En domingos pasados presentamos a los lectores de esta columna la entraña del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Chihuahua de cara al proceso electoral que tendrá su culminación en junio próximo; también de cara al relevo en la gubernatura el año entrante. Nos metimos hasta la cocina.
Para la sociedad no es poca cosa lo que se juega en las elecciones de junio: el control de la Cámara de Diputados. El presidente de la República requiere ese control para lo que llaman en la clase política la “gobernabilidad” del país. Pero también el PAN, el PRI, PRD, Morena, desean el control para lo que se denomina contrapeso hacia el presidente de la Nación. Ya veremos cómo quedan.
Para los chihuahuenses es particularmente relevante la elección del año entrante: tiene que ver con alumbrado público, pavimentación, impuestos, seguridad pública, recolección de basura, escuelas, hospitales, turismo, leyes, fiscalización de recursos, etc. y más etc.
Serán disputadas la gubernatura, las 67 alcaldías, 33 diputaciones locales, 67 sindicaturas, regidurías. En resumen, una administración cercana a los 60 mil millones de pesos por año. Un pastelote que no debe ser dejado en manos de cualquiera.
Por eso es importante el análisis. Debemos saber quiénes y cómo se van perfilando los aspirantes a administrar el gran pastel o alguna de sus rebanadas. Del PRI hemos mencionado esos nombres que se vienen repitiendo desde hace meses y que luchan denodadamente por mantenerse en la lista, ya desde espacios de poder público como senadurías, alcaldías o el Poder Judicial, ya desde escenarios privados, pero con antecedentes inmediatos también de administración pública, específicamente exalcaldes.
Entre nombre y nombre, hemos visto a detalle cómo esas figuras van avanzando, de qué equipos forman parte; hemos colocado en el análisis elementos de valoración para ir definiendo el tamaño de su poder real y hemos hablado del contexto partidario en el que se desenvuelven.
El caso del PRI ha resultado harto interesante con el gobernador César Duarte Jáquez como primer priista. En sus casi cinco años al frente de las riendas tricolores se ha fortalecido un equipo llamado precisamente duartista, pero en su entorno se mantienen poderosas corrientes o individualidades internas con la fuerza suficiente para el relevo. Quedito y fuerte, en público y en privado, trabajan por quedarse con el pastel del 2016, si no con todo, al menos con una porción bastante decente. Ya presentamos la radiografía, pero le daremos puntual seguimiento en el futuro.
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Ahora nos ocuparemos del Partido Acción Nacional (PAN). El blanquiazul permanece en la jugada sucesoria aunque adolezca de severos problemas de salud interna reflejados en sus exiguos espacios de poder: un par de presidencias municipales de medio pelo: Delicias y Cuauhtémoc, y algunas diputaciones locales que no servirían de nada si no es por el lustre y poder que les da un solo hombre habilísimo negociador y tribuno sin competencia en la actual legislatura estatal: César Jáuregui Moreno.
La figura central del panismo chihuahuense es justamente esa: Jáuregui, pero no tiene un grupo definido como tal ni ha mostrado aspiraciones personales hacia la gubernatura o hacia alguna de las alcaldías.
Aunque el legislador ha revelado en corto su preocupación por la debilidad institucional partidista, no ha ido más allá del espacio que le es permitido por su dirigencia estatal. Es indiscutible que otro gallo le cantaría al blanquiazul si tuviera bajo su mando las riendas del Comité Estatal. No habría desbandada.
Acción Nacional llega a la presente contienda del 2015 con los siguientes números: en el 2001 gobernaba el 48 por ciento de la población chihuahuense; en el 2007 bajó al 37 por ciento, y en el 2013 se desplomó hasta casi 9 por ciento. En esta último elección intermedia estatal fue muy significativo que el partido fundado por Gómez Morin haya dejado mil casillas sin representante, según los reportes del Instituto Estatal Electoral.
Y si hablamos de elecciones federales como la que ahora tenemos en marcha, el panismo chihuahuense bajó hasta el 26 por ciento en el 2012, respecto de un 40 por ciento que había alcanzado en el 2006. Los resultados son globales para elección de diputados.
Son descensos importantes, sí, pero no suficientes como para mover el ánimo de la dirigencia estatal encabezada por Mario Vázquez hacia el fortalecimiento del partido. Su convicción, la de Jáuregui, y la del Dhiac–Yunque que opera la mayor parte de las decisiones tomadas por Vázquez, es que el escenario está colocado como para agarrar vuelo en el 2015 y alcanzar la gubernatura el año entrante. Consideran que ganando tres de las nueve diputaciones federales este año quedan preparados para instalar el escenario del 2016 en el que su gallo rendirá protesta como gobernador.
