El intenso aroma a negociación cupular entre Los Pinos y Gustavo Madero no disminuyó un miligramo la adrenalina en el PRI chihuahuense por la administración estatal 2016–2021.
Debe reconocerse que esa razón es aún poca para creer que bajarían las ansias de los aspirantes a conseguir la candidatura tricolor. No ignoran que hay una relación de complicidad entre el peñismo y el maderismo, pero hay nuevos factores en el PRI que les hacen albergar grandes esperanzas hacia el objetivo 2016.
Durante la semana quedaron descubiertas las intenciones del chihuahuense Gustavo Madero hacia la Gubernatura de su estado. Cedió la coordinación del nuevo grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados para tomar la Presidencia de la Mesa Directiva de dicho órgano. Más dinero y más capacidad de maniobra.
La primera decisión, la de jefaturar a los nuevos diputados panistas, la pudo haber tomado por sí solo, puesto que se reeligió Madero el domingo pasado en el PAN nacional con el triunfo de su peón Ricardo Anaya. Miles de priistas engordaron el padrón blanquiazul para cerrar a piedra y lodo cualquier posibilidad por la que pudieran colarse sus opositores. Esta participación no pudo conseguirse sin el visto bueno de Los Pinos–Gobernación–Camacho.
La segunda decisión necesariamente tuvo que ser palomeada en directo por el presidente Enrique Peña Nieto, en acuerdo con el que será su operador en la Cámara baja, César Camacho, y el nuevo dirigente nacional del PRI. El cómplice–socio perfecto que ha sido Madero para el actual régimen federal seguramente no sería relevado frente a una eventual oposición portentosa del nuevo actor en la Cámara de Diputados, Morena, el partido de El Peje.
Hay quienes sostienen que Madero sigue armando pacientemente su estructura en el objetivo de la Presidencia de la República. No duda Mirone que albergue semejante despropósito. La avaricia no conoce límites; es infinita.
Pero Madero no es tonto: efectivamente pudiera atenerse a que algún milagro cambiara el rumbo de la política nacional y la pelota le fuera acomodada para batearla al menos hasta el graderío. Eso surge únicamente en sus sueños sudorosos al lado de su espiritista bisabuelo –tan distinto de él–, Francisco I. Madero.
Los hechos objetivos son las altas probabilidades de que a nivel nacional tanto el PAN como el PRI se queden sin oportunidad de refrendar la Presidencia de la República por el inusitado debilitamiento que está sufriendo la actual Administración federal y la pésima imagen adquirida por su socio–cómplice el PAN y todos los nanopartidos que les hacen segunda, el Verde, el PANAL, el PT, Movimiento Ciudadano y hasta el PRD en vías de extinción. Calderón y Fox siguen en el imaginario colectivo como otra pesadilla en la historia muy reciente de la infortunada República. Imaginemos a Madero de presidente: ampliando sus grandes negocios inmobiliarios, comprando bancos y más franquicias de las Buffalo Wild Wings.
¿Alguien visualiza a Gustavo como candidato a la Presidencia de la República? La campaña en contra sería de memes con cara de PRI, brazos de PAN y cuerpo de Peña. Indudablemente su votación no superaría a la obtenida por Javier Corral el domingo pasado. Ese es el escenario real.
Para la Gubernatura de Chihuahua tendría Madero la certeza de la concertacesión peñista. El cumplimiento de la eventual palabra empeñada; el seguimiento al pacto de caballeros iniciado con el “Pacto por México”, descarrilado por “los desastres económicos globales” y por la inseguridad. Nuestro país es “solidario” ante los terremotos financieros internacionales; siempre que ocurre uno, algunos países se salvan, México nunca. Hoy bajan China, Grecia hecho pedazos, Europa debilitado; el vecino Estados Unidos hacia arriba, México ahogándose, manoteando torpemente para no hundirse definitivamente.
Hay razones para estar seguros de la posible concertacesión. Los elementos aparecen en la superficie hilados uno tras otro.
Pero las cosas para Madero no serían fáciles ni en Chihuahua. Dicho en términos un poco corrientones, pero muy entendibles para todos los estratos que abrevan en esta columna, el PAN en la entidad está yonqueado.
