadores de la institución, Rómulo y Numa Escobar Zerman.
La Esahe inició clases un 22 de febrero de 1906 con diecisiete alumnos, en el sitio conocido como La Playa, donde todavía hoy se pueden apreciar algunos edificios en pie, ocupados por empresas privadas, así como las ruinas de adobe de lo que fueron los laboratorios.
Para los “cebolleros,” como se les conoce a miles de agrónomos e ingenieros agrónomos que ahí estudiaron, su alma mater vive en sus recuerdos y por ello viajan año con año a celebrar.
Han pasado 30 años desde que la escuela cerró sus puertas por una decisión política del entonces gobernador Francisco Barrio Terrazas, pero el espíritu de los cebolleros se mantiene a través de las diferentes fraternidades, asociaciones y colegios de egresados que existen en todo el país, por donde se encuentran diseminados.
Muchos se han ido, la mayoría son adultos mayores, pero, los más jóvenes, ahora chavorrucos, siguen impulsando el desarrollo agropecuario del campo mexicano, con las técnicas que aprendieron en las aulas de la Hermanos Escobar.
Hoy, a 116 años de su fundación, los sobrevivientes siguen diciendo presente al pie del monumento que honra a los hermanos Escobar, en la tierra que los albergó durante sus años de estudio.
Por eso vale la pena recordarlos, porque su tradición centenaria forma parte de la historia de Juárez.