No era sencillo que las desavenencias fueran superadas entre el dirigente nacional del PRI, César Camacho Quiroz, y el gobernador del Estado, César Duarte Jáquez. Hay una razón harto simple: ambos aparecen en un segundo nivel de puja por la Presidencia de la República.
Analistas sometidos a toda prueba de seriedad y de credibilidad habían predicho que la visita del jerarca tricolor entre el viernes 22 y 23 de junio a Juárez y Chihuahua capital serviría de reconciliación entre Camacho y Duarte. Así lo publicó Mirone el 19 de mayo, pero al final del día la tirantez siguió igual o peor.
La cena privada que hubo el 22 de mayo en el domicilio del empresario Jaime Bermúdez fue sintomática de que no habría pacificación. El evento fue quitado al PRI nacional. Estuvo organizado entre Palacio de Gobierno y el alcalde Enrique Serrano.
No hubo cesión de Palacio ni con el lugar: Adriana Fuentes empujó por llevar la cena a su territorio, su casa, pues al fin y al cabo bastante trabajo le ha costado hacerse de un espacio en el PRI nacional al lado de Camacho. Tampoco fue aceptada como opción neutral, “la de siempre”, la residencia de Fredy de la Vega. Debía ser con los Bermúdez… o con los Bermúdez, mecenas de Serrano y cada vez más próximos a Duarte. El Pueblito Mexicano lo vendieron los Bermúdez al Gobierno estatal; de por medio pingüe negocio.
Se dijo que habría ahí 40 empresarios de los más importantes de la ciudad pero sólo estuvieron algunos directivos de medios de comunicación con apellidos Cabada, Fitzmaurice e Ibarra. A los Zaragoza los convocaron y después los desinvitaron; Mario Fuentes estuvo en una lista inicial, pero luego fue puesto a un lado. Total que también este aspecto quedó fuera del manejo del PRI nacional.
Entre esos mensajes y los mensajes secos de los discursos pronunciados tanto por Duarte como por Camacho, tanto en la cena como en los eventos del sábado, de apoyo a los candidatos a diputados en Chihuahua y Juárez, no hubo aquellos que reflejaran reconciliación, que reflejaran clic, buena química o buen ambiente. Algunas florecillas estrictamente institucionales del uno al otro.
Entre ese viernes y sábado la gran mayoría de las cámaras empresariales de Chihuahua y Juárez tenían espacios apartados en los medios de comunicación para pronunciarse contra la Gubernatura de dos años abiertamente impulsada por Palacio de Gobierno. De Camacho no fue arrancada una palabra a favor. Tiene su dignidad.
Pero más allá de la intensa búsqueda de lecturas e interpretaciones en invitaciones, presencias y discursos, Mirone encontró molestia específica del dirigente nacional tricolor por varias situaciones.
Sabe Mirone que hubo bastante incomodidad por el “abierto bloqueo” de Palacio de Gobierno hacia las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio en los distintos eventos, especialmente en la cena, donde el ambiente fue de plena discriminación hacia ellas.
Fueron diversos también los comentarios negativos en relación con la presencia del alcalde de Chihuahua capital, Javier Garfio, en los eventos de Juárez, y la presencia de Serrano en los correspondientes a la ciudad de Chihuahua. “Si no hay todavía proceso interno, por lo tanto no hay campaña”, se dijo. Ni permiso ni perdón, fue el mensaje del gobernador para esas invitaciones.
Las asperezas entre el gobernador del Estado y el dirigente nacional del PRI no son de ahora, se radicalizaron recientemente cuando Camacho intentó pluralizar para Chihuahua la selección de candidatos a diputados federales en esta campaña. Buscó intervenir al menos en los distritos quinto, sexto y un espacio plurinominal. Duarte no le dejó nada por dos razones: porque se trataba de conceder espacios al baecismo y porque a nivel nacional Camacho aparece como su competidor. Veámoslo más adelante.
