Ciudad Juárez siempre fue una frontera de paso, pero desde 2018 la movilidad humana es un tsunami. Los juarenses, expertos en novedades, no parecen darle mayor importancia al asunto, pero Mirone ve que Estados Unidos está muy enfocado en un problema de los migrantes, al que conviene echarle un vistazo más atento.

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Mientras miles de migrantes se amontonan en la frontera juarense, los Gobiernos siguen pensando que los muros militarizados y físicos pueden detener la marea que desde Centroamérica y México quiere llegar a Estados Unidos.

Donald Trump no cumplió su promesa de construir un muro en su frontera sur, dicho con ese estribillo pegajoso de sus actos de campaña: “Vamos a construir un muro y México va a pagarlo”. Una orografía de 3 mil 200 kilómetros de montañas, ríos y ranchos privados no se abarca solo con palabras.

Él apenas construyó 800 kilómetros de los prometidos mil 600; sin embargo, el muro no pudo frenar a miles de familias centroamericanas huyendo de la pobreza, la violencia y la crisis económica en sus países.

Ante el fracaso, el Departamento de Seguridad Nacional anunció en 2019 una nueva estrategia para frenar la migración: quienes trataran de ingresar sin papeles regresarían a México mientras esperaban la resolución de sus casos en las cortes americanas. Así nació el Protocolo de Protección de Migrantes (MPP).

Otra acción fue el acuerdo alcanzado tras la amenaza de Trump de imponer aranceles a sus productos si no se frenaba la migración. Allí tocó el despliegue de la Guardia Nacional, el muro que sí pagó México.

La pandemia fue una inesperada aliada de Trump. Estados Unidos, México y Canadá prohibieron los viajes no esenciales por tierra y el Título 42 permitió expulsar más de 197 mil migrantes con pretextos sanitarios, una ayuda eficaz del coronavirus.

Los juarenses saben que las causas de la migración son difíciles de cambiar. Hay una diversidad de países de origen, la mayoría de Centroamérica, pero también de Sudamérica, África y Asia. En segundo lugar, más allá de los factores económicos y de movilidad social hoy se escapa de la violencia. En tercer lugar, el cierre de la frontera hace crecer la tasa de permanencia en México, preferentemente en lugares como Ciudad Juárez.

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El cruce ilegal de migrantes es la rutina de los coyotes, que incluye el cobro, la extorsión y la violencia. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza detectó cruces de migrantes, transportados en camiones y rociados con productos de limpieza, lo que mató a varios. Viajan y mueren cubiertos de hidróxido de calcio, para disfrazar el olor humano y burlar el patrullaje de la migra.

En Ciudad Juárez crece el rescate de migrantes, mayormente centroamericanos, en las colonias de la ciudad, entre ellas Anapra y Felipe Ángeles.

Cuando los capta el crimen organizado, los migrantes sufren secuestros, violaciones y asesinatos. Con la intromisión de las pandillas de la ciudad en el negocio, el tráfico de personas se ha incrementado.

Los polleros terminan llevándose más de 14 mil dólares por cada migrante al que cruzan en forma ilegal hacia Estados Unidos. Desde su lugar de origen hasta Ciudad Juárez las bandas cobran entre 4 mil y 5 mil dólares. Cuando llegan a esta frontera el precio sube hasta otra cantidad similar o incluso hasta el doble para cruzar.

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Ante el panorama migrante, el presidente Biden encargó a finales de marzo a la vicepresidenta Kamala Harris la tarea de frenar la migración.

Harris hizo su primera visita a El Paso como vicepresidenta, en medio de la presión republicana que le reprochó que viajara a México y Guatemala y no hiciera presencia en el límite americano, donde se respira una gran tensión. Su visita llegó apenas cinco días antes que el expresidente Donald Trump fuera al mismo lugar, acompañado del gobernador de Texas, Greg Abbott.

Dio un mensaje claro y franco a los migrantes indocumentados: “No vengan”. Mientras el presidente Biden prometió relajar algunas restricciones fronterizas de Donald Trump, permitiendo solicitar asilo en la frontera estadounidense, Harris intensificó el mensaje de que rechazará a quienes busquen cruzar.

El “no vengas” de Harris no es igual al de Trump: en mayo detuvieron a 180 mil personas, la cifra más alta desde el 2000. Para Estados Unidos la frontera con México es una cuestión de seguridad nacional, para México implica la necesidad de mantener una frontera abierta para la producción y el intercambio comercial.

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Según informa la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), en Ciudad Juárez las pandillas reclutan migrantes para transportar drogas. En general, los migrantes indocumentados entran a Estados Unidos por diversos puntos, pero los deportan por Ciudad Juárez, donde los delincuentes los reclutan para volver a cruzar con droga.

