Comenzó el 2022, y hoy tenemos más expectativas de crisis que de soluciones para enfrentar la nueva ola de contagios del coronavirus y su variante ómicron en el estado de Chihuahua en lo general y en Juárez en lo particular.
Tal parece que, a dos años del inicio de la pandemia en el mundo, en México no hemos aprendido lo suficiente de las experiencias de otras regiones y nuestras autoridades sanitarias siguen navegando con bandera de legos y ocurrentes.
Si desde la aparición del coronavirus las autoridades sanitarias del mundo advirtieron que, si no se seguían las recomendaciones de la ciencia y solo se privilegiaba el manejo político y convenenciero de la pandemia, las consecuencias serían funestas por la prolongación de la enfermedad.
Hoy, a dos años de esta pandemia, ya lo estamos viendo y padeciendo con una propagación inusitada del Covid-19 en vacunados y no vacunados, en niños, jóvenes y adultos, en los que ya se habían recuperado y en los que siguen pensando que el zodiaco los salvará del contagio.
Hasta ahora, los que han llevado la peor parte son los que ninguna vacuna se han aplicado y ya han pasado a mejor vida. Si los números asustan y sirven para reflexionar y respetar las recomendaciones sanitarias, veamos entonces los registros que teníamos hasta el viernes pasado, cuando México rebasó los 4 millones de infectados acumulados, con más de 300 mil muertos, estadística que nos coloca en el lugar número 25 del ranking mundial de países más contagiados, según el mapa de la prestigiada Universidad de Medicina John Hopkins.
El estado de Chihuahua, por su parte, llegó a los 96 mil 838 personas contagiadas acumuladas, de las cuales, 8 mil 851 han muerto, cifras que colocan a la entidad en el sitio número 15 del país con más enfermos. De esas cifras, Juárez acapara casi la mitad, con 38 mil 478 infectados acumulados y cuatro mil 120 personas fallecidas, primer lugar en la entidad.
Todos esos números marcan una tendencia al alza, ninguno a la baja, igual que en el resto del mundo, por ello el cambio de semáforo epidemiológico a color naranja, que pinta para convertirse en rojo al paso que vamos, por ser reactivos y no proactivos en todas las acciones que se han tomado.
Algo tan simple como admitir que en el estado de Chihuahua teníamos contagios con la temible variante ómicron, se estuvo negando a pesar de que en la Ciudad de México se convirtió en la cepa dominante con 375 casos, que estaba presente en los estados vecinos, pero principalmente en nuestra ciudad hermana de El Paso, Texas, con quien compartimos una frontera común.
Ahora ya es tarde para reclamar tratamientos especiales en las medidas de restricciones adoptadas, si en aras del beneficio político y económico, se dejaron de lado las precauciones sanitarias cuando se podía contener el rebrote.
Cuando se cumplió un año de la aparición de la pandemia, la epidemióloga de la Universidad de Texas en Austin, Lauren Ancel Meyers, advirtió que debíamos prepararnos para lo inimaginable, tras reconocer que en la primera fase no se había planeado el uso mascarillas faciales, la realización de pruebas a escala masiva ni las órdenes para quedarse en casa.
“De cara al futuro –dijo en marzo del 2021– debemos prepararnos para un rango mucho más amplio de amenazas”. Su pronóstico ya es una realidad, simplemente porque está basado en la ciencia básica, y no en los intereses políticos, ni en la ouija o en el programa de “Cien Mexicanos Dijeron”.
Las lecciones que nos sigue dando el combate a ese enemigo invisible, que no respeta niveles sociales ni creencias, siguen acumulándose en los archivos de la ciencia sin que se apliquen como debe ser, porque hoy, como en el 2020, predominan las decisiones políticas.
Lo estamos viendo en algo tan simple como son las pruebas Covid, que en la ciudad de México se realizan de manera gratuita por clientelismo electoral, mientras que en esta frontera se vende a precios prohibitivos para la población más expuesta y vulnerable.
Vemos con vergüenza que, igual que hace dos años, en el Gobierno siguen imperando la información imprecisa y las acciones indecisas; que nadie vigila el uso obligatorio del cubrebocas en el servicio de transporte de pasajeros y mucho menos la distancia social; que los eventos masivos o reuniones sociales siguen realizándose como si nada pasara.
No resulta lógico que los que menos presencia tienen en el Consejo Estatal de Salud son, precisamente, los especialistas de la medicina, los científicos o los investigadores universitarios, que son los únicos y verdaderos conocedores del tremendo problema.
Las recetas de éxito de otras entidades mexicanas, incluso más rezagadas en materia de salud, como Tlaxcala, nunca se siguieron en Chihuahua, porque no existen los canales de comunicación interestatales que han funcionado con buenos resultados en otras partes del mundo.
