De nuevo sufre Ciudad Juárez una tragedia. Otra más, que trae dolor y muerte a los más vulnerables.
La rickettsiosis cobró la vida de al menos 25 personas en lo que va del año y la mayoría de las víctimas son niños inocentes.
Nacieron en entornos socieconómicos adversos, ahí donde la cotidianidad es la convivencia con perros infectados por la garrapata café, portadora del virus de la rickettsia.
Nunca se había registrado algo similar. Condiciones climatológicas y algún otro factor desconocido, multiplicaron por tres o cuatro veces los registros y atenciones por rickettsiosis e impactaron lamentablemente en una alta mortalidad.
Se trata de una verdadera crisis de salud pública. Y como suele ocurrir en estos casos, las autoridades resultan omisas, timoratas y hasta irresponsables.
Desde los primeros meses del año se veían venir los indicadores al alza. Primero se intentó minimizar por los funcionarios sanitarios y luego que se reconoció la alerta, se actuó, también como regularmente pasa, más mediática que efectivamente.
Se anunciaron campañas de desinfección y de prevención informativa en colonias críticas, pero por lo ocurrido en los últimos días y el incremento de casos mortales, se muestra que las acciones, las que sí se hicieron como los operativos de fumigación, se quedaron demasiado cortas.
¿Qué se podía esperar cuando la Jurisdicción Sanitaria en Juárez por parte de Gobierno del Estado carece del suficiente recurso humano y el material para atender contingencias como la señalada?
Lo peor es que ante la magnitud del problema, ni siquiera se actuó emergentemente en algún nivel jerárquico de la Secretaría de Salud para darle suficiencia presupuestal a una verdadera campaña de salud, o se articuló alguna otra acción de mayor calado con apoyo de otras áreas que sí tengan personal y recursos.
Lo más que se hizo fue comprar el químico requerido para las fumigaciones, aunque en los hechos fue el Gobierno Municipal el que articuló el operativo con su personal, igual como ocurrió con el programa de destilichadero.
Hay varias zonas críticas, pero ni siquiera el foco rojo de Riberas del Bravo se atendió en toda su dimensión y con alcance en sus extensas y múltiples etapas.
Se supone que una crisis de salud pública obligaría a la coordinación de todos los órdenes, pero aquí apenas y se ha dado a regañadientes entre Estado y Municipio, con la ausencia total del Gobierno federal, que bien podría apoyar con presupuestos y personal para hacer lo necesario en distintos frentes, incluyendo la prevención y el seguimiento de los casos.
Además de la acción estrictamente médica o desde el área de la especialidad epidemiológica, de nuevo está la urgencia de intervención en la limpieza y mejoramiento de los espacios públicos, además de los apoyos para impactar en los espacios privados y atender las necesidades de las nuevas víctimas o sus deudos.
Además, urge la definición de qué hacer respecto al origen de la crisis: el crecimiento descontrolado de perros callejeros o de casa, actualmente bajo ataque de la garrapata.
Para variar, tampoco el antirrábico cuenta con personal ni infraestructura suficiente. Como siempre, en la prioridad de los presupuestos estatales no pinta.
Y por igual, en el Centro de Rescate y Adopción de Mascotas, dependiente de la Dirección de Ecología del Gobierno Municipal, la problemática los rebasa, sobre todo en estos momentos en que ya se reporta un incremento en el abandono de perros, ante el temor de la población a contagiarse de rickettsia.
Hay mucho miedo, tristeza, coraje y hasta desesperanza. Deberían de acudir todas las autoridades a escuchar de viva voz la tragedia de Riberas del Bravo, con la reciente muerte de los pequeños Kevin y Ángel por rickettsiosis.
A ver si así dimensionan la crisis, se concientizan y actúan en consecuencia.
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Ya que andaba en Nueva York, el diputado “Pancho Pistolas” aprovechó para aventarse una “banquetera”. Y no porque su presencia llamara la atención de la ruda prensa neoyorkina, ni mucho menos, como para buscar sacarle algunas de sus estrambóticas declaraciones, sino porque usó la vía pública para hacer como que fue a trabajar.
El “Señor del anillo” se paró frente a las oficinas de la ONU, papel en mano, para denunciar “el exterminio de miles de chihuahuenses”, 130 mil, dijo, a causa de la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Más allá de que valga la crítica a la fallida política de seguridad de la 4T, el diputado, ni compareció ante la ONU, ni lo escuchó dignatario alguno.
Dice que entregó un documento, cosa que hacen decenas cada día. Tan sencillo como pedir un acuse de recibo y que el documento vaya a dar a la trituradora, días después.
Desde el Congreso nos confirman que el diputado Sánchez fue por cuenta propia, sin comisión alguna del Legislativo. Es decir, que como quien dice, hizo como que trabajó en Nueva York para justificar, al menos ante la opinión pública, sus faltas al trabajo en este inicio de semana.
