El Chueco “cayó”, pero nunca lo atraparon
Nueve meses después de que ocurrieran los hechos donde dos sacerdotes jesuitas, un beisbolista y un guía de turistas fueran asesinados presuntamente por el narcotraficante Noriel Portillo, alias El Chueco, este finalmente “cayó”.
En efecto: cayó, del verbo caer, y calló, del verbo callar, porque ya no sabremos mucha de la información que este tránsfuga podría tener.
Según las versiones que prácticamente confirmó la Fiscalía de Chihuahua, el prófugo más buscado del estado fue abatido a tiros en el municipio de Choix, Sinaloa, el pasado sábado 18 de marzo, cuando estaban por cumplirse ocho meses de aquel múltiple homicidio ocurrido en la ancestral capilla de Cerocahui, municipio de Urique.
Apenas el 14 de febrero, el fiscal César Jáuregui Moreno había asegurado que El Chueco caería de un momento a otro.
“El Chueco será detenido pronto”, dijo entonces el encargado de procurar la justicia en el estado, sin dar más detalles sobre la investigación.
Para aquella fecha, habían pasado más de siete meses desde que un operativo conjunto compuesto por efectivos de la Guardia Nacional, el Ejército, la Marina y las Policías del estado emprendieron la búsqueda de alguien a quien identificaban como “brazo armado” del Cártel de Sinaloa y peligroso generador de violencia que debía cuentas desde el asesinato de un profesor estadounidense.
Pasaron los meses y las únicas versiones que se pudieron recoger acerca del tal Chueco es que “estaba escondido en una cueva”. Faltó que detallaran en cuál de las miles que hay en la barranca de Urique.
El operativo, a final de cuentas, no sirvió para mucho, como tampoco el ofrecimiento de una recompensa de 5 millones de pesos a quien ayudara a capturarlo.
¿Cayó? Sí, cayó, pero víctima de otro hecho delictivo, similar al que se le acusaba a él. Es decir, que el círculo de violencia no paró, sino que “se comió” a su propio generador.
El peligro que representaba El Chueco ya terminó, pero no el del delito, la violencia y el enfrentamiento entre bandas delictivas.
Lástima que haya caído así, en vez de sentarlo frente a un juez y que compurgara una sentencia, para regresar la tranquilidad, la paz y la normalidad a la entidad donde ejercía la violencia este líder criminal.