Tremenda balconeada les dio la revista Proceso a los diputados federales de todos los partidos, al publicar lo que dicen poseer en sus declaraciones patrimoniales, información que fue obtenida por el semanario a través de una solicitud de transparencia.
En la lista de los 26 diputados exhibidos como propietarios de autos de lujo, joyas, pinturas y casas, en la publicación del lunes pasado, figura el nombre del neomorenista exalcalde de Juárez, Armando Cabada Alvídrez.
Según la información de Proceso, Cabada declaró tener una casa en El Paso, Texas, joyas de 612 mil pesos, 500 mil dólares en efectivo, y obras de arte con un valor de 2.8 millones de pesos.
Llama la atención que varios de los diputados federales se declararon poseedores de obras de arte, como pinturas y esculturas, entre ellos Cabada, como si ello los hiciera cultos o les despertara las neuronas, dotándoles de un IQ superior.
Cabada omitió, claramente, propiedades que posee en Juárez, como su participación accionaria en el Canal 44 o de la empresa Don Boletón, que, aunque la maneja su familia política, todo mundo sabe que es suya.
El tema da pauta para que se revisen las declaraciones patrimoniales hechas antes de las dos administraciones municipales que encabezó, y las que presentó al término de las mismas. Probablemente encontraríamos aquí muchas inconsistencias que no corresponden al enriquecimiento que presume a propios y extraños.
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Tremendo chasco se llevó el presidente Andrés Manuel López Obrador en la visita que el viernes pasado hizo a las instalaciones de la Aduana de esta frontera, cuando los jefes fiscales le quisieron mostrar el sistema de revisión aleatoria de las garitas y este no funcionó.
Por más que el preciso le apretó el botón, el sistema no encendió, por lo que les pegó una buena regañada para que no le hagan al monje loco. El dato lo dio a conocer ayer a la prensa la presidenta del Consejo Coordinador Empresarial, Fabiola Luna, quien dijo que lo que evidenciaron los fiscales con su moderno, pero inservible equipo, dio pauta para que los dirigentes del sector privado, que acompañaban al presidente, le plantearan otras deficiencias que tiene el sistema aduanal en esta plaza.
Ahora que se sabe que el sistema de marras no funciona, se explica la razón por la que las casetas de revisión fiscal permanecen, la mayor parte del día, cerradas, ocasionando largas filas de automovilistas que regresan de El Paso a Juárez, tal y como lo denunció en días pasados en la tribuna del Congreso de la Unión, el diputado federal juarense Hiram Hernández Zetina.
No es que les falte personal, sino que únicamente lo colocan en donde los semáforos fiscales funcionan, porque no quieren molestarse en hacer revisiones manuales.
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La aparatosa volcadura de una rutera chatarra del circuito 1B el lunes pasado, que dejó a 13 pasajeros lesionados y a 17 con chorrillo por el tremendo susto que se llevaron, puso en evidencia que los responsables del control y supervisión del transporte público de la ciudad siguen jugando el papel del Tío Lolo, ofendiendo la inteligencia de los juarenses.
En días pasados, cuando Norte Digital publicó que el servicio de transporte de pasajeros se estaba realizando con decenas de unidades chatarra, que los concesionarios sacaron del yonque para ponerlas a circular, el mismo director de Transporte del Estado, Ricardo Tuda, juró y perjuró que las sacarían de la calle porque nadie las había autorizado.
El funcionario hasta se atrevió a decir que las únicas autorizadas para dar el servicio eran unidades en buen estado físico y mecánico, afirmación que, por supuesto, nadie creyó.
Ahora, con la evidencia contundente de las condiciones mecánicas en que circulan, con las líneas del sistema hidráulico de frenos canceladas con pinzas, como lo mostraba el camión volcado en la avenida de las Torres, ¿con qué pretexto va a salir ahora Tuda?
¿Cómo pueden explicar tan grotesca situación? Si dicen que se trataba de una reparación provisional, entonces el camión no debería estar transportando pasajeros, ni debería estar en circulación por las calles de Juárez.
Si salen con la vacilada de que el concesionario violó el Reglamento de Transporte de Pasajeros, tantito peor, porque demuestran que las inspecciones mecánicas, que periódicamente debe realizar la autoridad a las unidades, se las han pasado por el arco del triunfo, ni más ni menos.
Nada de esto es mentira, pero por si ello fuera poco, el autobús circulaba con 30 pasajeros, 10 más de los permitidos por los protocolos sanitarios Covid-19, que establecen que solo pueden llevar el 50 por ciento del aforo, que es de 40 personas.
Alguien debe ponerles un alto, tanto a los choferes abusones, para que dejen de usar los peligrosos autobuses chatarra, como a las omisas autoridades del ramo que, para todos los problemas que genera este sector, siempre tienen excusas, muy estultas por cierto, pero al fin excusas, que los mantienen en sus puestos como si nada pasara.