En el universo Morena hay choque de galaxias

| 5:45 pm 19 marzo, 2021

Cruz Pérez Cuéllar y Juan Carlos Loera de la Rosa están en el mismo partido, pero habitan en galaxias distantes que entraron en guerra, con unas diferencias irreconciliables que no pueden ni quieren esconder, consiguiendo que Morena viva un enojo cercano a la sicosis sin que todavía comience la campaña. El reparto de candidaturas, el aterrizaje de puro arribista, la ausencia de operadores políticos y la increíblemente fallida operación cicatriz, auguran lo que muchos ven (y desean) como una inevitable caída libre al fondo del precipicio. Incluso hay morenistas dolidos que aprecian a la derrota como el más merecido y único de los castigos. No es un descubrimiento de Mirone, se puede ver como la luz del día.
 
El registro de Cruz Pérez Cuéllar trajo lecturas increíbles, como el respaldo de Armando Cabada a Pérez Cuéllar, una tormenta con truenos en el evento registral: “espero que él sea mi sucesor”, dijo el monarca Cabada, todo un sacrilegio para la feligresía morenista. A cambio, el alcalde con licencia será candidato plurinominal en primera posición, mientras Morena le arma el pelotón de fusilamiento. La militancia de base está enojada, pero la propia dirigencia juarense de Luz Elia Marín dijo que era “una traición” el agandalle de posiciones en las planillas. Los que traspiran desde hace años la brecha lopezobradorista quedaron con la boca abierta y la quijada partida ante la llegada de personajes ajenos a la 4T, como la expriista Mayra Chávez o la expanista María Antonieta Pérez, que provocaron un terremoto grado 10 con preaviso de desbandada.
 
Ya al inicio Loera de la Rosa cometió un lamentable error cuando asistió al registro del neomorenista Marco Adán Quezada para la alcaldía chihuahuense y levantó con entusiasmo e improvisación las manos del candidato. En Juárez las cosas fueron al revés, porque prefirió atender los registros en Cuauhtémoc y Parral antes que tragar bilis y legitimar la candidatura de Pérez Cuéllar. Los dos archienemigos no apelaron a los buenos oficios de la política, ni siquiera para disimular su odio, porque claramente no aprendieron nada de López Obrador.
 
La unidad que pregona el delegado nacional, José Ramón Enríquez, ya huele a humo viejo cuando apenas se observa la actitud rebelde de la dirigencia municipal en Juárez, que quiere de veras a Cruz Pérez Cuéllar, pero en una placa del cementerio, ya que supuestamente fue impuesto en una encuesta “cuchareada”. Mirone nunca vio que una dirigencia municipal lanzara su furia contra sus propios candidatos; es que ya no se acuerdan de los años de esfuerzo de la militancia que hasta pidió dinero prestado para viajar a inscribirse como aspirantes en un proceso interno que dicen que terminó manoseado. ¿Pérez Cuéllar o Loera? ¿Quién va a meter la zancadilla en la campaña? Uno de los dos puede caer el 6 de junio, lo dicen adentro y afuera del partido. ¿Qué tal si Morena pierde por los autogoles en contra? Solo el tiempo lo dirá.