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César Duarte ha dicho que la Gubernatura de dos años le abriría a Chihuahua la posibilidad de tener Presidente de la República. Desde hace bastante tiempo ha venido sembrando su intención primero de llegar al Gabinete del presidente Peña Nieto y después de convertirse en sucesor del presidente. A nadie le cabe duda de que en esas anda. No oculta su entusiasmo.
Lo hemos dicho en este espacio: Duarte está convencido de haber obtenido los méritos suficientes en su Administración como para colocar su mirada en Los Pinos.
Para él no es merma su imagen en las calles, ni las denuncias en su contra, ni las diferencias irreconciliables que mantiene con los principales grupos priistas de la entidad… vaya, ni siquiera la distancia mantenida con el influyente líder del PRI nacional mencionada en esta entrega… ni mucho menos los trepidantes enojos que le ha hecho pasar su mejor amigo en la oposición chihuahuense, su tocayo César Jáuregui, único de todos los diputados en que sigue confiando en el Congreso del Estado.
Todos esos aspectos no están contemplados como debilidad que pueda afectar el proyecto futuro. Podrían ser pecados menores. Se considera en Palacio que las fortalezas son sustancialmente mayores. En el plano estatal, el discurso sobre la disminución de la inseguridad, el aumento de espacios educativos y el fortalecimiento de la economía; en el plano nacional, el discurso sobre la cercanía con el presidente Peña Nieto y la operación política con importantes funcionarios federales, gobernadores y, sobre todo, la alianza sólida, de acuerpamiento, que ha conseguido con el líder del PRI en la Cámara de Senadores, Emilio Gamboa Patrón.
Desde el proyecto que a nivel nacional empieza a ser conocido como Duarte–Gamboa, han sido enviados apoyos de toda índole a los candidatos a gobernadores del PRI por Baja California Sur, Nuevo León, Querétaro y Michoacán. Los abanderados(as) en estas entidades reciben recursos económicos y buena cantidad de asesores por parte de Chihuahua.
Las cuatro entidades son bastante complicadas para el PRI, pero aunque perdieran habrán servido de avance territorial para Duarte Jáquez, no solamente por su apoyo y presencia física, sino porque la afectación no sería en directo hacia él, sino al padrino de varios de los candidatos: Gamboa.
Individualmente, Duarte tampoco ha bajado el ritmo de trabajo con varios gobernadores de entidades federativas que, igualmente lo hemos dicho, inclusive le llaman “jefe”: el de Durango es quizá el más cercano –indudablemente está por tomar la coordinación de la campaña, o precampaña–, el de Nayarit, el de Aguascalientes, y en menor medida el de Quintana Roo, con quien comparte negocios de Chihuahua hacia aquella región y viceversa; son empresarios de aquella entidad metidos en el proyecto de la regeneración del centro de Juárez. En la plantación de árboles en Chihuahua capital y Juárez está metido Nuevo León.
En la mera antesala de Los Pinos, Duarte ha conseguido una relación más que estrecha con el jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño. Por ahí pasa todito.
El proyecto del chihuahuense está calculado dentro de un segundo nivel de competencia en el que aparece nada más y nada menos que el dirigente nacional del PRI. Ahí se explica que Camacho no sea visto como jefe, sino como competidor.
En el primer nivel, ya se sabe, la disputa hasta el momento está entre el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio. Forzado, pero también el jefe del PRI en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones, quien está hermanado con Peña en las candidaturas a los gobiernos de Campeche y Guerrero, y es el padrino único, exclusivo, de la candidata en Sonora, Claudia Pavlovich.
El dibujo completo y fácil de elaborar así va hasta hoy, pero promete cambios a partir del 7 de junio.
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Desde Palacio de Gobierno hay trabajo incesante hacia la obtención de los nueve distritos para el PRI el próximo domingo. Unos dicen que la intención del carro completo es genuina, otros dicen que no porque al gobernador le conviene mantener en buenos términos su relación con algunas figuras del PAN chihuahuense, así que por lo menos dejaría “libres” para ganar al blanquiazul el tercero, el cuarto, el quinto y el sexto.
