No le gustó nadita al delegado federal de Bienestar, Juan Carlos Loera de la Rosa, que el senador presidenciable, Ricardo Monreal, le haya echado tantas porras al alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, al grado de afirmar que, con Cruz como candidato, Morena sí hubiera ganado la gubernatura de Chihuahua.
Es de sobra conocido que el excandidato tiene un temperamento nivel “mecha corta”, uno que estalla con cualquier tema que le incomode, pero cuando le reviven su dolorosa experiencia en las urnas del 2021, ni mecha tiene.
Esto pasó después de las declaraciones que el senador Monreal hizo, comparando a Cruz con Juan Carlos, y afirmando que el primero sí le hubiera ganado a Maru Campos.
Pero como el hubiera no existe y la realidad es otra, el halago de Monreal solo sirvió para despertar la ira de Loera, quien en su muro de Facebook dijo que las afirmaciones del senador “solo demuestran su escaso conocimiento, tanto de lo que vivimos en el proceso electoral, como de los resultados obtenidos”.
En su disparatada reacción, Loera repartió leña también para Cruz, al escribir, refiriéndose todavía a Monreal, “él tiene todo el derecho a expresarse, pero se puede percibir, en la intención subyacente de su comentario, que solo pretende dar coba a alguno de sus corifeos”. Tómala.
Aunque al inicio de su tocada respuesta, Juan Carlos dice tener respeto por el líder de Morena en el Senado de la República, también le dijo que sus comentarios “lo denigran en lugar de elevarlo”.
Total que, en el fondo, el delegado federal abrió fuego no solamente por lo que Monreal dijo de su fallida aspiración a la gubernatura, sino por lo que dijo respecto al club de AMLO, donde no está considerado como presidenciable.
Inclinado a defender lo indefendible, Juan Carlos lavó primero la afrenta a su persona, y luego la de su jefe, por aquello del informe que le rindan al preciso en Palacio Nacional, sobre todos los que hablan mal de su persona, que deberán, sin falta y dilación alguna, ser balconeados en las mañaneras, trátese de adversarios políticos, periodistas, El Lonje Moco o Pedrito Sola.
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Para quienes gustan de hacer cuentas alegres y minimizar el peligro del Covid-19, que no se ha ido, la Organización Mundial de la Salud acaba de confirmar que las muertes reales por la pandemia fueron tres veces más de lo contabilizado por los sistemas de salud de todos los países del mundo.
Es decir, que la cifra de muertes reales, incluyendo los fallecimientos directos e indirectos a causa del virus fue de 18 millones 752 mil 964 personas en todo el mundo.
El cálculo está hecho a partir de los 6 millones 250 mil 988 muertos registrados hasta ayer por la OMS y contabilizados en el mapa de monitoreo diario de la Universidad de Medicina Johns Hopkins.
El exceso de mortalidad determinado por la OMS, incluye las muertes asociadas a Covid-19 de manera directa por la enfermedad; o indirecta, como daños colaterales del impacto de la pandemia en los sistemas de salud y en las comunidades.
Muchas de esas muertes vinculadas indirectamente a Covid-19, son por otras condiciones de salud para las cuales las personas no pudieron atenderse, debido a que los sistemas estaban saturados y agotados por la pandemia.
Según las estimaciones de la OMS, desde finales del 2020, los datos obtenidos en México indicaban que el exceso de mortalidad era también 3 veces más grande que las muertes confirmadas y registradas en las estadísticas oficiales.
Para la organización, estos datos no solo hablan del severo impacto de la pandemia, sino que invitan a los gobiernos a invertir en sistemas de salud más competentes, que soporten las cargas extras durante las crisis, pero que, sobre todo, cuenten con sistemas de información de salud más eficientes, para tomar mejores decisiones y obtener mejores resultados.
El diagnóstico de la autoridad mundial en salud debe despertar de su letargo a los responsables de los sistemas de salud de México, del estado de Chihuahua y del municipio de Juárez, porque las decisiones que se tomaron durante los picos de la crisis fueron en base a ocurrencias de tipo político, nunca sustentadas en la ciencia médica.
Si aplicamos esa regla de tres a los casos fatales de la ciudad, tenemos que en realidad en Juárez han muerto 13 mil 926 personas, no los 4 mil 642 que reportan los registros oficiales.
Y conste que no son ocurrencias de Mirone, para que no se enojen los haters amlovers, sino números basados en los datos de la OMS, que, junto con la Universidad Johns Hopkins y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, (CDC) siguen siendo los referentes más confiables en materia de Covid-19 en el mundo, no el galán de interés social Hugo López-Gatell.
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El servicio que le está dando el Gobierno de Chihuahua al gobernador de Texas, interceptando indocumentados antes de que crucen la frontera, lo están disimulando con reportes donde las policías involucradas afirman que “rescataron migrantes”, con el único propósito de justificar el servilismo al republicano texano.
En los partes de novedades del mes de abril y de los primeros días de mayo, abundan los casos de grupos de migrantes detenidos por elementos de la policía municipal o estatal, cuando se encontraban escondidos en viviendas de la periferia de la ciudad.
Los informes policiacos nunca dicen que los migrantes estaban escondidos, sino que estaban secuestrados por traficantes de personas, e intervinieron en su rescate, en “hechos heroicos” dignos del libro Vaquero.
De esta forma, evitan que las organizaciones derecho humanistas y pro defensa de migrantes protesten y se mantengan en absoluto silencio, como hasta ahora han permanecido.
El caso más reciente de estos operativos anti migrantes de la policía estatal se dio el pasado 7 de mayo, cuando los sagaces uniformados localizaron, gracias a un soplón, a siete cubanos en una vivienda de la colonia Cerradas del Parque.
Los migrantes, 4 mujeres y tres hombres, acababan de ser deportados de los Estados Unidos en base al Título 42 y consiguieron alojamiento en una humilde vivienda de las calles Volcán Pacaya y Volcán Chaitén.
Los policías de las fuerzas estatales de seguridad, eficientes como siempre, llegaron al lugar con un despliegue de fuerza digno de mejores causas, a bordo de 5 unidades.
Después de asegurar a los cubanos y cubanas, los entregaron en las oficinas del Instituto Nacional de Migración, pero en reporte dijeron que los habían rescatado, una vil mentira, porque fue una detención, a todas luces ilegal en virtud de que el tema migratorio no es de su competencia.
Días antes, el 20 de abril, las policías del estado y el municipio realizaron un operativo conjunto en el cruce de Santa Teresa para detener a petición de la Patrulla Fronteriza, a 8 migrantes, que se disponían a cruzar ilegalmente rumbo al sueño americano, que en cuestión de minutos se convirtió en pesadilla mexicana.
Otra vez los uniformados reportaron como rescate el infame trabajo sucio que le están haciendo a Greg Abbott, aunque admitieron que la denuncia se las hizo la Patrulla Fronteriza del sector de El Paso.
En este caso, como en el anterior, las 4 mujeres y 4 varones fueron puestos a disposición de la Instituto Nacional de Migración a través del grupo Beta.
Mirone ha citado únicamente dos de los muchos casos que se están dando no solamente en Juárez, sino también en la ciudad de Chihuahua y en las fronteras de Palomas y Ojinaga, donde los policías estatales tienen la instrucción de interceptar y detener a cuanto migrante vean para regresarlos a sus países de origen, no vaya a ser que el gobernador texano se enoje y vuelva a castigarnos con el cierre de la frontera al transporte de mercancías.