Los resultados de las elecciones de este domingo en 6 estados de la República Mexicana serán, sin duda, un preámbulo de lo que pasará en el 2024, cuando se dé la madre de todas las batallas electorales en el país.
Prácticamente todas las casas encuestadoras han coincidido en las últimas semanas, aunque con ejercicios realizados vía telefónica, en predecir un escenario favorable para Morena y sus aliados con el triunfo en 4 entidades: Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas; mientras que la alianza del PRI-PAN-PRD se quedaría con Aguascalientes y Durango.
El triunfo más claro lo tiene la coalición Va por México en Aguascalientes, donde la candidata del PAN, Teresa Jiménez, supera con 20 puntos a la abanderada de Morena, Nora Ruvalcaba.
En Durango, otro de los estados que la oposición confía en ganar, Esteban Villegas encabeza las tendencias con 44.6 por ciento, pero le sigue muy de cerca la contendiente de Morena, Marina Vitela, con 40.9 por ciento.
En Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, las preferencias se han volcado a favor de Morena y sus aliados, a pesar de que los dos primeros estados eran considerados bastiones priistas, mientras que el último es gobernado actualmente por un panista.
Por lo mismo, se considera que, de confirmarse el triunfo de Morena en 4 entidades, se colocaría en una posición de clara ventaja rumbo al 2024, pues estaría gobernando en al menos 20 de 32 entidades federativas.
Es decir, ganaría prácticamente la misma proporción de los Estados que ganó en 2021, cuando se impuso en 11 de 15 elecciones.
Esta nueva conformación del poder político significaría una derrota contundente para los partidos opositores, y les confirmaría, lapidariamente, su destino político, delineado por sus cada vez más menguadas capacidades para retener a sus votantes tradicionales, sin hablar ya de su obsolescencia para atraer a nuevos adeptos.
Los morenistas dirán que la base electoral del PAN, PRI y PRD está entregándole sus simpatías, pero lo cierto es que ni los partidos tradicionales han hecho nada para reanimar a sus huestes, ni en esos estados existe un ambiente propicio para acudir a las urnas con entusiasmo, en gran parte por las condiciones de inseguridad, inflación, carestía y pobreza que prevalecen.
Cierto es que el PAN sigue dando la lucha al haber ganado en las pasadas elecciones Querétaro y Chihuahua, manteniendo con amplia ventaja a su candidata en Aguascalientes, pero su principal aliado, el PRI, sigue en caída libre después de perder 8 estados en los últimos comicios.
En estas condiciones lo que predomina en el ambiente electoral es el desánimo social y el desprecio por los gobiernos, sean del color que sean, que siguen privilegiando los intereses partidistas sobre el bien común.
Los vaticinios de las casas encuestadoras hablan de un alto grado de abstencionismo este domingo, lo que favorece a los candidatos de Morena que movilizarán a sus promotores con las listas de todos los beneficiarios de los programas del Bienestar que reciben becas, pensiones y otras ayudas.
A estas circunstancias hay que sumarle la ruda campaña de desprestigio que le armaron con mucha puntería al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, utilizando los servicios de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, con los audios que lo pintan como un cínico y corrupto político, que hasta con los periodistas barrió en las conversaciones que dice que le “truquearon”, pero cuya existencia nunca negó.
Por otro lado, a tres días de las elecciones estatales, se dio la sorpresiva extradición de César Duarte de Miami a la Ciudad de México y de esta, a la prisión de Chihuahua, donde inició el proceso por peculado agravado y asociación delictiva.
Muchos se preguntarán qué tanto peso puede tener este hecho en las elecciones de hoy domingo y la respuesta es simple: el éxito del proceso de extradición es atribuible en su totalidad al presidente Andrés Manuel López Obrador, no al curiosito exgobernador Javier Corral, que en los últimos dos días se dedicó a cacarearlo como un logro propio hasta en el canal del desagüe.
Tampoco le corresponde la medalla a la actual gobernadora Maru Campos, quien, sin embargo, algún mérito quiso rescatar del asunto con un mensaje a la opinión pública, donde le leyó la cartilla a Corral y a su pandilla, y le ofreció al Gobierno federal entregarle sin problema el proceso de Duarte, si así lo requieren.
El hecho de que el traslado a México del exgobernador se diera en la víspera de las elecciones, no fue una simple casualidad y tampoco una mera coincidencia. En el comercio del poder no existen las casualidades, mucho menos cuando está en juego el rumbo de la nación en el 2024.
