El imperativo del altiplano al sistema PRI de Chihuahua no admite discusión: en las elecciones del 7 de junio deben ganar los nueve distritos electorales federal. Ni 7–2, ni 6–3, ni mucho menos 5–4, como se ha dicho en algunos análisis. Los nueve, es la orden.
No hay de otra: el régimen del presidente Enrique Peña Nieto, y el propio partido, requieren que los próximos comicios representen un referéndum político a su favor, lo que obliga a obtener mayoría en la Cámara de Diputados, y no solo mayoría simple, como ya la tienen ahora, con 213 escaños.
Está más que en chino, pero el objetivo de Los Pinos es aumentar esa representatividad, de manera que en el apoyo de los electores a los candidatos del Partido Revolucionario Institucional se haga palmario el respaldo social y político al Gobierno del presidente Peña.
De ahí que la consigna para el priismo de Chihuahua es obtener el triunfo en todos los distritos, incluido el veleidoso tercero de Juárez, que en la elección presidencial del 2012 le dio la espalda a las siglas del tricolor.
El reto es mayúsculo, porque por más reuniones de unidad que repliquen los militantes del PRI, en el terreno operativo no las traen todas consigo.
Basta una mirada sobre las circunstancias en las que se dio la designación de los candidatos, su trayectoria y su inserción en la contienda constitucional, para ubicar algunos de los serios problemas que deben superar para cumplir con la orden de los jerarcas priistas.
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En el primer distrito, con cabecera en Juárez, compuesto por una amplia franja de población rural y parte de la mancha urbana de esta frontera, la figura de Fernado Uriarte, el exdirector de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento, no parece encajar del todo.
Ni por su personalidad, trayectoria y hasta la percha, como dicen en el campo, al doctor Uriarte no se le asume como un candidato campirano, su perfil hubiera acomodado excelente en los distritos 2 o 3, de la ciudad, pero ahí está en la demcarcación electoral “más segura” de las cuatro que tienen cabecera en esta frontera y a punto de arrancar su campaña. Su trabajo partidario merece la distinción por el primero, pero ahí están los asegunes.
Los especialistas en ingeniería electoral del propio PRI recomendaron al partido y al candidato acentuar el trabajo con la estructura territorial del tricolor, y afincar la tarea proselitista en el voto duro que deberá ser movilizado a como dé lugar durante la jornada eleccionaria del 7 de junio.
Si lo anteriores son los flancos débiles del candidato a diputado federal del primer distrito, en contraparte también tiene fortalezas, y una de las destacadas en las reuniones de estrategia que ha organizado el PRI, es que los operadores de Uriarte revisaron de cabo a rabo la estructura territorial y se aseguraron de que el colchón de electores que componen su voto duro cuenten con credencial de elector.
Lo demás es lo de menos, el domingo 7 de junio desde muy temparno pondrán a funcionar las casas amigas, la operación menudo o lo que sea necesario para llevar electores del primer distrito a cruzar la boleta a favor de Uriarte y el logo del PRI.
Mayores complicaciones se perciben en el segundo distrito electoral, donde la candidata, Georgina Zapata, hija del eterno dirigente de la CTM, Doroteo Zapata, no tiene presencia, ni arraigo y un nivel muy bajo de conocimiento entre los electores de ese distrito.
La hija del líder cetemista ni siquiera vive en la demarcación territorial que busca representar, y los electores de Juárez, principalmente los priistas, ven con recelo que “una chihuahuita” les haya sido impuesta.
Para acabarla, en el área de ingeniería electoral del PRI está prendida una especie de alerta preventiva, porque detectaron que en esa demarcación territorial, como en las otra dos, muchos de los acarreadores de votos del tricolor tienen vencidas sus credenciales de elector o los que hicieron el trámite de reposición no acudieron a recoger el nuvo plástico.
Donde la cosa está más canija es en el tecer distrito, en donde los promotores del voto del PRI y las figuras del partido tendrán que “acompañar” la candidatura de María Ávila, propietaria de la franquicia del Partido Verde Ecologista, que fue designada candidata, producto de una negociación cupular, primero en el ámbito nacional, para que los ecologistas vayan en alianza con el tricolor y conserven las 28 curules.
Esos 28 votos que representa actualmente la bancada del Verde en la Cámara, fueron fundamentales para el PRI durante la aprobación de las reformas estructurales, porque sumados a los 213 votos propios, sirvieron para que el PAN y Nueva Alianza no encarecieran tanto su respaldo, en iniciativas como la reforma energética, que eran prioritarias en la agenda de Los Pinos.