No bastaría con que llegaran Los Pinos y Anaya y le aventaran al panismo de esta entidad y a los chihuahuenses en general a Madero y dijeran ‘a’i está su gobernador’, y como por arte de magia tomara Gustavo la Casa de Gobierno tal como el bisabuelo Panchito tomó Palacio Nacional. No.
Chihuahua no es ajeno a las dificultades por las que atraviesa el país. aunque su crecimiento económico sea presumido como el mayor de todos los estados de la República. Quien sea el(la) candidato(a) del PAN y el que sea del PRI cargará con los costos conocidos.
Otra desventaja para Madero, enorme, demoledora, la principal, es que su partido en Chihuahua está dirigido por una facción de torpes que pelean los centavos y dejan ir los pesos. Tienen al PAN penosamente triturado y sin más esperanzas de regresar a la Gubernatura que un milagro. Un candidato independiente con un par de niveles de popularidad arrasaría con el blanquiazul. Mario Vázquez y el Dhiac–Yunque todo lo que buscan es superar el 7 por ciento de la votación para alcanzar un par de diputaciones plurinominales y asegurarse la nómina por los siguientes tres años. Solo en eso piensan. Cuidó Gustavo su control nacional, muy bien por cierto, pero abandonó a su estado.
Ciudad Juárez representa el 40 por ciento de la votación estatal. La estructura panista ha sido deshecha ya porque sus dirigentes y líderes formales han caído en la tentación de las negociaciones bajo cuerda con las autoridades priistas, ya porque han sido abandonados por los comités nacional y chihuahuense. No hay cura para esa enfermedad.
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Las apuestas en el Revolucionario Institucional siguen siendo grandes por esas razones. Entre los aspirantes a la Gubernatura se han fortalecido sus objetivos porque conocen con claridad lo que ocurre en su partido a nivel nacional, sus nuevas circunstancias con Manlio Fabio al frente; la situación económica, política y social del país; lo que está ocurriendo con Gustavo Madero y las atribulaciones del PAN chihuahuense.
Más todavía, suman a su favor las circunstancias por las que atraviesa el último año del régimen de César Duarte, consideradas de desgaste y mayor debilidad a partir de que no consiguió hacerse de la dirección nacional de su partido. Hay choque entre ellos porque el gobernador se siente fortalecido, vitaminado por los resultados de su trabajo y convencido de que debe tener mano para colocar su mano en la frente del heredero: “Tú serás”. Heredero, no heredera. Lo del género ya está definido.
La guerra es titánica en el PRI. Era impensable que a la lista de precandidatos que se venía mencionando se sumaran más, y menos que se convirtieran en activistas reales en ese propósito, como el juarense Víctor Valencia, enemigo vetado, acérrimo, indigerible, de Palacio.
La apuesta en ese particular sigue siendo poca a favor de Valencia por su llegada tarde a la precampaña, pero más que la viabilidad de su proyecto está la fuerza del grupo con el que participa, el baecismo. Ahí existe confrontación abierta del duartismo, y suman más piezas que el juarense, Marco Adán Quezada, Oscar Villalobos, Alejandro Cano; y en una de esas optan hasta por la senadora Lilia Merodio, para quien opera un sector de los más influyentes de los delicienses.
Las cabezas de ese grupo seguirán avanzando mientras no llegue la intervención de un árbitro nacional.
Igual que otros precandidatos y precandidatas han desconocido los de Delicias la rienda estatal porque sienten que hay cargada especialmente hacia el alcalde juarense Enrique Serrano, quien durante la semana apareció en la portada de un medio de la ciudad de Chihuahua revelando que sí quiere ser gobernador de su estado. Su precampaña es muy fuerte y con las cartas abiertas.
Cuando los ojos del árbitro Beltrones sean colocados en Chihuahua (no pasará mucho tiempo), los delicienses y otros actores importantes de la política estatal buscarán su inclusión en la repartidera del pastel del 2016 y no admitirán que el candidato sea Serrano, menos que sea el ballezano alcalde chihuahuita Javier Garfio. Eso lo han repetido en corto y un poquito más allá.
Duarte ejercerá su autoridad como primer priista del estado e insistirá en que bastante trabajo le ha costado construir al PRI ganador que tiene hoy Chihuahua, como para dejarlo fuera de su círculo. Lo conocemos profundamente, hará cualquier cosa para lograrlo.