Mirone sabe que Palacio sigue cuidando mimosamente hasta el noveno distrito, nunca perdido por el PRI. El PAN se aferra a la confianza de ganar el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto, el séptimo y hasta el octavo. Consideran que su fortaleza es precisamente el desgaste de los gobiernos municipal, estatal y federal, en Chihuahua capital y Juárez. Si fuera referencia el resultado en la elección estudiantil del Tec 1, el blanquiazul arrasaría.
Duarte no podría continuar con sus planes hacia Los Pinos si el PRI pierde la mayoría de los distritos, pero meterá acelerador a fondo si gana los nueve, o si pierde uno, dos y hasta tres. La estrategia clara ha sido el abstencionismo y la confianza en el voto duro para mover los resultados en el sentido que se necesite.
Los números del próximo domingo serán importantes, pero no serán definitivos en relación con las fuerzas internas tricolores chihuahuenses, porque todas están por completo opuestas al gobernador.
Lo confrontarán abiertamente –como hasta ahora– o lo obligarán a negociar aunque el PRI obtenga los nueve distritos.
Entonces, el dibujo necesariamente cambiará, porque Duarte podrá avanzar hacia el centro, pero en Chihuahua deberá ceder espacios, grandes, no pequeños, a sus opositores. El control total del estado, aseguran, lo dejará de tener el gobernador.
La UACH deja control del sexto a los Blanco–Zaldívar
La Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), igual que una gran cantidad de instituciones académicas públicas de nivel superior, están a expensas del interés político–electoral. Hay miles y miles de potenciales votos en las aulas universitarias.
Esta campaña no ha sido la excepción. Al rector de la UACH, Jesús Enrique Seáñez Sáenz, le encargaron sus paisanos de Palacio apoyar a la candidata por el sexto distrito con sede en Chihuahua, Liz Aguilera, quien enfrenta dificultades enormes ante su oponente del PAN, Juan Blanco Zaldívar. Los priistas han decretado empate técnico a una semana de la elección; los panistas sostienen que andan cinco puntos arriba.
El rector es un buenazo, le dejó el control de la operación de esa campaña a un sobrino de Blanco, así como en su momento dejó la operación toda de la universidad en manos de un pillo como le resultó su exdirector académico, Alejandro Chávez, Jando.
El trabajo de la UACH en la campaña de Liz quedó a cargo del coordinador de Actividades Deportivas, Juan Pablo Zaldívar, sobrino directo del abanderado blanquiazul. La Iglesia en manos de Lutero, dice la frase clásica.
A una semana de la elección, le dicen a Mirone que se ha cumplido menos del 50 por ciento del cronograma de acciones y actividades que fueron acordadas inicialmente para reforzar a Aguilera por parte de la UACH.
Carlos Franco, coordinador de las sociedades de alumnos y su segundo de a bordo, Carlos Torres, tienen resguardados artículos promocionales y utilería para llevar a cabo el “barrido” partidista, quizá para la elección local del año entrante. No han distribuido nada hasta el momento. Ambos obedecen directamente a la instrucción de Juan Pablo.
Aparte de buenazo, el rector se la pasa concentrado en múltiples viajes que buscan regresar a la UACH a planos nacionales e internacionales, tanto en los rubros deportivos como estrictamente académicos, así que en la parte política desconoce la traición de la que está siendo objeto. Y los operadores cercanos a Palacio no están dispuestos a intervenir ante el gobernador, porque la UACH también es un plato apetitoso para ellos que no compartirían con Seáñez.
Peor todavía de último momento supo Mirone que Rectoría enfrenta un posible paro de labores antes del 7 de junio por parte de los maestros de tiempo completo, porque no les han pagado sus estímulos al desempeño. La manifestación deberá ser estos días, porque la siguiente semana prácticamente iniciará el período vacacional.
Vaya sufrimientos para doña Liz Aguilera.