Otra vez esa alianza es estratégica para el PRI, de ahí que a María Ávila se le haya cedido el tercer distrito y ella a su vez facilitó las siglas del Partido Verde para que dos priistas cercanos a Palacio contiendan con las siglas de la alianza, aun cuando después dejen a un lado el logo tricolor y lo cambién por el tucán, una vez investidos diputados, si lo logran.
En el cuarto distrito, la profesora Adriana Terrazas cuenta con todo el respaldo de la estructura del Gobierno municipal, pero nada contra corriente en lo que se refiere al apoyo de los distintos grupos del tricolor en Ciudad Juárez.
Hay quienes advierten desde ahora el riesgo de que esos grupos asuman una especie de resistencia de brazos caídos, para dificultarle la tarea a la maestra, que ya de por sí debe batallar con la denuncia que obra en su contra en la PGR, interpuesta por el Partido Acción Nacional, por el uso de programas sociales con fines partidistas.
Incluso se dice en los corrillos del PRI que “el mejor gallo de Serrano” –como la propia maestra se definió– tampoco anda tan firme como presume, porque hubo intentos desde el poder municipal de coptar al contendiente panista Raúl García.
Todos esos aspectos forman un coctel que puede ser tóxico para el PRI en los comicios de junio, razón por la cual los mandos del tricolor buscan curarse en salud.
Por lo pronto, amarraron el compromiso institucional de la figura priista de mayor peso en el escenario fronterizo, como es el caso del exalcalde Teto Murguia, quien designó a varios de sus incondicionales en las coordinaciones de campaña de los distritos dos y tres, con Enrique Licón y Luis Calzada.
En el uno va el diputado local Fernando Rodríguez Giner, que representa el apoyo de los masones, y en el cuatro el profesor Muela, con el power de la Alcaldía.
Para que amarre mejor la operación política, ya están nombrados también, desde el Gobierno del Estado, los padrinos de cada distrito: en el uno, el actual director de la JMAS, Carlos Silveyra Saito; en el dos, el secretario de Educación, Marcelo González Tachiquin, con su escudera Isela Torres; en el tres, el recaudador de Rentas en Juárez, José Luis Canales de la Vega; y el cuatro José Luis García, el secretario de Desarrollo Social, ya perfectamente acomodado en la cuadra duartista.
Como en la elección de diputados federales por Juárez, además del imperativo de Los Pinos, se juega también uno de los proyectos en la sucesión gubernamental, desde la Presidencia Municipal el alcalde Enrique Serrano dispuso una segunda red de protección con el llamado “compromiso político del Municipio”, por medio del cual también designó a funcionarios responsables de acompañar las campañas “en sus tiempos libres”.
A Fernando Uriarte lo acompaña en el uno el director de Limpia, Héctor Lozoya; a Georgina Zapata, el síndico Fernando Martínez; a María Ávila, el regidor Beto Reyes; y a la maestra Adriana Terrazas, el director de Desarrollo social, Gerardo Hernández.
En el entendido de que nada debe fallar en la operación política de las campañas, menos aún en el día D, cada responsable del compromiso municipal tiene a su vez delegados por distrito, que participarán en una especie de War Room al que bautizaron como “mesa de decisions”.
Los coordinadores de esas mesas son: en el primer distrito, Víctor Hugo Salido, agente aduanal muy cercano al empresario Fredy de la Vega, mecenas del tricolor; en el segundo, Carlos Morales, empleado de la Sindicatura; en el tercero, Arturo Castro, director del Cobach; y en el cuarto, Jaime Flores Castañeda, director de la Operadora Municipal de Estacionamientos.
Si, como se ha dicho, en Juárez las cosas no pintan tan sencillas, en el quinto distrito con cabecera en Delicias mucho menos, y lo mismo sucede en los distritos seis y siete de la capital del estado.
Vamos por partes:
En el quinto, el cantante grupero Antonio “Super Tony” Meléndez tiene un escenario sumamente complicado, con un adversario fuerte como Mario Mata, con presencia y arraigo entre los grupos económicos y políticos de la región.
En el sexto, a la candidata Liz Aguilera no se le ven muchas posibilidades de hacer clic con los electores de esa demarcación, que de acuerdo con los sondeos del propio PRI se inclinan peligrosamente por el exalcalde chihuahuita del PAN Juan Blanco Zaldívar.
Mas o menos anda igual la cosa en el octavo distrito, que en ocasiones anteriores le ha dado el triunfo de las urnas a los candidatos del PAN, y no existe la seguridad plena de que la figura del expresidente del Comité Estatal del PRI, Alejandro Domínguez, haya sido la mejor pieza para ir la contienda consitucional.
Chihuahua capital tiene además la complicación de que en su territorio el PAN cuenta con una estructura electoral bien definida, aceitada durante años; eso, junto con los problemas internos recientes que tuvo el priismo local, con la salida de la dirigente de la organización de mujeres, Teporaca Romero, y la del propio dirigente municipal Fermín Ordoñez, forzaron a tomar medidas de control profiláctico adicionales.