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Esta es la primera experiencia de las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio en la búsqueda de la candidatura a gobernadora. Cada cual trabaja por su lado con ímpetu inesperado. No era sólo discurso que buscaban la nominación.
Los recorridos proselitistas que han llevado a cabo en la entidad no gozan del visto bueno de Palacio. Directa e indirectamente han recibido llamadas de atención para que moderen su activismo y lo restrinjan a determinados sectores del estado. Que en Juárez ni se asomen, ni de Chihuahua hacia el sur. Es considerablemente menor la presión hacia ellas que la ejercida hacia Marco Adán Quezada. Son senadoras, Marco está menos que en la banca.
Por tratarse de la primera incursión de Ortiz y Merodio en estas lides no resulta fácil vaticinar hasta dónde llegarán en la remada contra la corriente de Palacio y cómo se manejarán en la negociación con el árbitro.
Manlio sabe de qué pasta está hecha Graciela. La conoce detalladamente como jefa del área electoral del PRI nacional en un par de ocasiones, incluida la etapa en que Peña obtuvo la Presidencia de la República, pero las peleas en la calle son distintas, tiran a arrabaleras; de una de ellas acaba de salir victorioso el propio tiburón originario de la tierra de las suculentas y engordantes tortillas sobaqueras. Ganó por encima del Presidente de la República.
Merodio guarda como tesoro la muesca en su pistola conseguida con la obtención de la senaduría. Arrebató al primer priista del estado esa nominación que estaba etiquetada para el actual edil Serrano, pero también desconocemos el tamaño de su manejo con el árbitro–tiburón. Ha quedado comprobado que Duarte no se quedará sentado esperando entregar los bártulos a alguien que no sea de su equipo, al contrario.
Ayer Lilia siguió su proselitismo normalmente; le debía su celebración a los abuelos y festejó a cerca de 5 mil de ellos en Las Anitas, su centro de operaciones en esta frontera.
Héctor “Teto” Murguía pinta para que negocie con Duarte, hoy su patrón, pero definitivamente no lo hará a favor del chihuahuita alcalde Garfio ni mucho menos del sucesor Serrano. No hay química. Hay odio recíproco con ellos. Murguía sintió que desde la alcaldía juarense lo buscaron tronar para perder el tercer distrito que tenía bajo su encargo en las elecciones de junio. Tenía también bajo su responsabilidad el segundo, pero ese era pan comido; por unos votos más lo entierran en el tercero. En estos momentos andaría en calidad del panista deliciense Mario Mata, encerrado en su jaula de oro, pero sin futuro político.
El hoy jefe de Políticas Públicas sigue usando todo su tiempo libre para operar su talón de Aquiles, la Ciudad de México; se lleva bien con Manlio Fabio y presume buena relación con algunos tiburones del Atlacomulco. En el 2010 fue superado por una osada jugada, magistral en términos de pragmatismo feroz, de su opositor el hoy gobernador. Si la recuerda y aprendió de ella, tiene alguna oportunidad; si no, posiblemente se quede de nuevo con Juárez, a lo mucho.
Hasta lo último de la fila, pero sin quitar el dedo del renglón, se mantiene el secretario de Educación Pública, Marcelo González. Depende 95 por ciento del primer priista, pero su 5 de margen de maniobra lo explota como si fuera el 100. No peleará contra el gobernador ni tiene posibilidades de vetar a nadie, pero su capacidad discursiva y disuasiva son de cuidado para cualquiera.
Entre todos los precandidatos del PRI hay un factor común que no debe perderse de vista: desde el gobernador, muchos de sus funcionarios y varios aspirantes tienen una gran influencia de la masonería. Públicamente se conoce la pertenencia activa al menos de Valencia y Marcelo. La logia más influyente del país es la del Valle de México, de la que forman parte algunos de los más poderosos priistas a nivel nacional.
La mano de esa organización se ha visto y se seguirá viendo a la hora de la toma de las decisiones. Manlio ha negociado en su momento con ellos, pero siempre toma las decisiones que más le beneficien al PRI y a él, por supuesto.
Chihuahua tiene todos esos ingredientes variados que han conformado un poderoso coctel con gran potencial explosivo. Los diagnósticos nos dibujan la realidad clara, inobjetable, pero del análisis no podemos desprender para dónde apuntan las implicaciones y consecuencias. No todavía. Por eso hay tantos anotados y anotadas.