Una empresa de “clase mundial”, reza el slogan de la Comisión Federal de Electricidad, que queda solo en frase publicitaria. Por su deficiente servicio, lo caro de sus tarifas, la aplicación arbitraria de cobros en nuestros hogares y la discriminación para otorgar subsidios en regiones de altas temperaturas como Juárez, la CFE está muy lejos de hacer honor al nivel de eficiencia que presume.
Un servicio de “clase mundial” implicaría la ausencia de constantes apagones en la ciudad por fallas en las centrales generadoras cuando la demanda sube, cuando llueve y truena y hasta cuando hace aire.
Ese nivel tendría la CFE si los cobros se aplicaran por el consumo real, tomando las lecturas de cada medidor sin el criterio cuadrado de los lecturistas, que no calculan consumo-potencia-tiempo, los tres indicadores para determinar los kilovatios-hora gastados.
Clase mundial supone que esta paraestatal se encuentra a nivel de las mejores del mundo, una rotunda falacia de una CFE deficitaria. Tan solo en 2022 tuvo pérdidas por 64 mil 800 millones de pesos, equivalentes en ese año a 3 mil 240 millones de dólares.
La mala administración, que la mantiene quebrada, no justifica que paguen justos por pecadores y que se apliquen cobros a ojo de buen cubero, por supuestos consumos excesivos, nunca por el rango menor y mucho menos por el normal, que corresponde al uso doméstico en temporadas de invierno y verano.
Pero es en el verano donde la paraestatal pierde su condición de empresa pública y de carácter social, al menos en el estado de Chihuahua, porque niega a los usuarios del servicio doméstico de energía eléctrica los subsidios a que tienen derecho en la temporada de verano, por las altas temperaturas que superan los 40 grados centígrados.
En Juárez, esas temperaturas comenzaron a sentirse desde el viernes pasado, con la entrada al país de lo que los meteorólogos llaman “sistema anticiclónico”, que impulsa una prolongada onda de calor sobre el territorio chihuahuense, y que se mantendrá y fortalecerá en los próximos días.
Esas temperaturas infernales colapsan las actividades en todos los sectores: la escolar porque se suspenden clases; la física para los deportistas; la salud para los niños y ancianos que se deshidratan y sufren golpes de calor y problemas gastrointestinales; las reservas de agua en las agotadas cuencas que padecen estrés hídrico por el aumento a la demanda con los aires acondicionados; pero, sobre todo, el intenso calor colapsa nuestros bolsillos, por los altos cobros que, sin piedad, factura la Comisión Federal de Electricidad.
Pese a que diputados estatales y federales, así como el alcalde de Juárez, han solicitado formalmente que se aplique el subsidio de verano en las tarifas, la paraestatal se ha hecho la occisa, pues el apoyo federal únicamente se otorgó a los estados de Baja California y Sonora, que tienen temperaturas muy similares a las de esta frontera.
Es entendible que, por tratarse de entidades gobernadas por Morena, sean favorecidas con tarifas preferenciales para que la gente no pague tanto por la energía eléctrica, pero los chihuahuenses también formamos parte del territorio nacional y el Gobierno federal está obligado a otorgar el mismo subsidio, pues de lo contrario está discriminando a los chihuahuenses por cuestiones de politiquería.
El subsidio de verano para el consumo doméstico entró en vigor el primero de mayo y concluye el 31 de octubre, y aunque la normatividad dice que debe aplicarse en todas las regiones donde la temperatura media mínima es de 33 grados centígrados, a Juárez lo dejan fuera, a pesar de que los termómetros superaron ese nivel desde el mes de abril.
En cambio, el subsidio para Sonora este año entró en vigor para las tarifas 1F, 1E y 1D, cubriendo en la primera de estas los consumos de 200 kilowat-hora (kwh), hasta los 5 mil kwh.
En la tarifa 1E, la aportación gubernamental se incrementó para cubrir los consumos de 200 a mil 800 kwh; y en la 1D, se fue de 200 a mil 200 kwh.
También para el estado de Baja California hubo apoyo donde el subsidio aplica, igual que en Sonora, para los usuarios domésticos, en beneficio de 400 mil familias.