Podría sonar loco, o cuando menos poco serio, que ellos mantuvieran una certeza semejante cuando precisamente su salud interna es más que precaria porque siguen alejando y hasta expulsando a cuadros vitales que les han representado presencia, fuerza y poder real. Es una contradicción creer que se ganará la gubernatura al tiempo que se atomizan las fuerzas internas.
Pero Vázquez y quienes dirigen al partido no le apuestan a más unidad que la de ellos mismos, y partiendo de ahí han depositado su confianza, no en la fuerza interna, sino en la supuesta debilidad de sus contrincantes partidarios.
En esa estrategia está metida indudablemente la dirigencia de Acción Nacional en el país que estuvo de acuerdo con particularizar la publicidad que le corresponde de medios electrónicos, para enfilar las baterías contra el priismo local, específicamente en el caso de Chihuahua contra la Administración duartista.
Los spots en radio y televisión son graneados. Los “bajaron” un momento por orden del Instituto Nacional Electoral, pero subirán otros. Por ahí se irán. Sus efectos no los conoceremos pronto. Las encuestas generales colocan todavía al PRI con arriba del 36 por ciento de las preferencias y al PAN con promedio de 24.
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El proyecto de Vázquez–Jáuregui para la gubernatura es, sin duda, el exalcalde de Delicias Mario Mata Carrasco, un político que vino de menos a más bajo la guía y dirección de César Jáuregui.
Al concluir su Administración en el 2013, Mata fue objeto de fuertes ataques que se suponían dirigidos a que el PAN no repitiera en la tierra de los Baeza, pero al final quedó el relevo en manos de un blanquiazul, Jaime Beltrán del Río. Se fajó el exalcalde muy bien los pantalones.
Corrieron mil especulaciones sobre aquel resultado que no deben ser por completo descartadas, pero ninguna le resta mérito político a la dupla Mata–Jáuregui.
Mata es hoy candidato a diputado por el distrito que tiene como sede precisamente Delicias, el quinto. Ganarlo lo colocaría en inmejorable posición, tanto para ganar la candidatura, como para albergar esperanzas de disputar la gubernatura con posibilidades de triunfo justo por su historial exitoso, breve pero exitoso, y bien conducido.
Lleva como opositor a otro personaje también muy exitoso, pero del mundo de la cantada: Tony Meléndez, el jefe del Grupo Primavera, que tiene años ya deleitando a las multitudes de todo el país y a la pochada estadounidese con innumerables rolitas chillonas y hasta uno que otro narcocorrido, como aquella oda al “mentao” cuerno de chivo, que “se lleva parejo a culpables e inocentes…”
El mismo carácter de empuje y nada dejado lo tiene el candidato por el sexto distrito, el exalcalde chihuahuita Juan Blanco Zaldívar. Obtuvo la nominación tras una final de fotografía, contra la operación de Mario Vázquez, aunque su base principal de operación es la misma: el Dhiac–Yunque. Lo acompañan también Opus Dei, Legionarios de Cristo y organizaciones de esa naturaleza que han cohabitado desde siempre en el PAN.
Blanco arrastra problemas de mala fama en su trayectoria. Tiene más flancos débiles en ese sentido que Mata, así que si avanza ya veremos expedientes completos de su manejo como alcalde. Son casos muy sonados de corrupción.
También se ha rumorado muchísimo la posible aspiración por la gubernatura de Gustavo Madero, que ha salido bueno para los acuerdos bajo la mesa con la Presidencia de la República–PRI. A uno de esos acuerdos se le adjudica precisamente la posibilidad. En breve lo veremos liderando al grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados, puesto que se autocolocó en el primer lugar de la lista plurinominal.
Esos son los cuadros principales que pueden ser llamados oficialistas con su asegunes. Cualquiera de ellos que obtuviera la postulación para gobernador, obtendría la suma del resto. Mata apoyaría a Blanco o a Madero; Blanco a Mata o Madero; Madero a Mata o a Blanco… hasta ahora.
Descompone por completo esa formación el senador Javier Corral, que enfrentado con Vázquez y frecuentemente con la dirigencia nacional de su partido, ha buscado respaldo operativo en Morena. Mantiene de su lado a figurones como Pancho Barrio, Guillermo Luján Peña y otros que le pueden representar el éxito dentro de su partido. Es remota una victoria interna, pero de Corral todo se puede esperar, aun y con su aberrante e irracional descuido de colocarse en manos de sus incontables enemigos con el borrachazo en tierras chilangas.
