En Norte celebramos 31 años de periodismo comprometido con la comunidad. En Chihuahua, la práctica del periodismo crítico representa un alto riesgo para los periodistas y los medios de comunicación que la ejercen. Tres décadas de la historia de Norte de Ciudad Juárez dan cuenta de ello.
Hoy, entre consignas que sostienen que todo medio está vendido, mucha gente dejó de estar consciente de que, en una sociedad democráticamente consolidada, la existencia de medios de comunicación profesionales e independientes resulta fundamental. El buen periodismo es un contrapeso de los lastres autoritarios, corruptos y secretos que cargan nuestras cansadas democracias.
En Norte, las agresiones y las presiones han sido una constante en el ejercicio de un periodismo riguroso. Las hubo (las hay) veladas, pero también directas. Desde su nacimiento, en mayo de 1990, Norte se afianzó como uno de los medios más críticos del estado. Esto le significó enfrentar persecuciones, balazos, secuestros, amenazas, castigos institucionales y hasta el asesinato de una entrañable y valiente colaboradora.
Durante su primera década de existencia Norte acumuló media docena de ataques y atentados. El primero de ellos ocurrió en septiembre de 1991, cuando Refugio Rubalcaba Muñoz, coordinador de la Policía Judicial del Estado, amenazó a los periodistas del medio y denostó su labor informativa por publicar información que catalogó como falsa (aún estando probada) porque que le perjudicaba.
Un atentado contra las instalaciones del periódico ocurrió el 24 de junio de 1992. Un centenar de militantes y simpatizantes del Partido Revolucionario Institucional intentó incendiar el edificio, luego de que el medio evidenció que organismos públicos y privados financiaban las campañas políticas de ese partido.
En 1995, los reporteros gráficos Alejandro Sánchez (†) y Adán Alcocer sufrieron una agresión de un comando fuertemente armado en las inmediaciones del exclusivo fraccionamiento Misión de los Lagos, a donde los fotógrafos acudieron para cubrir un evento social. Sánchez fue el primero en ser “levantado”. Su compañero se percató del hecho y empezó a fotografiar el ataque. Ambos fueron golpeados mientras les quebraban sus cámaras y les retiraban los rollos. Uno de ellos terminó en el hospital.
Años más tarde, en enero de 1997, el fotógrafo Yuri González Pérez desapareció en el fraccionamiento Campestre, cuando acudió a tomar fotografías de una nevada. Familiares, compañeros y autoridades iniciaron una movilización para dar con su paradero. El FBI se sumó a las investigaciones. Tras permanecer varios días en cautiverio lo liberaron en buenas condiciones de salud.
La madrugada del 29 de enero de 1997 balacearon el edificio de Norte, justo cuando los voceadores se disponían a repartir los periódicos del día. El incidente estuvo relacionado con varias publicaciones que involucraban a policías en la desaparición de un cargamento de drogas. Los hechos ocurrieron durante la administración municipal de Ramón Galindo Noriega.
Uno de los capítulos más álgidos con el poder institucional se vivió, sin duda, durante la administración de Patricio Martínez García, en 1999. El entonces gobernador suspendió los contratos de publicidad con el medio. Por si fuera poco, presionó a anunciantes para que dejaran de contratar a la empresa con fines publicitarios y se alió con otros medios para boicotear a Norte y así encaminarlo a la quiebra.
Las razones: a Norte se le percibió como un medio sumamente incómodo para el gobernador, ya que tuvo el atrevimiento y la osadía de revelar casos de corrupción que se entretejían desde las entrañas del Gobierno de Martínez García.
En los albores del nuevo milenio no menguaron los ataques. El 27 de febrero del 2000, Javier Benavides González, entonces jefe de la Policía Estatal, decidió vetar a Norte por denunciar la existencia de una seudopolicía que operaba en el Valle de Juárez.
El primero de octubre de 2002 pretendieron encarcelar a Oscar Cantú Murguía, en ese entonces propietario del medio, junto con un grupo de reporteros. El motivo: la publicación de una investigación seriada en la que se expusieron corruptelas gestadas entre el Gobierno y particulares.
A Oscar Cantú, Armando Delgado (†), Guadalupe Salcido, Francisco Luján, Rosa Isela Pérez, Carlos Huerta, Antonio Flores y Manuel Aguirre se les giró orden de aprehensión por evidenciar el sobreprecio que pagó el Estado en la compra de terrenos a latifundistas locales. Organizaciones y medios de todo el mundo se solidarizaron con los periodistas de Norte.
Pese a las amenazas y persecuciones, Norte no mermó su línea crítica. En 2008 publicó investigaciones que provocaron, de nueva cuenta, más agresiones desde el poder, ahora desde la administración municipal. En ellas se revelaban fraudes, ineptitud, corrupción, abusos de poder y saqueo a las arcas públicas.
