Son las muertes del absurdo, las que nunca debieron pasar, pero increíblemente se siguen replicando, sin que haya respuestas contundentes de las autoridades para prevenir la rickettsiosis, asegurar la atención médica oportuna y atacar el origen del problema respecto a la atención de perros en situación de calle.
De nuevo, la tragedia por la muerte de una pequeña sacude a la comunidad juarense. Una alumna del quinto año de la Escuela Primaria Federal Socorro Rivera fue mordida por una garrapata infectada y murió pocos días después.
Todo parece indicar que los hechos ocurrieron en el plantel escolar ubicado en Los Kilómetros, una de las zonas de mayor marginación, ubicada en el extremo sur de la ciudad.
La escuela podría estar infectada de garrapatas, pero nunca se actuó en prevención de algún caso, por parte de la autoridad escolar, ni del plantel, ni de las oficinas estatales del sistema educativo.
Ecocanis de Asís, una asociación civil que administra 22 refugios de perros en la ciudad, asegura que en la zona de Los Kilómetros se han detectado varios casos de niños infectados que han perdido la vida.
Señala también que en Los Kilómetros se enfrenta una situación crítica por la proliferación de perros en situación de calle. La agrupación detectó hasta 15 jaurías de perros agresivos, infestados de garrapatas.
La enfermedad de la rickettsiosis se contrae por la mordedura de la garrapata contagiada de la bacteria rickettsia, la cual, si no se trata, puede ser mortal.
La asociación ha hecho lo que puede para el rescate y la cura de perros enfermos, pero es claramente rebasada ante la necesidad de mayores recursos humanos y materiales para atender el problema, mientras que ni autoridades municipales ni estatales han concretado ahí alguna intervención.
Hay indignación entre los padres de familia de la primaria. Cansados del abandono y el silencio oficial cerrarán el plantel el próximo lunes. Encadenarán los portones como un acto de protesta, ante la falta de apoyos y de respuestas ante la tragedia.
Exigen la intervención inmediata de las autoridades estatales de Salud y de la Dirección de Atención y Bienestar Animal (DABA) del Gobierno Municipal. “No podemos seguir callados mientras mueren nuestros hijos”, establecieron el viernes en un comunicado.
Igual que los grupos animalistas, los padres de familia piden un plan integral de intervención, más allá de las simples fumigaciones que realiza la Dirección de Ecología, además de DABA.
La estrategia integral e interinstitucional debería priorizar la protección de los niños y niñas de la zona, con una intervención del sector salud, aparte de la mejora y limpieza del entorno, con el concurso de dependencias municipales y estatales.
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Lamentablemente, no es la niña de la Escuela Primaria Federal Socorro Rivera, la única persona que ha muerto por rickettiosis en Ciudad Juárez.
Nada más en lo que va del año, las defunciones llegan a 15 casos, según el reporte epidemiológico de la Secretaría de Salud (SS) de Chihuahua.
A nivel estatal, en este 2025 se han presentado 89 casos confirmados y 43 defunciones; durante el mismo periodo de 2024 se habían presentado 85 casos confirmados y 44 defunciones.
Juárez es el segundo municipio con más contagios registrados, con 35, y el segundo con más defunciones, únicamente superado por la capital del estado.
Durante 2024, la rickettsiosis cobró la vida de 26 juarenses. Uno de ellos fue el niño Daniel Lozano Bernal, de apenas 6 años. Los registros de defunciones marcan 47 en total en todo el estado, incluyendo 16 en la ciudad de Chihuahua, 3 en Meoqui y 2 en Aquiles Serdán.
Los padres de Daniel, todavía lamentan que el diagnóstico y el medicamento para combatir la infección llegaron tarde. El pequeño murió tres días después de su cumpleaños, dejando deshecha a la familia, que además sufrió un verdadero viacrucis buscando la atención adecuada.
En un primer contacto, un médico confundió los síntomas y le recetó medicamento para infección y dolor de garganta. La no atención oportuna derivó en tragedia, cuando el niño presentó falla multiorgánica y empezaron a fallarle los riñones, el hígado, los pulmones, el corazón y el cerebro, hasta que murió. Si la rickettiosis no se atiende dentro de los primeros tres días a partir del inicio de los síntomas, es más complicado que la persona pueda sanar.
En el caso de Daniel, los padres denunciaron que, ya internado en el IMSS, cuando se supo que la infección era por ricketssia, no contaban en el hospital con el antibiótico de aplicación intravenosa, el requerido para una mayor efectividad, así que ellos tuvieron que comprarlo en El Paso.
Todavía pasó más tiempo para la aplicación, ya que se retrasó la autorización requerida para suministrar el medicamento controlado. Cuando Daniel fue medicado, ya fue demasiado tarde.
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Tenemos un grave problema de salud pública en Juárez, no únicamente porque están fallando médicamente la prevención, la detección y la atención oportuna de la rickettsiosis, también por la sobrepoblación canina que no es debidamente cuidada y termina convirtiéndose en multiplicadora del riesgo de enfermedad.
Casi un millón de perros viven en esta frontera, pero nada más cerca de 600 mil son -relativamente – protegidos y cuidados en sus hogares. El resto, unos 400 mil, han hecho de la vía pública su casa, debido al abandono social y la falta de políticas públicas tendientes a protegerlos.
Prácticamente nadie vela por sus derechos y el marco legal para protegerlos se convierte en letra muerta.
En las calles soportan las inclemencias climatológicas, se exponen a ser atropellados por automóviles y caminan kilómetros en busca de alimento y agua.
Sin esquemas de vacunación completos, sin higiene ni buena alimentación, son susceptibles de enfermarse e infestarse de la garrapata que trasladan de un lugar a otro, acercando el riesgo a las casas de los juarenses, a las calles en las que se mueven o los parques en donde juegan las niñas y los niños. Incluso hasta las escuelas.
Se han convertido también en propagadores de parásitos, virus y bacterias (principalmente por medio de sus heces, al secarse y convertirse en polvos que arrastran y dispersan los vientos), por lo que claramente tendría que atenderse el problema como un tema de salud pública.
Si eso no fuera suficiente, se han registrado ataques de perros callejeros a personas. En jauría, se incrementan los riesgos. El fenómeno de jaurías de perros en situación de calle se ha disparado en colonias del suroriente de la ciudad.
A ese complicado escenario, habría que agregar que mientras los perros callejeros se multiplican, se cancelan o se frenan las campañas de esterilización. No son permanentes.
La actuación de la autoridad municipal por medio de DABA se queda corta ante la magnitud del problema, y prácticamente nada se hace desde la esfera estatal, salvo pequeñas campañas o eventos de esterilización.
Este 2025, DABA recibió un presupuesto de un millón 200 mil pesos para campañas de vacunación y cinco millones 500 mil para las campañas de esterilización. Apenas seis millones 700 mil pesos en total, un presupuesto insuficiente ante la monstruosa cifra del millón de perros, 400 mil de ellos en situación de calle.
Desde luego que también hay disimulo social e irresponsabilidad por parte de dueños de mascotas que los dejan salir a la calle sin ningún control, exponiéndolos y permitiendo que lleven de regreso a sus hogares distintos riesgos, como la propia garrapata infectada de ricketssia.
Resolver el problema requiere, sin duda, de mayor compromiso social, pero también de mayores presupuestos y de voluntad política para que las dependencias de los distintos órdenes de Gobierno coordinen acciones y empaten esfuerzos, además de aplicar en serio la Ley de Bienestar Animal.
¡No más vida de perro! Ya basta de abandono institucional.
Don Mirone