Como si no tuviéramos llene de ocurrencias, chifladuras y caras duras, los alcaldes de Chihuahua y Juárez, Marco Bonilla y Cruz Pérez Cuéllar, se soltaron lanzándose pedradas verbales con motivo de la oleada de violencia que afecta a las ciudades que gobiernan.
Y, la verdad, parecieron una mala copia de aquella copla cantada por Pedro Infante y Jorge Negrete, donde el uno le lanzaba al otro sus reclamos y velados insultos. “Jorge Bueno, ¡uy, qué bueno! ¡Hijo de bueno también!”
Pero no, a estos políticos les falta la gracia de aquellos grandes ídolos de la cultura popular y, por lo visto, también les falta memoria para acordarse de que la prevención del delito en sus municipios es asunto de ellos y de nadie más.
Primero, Marquito Bonilla justificó la presencia de agentes de la Policía Municipal en la entrada a la ciudad de Chihuahua que porque los homicidas “vienen de Juárez”.
¡Ah, caray! ¿Les pide el acta de nacimiento? ¿Cómo lo supo, si la gran mayoría de los asesinatos quedan impunes y el criminal nunca es detenido?
Por lo demás, si fuera cierto, eso no lo exime de la responsabilidad de prevenir el delito, perseguir y alcanzar a los delincuentes, sean de Juárez o de Nairobi.
En cuanto a Crucito, bueno, ya no sabemos por dónde empezar. Aprovechó el viaje para echarle a quienes le han señalado su notable falta de aseo en el manejo de los recursos públicos y hasta se ufanó de que no hay elementos para procesarlo.
Y bueno, con la lentitud que ha mostrado la Fiscalía Anticorrupción, de El Bayo Valenzuela, cualquiera se pone valentón, como esa mala copia de Jorge Negrete.
La verdad, estos dos no son “tipos de cuidado”, sino “tipos que no tienen el menor cuidado” de lo que dicen y de lo que hacen.
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A los operadores del alcalde juarense Cruz Pérez Cuéllar se les pasó la mano y no repararon en impulsar para una candidatura a diputación federal a la hija de un candidato a la Presidencia Municipal por la misma demarcación.
Habrase visto: padre e hija haciendo campaña, como diría Juanga: “en la misma ciudad y con la misma gente”. Y todo por no cuidar ni las formas, ni el decoro y, vaya, ni el árbol genealógico.
Hablamos del penoso caso de la candidatura de la 4T a la diputación por el 9º Distrito, con cabecera en Hidalgo del Parral, donde el partido Morena postuló a Magdalena Valles Medina, solo para que ella misma se “bajara” apenas un día después.
Por lo visto, la joven parralense tuvo más decencia que quienes la impulsaron, porque fue ella misma quien presentó su renuncia, al considerar que “no es sano” que una misma familia acapare las candidaturas.
Y es que la ahora excandidata es nada más y nada menos que hija de Otto Valles, quien previamente había sido anunciado como candidato a la Presidencia Municipal, justamente, de Hidalgo del Parral, siempre, con el impulso de Cruz Pérez Cuéllar.
O sea que no tuvieron llenadera y quisieron incurrir en una especie de “nepotismo electoral” con permiso de las urnas, de modo que quien represente a los parralenses ante el Congreso de la Unión fuera de la misma familia de quienes los gobiernan en el ámbito municipal.
No, si para avorazado no se estudia, con eso se nace.
Lo que nos cuentan es que se vino el mundo encima a la dirigencia estatal de Morena, pues ya de por sí traían presiones fuertes por haber postulado a un personaje como Valles, identificado con el Gobierno de César Duarte y alguna vez indiciado por presuntos actos de corrupción, aunque de esto último saliera librado.
La renuncia de Magdalena Valles es apenas la punta de un iceberg que se le asoma a la 4T por haber hecho un reparto tan desaseado de candidaturas, llenas de chapulines, de cargos regalados a partidos que van directo a perder el registro, como el PVEM, o de cuotas de familia, como las que le entregaron a los Aguilar, en Juárez.
A ver cómo arreglan ese batidero.
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Las casas encuestadoras que miden el nivel de aceptación de los gobernadores del país le tienen dos noticias a la chihuahuense Maru Campos: una buena y otra, no tanto.