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“He renunciado al Partido Acción Nacional… Simpatizante desde los albores de la juventud y militante de más de una década, entendí ya, aunque me duela mucho, que el Partido Acción Nacional que amé, que me apasionó, con el que crecí, ha muerto… sólo quedan de él un acta de nacimiento y olvidados en algún rincón sus principios de doctrina como herencia rechazada, herencia desdeñada.
“Queda el cascarón que hace 75 años se construyó… Queda el espíritu del Acción Nacional que quisimos conservar vivo, pero que es sólo eso: un fantasma.
“Tristeza me da pensar que ya no compartiré con las valiosas personas que en Acción Nacional conocí. A ellos agradezco su cariño, confianza y atenciones, esperando la vida nos reúna en otras circunstancias y espacios.
“Tristeza me da este México sin esperanza, sin un futuro alentador. Tristeza me da un ciclo que se cierra y, por supuesto, deja luto… pero la vida misma es un ciclo, así que bienvenido el duelo, que la vida sigue… Gracias a quien tengo que agradecer”.
Así se despidió la doctora Olga Ponce del PAN. En los últimos años le zangolotearon feo las intenciones de participar en candidaturas hasta que decidió renunciar al blanquiazul. Sus palabras lo dicen todo. Tales expresiones guardan debida relación con su trayectoria; es decir, no es bluf: trabajó intensamente por el partido durante añales y por lo tanto tenía buena cantidad de seguidores.
Ella se separó de Acción Nacional hace alguna semanas. En días pasados hizo lo propio Cruz Pérez Cuéllar. Fue dirigente estatal dos veces y diputado otras dos ocasiones. Indudablemente es una pérdida considerable para los azules. Mantuvo una sonada disputa durante varios años contra su exprotegido Mario Vázquez y contra su compadre Javier Corral. Con él se van muchos, si no de los listados de militantes, sí del activismo.
Antes de Pérez Cuéllar se marchó Eduardo Esperón González, hoy secretario de Obras Públicas del Gobierno estatal; casi al mismo tiempo, también partió Miguel Jurado Contreras, hoy presidente municipal de Parral… ¡por el PRI! “La dirigencia no toma en cuenta las opinions de la militancia”, restregó.
También habían renunciado la exdiputada Patricia Flores, el exdiputado Emilio Flores, el exfuncionario de varias administraciones Manuel Macías, el juarense Goyo Meza y toda su familia, el exregidor Daniel Navejas, el regidor Valentín Estrada de Camargo, y de Meoqui Mario Villagrán.
Las defecciones son incontables. Los mencionados representan solo ejemplos para ilustrar lo que ocurre en el interior del panismo que, repite Mirone, no parece preocupar a los actuales dirigentes más allá de gestos de indiferencia. Su prisma para observarse a sí mismos es muy distinto.
La realidad para la ciudadanía, para la sociedad que participa en sufragar con sus impuestos las actividades del PAN y todos los partidos, es la descrita a lo largo de este texto. Su radiografía presente como actor electoral así está y su situación interna es la comentada. Ya veremos cómo siguen las cosas en los meses siguientes.
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Para algunos, el gobernador César Duarte, como acostumbra, ganó el jalón al exgobernador José Reyes Baeza, con su presencia en el desayuno que éste brindó ayer en su casa de Chihuahua capital a los candidatos a diputados Alejandro Domínguez y Liz Aguilera.
Para otros, fue Reyes Baeza quien se fortaleció, sobre todo dentro del PRI, al llevar hasta su domicilio a Duarte para que comprobara en persona su voluntad por impulsar la “unidad” tricolor. La relación entre ambos políticos ha sido menos que fría, hasta de confrontación, a lo largo del presente sexenio.
Duarte inició su estrategia desde el viernes por la tarde invitando a cenar a Reyes Baeza para darle a conocer que asistiría al desayuno. Así lo hizo, pero el control de los invitados lo apeñuscó el exgobernador, quien hábilmente convocó a los exdirigentes estatales tricolores y a los exintegrantes de su Gabinete. Hubo espacio, por lo tanto, para el precandidato a gobernador del baecismo, Marco Adán Quezada, quien provoca urticaria grave a Palacio. También invitó a los exalcaldes chihuahuitas; ahí quedó incluido el duartista actual presidente municipal, Javier Garfio, quien a lo largo del encuentro no modificó su rictus de mortificación, seguramente no ocasionado por los chilaquiles.
Quedó claro que el duelo de fuerzas continuará (como lo hemos analizado aquí). La frase que aún este domingo será objeto de discusiones entre la clase política priista será la dicha en el desayuno por Duarte al baecismo: “hagan sus cuentas”, pero también lo precisado por Reyes: “señor Gobernador, aquí estamos”.
¡Vaya adrenalina política!