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Desde que se escribían aquí las primeras líneas de la edición de ayer de Don Mirone respecto a la cancelación del Festival Internacional Chihuahua (FICH), luego de 17 años de permanencia transexenal, se solicitó a la Secretaría de Cultura información respecto a esa polémica decisión.
No llegó a tiempo para el cierre de la columna, pero hoy se comparte lo que se informó desde el despacho de Rebeca Alejandra Enríquez Gutiérrez, la titular de esa dependencia estatal, responsable de armar el FICH cada año.
Lo más importante de la respuesta es que la cancelación no será definitiva, es decir, se retomará el próximo año, se supone que corregido y aumentado.
“Tras un análisis de las condiciones para la realización del Festival Internacional Chihuahua, se tomó la decisión de replantear el objetivo del FICH para, el año entrante, presentarlo más sólido, más completo y más atractivo, con una oferta plural e incluyente que responda a las necesidades del público de todo Chihuahua”, señala la ficha generada desde la Plaza Cultural los Laureles en la capital del estado.
Ahí se pondrá buena la cosa, porque la comunidad cultural es bastante activa y muy grilla en todo el estado, por lo que seguramente le pondrán lupa a aquello de concretar la oferta plural e incluyente del nuevo FICH.
Otro punto que desde luego que llama la atención de Mirone y seguramente seguirá generando reacciones, es la que explica en parte por qué se debió cancelar el FICH de este año.
La Secretaría de Cultura de Maru Campos inició una “redistribución del presupuesto que priorizó, entre otra acciones, pagar la deuda heredada de años anteriores que se tenía con proveedores, artistas y creadores”.
A ver qué dicen a los que se les quedó debiendo y sobre todo a quienes se acusa de mala paga. O sea que tendrán oportunidad de alzar la voz personajes como Concha Landa, la exsecretaria de Cultura que seguramente se regresó a Nuevo León, o Austria Galindo, la exsubsecretaria de Cultura Zona Norte que hoy despacha como regidora del Ayuntamiento juarense.
Desde la ya ni tan nueva administración se asegura que no gastar en el FICH 2022 permitió destinar recursos y focalizar esfuerzos en distintas acciones que se enlistan a continuación:
Reactivación de “todos” los espacios de la Secretaría, como museos, teatros y centros culturales; la realización de conciertos de la Ofech con la orquesta completa en escenario; presentar, en conjunto con la Secretaría de Cultura Federal y el Inbal, actividades para fortalecer las artes escénicas, como el Festival Monólogos «Teatro a una sola voz» y el Programa Rutas Escénicas Estatales en 18 municipios del estado, entre otros eventos y convocatorias para impulsar la creación y las manifestaciones artísticas.
Enríquez Gutiérrez recuerda que además está por presentarse uno de los principales eventos culturales para este año: la Feria del Libro de Chihuahua. Ya se verá con la agenda o cartelera, si en verdad le metieron lanita o aquí también quedan a deber.
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Después de que el alcalde Cruz Pérez cumplió con su promesa de revisar el desempeño de sus colaboradores y concretó varios enroques en su Gabinete los días posteriores a su primer informe, los cambios generaron efecto dominó.
Al interior de varias dependencias no han parado de entrar y salir nuevos funcionarios de segundo y tercer nivel.
En esta vorágine de vaivenes, el ingeniero Ricardo Fernández, padre de la tesorera Dayira Raquel Fernández Martínez, después de muchos años, deja la titularidad del área de Urbanización de la Dirección de Obras Públicas.
Fernández pasa al equipo de la Dirección General de Desarrollo Urbano, para sustituir al ingeniero Javier Duarte, quien acaba de renunciar a la Dirección del Control de la Planeación.
Mientras Pérez Cuéllar no firme el nombramiento de Fernández, es la directora de Desarrollo Urbano, Claudia Morales Medina, quien tiene esa responsabilidad tan estratégica para el control del desarrollo urbano de Juaritos.
También el enroque de Arturo Urquidi, de la Dirección de Desarrollo Social a la Dirección de Regulación Comercial, movió mucho las aguas para los subalternos. En su nuevo encargo, Urquidi dio de baja a siete inspectores y ordenó cuatro cambios administrativos.
De plano se terminó de borrar ahí la herencia cabadista. El único sobreviviente en la limpia es el exregidor José Ubaldo Solís.
Por el lado de Desarrollo Social, el nuevo director Hugo Vallejo, a quien hizo a un lado fue a Karen Mora, la asistente que le heredó Urquidi. Vallejo se llevó a Paola Estrada, su colaboradora cuando despachaba en Atención Ciudadana.
El presidente no descartó que en lo que resta del año, podría extender otros nombramientos, lo que significa que ningún funcionario se encuentra segurote en su puesto.