En el primer trimestre de 2021 apresaron a 60 personas intentando cruzar a Estados Unidos con pequeñas cantidades de heroína, cocaína y metanfetaminas. Se trata de migrantes provenientes de Centroamérica que mencionaron que los reclutaron Los Mexicles, afiliados al Cártel de Sinaloa.

Algunos grupos de migrantes acompañados por polleros utilizan uniforme militar camuflado, advirtió la Patrulla Fronteriza americana. En 2019 detuvieron a más de 100 personas portando ropa con camuflaje, la mayoría en Ojinaga y Ciudad Juárez, cruzando por Presidio, en las zonas desérticas o en los márgenes del río Bravo.

El Valle de Juárez es una franja preferencial para este nuevo negocio desde 2019. Un reporte del Equipo Argentino de Antropología Forense, especialista global en estos temas, indica que alrededor de 150 personas desaparecieron en el Valle de Juárez.

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Con el nuevo Gobierno americano, el ingreso de población migrante a Ciudad Juárez se disparó un 50 por ciento. Entre febrero y abril de 2021 arribaron 800 personas de Guatemala, Honduras, Cuba y Haití, destacándose una gran cantidad de menores no acompañados.

La base militar de Fort Bliss, en El Paso, se acondicionó para recibir hasta 5 mil niños migrantes no acompañados, como parte del programa de albergues temporales en la frontera con México, en medio de una nueva oleada de indocumentados.

A tal fin, el Pentágono aprobó una solicitud del Departamento de Salud y Servicios Humanos para usar la Base Conjunta San Antonio y Fort Bliss para albergar temporalmente a los niños migrantes, que detuvieron después de cruzar solos la frontera entre Estados Unidos y México.

Desde noviembre de 2020, una reforma a la Ley de Migración de Estados Unidos impide a los menores, acompañados o no, ingresar a una estación migratoria americana, obligándolos a regresar a México. Hasta ese entonces los menores, excepto los mexicanos, entraban en el proceso de regularización migratoria.

El jefe del Departamento de Seguridad Nacional de la administración demócrata, Alejandro Mayorkas, visitó El Paso en marzo. Mientras afirmaba “no vengan”, su Gobierno mantiene a resguardo a más de 14 mil niños migrantes en las ciudades fronterizas.

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Muchas personas quieren cruzar en forma ilegal por el río, por Anapra o por las vías del tren, y los devuelven a México bajo el Título 42, sin notificar previamente a las autoridades mexicanas. Por lo tanto, se pierde en el camino el registro para verificar si son portadores del coronavirus, un hecho dramático al constatar que un promedio de 100 a 150 personas regresa diariamente bajo el Título 42 de la Ley de Servicios de Salud Pública.

El MPP (Migration Protection Protocol) de Donald Trump obligaba a los solicitantes de asilo esperar la resolución de su trámite migratorio en México. En febrero de 2021 derogaron el MPP, pero permaneció vigente el Título 42.

Durante la pasada administración republicana, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades emitieron el Título 42 como una respuesta al Covid-19. El título indica que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza puede devolver por la fuerza a los migrantes que hayan entrado de forma irregular, sin acoger la solicitud de asilo o protección.

Ciudad Juárez se ha convertido en un depósito de personas retornadas bajo el Título 42. Regresan de forma expedita, sin contemplar su debido proceso, sin el derecho a solicitar asilo y sin que una corte migratoria analice su caso.

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A lo largo de la frontera se estima que hay alrededor de 67 mil migrantes, de los cuales 15 mil están en Ciudad Juárez.

La espera hasta la resolución del trámite puede dejar a los migrantes varados hasta dos años en refugios mientras crece la impaciencia. Un grupo de migrantes se lanzó el pasado 2 de julio al puente internacional Paso del Norte para cruzar por la fuerza hasta El Paso.

A comienzos de la pandemia la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que en Ciudad Juárez había entre 4 y 6 mil migrantes que no habían accedido a albergues y debían alojarse por cuenta propia o vivir en situación de calle. Cuando los primeros tiempos del Covid obligaron al cierre de los albergues aumentó la presencia nocturna de migrantes en la vía pública.

En septiembre de 2019 se llegó a contabilizar más de 900 personas por noche durmiendo a la intemperie en las inmediaciones de los puentes Santa Fe, Córdova-Américas y Zaragoza.

Una problemática particular tiene que ver con la atención sicológica de los menores. La organización Save the Children registró a 230 niños que pasaron por sus programas de atención sicológica y que padecen traumas propios de una guerra, con pérdida de sueño, sensación de incertidumbre, pesadillas y miedo.