Muy interesantes los equipos atrás de los principales candidatos a la gubernatura. Confluyen en ellos figuras más conocidas por polémicas en sus trayectorias que por sus capacidades como estrategas o por sus habilidades políticas de nivel 10. Han sido importantes y han logrado espacios de primer orden, pero con lunares que no son como para presumirlos ni mucho menos concederles confianza operativa real.
El independiente José Luis “Chacho” Barraza dependerá casi por completo de los apoyos logísticos que le sean enviados por Jaime “El Bronco” Rodríguez, gobernador de Nuevo León. De allá es dirigido el grueso de las redes sociales y la mercadotecnia política. El dinero lo seguirán poniendo los chihuahuenses Terrazas, Almeida, Creel, etc.
Javier Corral es su propio operador de todo. No admite consejo en lo mediático ni deja ir boletín de prensa sin autorizarlo él mismo. Por necesidad extrema se harán cargo de la logística en campaña las dirigencias nacional y estatal de su partido pero cero confiabilidad en sus representaciones.
Enrique Serrano, el priista, es quien ha presentado en público el más raro equipo de campaña que probablemente tenga la intención de enviar el mensaje de pluralidad y unidad en el interior del PRI pero en la realidad no es así. Es un equipo extraño que desmenuzaremos un poco.
El candidato del Revolucionario Institucional más bien parece depositar su fe aún ciega en el gobernador del Estado, César Duarte, y en el equipo “padrino” que elección tras elección se integra para apoyar a los abanderados tricolores. Este caso será el más significativo. Cada funcionario recibe cuotas de regiones para operar electoralmente.
Dichos modelos de campaña apoyados desde las áreas de Gobierno no son desconocidos; al contrario, han adquirido fama y mucho cuestionamiento durante muchos años no solo hacia el PRI, sino también hacia el propio PAN y ahora hacia El Bronco.
La izquierda en la ahora Ciudad de México obtuvo su primer triunfo en 1988 a través del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y desde entonces no lo ha dejado. Hoy el partido del sol azteca comparte espacios con Morena, el partido de El Peje, escindido del PRD. Desde la primera elección subsecuente al 88 el PRD recibió todo el patrocinio humano y económico del Gobierno.
Acción Nacional intentó hacer lo mismo en Chihuahua durante el deprimente régimen de Francisco Barrio, con tan mala fortuna que no pudo repetir el blanquiazul un solo sexenio. A nivel federal Felipe Calderón consiguió los favores de Elba Esther Gordillo para ganar en el 2006; la maquinaria nacional panista casi se desvieló pero repitió en Los Pinos bajo ese mismo esquema.
Hoy no habrá excepción, ni con el independiente, ni con Corral, ni con Serrano; cada cual tiene lo suyo en apoyo gubernamental, local o foráneo pero apoyo de Gobierno.
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La campaña estatal de Chacho Barraza está siendo dirigida por Juan Hernández Senter, un político de origen azulado que manejó con buen tino el tema de los migrantes durante la campaña presidencial de Vicente Fox Quesada y formó parte de su gabinete. Anduvo también en la grilla estadunidense promoviendo al excandidato presidencial republicano John McCain. Ya conocemos los resultados.
De Hernández se dice que es buen estratega pero desconocedor casi total de la estructura político–electoral del estado. La apuesta es, como escribimos al principio, hacia las redes sociales, pero desde ahí no se cuidan las casillas. La vigilancia satelital todavía no funciona en ese terreno.
Cuenta con mayor conocimiento y experiencia en manejo territorial el jefe de la campaña de Chacho en Juárez, Manuel Soledad Villanueva. Fue uno de los operadores principales de campañas encabezadas por dhiacos panistas: Carlos Borruel, el más conocido. Trabajó también muy de cerca con otros azules como Juan Blanco, el desbancado aspirante a la gubernatura en el presente proceso electoral.
En el tema de los dhiacos aparece un escenario singular: la inmensa mayoría de ellos ha trabajado durante décadas al lado del PAN; hoy mismo ocupan cargos de primer nivel en el comité estatal, negociados con el presidente, Mario Vázquez. Con sus votos logró la reelección.
Con Barraza aparece ya el jefe mecenas de los dhiacos, Enrique Terrazas, cuyo hijo, Luis Enrique, buscará la alcaldía de Chihuahua precisamente por la vía independiente. ¿Dónde quedará entonces el apoyo real del dhiaquismo hacia la figura del candidato a gobernador panista, Javier Corral? Juárez, Chihuahua, Meoqui, Delicias, Cuauhtémoc, tienen bastante presencia del Dhiac–Yunque.
Para el independiente candidato a gobernador pudiera ser aun más importante la figura de Ramón Carrillo, uno de los amigos de El Bronco que conoce al PRI chihuahuense como la palma de su mano.
Mirone ignora cuándo Carrillo empezó a separarse o ser separado del PRI chihuahuense, pues de repente apareció en gran cantidad de imágenes con Rodríguez; posiblemente se conocieron desde que ambos eran priistas, lo cierto es que fue dirigente juvenil del PRI en el estado y anduvo por muchos años brincando de puesto en puesto partidista. En algún momento estuvo muy cerca del equipo del gobernador Duarte.
Mucha de la información que El Bronco aporta hoy a Barraza es a través de Ramón y gentes de su equipo.
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En teoría la campaña del panista Corral es dirigida por las dirigencias estatal y nacional de Acción Nacional; en la práctica Mirone está convencido de que Corral no le confía ni el bendito ni a Mario Vázquez ni menos a Ricardo Anaya. El candidato ha dirigido hacia ellos calificativos que ni La Corcholata tiene en su diccionario; ellos les han contestado con el mismo tono y hasta más decibeles.
