Después de los comicios intermedios del domingo, cuyos resultados tácitamente se pueden leer como la ratificación o no de la confianza ciudadana en el proyecto de Gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto, se abre de facto y de inmediato un nuevo proceso electoral por la sucesión presidencial, en el que Chihuahua tendrá, por supuesto, que ver.
La grabación sobre el caso Baja California Sur solo ha venido a ratificar de manera oficial lo que Mirone ha informado oportunamente y en exclusiva en distintas entregas. El gobernador César Duarte no solo estuvo apoyando varias campañas electorales en entidades como la Baja Sur, Querétaro, Michoacán y Nuevo León, sino que está inmerso en la pelea nacional por un espacio en el Gabinete federal, para saltar de ahí con las piernas firmes y caer en Los Pinos.
Mañana también se abre en automático la disputa por la Gubernatura, sobre todo entre las corrientes internas priistas chihuahuenses perfectamente bien alineadas entre los liderados por Duarte y sus abiertamente opositores.
En primer plano –hablando del escenario nacional– , viene la andanada de ajustes en la estructura gubernamental y los posicionamientos estratégicos en el Poder Legislativo y en el Revolucionario Institucional, que a pesar del desgaste de los años y de los daños sufridos, ha demostrado que sigue vigente y sin ganas de retirada.
Bajo estas circunstancias, una pléyade de aspirantes priistas junto con sus respectivos equipos se alista para la gran batalla sucesoria.
Para quienes aspiran, tres años es mañana, por eso se aprestan a sacar el máximo provecho a cada segundo del día. Desde hoy cada encuentro puede representar una alianza, cada declaración un posicionamiento de avanzada, cada foro una plataforma de proyección regional y nacional, y sobre todo cada trinchera política, administrativa y legislativa, el trampolín ideal para saltar a las aguas profundas y recelosas de la contienda por la Presidencia de la República.
En el escenario inmediato no hay sorpresas: los actores más próximos al “fiel de la balanza”, como en su tiempo lo llamó José López Portillo, trabajan con paciencia y esmero el guion que les corresponde en espera de su momentum.
El secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, hace lo suyo contra viento y marea. La aplicación de la Reforma Fiscal no le quita el sueño, la entiende y ejecuta, para eso está ahí. La lealtad a toda prueba es uno de sus mayores méritos. Aparece aquí la silueta de Chihuahua por primera vez: las senadoras Lilia Merodio y Graciela Ortiz son sus aliadas en las batallas legislativas que ha tenido que librar.
Pero la incondicionalidad tiene otros rostros: el inmutable secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ha visto su suerte echada una y otra vez, pero ahí sigue, incluso con innumerables señalamientos de que “ya se va”; hay capacidad sin duda, pero también compromiso, y esa corresponsabilidad bien llevada le puede deparar en tres años mayores responsabilidades. Aquí está otra vez Chihuahua: José Reyes Baeza y su equipo tienen la cercanía y la confianza; el exgobernador Reyes Baeza es titular de Fovissste debido a Osorio Chong.
El Gabinete presidencial espera cambios y enroques, ahí entra el influyente jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño Mayer, joven eficiente y de la absoluta confianza del presidente; su álter ego, dicen algunas voces. Su próximo relanzamiento a la escena administrativa como secretario de Estado, desde Sedesol o desde la SEP, puede ser la catapulta a futuras aspiraciones personales, a pruebas de ensayo y contrapeso de su jefe, que requiere abrir el abanico de aspirantes, para que los favoritos no se desgasten… o por si quedan en el camino.
Estos pueden ser los primeros, pero no los únicos.
Para querer hay que traer con qué
Sin duda que tratándose de parque para la batalla, los guerreros del PRI no solo traen con qué, sino que siguen acumulando cuanto se puede y sobre todo cuanto les dejan.
Secretarios de Estado, gobernadores, coordinadores parlamentarios y desde luego el presidente del partido en el poder, están moviendo sus piezas para posicionarse en la jugada final.
Aquí entran en juego otros valores; la afinidad con el Gran Elector es indispensable, pero hay distancia entre las lealtades incondicionales de antaño y las afinidades pragmáticas del sexenio. Por eso quienes se saben en este segundo plano, llevan por delante el estandarte de la eficiencia operativa.
Ahí están los Césares, uno aún presidente del Comité Ejecutivo del PRI, César Camacho Quiroz, que entrega resultados en medio de la tormenta en que el sistema priista se encuentra inmerso, tal vez no los óptimos, pero suficientes para coordinar a los diputados federales priistas en la próxima legislatura.