Los números anteriores significan que, hasta esos rangos, el subsidio los cubre y cualquier excedente se cobrará a tarifa normal, que rebasa los 3.409 pesos por kilowat-hora, lo que manda los recibos a las nubes, como ocurre en esta frontera al carecer del subsidio.
Para dimensionar estas cantidades, baste recordar que 1 kilowatt-hora equivale a 10 focos de 100 watts prendidos por una hora; así que, nada más calcule lo que consumirán sin subsidio los hogares juarenses, donde existen más de 400 mil aparatos de aire lavado, trabajando día y noche en el verano.
Según datos de CFE, el uso de un aire acondicionado de 1.5 toneladas de capacidad, encendido durante 7 horas al día, puede llegar a representar un costo bimestral de 4 mil 528 pesos.
A ello hay que agregarle el elevado consumo de agua que requieren estos aparatos y que, a temperaturas mayores de 35 grados, como las que registra Juárez, pierde su eficiencia de enfriamiento.
Pero ni eso que la misma CFE admite y difunde, los hace entrar en razón para darle a los usuarios juarenses el apoyo que realmente es necesario y urgente.
La negativa de la CFE para otorgar la tarifa de verano a Chihuahua, basada en registros de temperaturas que no corresponden a la realidad, choca con el reporte de la Comisión Nacional del Agua, que advierte que este año será más caluroso que el 2022, como ya ocurre en el Estado Grande.
Ese rechazo de la empresa de “clase mundial”, resulta por demás incongruente, pues en estos informes de la Conagua se basan sus decisiones para determinar las temperaturas registradas en cada región subsidiada.
Esa insensibilidad y desprecio a la demanda de los chihuahuenses no se justifica, y solo demuestra voracidad de la CFE, que en el preámbulo del cierre del sexenio busca superar el déficit que arrastra y que está trasladando a los consumidores, aunque oficialmente no lo admitan.
Si durante la crisis de violencia de 2008 a 2011, cuando se registró el éxodo de 80 mil juarenses que dejaron casas, negocios y oficinas vacías, la paraestatal niveló la caída de sus ingresos cargando la diferencia en las cuentas de los usuarios que resistieron y permanecieron en la ciudad; ahora pretenden sufragar la pérdida de 8 mil millones de pesos que la CFE tuvo durante la pandemia, cuando miles de hogares no pudieron pagar el servicio.
Esa voracidad explica también que, ahora como nunca, las cuadrillas de “eléctricos” anden con la espada desenvainada, ejecutando cortes a los productores del campo, y no perdonen ni un bimestre de atraso en un sector tan vulnerable como el educativo, al que también traen asolado con los altos cobros.
Baste recordar que, en noviembre del año pasado, cortaron el servicio de energía eléctrica, por retraso en el pago de un bimestre, al Cbtis 128, al Instituto Tecnológico y al CTIS de Ciudad Jiménez, dejando sin clases a poco mas de 5 mil estudiantes de esa región.
Otro dato revelador, que habla también del sangrado inmisericorde que hacen a todas las instituciones públicas de educación superior, son las millonarias sumas que pagan anualmente tres de las principales universidades de Juárez.
La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez pagó el año pasado 35 millones de pesos por los consumos en sus campus de Juárez, Nuevo Casas Grandes y Cuauhtémoc; la Universidad Tecnológica desembolsó 10 millones de pesos, solamente por el servicio de los edificios localizados en el libramiento Independencia, mientras que la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UACH, cubrió un millón de pesos por el consumo de dos edificios ocupados.
Si no hay consideración para estas instituciones de noble función, que solo se dedican a preparar a los futuros profesionistas y que, por lo mismo, deberían tener subsidios en el servicio eléctrico para que puedan invertir sus exiguos recursos en laboratorios y nuevas instalaciones, ¿qué pueden esperar los ciudadanos de a pie, que viven de su trabajo y tienen que cubrir otros gastos para la subsistencia de sus familias?
El único consuelo que nos queda es que, en el 2024, los generosos “transformadores” del país reconsiderarán su postura y otorgarán los subsidios, al fin y al cabo que es año electoral y todo se vale para ganar la voluntad del pueblo.
Por lo pronto, este verano atacará el monstruo depredador de la economía de los juarenses, que ya está afilando sus garras con los recibos de miedo, que llegarán a los domicilios en los próximos días. Dios nos agarre confesados.
Don Mirone