Fue una extradición programada y calendarizada al más alto nivel, entre la Cancillería mexicana y el Departamento de Estado norteamericano, y todo para que el presidente de México no se siga poniendo sus moños para asistir a la Cumbre de las Américas, aunque no inviten a sus compas, los rojillos del Foro de Sao Paulo.
Con la extradición a la carta, el Gobierno morenista mató dos pájaros de un tiro: por un lado distrajo el intenso ruido que había en la arena social, desde que hizo la defensa en favor de los derechos de los criminales y el que provocaron las acusaciones de Porfirio Muñoz Ledo y Francisco Labastida Ochoa, al vincularlo con intereses del narcotráfico.
Por otro lado, se colocó como el paladín anticorrupción, al lograr la entrega del político chihuahuense, hecho que, en vísperas de las elecciones de 6 estados, se graba en la memoria colectiva y debe ser factor de influencia al momento de que los indecisos decidan su voto.
La noticia de la extradición, hay que admitirlo, tuvo tal impacto que se mantuvo como primer lugar nacional en las tendencias informativas del jueves y viernes, por lo que hoy todavía estará fresca en el ánimo social de estados como Hidalgo, Tamaulipas y Durango, donde César Duarte tuvo mucha cercanía con los gobernantes de su tiempo.
El consuelo que les debe quedar a los integrantes de la coalición Va por México, es que la mayor parte de los estudios de las encuestas preelectorales para medir tendencias se realizaron de manera telefónica o por internet, lo que hace dudar de su certeza, aunque todas las mediciones coincidan.
En otras partes del mundo esos ejercicios serían impublicables porque no se ajustan a los requisitos de las muestras probabilísticas, apegadas a la ciencia estadística, porque se hicieron con llamadas automatizadas y robotizadas.
En los Estados Unidos se consideran un engaño, pero en México son parte de la guerra de encuestitis que satura la opinión pública en cada proceso electoral.
TESTIGOS PROTEGIDOS O TESTIGOS AFLIGIDOS
Cuando el impacto de la llegada de Duarte a Chihuahua bajó de intensidad y comenzó la audiencia de vinculación a proceso, llamó la atención que el Ministerio Público diera los nombres de los testigos de cargo que llamará a declarar contra el exmandatario.
En esa lista está incluida la expresidenta del Comité Directivo Estatal del PRI, Karina Velázquez, quien también fue secretaria general de la Confederación Nacional Campesina en Chihuahua (CNC), sector que postuló a César Duarte como candidato a gobernador, cuando la dirigente nacional era Beatriz Paredes.
Al asumir Duarte la gubernatura de Chihuahua en el 2010, la nombró Coordinadora estatal del «Chihuahua Vive», el programa insignia de apoyo social del sexenio.
El 7 de enero de 2015 fue designada presidente del Comité Estatal del PRI en Chihuahua, donde fungió hasta el 28 de febrero de 2016.
También fue diputada local en la primera parte del gobierno de Javier Corral y ocupó la presidencia del Congreso del Estado, hasta que fue señalada como cómplice de la red de corrupción de César Duarte.
El viernes que trascendió su nombre dentro del juicio, las redes sociales de los pocos priistas que quedan enloquecieron y lo menos que le dijeron fue desleal, aunque la política se defendió y admitió que ha sido llamada a declarar desde que comenzó la persecución de Corral, misma que la postró en una severa crisis de salud.
Asesores y amigos cercanos de Karina revelaron a Mirone que ella fue citada a declarar en el 2019 durante la persecución corralista, pero en torno a la Unión Ganadera División del Norte, donde fue secretaria, nunca de la Financiera División del Norte, a la que no perteneció, y desde donde se hicieron los movimientos irregulares de recursos que señala la carpeta de investigación.
La propia Fiscalía no ha fijado la fecha de comparecencia de Karina, y lo ha hecho únicamente en el caso de tres testigos protegidos, por lo que se da por hecho que la política ratificará su declaración del 2019, donde no acusó ni proporcionó elementos de cargo.
La que fuera coordinadora de las campañas de César Duarte a diputado al Congreso de Chihuahua y a diputado federal, jefa de su oficina de enlace y asesora, cuando fue designado Presidente de la Cámara de Diputados, así como coordinadora del despacho en la campaña a la gubernatura del estado en el 2010, ha recibido fuego amigo en abundancia.
Lo irónico del asunto es que mucho de este fuego amigo proviene de personajes cuyo deporte favorito ha sido y sigue siendo el mimetismo político, y que por lo mismo no tienen la calidad moral o la legitimidad para acusar ahora de desleal a Karina Velázquez por hechos que todavía ni siquiera ocurren.
De ese tamaño está el performance de moda.