Primero la buena, que tanto Mitofsky como CE Research la ubican en el top ten de mandatarios estatales que reciben mayor aprobación de parte de sus gobernados.
Según CE Research, en su medición de Desempeño publicada este febrero chihuahuense ocupa el 9° lugar nacional, con un 58 por ciento de aprobación durante el primer mes del año.
En dicho levantamiento, se le pidió a los entrevistados que valoraran la actuación del titular del Gobierno de su estado en temas como seguridad, salud, trabajo para superar la pobreza, creación de empleo, manejo de las finanzas estatales y capacidad.
En promedio, Maru quedó entre los 10 primeros, en un ranking donde los cinco panistas colocaron a cuatro en esos lugares de privilegio, pues la lista es encabezada por el yucateco Mauricio Vila, seguido por María Teresa Jiménez, de Aguascalientes.
En cuanto a popularidad, según la misma firma, Maru quedó en el sexto lugar, con un 69 por ciento de aceptación entre los entrevistados a los que se abordó en una muestra levantada entre el 24 y el 31 de enero.
Mitofsky, de Roy Campos, publicó también su ranking de gobernadores y por primera vez desde que asumió el cargo, su “tocaya” de apellido se metió entre los 10 más aprobados de su lista.
Después de rondar entre los sitios 14 al 12, Maru quedó en el 10º lugar en el ranking publicado esta misma semana tanto en el portal de Mitofsky como en el diario El Economista.
Su aceptación fue de 54.4 por ciento, lo que le valió bajar a la morenista de Baja California, Mariana del Pilar Ávila, al lugar 11.
En Chihuahua, la góber tiene un mayor rating que el presidente, según Mitofsky, pues el fundador de Morena y líder de la 4T tiene un 49 por ciento de aprobación, cinco puntos menos que la panista que despacha en Palacio de Gobierno.
Sin embargo, en la medición de CE Research, el mandatario tabasqueño la libra más que bien, con un 61 por ciento de “manitas arriba”. Ahí, tal vez, no sea del todo agradable el resultado para la gente del Palacio de Gobierno, pues el nivel de aprobación de AMLO supera al de Maru.
Son encuestas y nos sirven para darnos una idea, pero más vale no tomarlas como pronósticos, porque en una de esas y nos sale peor que los que nos dan acerca del clima, esos que dicen que el día va a estar soleado y al final nos cae un aguacero.
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De buena fuente nos enteramos de que el sujeto aquel que intentó “cobrar” favores electorales aportados a la campaña –fallida, por cierto– de Javier González Mocken a la Presidencia Municipal de Juárez está en la mira de las autoridades federales.
¡Órale! Eso le pasa por andar de cara dura, porque es él quien puso sobre la mesa los elementos de presunción de un delito electoral y de otro fiscal, pues soltó millones y millones por la boca y no dijo ni “j” de cómo los obtuvo.
Nos referimos al “empresario” poblano Cuauhtémoc Romero Bedolla, quien declaró públicamente que había aportado 27.8 millones de pesos a la campaña de González Mocken, en el proceso electoral del 2021.
Como se recordará, Javier González Mocken contendió por la Presidencia Municipal de Juárez, pero finalmente perdió la contienda frente al actual alcalde, Cruz Pérez Cuéllar.
Nos comentan fuentes cercanas al tema que el haber dicho a los cuatro vientos que se gastó tal cantidad, así sin emitir factura ni pedir recibo, motivó que la Unidad de Inteligencia Financiera del Gobierno Federal encendiera las alarmas.
Porque, si le puede perder el cariño a casi 30 millones de pesos, en espera de “recuperarlos” durante la gestión del gobernante al que apoyó en campaña, ¿cuánto más maneja? O peor aún, ¿cómo estarán sus finanzas, si puede mandar esa cifra sin dejar huella fiscal?
Como ya lo habíamos apuntado en este mironiano espacio, el denunciante también se denunció solo, porque lo que hizo a través de las redes sociales fue confesar que puso dinero a una campaña política por una cifra que rebasa los términos legales, y que ahora busca recuperar mediante favores de un candidato que ni siquiera ganó.
O sea, que nadie sabe para quién trabaja: el poblano de marras intentó raspar, y por lo visto, saldrá todo magullado. Ya veremos también que clase de raspón y magullada le toca a González Mocken.