Esa sinergia y cooperación, que debería darse entre los estados de la República, no existe porque desde el centro se ha promovido la política egoísta del “cada quién que se rasque con sus propias uñas”. Todo esto manda el mensaje de que nuestros gobernantes siguen dando palos de ciego, sin saber o conocer exactamente qué clase de medidas pueden funcionar.
Un ejemplo de ello fue la discrepancia que generó el uso de los cubrebocas, porque nunca se ha dado una orden ejecutiva ni un mensaje contundente para que sea obligatorio en lugares cerrados, en dependencias públicas, en eventos privados, en mercados y en el transporte.
Las primeras olas del virus pusieron también en evidencia la debilidad de un sistema de salud pública en la entidad, que no recibe inversión de ningún tipo, independientemente del presupuesto normal, para que tenga la capacidad de dar respuesta eficaz en la emergencia.
Cuando creímos que la emergencia había pasado, porque la curva de contagios parecía que se aplanaba, vino el relajamiento en todas las actividades cotidianas, pero nunca se atendió el abastecimiento de inventarios agotados en clínicas y hospitales de la ciudad.
Lo han dicho una y otra vez los médicos y enfermeras del Sistema Estatal de Salud. Lo viven los derechohabientes que han sufrido el desbasto de medicamentos y lo están padeciendo actualmente los pacientes hospitalizados.
Los sistemas de salud más resistentes del mundo han sido los que realmente, con la experiencia vivida, han evolucionado y no se han quedado estancados, esperando que llegue el lobo. Un sistema robusto de salud pública permitiría implementar vigilancia, rastreo, seguimiento y contactos de los pacientes contagiados, que son fundamentales para responder a una pandemia.
Si en la crisis de salud la desigualdad en el acceso a la atención médica empeoró, y solamente la industria maquiladora de exportación fue capaz de adoptar medidas de protección pertinentes para los empleados y sus familias, siguiendo el principio de los contactos, esa experiencia no puede ser desperdiciada y debe ser imitada antes que las condiciones empeoren.
Son muchas las lecciones que en estos dos años ha dejado el virus y miles los héroes anónimos que se mantuvieron firmes, a pesar de los peligros, para servir a la comunidad.
Como comunidad, muchos juarenses han respondido al llamado de solidaridad para cubrir las necesidades de equipo básico en clínicas y hospitales del sector oficial, pero muchos otros han ignorado hasta las recomendaciones más básicas, convirtiéndose en peligrosas fuentes de contagio.
Lo que es un hecho es que la pandemia nos ha mostrado quiénes somos, y resulta difícil ver a tantas personas que no se preocupan por las demás, ni por ellas mismas. Eso es lo más aterrador, como si la incertidumbre que vivimos en los dos años anteriores no fuera suficiente, ahora la tenemos de vuelta en el arranque del tercer año de pandemia, cuando los sistemas no se han recuperado del colapso y el personal de Salud está agotado.
Por todo ello, deberían de surgir liderazgos que muevan a la comunidad para cuidarse, no para confiarse en que el Gobierno y las instituciones de Salud van a contener la crisis. No han podido hasta ahora y no van a poder cuando la cuarta ola se salga de control y, a falta de medicamentos, lleguen al extremo de recurrir a medios alternativos como chamanes, limpias y talismanes. Dios nos agarre confesados.
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Muchos maestros de los distintos sistemas y niveles educativos andan contentos porque sienten que por fin les hará justicia la Revolución, o mejor dicho la 4T, y recibirán vacuna que no sea patito.
Para la dosis de refuerzo, a los maestros chihuahuenses se les aplicará la vacuna del laboratorio Moderna, el próximo 12 y 13 de enero. El cargamento con el biológico para 62 mil 781 docentes de todo el estado llega este lunes a base militar de Chihuahua.
Lo que no ha quedado claro es si los maestros podrán cruzar a Estados Unidos con esa única dosis de Moderna, que apenas es de refuerzo, luego de haber recibido la aplicación de Cansino.
No deben ilusionarse mucho respecto a la posibilidad de poder hacer de nuevo sus compras en El Paso, ya que las autoridades de aquel país siempre han dicho que se requiere el esquema completo para cruzar. Además, nada se ha dicho respecto a que los maestros puedan recibir más vacunas de Moderna. Exclusivamente se habla del refuerzo.
Los datos que el delegado de Programas para el Desarrollo, Juan Carlos Loera, trae bajo el brazo, señalan que a la fecha ya se aplicaron 4 millones 533 mil vacunas en todo el estado. De ese total, corresponden a Juárez un millón 844 mil 736.
Lo que llama la atención de Mirone es que, de acuerdo a esas cifras oficiales, a Chihuahua han llegado en total 5 millones 146 mil 669 dosis, lo que quiere decir que no se aplicaron más de medio millón de vacunas.
