Dicen que las comparaciones suelen ser odiosas, ¡ah, pero cómo sirven para poner a cada quien en su lugar! Regionalmente, cuando se compara el municipio de Juárez con el de Chihuahua, surge, invariablemente, la rivalidad entre chihuahuitas y juaritos; cada quien presumiendo sus cualidades y fortalezas.
Es esta, sin duda, una rivalidad generacional que no hace daño, porque solamente alimenta el ego de los residentes de una y otra ciudad; aunque cuando se trata de grilla, donde somos pioneros por la alternancia y punteros en economía, donde aportamos más, siempre salimos perdiendo los juarenses.
Esa rivalidad, relativamente sana, que genera la comparación, nos sirve en esta ocasión para diferenciar lo que gubernamentalmente se hace bien en Chihuahua capital y deja de hacerse en Juárez.
Nos referimos al trabajo de limpieza que el Gobierno municipal del panista Marco Bonilla realiza con éxito en el centro histórico de Chihuahua, mientras que en nuestra frontera seguimos lamentando el abandono en que se encuentra el primer cuadro de la ciudad.
El municipio de Chihuahua informó, con pelos y señales, del operativo que en esta temporada de fiestas decembrinas desplegó en el Centro Histórico, con 40 trabajadores que recorren las cuadras haciendo limpieza manual en calles, banquetas y jardineras. Con un trabajo distribuido en tres turnos, que comienzan a las 7 de la mañana, realizan el barrido con escobas y con una máquina de raspado, que recoge la tierra de arrastre que dejan las lluvias.
El operativo, que ha resultado un éxito, es muy simple pero demuestra, sobre todo, la disposición de la autoridad por hacer las cosas bien, supervisando además que se cumplan los objetivos, para que las dependencias involucradas no queden mal ante la ciudadanía.
Lamentablemente en Juárez, los comerciantes organizados, que el 8 de diciembre anunciaron un operativo conjunto con el Gobierno Municipal para limpiar las calles del Centro Histórico, reordenar el caos de los ambulantes y una utópica reactivación del turismo, nos han quedado a deber.
Rogelio Ramos Guevara, presidente de la Canaco, dijo en aquella ocasión que en este programa sanitario estaban involucradas dependencias municipales tales como Servicios Públicos, la Policía Municipal, Comercio, Desarrollo Económico y la Dirección de Limpia.
Lo cierto es que no se ve por ningún lado que hayan comenzado, ni que tengan intención de hacerlo, además de que la temporada decembrina termina mañana. Basta con hacer un recorrido por la avenida Juárez, la calle Mariscal, la 16 de Septiembre en su zona peatonal, la Ugarte, Morelos, Hidalgo, Vicente Guerrero o la Rafael Velarde, por citar algunas, para percatarnos que otra vez los buenos propósitos de Rogelio Ramos quedaron en simple jarabe de pico.
De los cinco ejes de trabajo que plantearon con mucha formalidad, como la higiene y recolección de basura, seguridad de la zona, el abatir la informalidad, el reordenamiento de todos los comercios y el alumbrado público, hasta ahora ninguno se ha aplicado con la intensidad y eficiencia que el Centro Histórico requiere.
¿Qué caso tiene que se anuncien proyectos si no existe la voluntad política para realizarlos? Podrán argumentar a estas alturas que están esperando el presupuesto de egresos del próximo año para cumplir con el plan, pero si en la capital del estado pudieron realizarlo con 40 personas, sin una asignación presupuestal extraordinaria, ¿por qué no se hace esto en Juárez, donde la Dirección de Servicios Públicos y Limpia cuenta con más de 300 empleados?
Ningún subordinado o director del Municipio debería tener el derecho a hacer quedar mal a la Administración municipal, sea por incapacidad, pereza o hasta por sabotaje.
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Habitantes del abandonado Valle de Juárez comenzaron a organizarse para solicitar en enero audiencias al representante de la gobernadora Maru Campos y al alcalde de Juárez, a fin de plantearles las graves carencias que tienen en materia de seguridad pública, transporte, agua potable y alumbrado público.
Los 11 ejidos que pertenecen al fundo del municipio de Juárez han permanecido en el abandono total desde hace muchos años.
Las promesas de atención a los 10 mil habitantes que tiene el Valle, aproximadamente, desde el ejido El Sauzal hasta Jesús Carranza, se han quedado en simples ofertas de campaña.
Por ello, algunos representantes ejidales comienzan a preparar sus carpetas de la seria problemática que tienen en cada poblado localizado a lo largo del Río Bravo.
Necesidades tan básicas como centros de salud equipados, con medicamentos y personal, existen a lo largo de esos ejidos y cuando se trata de emergencias, los vallejuarenses tienen que recorrer los 60 kilómetros que los separan de Juárez para encontrar atención médica de calidad, o cuando menos para no morirse.
Pero sin duda alguna, la falta de seguridad pública es para ellos la principal carencia, porque el valle está infestado de grupos criminales rivales que a plomazo limpio se disputan un día sí y otro también, el trasiego de drogas y el tráfico de migrantes.
Ni los militares que han tenido presencia temporal en el municipio de Guadalupe y mucho menos los elementos de la Guardia Nacional, que nunca bajaron a las zonas calientes del Valle, detuvieron la ola criminal de los delincuentes que hasta ahora son los dueños de la comarca agrícola.
Veremos primero si las autoridades reciben como debe ser a los cansados agricultores del Valle y hacen caso de sus planteamientos en busca de soluciones, a las que tienen legítimo derecho, y luego las respuestas que les dan para resolver los problemas.