Todo eso explicó el desayuno de la semana pasada entre las principales figuras del duartismo y el baecismo, en donde aparentemente el exgobernador José Reyes Baeza y su sucesor César Duarte hicieron las pases y se comprometieron a respaldar a los candidatos del PRI, anteponiendo a sus intereses el imperativo del altiplano.
Sin embargo, el apoyo del baecismo quedó acotado a los dos distritos de la capital y el quinto, con cabecera en Delicias; lo que suceda en el séptimo y en el noveno, es otro cantar.
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Allá por el distrito séptimo que tiene cabecera en Cuauhtémoc, la ciudad de las manzanas, el exgerente de la Conagua, Alex LeBarón, tendrá que batallar en serio para conseguir el respaldo de los grupos de esa zona, que tienen en la panista Patricia Terrazas una gente más cercana e identificada con sus interses y sus causas.
La imagen y la trayectoria de la empresaria también aparece más sólida que la de LeBarón, cuya carrera política no va más allá del empuje que ha recibido por el actual gobernador, César Duarte.
A LeBarón lo persigue además el fantasma de los malos antecedentes familiares y señalamientos de una cuestionable actuación al frente de la delegación de Conagua, donde no hizo gran cosa por erradicar la endémica corrupción detectada en el tráfico de aprovechamientos de aguas subterráneas, mucho menos controlar la perforación ilegal de pozos a lo largo y ancho de toda la región que busca representar.
Finalmente, el noveno distrito es considerado reserva de voto verde para el tricolor, pero la figura del candidato Carlos Hermosillo abre un frente para la polémica a lo largo de los dos meses de campaña que tiene por delante, en donde deberá batallar principalmente con los señalamientos de la oposición, en torno a la denuncia por presuntos actos de corrupción que tiene en su contra, radicada en la PGR. Parral es la bodega de votos en aquel distrito, y no son tricolores.
Falta agregar la debilidad operativa que presenta la lideresa del Comité Estatal del PRI, Karina Velázquez, cuya figura no tiene peso ni calado propio, y se ve ante todo como un ápendice de Palacio.
A la también diputada federal se le dificulta en serio la relación política con sus congéneres, que aún no la ven como la dirigente formal del partido; lo mismo le sucede a la presidenta del Comité Municipal en Juárez, Mayra Chávez.
El ejemplo más claro de esas definciencias fue todo el tiempo que dejó transcurrir Karina Velázquez para hacer la primera visita al priismo de Juárez, donde se concentra el mayor número de electores.
Todo eso explica por qué la urgencia del sistema estatal priista por dar un mensaje de unidad y conseguir, a nivel local, mejorar las perspectivas para cumplir con la exigencia a nivel federal de obtener el triunfo en los nueve distritos.
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El exalcalde chihuahuita Marco Adán Quezada Martínez causó mucho ruido con su visita a Ciudad Juárez el fin de semana. Celebró varias reuniones que culminaron con una cena en El Paso.
Luego de optar por activarse –y recibir luz verde de su partido, el PRI– para salir de la capital y su terruño de Cuauhtémoc, el candidateable se decidió ampliar el abanico y venir a Juárez… y de aquí partirá al resto del estado, ha sabido Mirone en exclusiva.
Marco Quezada tuvo un desayuno con José Luis Canales de la Vega, luego una comida en Los Arcos con el presidente municipal Enrique Serrano Escobar; por la tarde tuvo una conferencia con un grupo de líderes universitarios y representantes de la sociedad civil, y finalmente cenó con los Fuentes en un restaurante paseño.
Sin duda que esta gira del cuauhtemense dará mucho de que hablar en los próximos días aquí, en el resto de la entidad y, sobre todo, en los nada discretos pasillos próximos al despacho principal de Palacio de Gobierno…
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Los despidos de personal en el Gobierno estatal no forman parte de ninguna política generalizada al respecto, le han aclarado a este seguro servidor.
Responsables de las áreas de recursos humanos centrales por allá cercanas a Palacio han asegurado que si algunas dependencias prescinden de los servicios de equis o ye en cualquier parte del estado, lo hacen de acuerdo con sus necesidades individuales y no con base en un plan general.
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“Ciudad Juárez:¿transitando del abismo a la redención?”, es el sugerente título de un informe sobre América Latina elaborado por Internacional Crisis Group que será presentado el martes en esta frontera. Mirone lo recomienda mucho. Habla de “la tormenta”, “Todos Somos Juárez”, prevención social y su particular Pronapred, “el modelo Juárez”, etc.