Aquí las autoridades responsables nos quedan debiendo una explicación sobre ese gran porcentaje no aprovechado, la cifra de dosis que sale bailando.
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Bastante revuelo están armando las Organizaciones de la Sociedad Civil de Ciudad Juárez con el impulso a la propuesta de que, por ley, el ciudadano vote directamente por su regidor en demarcaciones territoriales.
Actualmente se vota por planillas para el Ayuntamiento. Los regidores se eligen en paquete, junto con el alcalde o alcaldesa, dentro de una oferta partidista (o independiente).
En teoría, desde lo local, los regidores deberían de ser los representantes populares más cercanos a la comunidad, pero de todos es sabido que suelen ser los más ausentes porque nada los vincula con los electores. Generalmente actúan, si es que actúan, bajo la consigna del alcalde en turno o exclusivamente para los intereses del partido que los postuló.
El tema no es menor, porque el Ayuntamiento es la máxima autoridad a nivel municipal, órgano colegiado en el que se toman decisiones que impactan directamente en el terreno local, en el espacio cotidiano en el que se mueve el ciudadano de a pie.
Claro que la elección directa tampoco es garantía de eficacia representativa o de independencia. Ahí están los diputados locales y federales que responden más a la lógica del poder y la grilla partidista antes que a sus electores, pero al menos el ciudadano sabe particularmente quién le está fallando y a quién puede reclamarle o pedirle cuentas.
La exigencia no es nueva. La iniciativa #YoElijoRegidor trae camino recorrido en un impulso inicial del Plan Estratégico de Juárez, pero con el apoyo de muchas otras organizaciones y colectivos que en todo el estado se han agrupado con el objetivo mayor de generar incidencia en políticas públicas y ampliar la democracia participativa.
El asunto cuajó formalmente como iniciativa de ley entregada por las organizaciones al Congreso del Estado desde el 29 de abril del 2020. Entonces, lo que se logró fue la inclusión de un artículo transitorio en el Código Municipal para el Estado de Chihuahua.
“En cuanto a las elecciones directas de regidores por demarcación territorial, entrará en vigor para el proceso electoral 2023-2024, en los términos que establezca la Ley Electoral del Estado de Chihuahua”, señala el artículo cuarto de los transitorios. La modificación se publicó en el Periódico Oficial del Estado el 1 de julio de 2020.
El caso es que las organizaciones acaban de retomar ese pendiente y ya lo pusieron sobre la mesa en el Congreso del Estado y en el Instituto Estatal Electoral, no vaya a ser que se les olvide y luego salgan con que se les pasaron los tiempos. Así que les tocó recibir el oficio, tanto a la presidente en turno de la Legislatura, Georgina Bujanda, como a la consejera presidenta del IEE, Yanko Durán.
La petición es sencilla: hacer lo que deban hacer para adecuar el marco normativo que permita atender lo ya dispuesto en el Código Municipal para el Estado de Chihuahua, en relación a las elecciones individuales y directas de regidoras y regidores.
El último documento recibido en el Congreso en el mero Día de Reyes, lleva las firmas de representantes de varias organizaciones y colectivos como Fundación Integra, De.siertos Andantes, Instituto para la Ciudad y los Derechos Humanos, Colectivo Ciclista Fixießeat, Peatones Heroicos, La Caja de Herramientas, Asamblea de Organizaciones de la Sociedad Civil de Ciudad Juárez y Las Jefas de Grupo.
Legisladores y autoridades electorales tienen tiempo para rehacer el entramado institucional y operativo requerido. Las aguerridas organizaciones perseguirán la liebre hasta que se eche.
Saben que no hay otro camino y siempre han sido persistentes. No por nada lograron que en Juárez se instalara el primer Cabildo Abierto de todo el país, aunque las resistencias duraron muchos años.
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Quienes fueron requeridos para sacrificarse con un primer viaje anual de turismo legislativo, son las y los diputados federales del PAN por el estado de Chihuahua.
Todo el Grupo Parlamentario en la Cámara de Diputados fue citado a una plenaria en Aguascalientes. Además de los coordinadores, estará el dirigente nacional Marko Cortés para marcarles la agenda a los legisladores.
Como en política nada es casualidad, la sede se fijó en hidrocálidas tierras porque de allá es la futura candidata a gobernadora por ese estado, Tere Jiménez, quien brincará de la Legislatura a la campaña. Por eso ya le da calorcito la nomenklatura blanquiazul.
Así que, para la encerrona programada para el fin de mes, ya están apuntados por Chihuahua Eliseo Compeán, Paty Terrazas, Rocío González, Daniela Álvarez, Mario Mata, Laura Contreras, María de los Ángeles Gutiérrez y Rocío Reza. Son ocho las y los diputados por el PAN que tienen asiento en San Lázaro.