El mexiquense es de casa, pero todavía tiene que aportar victorias legislativas al proyecto del presidente, para subirse de lleno al palco de los elegidos. Para eso pondrá a prueba su capacidad de negociación y operación probada en mil batallas; su gran elocuencia y cultura políticas le permiten destacar como uno de los mejores cuadros de su partido.
El otro, lo dijimos aquí el domingo pasado, es César Duarte, es un político más que pragmático, muy activo y con una alta propensión a crecer en la adversidad.
El gobernador de Chihuahua ha construido por toda la república una intrincada red no solo de negocios, como acusan sus detractores, sino que ha extendido vínculos, amistades y complicidades, particularmente en el centro del país, donde cada semana tiene parada obligatoria, se dice que para saludar. Es evidente que aspira a la grande, pero como buen estratega político sabe el camino a seguir.
Ahí está la Presidencia del PRI, que próximamente dejará su tocayo; ese es el escaparate nacional que necesita para posicionarse ante sus correligionarios tricolores.
Pero su perfil da también para incorporarse directamente al Gabinete presidencial, está dentro de sus posibilidades; otro exgobernador norteño en Sagarpa puede ser la opción. El resultado electoral de este domingo en Chihuahua obligará a un ajuste en el análisis correspondiente.
Experiencia y constancia
La Presidencia de la Cámara de Diputados es posición clave para darle viabilidad al segundo periodo de Gobierno presidencial; ahí deben ir hombres con probada experiencia legislativa. Al presidente le vendrían bien Jorge Carlos Ramírez Marín o Enrique Jackson; ambos saben cómo funciona la cámara y sus subterfugios, y sobre todo tienen el suficiente prestigio para generar la confianza que los grandes acuerdos entre las diversas fuerzas políticas requieren. Esta plataforma puede tener la importancia y trascendencia que su titular le imprima; plataforma política al fin, desde ahí puede tejerse el futuro próximo.
Operación garantizada
El coordinador del grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, parece ser el hombre que todo lo puede y todo lo sabe.
Su vasta experiencia política, su capacidad de negociación y conciliación y la extensa red de operación que mantiene en todo el país, aunadas al poder político que desempeña como coordinador parlamentario, lo convierten de facto en el candidato casi ideal para la sucesión presidencial.
No está exento de controversia, pero es hábil, poderoso, conocedor de los secretos personales de la mayoría de los políticos de este país (debido a su paso por los organismos de seguridad e inteligencia del Estado mexicano) y hasta carismático para algunos.
Su mayor mérito no debe buscarse en las cercanías o afinidades presidenciales. Él responde como un general de carrera a la institución presidencial priista y al sistema mismo, es eficiente, por encima de todos; la balanza se podría inclinar a su favor si los de casa no crecen.
La garantía de su desempeño victorioso en una contienda electoral nacional es su mejor carta a ojos de quien decidirá en dos años, que para muchos para bien o para mal es mañana. Los resultados de su candidata en Sonora, Claudia Pavlovich, también obligarán ajuste en el análisis.
Los aspirantes son muchos, unos van por todo, otros solo se ajustan al guion; al final, el Gran Elector tendrá que decidir entre querencia y eficiencia, entre la pasión y la razón.
La grabación de la Baja Sur, las diferencias existentes entre Duarte y Camacho, entre Osorio y Videgaray, entre Manlio y Emilio Gamboa (padrino de Duarte) y otros muchos aspectos presentes de forma y fondo en el poder federal, hablan de que no habrá tersura en la disputa. No es ni será Nivea la que usen ente ellos para conducirse hacia su objetivo, lo cual también pondrá también a prueba el temperamento del primer priista.
Guerra sucia, abstencionismo y voto duro en el desenlace hoy
La tendencia abstencionista del electorado de Juárez que ha llegado a niveles del 70%; difícilmente se podrá revertir con las lagañosas campañas desarrolladas por los partidos políticos en los últimos dos meses y pésimamente dirigida la promoción del voto por el golondrino titular del Instituto Nacional Electoral (INE) en el Estado, Alejandro Scherman Leaño.
En el resto del estado las condiciones no son distintas.
Sucede así porque los partidos políticos participantes en los comicios que hoy se desarrollan, apostaron principalmente por la movilización del voto duro, por lo que es previsible que desde las primeras horas los llamados promotores del voto toquen de puerta en puerta para arriar a las urnas a sus promovidos.