Durante las últimas semanas, panistas y destacados priistas han asegurado que Corral anda en momios casi al parejo con Serrano y que ha dejado muy por abajo al independiente Chacho. El asesor en jefe mironiano ha reaccionado hasta con cierto escándalo, mucho morbo y algo de credulidad cuando le han hablado sobre el particular.
La ventaja de Serrano es a la hora de los sondeos por partido donde aparentemente el PRI le saca buena ventaja al PAN, aunque ya sabemos que en la boleta aparece el partido pero también el nombre del candidato, y/o apodo, y no se puede tener garantía del control del sufragio. La foto del candidato solo aparecerá en las boletas de elección de síndicos.
A Corral, entonces, parece que le ha funcionado ser su propio director de campaña, vocero, etc., etc., Y si hasta ahora esos son su resultados es muy posible que decida no cambiar de estrategia ni en comunicación social, donde despacha sin despachar el buen colega Toño Pinedo, que todavía usa las Remington y el mimeógrafo. Es un ejemplo del férreo control que mantiene el abanderado blanquiazul en su segundo intento por ser el nuevo dueño de Palacio de Gobierno.
Faltan más informaciones para tener mayor certeza sobre el rumbo de esa campaña, pero hasta el momento son algunos de los datos “sueltos” conseguidos por este escribidor. Es una paradoja para el PAN, porque a nivel de municipios sus candidatos mayoritariamente andan por la lona, con excepción de Chihuahua capital.
También ha trascendido que el mensaje de Corral a sus operadores, seguidores y candidatos a los distintos puestos de elección es que van con todo contra Serrano pero no contra Barraza. Hizo esa “petición” en una reunión de hace semanas en una granja de la salida Aldama ante unos 150 panistas. Dejó la clara sensación de que el plan B es el independiente.
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Al concluir el sexenio de José Reyes Baeza se aventó por sus pistolas como precandidato a la gubernatura Fernando Rodríguez Moreno. Traicionó también al hoy director del Issste en el Congreso del Estado donde despachó como coordinador parlamentario del PRI al finalizar aquel sexenio.
Peleó a puño limpio por el control del poder precisamente contra su sucesor en la Secretaría General de Gobierno reyista (primera parte del sexenio), Sergio Granados, hoy responsable de todas las confianzas del exgobernador en la campaña de Lucía Chavira por la alcaldía chihuahuita.
Hay una palabra que usa muy a menudo el asesor mironiano que le podemos adjudicar a El Chino Rodríguez en aquel tiempo: se deschilucó, por decir se alocó, se desbocó, se quedó arriba, etc., Había sido también secretario general de Gobierno. Reyes jamás lo creería, puesto que de todo el gabinete era al que tenía más confianza: “jamás sería desleal” le juró y perjuró a Mirone en persona. Hoy Rodríguez fue inauditamente presentado en el equipo de campaña de Serrano.
Al terminar el sexenio de Patricio Martínez García, hoy senador, también por sus pistolas quiso convertirse en el sucesor su entonces secretario de Gobierno, Víctor Emilio Anchondo. No llegó muy lejos por el Revolucionario Institucional porque ya le llevaba muchos cuerpos de ventaja Reyes –en cuya designación fue fundamental la intervención de Leonel de la Rosa–, y decidió aventarse con las siglas del Partido de la Revolución Democrática. No alcanzó votos ni para un buche de agua, por decirlo metafóricamente. Hoy también aparece al lado de Serrano.
Y por si fuera poco, el abanderado tricolor presentó también a José Miguel Salcido como integrante de su equipo. Quiso el expresidente del Tribunal de Justicia poner los puntos sobre las íes a supuestos varios incumplimientos del gobernador: creyó que podía meterlo en apuros, y por lo tanto, ser tratado según los aparentes compromisos. En consecuencia fue despojado de todo poder y muy apenas consiguió rescatar una jubilación forzada.
Todavía no empieza Serrano su campaña formalmente y ya estrenó segunda coordinación general de la misma. Salió abruptamente Javier Garfio que, a diferencia de Salcido, sí consiguió rescatar la Presidencia municipal de Chihuahua sin sanción por dejar tirado el changarro al candidato a gobernador.
Al relevo de Garfio ha entrado la diputada federal con licencia Adriana Terrazas. No tiene ella ni idea de lo que es la competida capital Chihuahua, ni mucho menos del centro, ni del sur, ni la sierra. Conoce los burros de Villa Ahumada solo por algunos de los eventos a los que por necesidad ha asistido en el centro de los poderes estatales.
Obviamente no se trata el problema solo de ignorancia sobre la geografía estatal, sino en particular del desconocimiento pleno en el manejo político electoral por todas las regiones de la entidad fuera de Ciudad Juárez. Y no es esto lo más delicado, es la bien ganada fama de la maestra en su imposibilidad para entenderse con opiniones distintas a la suya, lo cual puede resultar fatal para un proyecto como el que tiene ahora bajo su responsabilidad.
Su nombramiento es extraño en esa medida. No queda duda alguna que llega Terrazas a ese espacio porque es de todas las confianzas del candidato y que será su prueba de fuego para su presente y futuro político aunque, repite Mirone, también es evidente que la carga operativa electoral no la sacará el abanderado priista con ese equipo de campaña, sino con los padrinos en Gobierno. Es alto el riesgo, pero así son esas decisiones.
Don Mirone