Los panistas no han terminado por hacer clic con el poder público tanto como el PRI a nivel nacional o el PRD en el Distrito Federal, no por el jacobino prurito del origen barnizado de decencia, moralina, buenas costumbres y todos esos accesorios generalizadamente utópicos en el real ejercicio del poder público (ya comprobamos que su desempeño no se basa en la biografía de la tierna madre Teresa), sino porque en el interior del partido se baten a muerte entre ellos. Al más calvo le arrastra el pelo a la hora de los arañazos y patadas en público y/o en privado sin importar que lo publique Mirone. Cual dicen los comentaristas deportivos: se dan con todo.
Ese gen maldito de las neuronas contaminadas por víscera (algo así como una crónica peritonitis cerebral), está hoy siendo tratado por algunos liderazgos referentes azules dispuestos al antibiótico al menos temporal en aras de arrebatar al PRI la nómina pública 2016 llamada Gubernatura, alcaldías, etc.
Nada agradable debe ser para Javier Corral reunirse con un Mario Vázquez al que le guarda especial distancia tanto por su rudimentaria preparación intelectual como por las dos ocasiones en que el dirigente estatal ha sido su opositor rudo en proyectos políticos. Lo fue durante el desarrollo de la Unión Ciudadana y también durante el proyecto de “la rebelión de las bases” contra el actual líder del PAN, Ricardo Anaya, y “el avasallamiento feudal” de su entonces padrino, Gustavo Madero Muñoz.
Blanquita Magrassi los unió a todos durante sus funerales y ellos aprovecharon para reunirse luego en La Calesa y abordar el tema de la unidad precisamente hacia la unidad. En la imagen aparecieron Madero, Corral, Vázquez y otros dos personajes singulares:
Juan Blanco Zaldívar, diputado federal local, con el que se reunió Corral a solas días después en un discreto rincón del aeropuerto de la ciudad de México (Mirone dio cuenta del hecho). El diputado fue antes alcalde de la ciudad de Chihuahua.
No defraudó Blanco a socios ni amigos privilegiados porque al final de su Administración municipal fue acusado de corrupción. Estuvo recluido en el Cereso. Es necesario mencionar esto porque a pesar de ser puesto en el defecadero de la opinión pública, luego se presentó con irreprochable carta de no antecedentes penales en la elección de este año y fue el único de los candidatos panistas en el estado en ganar una diputación, y con buen porcentaje sobre la candidata del PRI. La impunidad en la política es perdonada hasta por las víctimas de la corrupción: los ciudadanos. No recuerda Mirone si la carta de no antecedentes fue firmada por Salas o ya por Nicolás. Demasiada ironía.
El otro que apareció en la imagen fue Carlos Angulo Parra, exdiputado federal, juarense. Al igual que Corral, Madero y Blanco, aspira a la Gubernatura aunque, para el gusto de Mirone, muy lejos de tener posibilidades reales siquiera de alcanzar la nominación interna con todo y “publicidad irreverente”. Se necesita mucho más que mal gusto para jalar la atención y el beneficio de los electores.
Angulo, igual que Blanco y Madero, han desarrollado su trayectoria política de la mano de grupos de ultraderecha como el Opus Dei, Legionarios de Cristo, Dhiac, Yunque. Esa es la fuerza principal del exdiputado, más que su popularidad o conocimiento de la estructura electoral de la entidad.
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Más allá que ese cuadro de La Calesa haya sido trazado con pintura de agua que luego se corre y desaparece –es muy frágil esa mesa de la unidad–, faltaron ahí elementos que o están siendo trabajados de manera independiente para creer en que superarán el gen maldito o necesitan atenderlos a la brevedad.
Es poco esa mesa sin la participación de los alcaldes de Cuauhtémoc, Heliodoro Juárez; de Delicias, Jaime Beltrán del Río; por supuesto del coordinador parlamentario del PAN en el Congreso del Estado, César Jáuregui Moreno; del exalcalde de Delicias, Mario Mata Carrasco; del exalcalde chihuahuita Carlos Borruel; y, por supuesto, del dirigente del PAN municipal en Juárez, Jorge Espinoza Cortez, cuyo punch político–personal no es para quitar el sueño a nadie por enclenque, pero sí su representación institucional es fundamental en un municipio que significa arriba del 40 por ciento del electorado de la entidad.
Sin el PAN en Juárez durante los últimos años –literalmente–, el PRI se ha despachado con la cuchara grande. Espinoza ha sido visto chiquito y orejón hasta por su dirigente estatal que a cambio se ha ganado el calificativo de “personaje obtuso y oscuro” por parte del líder municipal.
Beltrán del Río y Heliodoro mantienen bajo control dos plazas también vitales para el 2016 y han demostrado que, tomándolos en cuenta y con sillas disponibles, se suman a la mesa con los susodichos. En la misma situación están los exalcaldes Carlos Borruel y Mario Mata.
El caso Jáuregui es un poquito distinto porque no es de quienes arman y desarman territorios electorales en el campo de batalla, pero sin su capacidad intelectual y como estratega ninguno de los citados llegaría a ningún lado el año próximo. Sin él, Mario Vázquez la pasaría ahora bajo algún árbol en Santa Isabel matando el tiempo paladeando, eso sí, las inigualables paletas y nieve de Germania.
