El Estado vs. el señor notario: Tragicomedia o teatro de lo absurdo
Ponga usted en blanco y negro, estimado lector, las imágenes del fedatario público desconociendo los Marurrecibos que supuestamente debió haber certificado, y las imágenes de nuestro gobernador que -por tal osadía- le avienta el aparato completo de procuración de justicia encima al letrado de la Notaría 4. Tendrá, ni más ni menos, un nivel de calidad equiparable al de la época de oro del cine mexicano,una película de Cantinflas, pero de las buenas, no de las de a color.
Resulta que, casualmente, unos documentos llegaron, anónimamente, hasta las oficinas de un conocido medio de comunicación en Chihuahua. Se trataba de los ahora famosos Marurrecibos de la nómina secreta, supuestamente certificados en 2014 por el notario Flores Sáenz.
Luego, el Gobierno estatal, notoriamente sorprendido ante tal hallazgo, reiteró que cada vez había más elementos para vincular a proceso a Maru Campos, precandidata a la gubernatura por el PAN-PRD.
Fíjese, ahora no solo existían copias simples de recibos, sino que hasta recibos notariados había ya entre sus voluminosos legajos.
No contaban con que, días después, un desmemoriado notario Flores -en medio de una autohagiografía, y mientras fincaba su impoluta honestidad y rectitud en las enseñanzas de la madre Teresa de Calculta- desconocería tales certificaciones notariales, mandando al precipicio la prueba de mayor peso sobre la cual se sostiene la teoría del caso de la Fiscalía estatal para imputar a la actual precandidata.
La enérgica reacción del gobernador no se hizo esperar, faltaba más. El temerario notario Flores tendría que pagar su desmemoria y su falta de compromiso con la operación Justicia para Chihuahua. Entonces, llegó la hora de certificar que el fedatario público efectivamente si certificó los documentos que dijo no haber certificado, o al menos no recordarlos en su cándida memoria certificadora.
También llegó la hora, mire usted estimado lector, de saber si esos recibos supuestamente certificados por el fedatario Flores, son documentos que un notario puede efectivamente certificar, porque de no ser así el letrado estaría incurriendo en un posible delito, al certificar documentos notoriamente incertificables. Claro, esto no lo tenían contemplado en la Fiscalía, mientras el olvidadizo notario no se echara para atrás en las famosas certificaciones.
También llegó la hora de conocer cuántas empresas constituyó el notario Flores Sáenz, ya que, como hasta los niños lo saben, todo fedatario público debería saber si una empresa que va a constituir será perpetradora de delitos u otras atrocidades en un futuro cercano o muy lejano, a quién le importa. Por tanto, en su carácter de forajido de la nómina secreta, el fedatario deberá de responder ante la justicia por todo lo que hayan hecho o dejado de hacer esas perversas y constituidas personas morales.
Lo que se lamenta en todo esto es que en un circo de tres pistas fácilmente se pierde de vista lo sustancial, lo verdaderamente importante. Para empezar, ¿qué es lo que certifica un notario en casos como el que nos ocupa? De acuerdo con la versión del Gobierno estatal, ¿Flores Sáenz certificó que la firma de los recibos es del puño y letra de Maru Campos? O, en dado caso, ¿el notario certificó únicamente que tuvo a la vista un recibo original en cuyo contenido aparecía una firma atribuida a la actual precandidata? Por lo que se observa, lo que realmente sostienen el Estado y la Fiscalía es el segundo punto; sin embargo, esto también fue puesto en duda por el propio fedatario.
Entre todo este manojo de despropósitos y absurdos tragicómicos, ¿Maru Campos cometió realmente el delito de cohecho? El río está revuelto, y quienes lo siguen revolviendo parecen más que acusadores, los defensores y promotores de la hoy precandidata del PAN-PRD. Solo el transcurso de las próximas semanas le señalarán a Mirone hacia dónde se enfila esta puesta en escena.