El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, le quedó a deber a Ciudad Juárez.
Luego de que arrancó aquí su campaña presidencial en 2018, eran grandes las expectativas respecto a que una vez en el poder, a esta frontera se le hiciera justicia presupuestal.
“Ciudad Juárez representa el pasado glorioso, también el presente de los grandes y graves problemas nacionales y también aquí en Ciudad Juárez, como todo México, se está expresando, manifestando la posibilidad de lograr juntos un mejor porvenir para nuestro pueblo y nuestra nación”, dijo el entonces candidato presidencial de la coalición “Juntos Haremos Historia”, aquel primero de abril.
Si bien se implementaron a nivel nacional varios de los programas sociales que aquí anunció, como incrementar al doble las pensiones, entregar las becas de Jóvenes Construyendo el futuro, aumentar los salarios mínimos y algunas otras estrategias de dispersión directa de recursos entre poblaciones vulnerables, ni una inversión extraordinaria mereció Juárez en su sexenio.
En el ocaso de su administración viene AMLO a esta frontera, pero no pudo siquiera inaugurar el hospital regional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aunque su conclusión la prometió desde que era presidente electo.
El 7 de agosto de 2018, en un recorrido con el entonces gobernador Javier Corral, por el cascarón inconcluso que dejó la administración duartista, dijo que esa y otras 56 obras similares abandonadas por todo el país se concluirían y se pondrían en operación.
Todo su Gabinete de Salud anunció que para el 2019 se podría terminar y poner en funcionamiento el hospital. Pero no se pudo arrancar la obra sino hasta el 2022 y hoy le faltan detalles a la edificación, además de lo más importante: equipamiento completo y el personal para operar todas las especialidades que se anunciaron.
Una vez concluido, se cumplirá al fin con la demanda que lleva al menos tres décadas: que el IMSS actúe en reciprocidad con una ciudad que tanto le aporta en empleo formal y cuotas obrero-patronales.
Así que la obra que está por terminarse apenas cubre el déficit histórico de esa institución que ejecutó la obra con su presupuesto regular, nada extraordinario. Se habla de una inversión en construcción de mil 578 millones de pesos y otros 950 millones en equipamiento.
La cifra es nada en un presupuesto federal de 9 billones 66 mil 045.8 millones de pesos para este 2024.
Ningún otro proyecto de inversión estratégica hubo para Ciudad Juárez, pese al tamaño de esta metrópoli que además ha sido polo de atracción para población de otras partes del país. Ni eso se ha traducido en algún tipo de inversión compensatoria, frente a un fenómeno de migración permanente que no hace sino aumentar exponencialmente todos los déficits de infraestructura y equipamiento.
Se entienden los esfuerzos presupuestales para acortar las desigualdades regionales y el rezago social que debe atenderse en el sureste mexicano, pero es desesperanzador que ni siquiera la deuda histórica generada por las violencias feminicidas, la guerra contra el narco y las disputas criminales interminables en medio de la exclusión y marginalidad juarenses, hayan movido a un enfoque reparador, con magnas obras de infraestructura social, deportiva, cultural o recreativa en esta frontera.
Allá un Tren Maya de casi 500 mil millones de pesos, o una refinería de 16 mil 800 millones de dólares. En este desierto, nada.
Ni a migajas llegan los cerca de mil millones de pesos federales que luego de trámites que tardaron años, se invirtieron en las rutas troncales del sistema de transporte que aún está incompleto y con la primera troncal desactivada.
Una inversión insignificante, inmersa en los tortuosos procedimientos que fija el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin). Mientras, la ciudad sigue padeciendo de sus grandes problemas de movilidad urbana, transporte y conectividad vial, donde las inversiones requeridas rebasan cualquier presupuesto estatal o municipal.
………………
Tampoco cumplió el presidente Andrés Manuel López Obrador con su promesa de inversión federal por 2 mil 500 millones de pesos para convertir El Chamizal en el megaparque que merece Ciudad Juárez.
Fue una apuesta fallida también del exgobernador Javier Corral que por mucho tiempo trabajó con López Obrador en la idea de seleccionar una única obra insignia para que se concentrara ahí el apoyo presupuestal de la Administración federal que ahora está por despedirse.
En noviembre de 2019, el futuro senador por Morena anunció el acuerdo con el presidente para ejecutar esa obra durante el sexenio, además de concluir el hospital del IMSS.
Entonces se llegó a informar que se contaba con la aprobación del secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, para asegurar la asignación presupuestal. Sería el legado de las dos administraciones, la federal y la estatal a Juárez.
Se supone que ya se contaba incluso con el proyecto ejecutivo, para no retrasar el inicio de la obra, consistente en la remodelación y rehabilitación de lo ya existente, pero además una ampliación, para convertir El Chamizal en el parque lineal más grande de todo México, con una extensión cercana a los 10 kilómetros.
El parque lineal llegaría desde el Puente Carlos Villarreal, casi hasta el Centro Histórico de Ciudad Juárez.
“Vamos a desarrollar a lo largo de lo que se conoce como Los Hoyos, instalaciones deportivas, culturales, paseos, senderos, equipo para activación física, monumentos, grandes áreas verdes, para ampliar el pulmón que significa en Ciudad Juárez el parque de El Chamizal”, prometió Corral Jurado.