La publicación de un reportaje, en 2009, desató el enojo del alcalde José Reyes Ferriz, ya que evidenciaba el vacío de autoridad y la ausencia de dirección para hacer frente a una ola criminal que desestabilizaba ferozmente a la ciudad. Estas publicaciones motivaron el incumplimiento de pago de servicios y la cancelación de la publicidad oficial.
Los castigos al medio, mediante la cancelación de los contratos de publicidad, ocurrieron también en las administraciones municipal y estatal -respectivamente- de los priistas Héctor Murguía Lardizábal (2007-2010 y 2010 -2013) y César Duarte Jáquez (2014).
Murguía no toleró la crítica, ni el hecho de que el medio destapara la corrupción en varias obras públicas realizadas. No solo estaban el castigo y la agresión pública hacia el medio, también sus periodistas sufrieron maltratos y vejaciones, frente a la prensa local, durante su gestión.
A finales de 2014, la publicación de un gran reportaje que involucraba al entonces gobernador del estado, César Duarte Jáquez, en el caso del Banco Unión Progreso, del cual era socio, desató la ira del mandatario. Por varios meses canceló el contrato de publicidad que tenía con el medio.
Tras el arribo de Javier Corral Jurado al poder, en octubre de 2016, el gobernador no solo se negó a saldar las deudas contraídas con el medio, heredadas por los servicios contratados por la administración de César Duarte, sino que se negó también a saldar el espacio que su Gobierno había contratado con Norte durante los primeros meses de su administración.
En marzo de 2016, cuando Corral corría como candidato, la periodista de Norte Miroslava Breach Velducea daba cuenta en las páginas del periódico sobre los candidatos que el narco infiltró, especialmente en municipios serranos del estado. En octubre de ese año Norte expuso el enfrentamiento entre el Estado y el Municipio tras la designación de Jorge González Nicolás como secretario de Seguridad Pública.
También publicaba el desastre financiero que heredó la administración de César Duarte. En esos mismos días, daba cuenta a su vez del desplazamiento de los rarámuris hacia las ciudades, debido a la violencia y de cómo las policías del noroeste de Chihuahua estaban infiltradas por el narcotráfico. En marzo de 2017 reportó a detalle el enfrentamiento que se vivió en el noroeste entre grupos del crimen organizado. El 23 de marzo, de ese mismo año, asesinaron a Miroslava.
Aniquilar la democracia
En Chihuahua, el ejercicio de un periodismo libre e independiente es sinónimo de castigos institucionales: cancelación de contratos, vetos publicitarios, denostación sistemática y generalizada que sostiene que toda prensa es corrupta y vendida. Son grandes los riesgos que corren los periodistas críticos: persecuciones, agresiones, secuestros, amenazas y muerte.
Lejos de lo que suele pensarse, los atentados contra medios y periodistas no son solo una agresión a particulares, empresas o grupos. Bien visto el punto, cuando se agrede a un medio crítico e independiente se atenta también contra la democracia y contra las libertades fundamentales e inherentes a la misma.
La historia de Norte da cuenta de la represión directa que se ejerce sobre los medios que no se someten a los caprichos del poder; es del dominio público que los contratos se le otorgan únicamente a los “medios a modo”; es decir, a aquellos que se alinean con el Gobierno y que jamás se atreverán a señalar los errores y las omisiones que van en contra de individuos y sociedades enteras.
Pero Norte también sabe de formas de reprensión más sofisticadas, las represiones veladas. Los nuevos tiempos han traído otras prácticas, nuevas formas de agresión que parecen no serlo. Desde las esferas del poder se orquestan campañas de desprestigio en contra de los medios y de los periodistas que les resultan incómodos. Se valen de la estigmatización, de la construcción de una mala imagen para el oficio del periodista, para desacreditarlo, enlodarlo y retirarle así la confianza y el respaldo de la sociedad.
Pareciera que existe la consigna, desde el poder, de apostarle a la desaparición de los medios y del periodismo independiente. ¿A quién beneficiaría eso?
El periodismo independiente es una de las pocas alternativas que tenemos, como sociedad, para poner ciertos límites al poder político y económico que todo lo circunda y todo lo explica.
El periodismo independiente y valiente ha marcado una impronta en este país y ha hecho posible que la gente conozca, en primera fila, la verdadera cara del poder corrupto y corruptor. También nos ha llevado de la mano por los sórdidos sótanos del crimen organizado, así como por los muladares de la podredumbre política e institucional.
Para Norte las nuevas imprentas son nuestras plataformas digitales, las páginas web, los videos, las redes sociales. Una frontera tan importante y compleja como Juárez merece tener medios de comunicación profesionales. Merece medios que estén a la altura de lo que Juárez aporta y representa en términos económicos y políticos.
Lo retos son mayúsculos; debemos librar una lucha puntual contra la desinformación de las redes sociales, que golpea sobremanera al periodismo y a los medios de comunicación. Nuestras armas: el profesionalismo, la buena información y la verdad.
¡Por las próximas tres décadas, hacia allá vamos, poniendo nuestro norte en Norte!