El nombre del jefe coordinador legislativo en este segmento no quiere decir que haya sido rechazado en la mesa o que haya entrado en conflictos con su entenado, el dirigente estatal, pero sí ha sido evidente que Corral y compañía lo observan con recelo importante y hasta rechazo por su relación de amistad con su tocayo, el gobernador César Duarte, que es mantenido bajo metralla constante por el precandidato y senador.
El grupo panista visto en su conjunto es fuerte. No por nada el gobernador Duarte desde la precampaña usó la eficaz estrategia del divide y vencerás, haciéndose de los favores del empresario Pablo Cuarón, luego arrebató un par de fotos con Juan Blanco para hacer rabiar a Borruel y más tarde, en la intermedia, adquirió los derechos políticos electorales de una pieza fundamental en Parral, como lo es el ahora alcalde Miguel Jurado; luego hizo lo mismo al desactivar a Antonio López en Chihuahua capital, etc.
Mario Vázquez, en lugar de controlar la debacle, le echó más combustible al incendio: expulsó a un montón de líderes blanquiazules de los que solo se salvaron precisamente Espinoza y Corral por la bendita intercesión mediadora de Jáuregui.
Hoy seguramente la estrategia del PRI puede ir en el mismo sentido, más cuando al gobernador le preocupa heredar la silla a alguno de sus delfines y al PRI nacional mismo le interesa retener Chihuahua. Un PAN unido no es nada saludable para el tricolor, aunque conserve poca levadura y sea muy dietético. Su porcentaje de preferencia en las encuestas lo mantiene entre 10 y 15 por ciento abajo del PRI. lo cual es muy poco a la hora de una campaña por la Gubernatura.
La comida en La Calesa, la reunión Corral–Blanco y una capital del estado con mayoría de votación azul hacen creer que el panismo puede volver por sus fueros… con todo y los asegunes expuestos. Y para complicarla un poquito más en el ala tricolor chihuahuense, los últimos sondeos dicen que por primera vez en los últimos tres años ha obtenido mejor calificación el presidente Peña Nieto sobre el gobernador César Duarte.
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Esas posibilidades reales del PAN de retomar el poder en la entidad mantienen en estado máximo de alerta al sistema nacional priista que perdió bastiones importantes este año en la república y que debe redoblar esfuerzos para impedir que los rebase por la izquierda Andrés Manuel El Peje o por la derecha El Bronco Rodríguez de Nuevo León, en el 2018… peor aún, el Movimiento Ciudadano, que está floreciendo intensamente desde Jalisco y que sus liderazgos repudian solo escuchar la eventualidad de aliarse con el PRI.
En el antes y después del arribo de Manlio Fabio Beltrones a la dirigencia nacional tricolor hay diferencias notables entre la forma en que se movía “el partido oficial” desde Los Pinos y la forma en que se empieza a manejar hoy.
En el caso que nos importa esta vez, Chihuahua, Beltrones no está dejando hilo suelto. Mirone sabe de primera mano que durante la última semana sostuvo prolongadas pláticas con los precandidatos a la Gubernatura, Víctor Valencia de los Santos y Héctor “Teto” Murguía. En la víspera de esos encuentros hizo lo propio en largas charlas con las senadoras precandidatas Graciela Ortiz y Lilia Merodio. Todos por separado. Y también se dio su tiempo para hablar con el jefe del grupo Delicias, José Reyes Baeza, por medio del cual ha enviado algunos mensajes terapéuticos, particularmente a Marco Adán Quezada, buscando bajar rayitas al menos al discurso agreste hacia la figura del primer priista del estado.
La línea hacia todos ha sido la misma: intensificar su presencia en la entidad para fortalecer la marca hacia la campaña constitucional, quede quien quede finalmente al frente de la candidatura. Obvio, en todos los casos ha estado presente la figura del gobernador Duarte como parte medular de las conversaciones. En corto, en el privado de esos intercambios, la realidad en el Estado ha sido expuesta sin matices, directa, tal cual es percibida por cada uno(a) de ellos(as).
Más allá de la felicitación que le externó al momento de ser designado dirigente nacional, no sabe Mirone de mayor acercamiento entre el gobernador y Manlio. Es de dominio público el frío entre ambos. Duarte aspiraba fervorosamente a la silla del sonorense, hijo del chiltepín y el río Yaqui. Sin embargo, se dice que la valoración está siendo fría por completo, sin ingredientes emocionales que pudieran repercutir negativamente en las decisiones tomadas.
En ese rango están siendo medidos por Manlio también los delfines del gobernador, Enrique Serrano y Javier Garfio, y los que son y no son delfines, que fueron regresados a los sondeos: Jorge González Nicolás y José Miguel Salcido, fiscal general el uno, presidente del Tribunal de Justicia el otro. Serrano está haciendo lo necesario y más hacia el priismo juarense para hacerse merecedor de la nominación más allá de su afinidad duartista.
En el empuje de la dirigencia nacional priista está bien sincronizada ahora la Secretaría de Gobernación, cuyos operadores son observados cada vez con mayor frecuencia en los distintos lugares por donde se mueven los precandidatos y precandidatas priistas… y por donde se mueven los aspirantes blanquiazules.
Las decisiones están más cerca de lo que nos podemos imaginar, los escenarios de confrontación hacia el interior del PRI y los intentos de reacomodo del PAN con sus números, que no son para nada despreciables, están ocasionando que la unción no sea a la de ya, pero sí en el momento justo para que al ungido o ungida goce del tiempo necesario para reagrupar a todas las fuerzas internas y arranque la campaña constitucional sin fracturas domésticas peligrosas.
Don Mirone