Esa será la tónica, porque los dos principales partidos políticos del estado, el PRI y el PAN, diseñaron sus estrategias en dos grandes líneas: el uso de su estructura territorial y la guerra sucia, frente a un INE por completo desinteresado en su responsabilidad por llamar a las urnas.
Solo hay que repasar las semanas de proselitismo en los cuatro distritos con cabecera en esta frontera, para entender que las dirigencias partidistas nunca tuvieron la intención real de motivar con fuerza a la ciudadanía para inducir su participación en la jornada de este domingo.
Hoy aparecerán candidatos en la boleta electoral que ni siquiera son conocidos por los electores de su distrito, que si bien les fue, podrían haberlos visto una o dos veces en las pautas de anuncios mal amontonadas por las cadenas televisoras.
La estrategia de apostar al voto duro va aparejada a las campañas negativas que exhiben los puntos débiles de los candidatos. Cuando fue necesario se recurrió a la guerra sucia.
Los electores del tercer distrito de Juárez recibieron en sus domicilios sobres con porte pagado en el Sistema Postal Mexicano, con panfletos de todo tipo contra la candidata del PAN y los dirigentes de ese partido.
Lo mismo sucedió en el distrito cuarto y con mayor intensidad en los distritos sexto, quinto y séptimo, donde el resultado de la contienda se preveía cerrado entre los abanderados del PRI y del PAN.
Apenas el jueves pasado, en la sesión ordinaria del Congreso del Estado, previa a la elección de este domingo, la bancada del PRI se aseguró de aventar a sus adversarios los últimos paquetes de suciedad, envueltos en forma de iniciativas de puntos de acuerdo y exhortos, para denostar la imagen de los candidatos y figuras políticas del Partido Acción Nacional.
Lo mismo hicieron desde la acera de enfrente, no solo contra los abanderados del tricolor, sino centrados en la imagen del gobernador César Duarte, al que le enderezaron una denuncia pública –hasta ahora–, acusándolo de intervenir en la elección de gobernador en Baja California Sur con recursos públicos, adicionalmente a todos los señalamientos sobre presuntos actos de corrupción de la Administración estatal que aparecieron en espectaculares en los distritos más competidos.
El fin de esa guerra sucia es inhibir al máximo la intención ciudadana de acudir a las urnas, y a los que se mantengan decididos a sufragar, cambiar la percepción sobre el rival más fuerte.
De ahí que hoy el grueso de los ciudadanos que acudan a votar será principalmente parte del universo de voto duro partidista, y aun cuando Chihuahua no aparece marcada como zona de conflicto en el mapa del Instituto Nacional Electoral, seguramente habrá efervescencia en las demarcaciones más competidas.
No hay que ser pitoniso para adelantar que el abstencionismo se perfila como el principal ganador, como ha sido la característica de los últimos comicios en la ciudad y de la manera prevista antes del inicio de las campañas, no solo por tratarse de una elección intermedia, sino por la necesidad de que la votación no rebase cierto porcentaje de participación que descuadre la estrategia del voto duro controlada por el operativo de movilización o promoción que hoy estará en marcha.
Si a lo anterior le agregamos el factor de desprestigio de los partidos políticos y la imposición de candidatos de características similares, se abona también para que persista el desinterés por asistir a las urnas.
Por si eso no fuese suficiente, la estrategia de apostar al voto duro o de conveniencia, de la estructura gubernamental o de los estratos sociales que se mueven por medio de la dádiva de los programas sociales y los mensajes huecos, sin contenido, de los candidatos en campaña, conformaron el telón perfecto para el desinterés ciudadano en la elección de diputados federales.
Donde sí habrá esfuerzo especial es la medida de control adicional que será implementada por dos principales competidores de la elección para sacar a sus simpatizantes seguros a sufragar antes del inicio del juego de la selección mexicana contra Brasil.
Las instrucciones en ese sentido son claras: antes del mediodía, los encargados de arriar los votos duros deberán haber cumplido su misión; después, lo que caiga será ganancia.
Por lo pronto, ayer tarde un connotado panista, Demetrio Kosturakis, ponía en su Face: “estoy en un dilema compadre, no sé si anular mi voto o votar por Liz”; y le agrega: porque por JUan ni de chiste”. De ese nivel andaba anoche la pelotera en Chihuahua capital en la disputa por el sexto distrito.