Para poner orden al caos que las pasadas administraciones municipales dejaron en las calles de la ciudad, bien hará el alcalde Cruz Pérez Cuéllar en comenzar a exigir el cumplimiento de los compromisos adquiridos por las empresas destructoras, perdón, constructoras, que realizaron las obras, comenzando por Movicom.
El consorcio de las tres empresas constructoras que integraron Movicom Infraestructura y Pavimentos tuvo a su cargo la ejecución de obra del Programa de Movilidad Urbana, iniciado en la administración de Teto Murguía, pero concluido hasta la gestión de Enrique Serrano.
La obra, que tuvo una inversión aproximada a los 4 mil 500 millones de pesos, de los cuales aún se pagan 270 millones de pesos anuales de las arcas municipales, ha comenzado a deteriorarse en muchos de sus tramos, como en la Plutarco Elías Calles, en el Viaducto Díaz Ordaz, en la Antonio J. Bermúdez, por citar solo algunos, donde no solamente hay daños en la vía, sino en la señalización, semáforos, guarniciones y banquetas.
En las dos administraciones que siguieron después de concluida la obra, donde fungió (¿o fingió?) como presidente el locutor Armando Cabada, nada se hizo para hacer valer las garantías y obligar a la empresa a que cumpliera con el mantenimiento y conservación de lo construido con cargo al bolsillos de los juarenses.
Fiel a su conocido estilo rupestre, Cabada se limitó a gritonear en varias ocasiones para quejarse de la obra, pero solo con el propósito de inquietar a su enemigo político Teto Murguía, nunca para exigirle a la empresa responsable el cumplimiento de las garantías establecidas en el contrato, hasta por 20 años.
A siete años de su terminación, nadie le dio continuidad al contrato del PMU y este quedó arrumbado en un viejo escritorio atendido por una sola persona, en una oscura esquina de la Dirección de Obras Públicas, donde no saben ni qué responder cuando alguien pregunta quién se hará cargo de las reparaciones que requieren las calles y las obras complementarias dañadas.
Si en las dos pasadas administraciones, Cabada y su pandilla se abstuvieron de darle seguimiento a las garantías del programa, fue únicamente por los intereses que tenían con algunas de las constructoras que integraron Movicom, no por otra cosa.
Al término del PMU, Movicom recibió además 100 millones de pesos extras para garantizar el mantenimiento de toda la infraestructura vial que realizaron, obligación que no cumplieron. Las consecuencias de la irresponsabilidad de los funcionarios cabadistas, que estaban obligados a hacer cumplir el compromiso, están a la vista de todos, en las calles de concreto hidráulico que ahora se desmoronan como terroncitos de azúcar; en los señalamientos, semáforos, puentes, guarniciones y banquetas que presentan daños evidentes, y todo por la falta de atención de los que jurídicamente estarían obligados a darle seguimiento.
Ahora que la bronca fue heredada a la Administración de Cruz Pérez Cuéllar, Mirone sabe que el alcalde ya le pidió al director de Obras Públicas, Daniel González, que busque a la empresa para llegar a un acuerdo, antes de que los semáforos y la señalización instalada por Movicom termine por caerse a pedazos, con lo que el caldo saldría más caro que las albóndigas.
Se sabe que González ya hizo contacto con la empresa y que sus representantes dicen estar dispuestos a cumplir, pero también parece que la empresa quiere más dinero de supuestos pagos especificados en el contrato y que no les habrían liquidado hasta la fecha.
El Programa de Movilidad Urbana incluyó 26 proyectos de reconstrucción de vialidades, 37 vialidades nuevas, seis puentes, tres tramos de canales del Dren 2-A y cuatro proyectos de rehabilitación de imagen urbana.
Habrá que revisar lo que dice la bitácora de la empresa supervisora que se contrató, por un monto de 64 millones de pesos, por acuerdo del Municipio y Movicom, para que vigilara que se cumpliera con las especificaciones técnicas y de materiales, para ver dónde quedó la bolita y determinar si le hicieron chanchullo a los juarenses, que al final de cuentas son los que siempre tienen que cargar con las pifias de malos gobiernos.
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Hasta la fecha, únicamente dos organizaciones civiles entregaron su carta-intención para convertirse en partidos políticos locales ante el IEE: “Pueblo”, de Daniel Quezada Mendoza y “Movimiento No Más Políticos”, de Misael Máynez.
La asociación civil “Un Siglo con el Pueblo” entregó su papelería para convertirse en el partido local “Pueblo”. Su director es Daniel Ernesto Quezada Mendoza, un joven que en 2018 compitió como candidato independiente a diputado por el distrito electoral 17.
La agrupación “Chihuahua Líder” busca convertirse en el partido «Movimiento No Más Políticos». A la cabeza, está el exdiputado local del extinto Partido Encuentro Social, Misael Máynez, ajonjolí de todos los moles que ha militado en Fuerza México, Redes Sociales Progresistas y Encuentro Social, todas éstas borradas del mapa del INE por chafas, al no alcanzar el porcentaje mínimo requerido de votación para mantener su registro… y el financiamiento oficial.
Ahora busca figurar en el escenario político estatal con “Chihuahua Líder”, que obtuvo su registro como agrupación política en el estado en 2020. Ahora falta que se lo aprueben y, de ser así, aunque no gane en las elecciones, como suele ocurrir con los chiquipartidos, al menos habrá roto el récord de haber chapulineado en más institutos políticos que nadie en el estado. Para Ripley.
Este importante récord no es cosa menor para el currículum de Máynez, en una época donde el chapulineo, el cambio de colores y convicciones está de moda en el PRI, PAN y Morena, y donde realmente se necesitan muchos méritos para ponerse a la delantera. Bárbaro.
Bueno, el plazo de registro de cartas-intención vence el 31 de enero. Luego le sigue un periodo de 10 días para subsanar faltas en la papelería y, por último, el dictamen que les asegura un ingreso en caso de ser aprobados.
Si la construcción y administración de los chiquipartidos políticos se convirtió en un jugoso negocio, para jugar a la política y vender servicios al mejor postor, Daniel y Misael andan muy bien encaminados, y eso que no fueron asesorados por los dueños de franquicias políticas legendarias como la del Verde Ecologista, de la familia González, o la del Partido del Trabajo, de los Aguilar.
Mirone y usted, estimado lector, sabemos que esta clase de chiquipartidos son justo lo que necesita nuestro estado y nuestro país en estos aciagos momentos. Daniel y Misael son, sin duda, unos demócratas ejemplares.