La Uacejota llega a su 50 aniversario y, honor a quien honor merece, pues muchos estudiosos han aportado a lo que hoy en día es una realidad para beneficio de los juarenses (bueno, al menos de los que alcanzan cupo), después de recorrer un azaroso camino, porque así fue en realidad.
Ni crea que contar con una casa de estudios superiores fue solamente una idea que se cristalizó de la nada. De la nada, sí, hubo que avanzar para contar primero con la Universidad Femenina, antecedente de la universidad fronteriza actual.
Imagínese usted: mujeres, estudiosas, en esta frontera abandonada, hace 50 años; como que el ambiente no era muy propicio para la iniciativa que luego desembocó en la Uacejota.
Para empezar, aunque Ciudad Juárez ya era una ciudad pujante y en muchos aspectos exitosa en 1972, se batallaba, igual que hoy, con el centralismo, para contar con mejores casas de estudio; ya estaba el Tec, sí, pero fuera de ello, no había opción más que la ya muy grillada Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, y por ahí algunos intentos loables privados.
Si nuestros muchachos querían estudiar a nivel universitario, casi tenían que irse al menos a Chihuahua o, si había recursos, pues a El Paso, pero para la raza no había muchas opciones.
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No convenía, al poder central del estado que se asienta en tierras chihuahuitas, que hubiera una universidad en Juárez, ya que durante decenios atrás, caía a la UACH un impuesto gravado al comercio para fines de financiamiento de la universidad.
Con el propósito de tener presencia en tierras juaritas, se estableció en el Pronaf la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UACH, y ya con eso se justificó el impuesto universitario que se cobraba en esta importante frontera de México, pero que se iba a la universidad chihuahuita.
Y se decía que la UACH era para todos los chihuahuenses y que por eso estaba principalmente en la ciudad capital, para que de todas las poblaciones pudieran ir allá a preparase. Pero en la práctica era muy difícil que hubiera recursos para aprovechar dichos estudios, y quienes lo lograron pasaron por penurias casi siempre.
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El hecho es que la Uacejota arrancó sin la ventaja de un impuesto universitario, hubo de pasar penurias y la charola, tanto aquí como en el extranjero; en donde se pudo, para poder dar sus primeros pasos e ir navegando en los años 70 y 80s.
Si es hoy ejemplo de pundonor fronterizo para sacar los resultados pese a los obstáculos, eso sin lugar a dudas se debe a que las diferentes administraciones que han dirigido los rumbos hacia el crecimiento son auténticos juarenses, aunque no necesariamente hayan nacido acá, que en verdad aportan a la frontera invaluables recursos para beneficio de la comunidad. Ello es insoslayable.
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Toca ahora revisar la realidad y mirar al futuro, pues el destino nos alcanza: La Uacejota ya no es suficiente para las demandas y necesidades de la comunidad juarense. Quien quiera entrar a una de sus facultades deberá ser genio de puros dieces, o contar con familiares, amigos o palancas para asegurarse un lugar. Datos que confirman la saturación.
De por sí muchos de nuestros muchachos luego ya no quieren estudiar y prefieren quedarse con lo que aprenden en redes sociales, y ni se diga con lo que ven en las narcotelenovelas, y luego se la ponemos difícil; no, pues así no vamos a avanzar mucho.
Como que ya toca otro esfuerzo similar al de hace 50 años, con otra iniciativa de esas históricas, para buscar la solución al problema de escasa oferta de educación universitaria en Ciudad Juárez. Y ahora que andan los políticos tan activos, a ver si a alguien se le ocurre aportar algo en este tema, ya de perdida.