Habló también de “obras de convivencia con el transporte público” para desarrollar otros proyectos, como el nuevo estadio de beisbol en un esquema de asociación público-privada y hasta el centro de convenciones que desde entonces se proyectó en “Los Hoyos”, aunque hoy sigue frenado.
Se pensó “cambiar el rostro a Juárez”, pero nada pasó. Como si no le hiciera falta a la ciudad infraestructura recreativa de primer nivel, o como si no se sufriera por la falta de parques y áreas verdes. Sin embargo, ni ese ni otro proyecto magno se realizó, ni llegó jamás alguna inversión especial para algún otro proyecto “estrella”.
………………
No hubo, pues, la inversión que se esperaba en parques públicos, tampoco en movilidad urbana y transporte. Lo mismo pasó en otras áreas que demandan inversiones millonarias, como la infraestructura hidráulica y el suministro de agua.
Nada más para abatir el déficit en infraestructura prioritaria contra inundaciones y mitigar el riesgo que enfrentan los juarenses ante lluvias atípicas, se tendría que hacer una inversión de al menos 2 mil 500 millones de pesos.
Desde el 10 de enero del 2020, en una visita a Juárez del titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Román Meyer Falcón, se anunció el apoyo federal para cuatro diques urgentes ante la posibilidad de tragedias en tiempo de lluvias.
Al término de la gestión federal, apenas se trabajó en tres diques con apoyo del Gobierno del Estado y la inversión ronda únicamente los 130 millones de pesos, una cantidad poco significativa ante la magnitud de las obras que se requieren en todas las cuencas, ya que la ciudad perdió su línea de defensa con los viejos diques que están azolvados y fracturados.
La inversión comprometida desde el 2020 era de 202 millones de pesos para cuatro obras, así que tampoco se cumplió con lo ofrecido. Incluso se proyectaron 225 millones de pesos más para la canalización del Arroyo de las Víboras, pero ahí no se avanzó ni en el proyecto ejecutivo, menos en la suficiencia presupuestal.
En materia de agua potable tampoco hubo algún apoyo especial federal para destacar, pese a que la ciudad tiene graves problemas de suministro.
A nivel local no existen recursos para cubrir obras que, según la Junta Municipal de Agua y Saneamiento, requieren de unos 10 mil millones de pesos.
Se necesitan nuevas fuentes de suministro. Por eso se enlistan en los pendientes una planta potabilizadora de agua rodada (con la opción del río Bravo) y una desalinadora, así como ampliar la conducción desde el bolsón de Mesilla, además de crecer la cobertura de la red de tubería a todos los asentamientos y ampliar la línea morada y los sistemas de tratamiento de aguas residuales.
Aquí nada hubo del Gobierno de López Obrador en esa materia, pero sí respondió de inmediato cuando la zona metropolitana de Monterrey enfrentó su crisis del agua.
El Gobierno federal aportó una inversión de más de 4 mil millones de pesos para la construcción de la Presa Libertad y también apoyó el financiamiento del acueducto El Cuchillo 2. Incluso, comprometió el pago de los intereses para un crédito financiado por Banobras, por 7 mil 850 millones de pesos.
En aquella zona de Nuevo León, resolvieron ya el problema, mientras que acá se sigue agravando y la ciudad mantiene su modelo de crecimiento expansivo y no sustentable.
Hasta para perforar pozos hubo dinero que gestionó directamente el presidente López Obrador. El Gobierno federal aportó 19.2 millones de pesos para abrir 24 pozos someros y aportar en un inicio 285 litros por segundo, además de que se reactivaron 60 pozos, con una inversión federal de 25 millones de pesos para generar otros 524 litros por segundo.
Fue inversión directa, para obras específicas pequeñas pero también para las megaobras, mientras que en Juárez los Gobiernos locales y sus habitantes han tenido que rascarse con sus propias uñas.
La ciudad necesita mucho más que el circulante dispersado aquí por los programas federales de Bienestar. Seguramente eso alcanza para aceitar las maquinarias que movilizan a los beneficiarios, al “viva- viva” de una visita presidencial, pero no para sustentar que a Juárez se le ha hecho justicia presupuestal.
Viene ya el cambio de estafeta. También Claudia Sheinbaum hizo algunos compromisos con Juárez, como resolver sus sistema de transporte público y lanzar desde aquí el Sistema Nacional de Cuidados para saldar la deuda histórica con las mujeres trabajadoras de la industria maquiladora que enfrentan la desigualdad de género.
Ya se verá en los hechos cómo se concretan esos proyectos, pero se esperan también más obras de infraestructura, de una magnitud que en verdad abatan el rezago histórico en temas tan importantes como el agua, la vivienda, la educación, la cultura o la salud.
El espacio público no se regenerará ni podrá ejercerse el derecho a una mejor ciudad mientras que los buenos deseos de los políticos y gobernantes no se materialicen en acciones y presupuestos de una envergadura mayor, justo del tamaño que los juarenses exigen y merecen.
Ojalá y después de seis años no tengamos que repetir que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, le quedó a deber a Ciudad Juárez.