Los primeros días del ejercicio gubernamental de la nueva clase política panista y variopinta (por su tremendo contraste ideológico) no han sido miel sobre hojuelas.
El mismo día de la asunción del gobernador, Javier Corral Jurado, los funcionarios del gabinete y agregados cometieron errores de párvulo que repercutieron fuerte en medios de comunicación formales y redes sociales, causando las primeras abolladuras a la recién desempacada administración.
La extraordinaria estructura mediática en redes con la que cuenta desde la campaña electoral el hoy gobernador Corral significó un dique por completo rebasado para contener el alud de señalamientos, armados y no, que llegaron como consecuencia de los mismos hechos.
Cuatro meses de transición política parecen muchos, pero por lo que se observa no fueron suficientes para que el ganador de la contienda electoral del 5 de junio y su grupo de apoyo diseñaran una estrategia a prueba de minas terrestres y pifias políticas en el arranque del Gobierno.
Todo indica que se trató de un auténtico exceso de confianza producido por el resultado electoral lo que llevó a descuidar flancos que ni de reojo pueden ser dejados al ahí se va.
Ya habían probado la rudeza del derrotado adversario político, dispuesto a no dar ni un solo paso atrás ni arrendarse tras el derrumbe de su proyecto sucesorio. Lidiaron con la presión política de las impugnaciones al triunfo electoral, la contratación de deuda pública, el intento de blindarse de una investigación con la creación de la Fiscalía Anticorrupción y el madruguete en la creación de la Judicatura estatal.
Pero ni con todo eso el nuevo grupo en el poder tuvo la previsión de construirse un escudo protector, en tanto encendía el arranque del aparato gubernamental y empezaba la mecha; al contrario, en lugar de buscar el paréntesis indispensable para medir el agua a los camotes hubo bravatas contra todo mundo: maestros, medios de comunicación, opositores, empresarios, etc. El concepto de conciliación fue apartado de forma categórica.
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El gobernador Javier Corral cuidó los puntos finos de la integración y presentación de los 16 puestos de primer nivel que conforman el gabinete. Se pulió en cumplir con el compromiso de la paridad de género y de contar con hombres y mujeres cuyos perfiles profesionales y hoja de vida no tienen mayores cuestionamientos.
Hasta ahí satisfizo expectativas durante la presentación del gabinete aquí en Juárez, en vísperas de su toma de protesta en la sesión solemne del Congreso del Estado, allá en Chihuas capital, que indudablemente salió a pedir de boca para la nueva administración, aunque muy al final haya aparecido el pelo en la sopa.
Por el resultado del Día Uno, el mandatario descuido la segunda línea, no fue lo suficientemente preciso en las instrucciones; relajó el control, cedió a presiones y recomendaciones de grupos y personajes cercanos al entorno partidista y/o personal, o quizá simplemente dejó la garete el asunto, el caso es que se le enredaron las pitas como nunca imaginó que le pasaría apenas tomadas en sus manos las riendas del poder.
El primer traspié llegó en el minuto cero del nuevo régimen, con la posesión de mando de las corporaciones policiacas, en donde Javier Corral decidió encargar la tarea “provisionalmente” a Javier Benavidez González, un viejo y controversial panista que durante 30 años se ha ofertado como cuadro profesional en el área de policiaca y de seguridad, pero con una gran cola del mismo tamaño de esas tres décadas.
Quien haya puesto el currículum de Benavides como primero en la fila de aspirantes a dirigir la Policía Estatal Única, recomendado su nombre al gobernador Corral, o él mismo, quizá, no repararon en el impacto negativo que tendría esa decisión dentro del propio equipo de gobierno y ante la opinión pública, dado los antecedentes del veterano policía y su abierta confrontación con el coordinador de Comunicación Social y amigo desde la infancia del mandatario, Antonio Pinedo.
No solo en eso estuvo el agravio, porque todo indica que el nombre de Benavides le fue impuesto al propuesto fiscal, César Augusto Peniche, y para rematarla, la forma en que fue dado a conocer su inserción, por medio de una transmisión en vivo por redes sociales, realizada por Carlos Angulo Parra, autodenominado coordinador de Gobierno Abierto, terminaron por crear un coctel molotov que estalló antes de la toma de protesta de Javier Corral en el Centro de Convenciones.
Angulo fue objeto de todo tipo de dicterios hacia el grupo más próximo del gobernador Corral, porque su protagonismo lo llevó a presentar aspectos que no platicó previamente con nadie de los jefes.
Al gobernador Corral se le pudo haber pasado el cuidado de las formas, concentrado como estaba en la revisión del discurso del evento más emblemático del quinquenio, y hasta de su vida, pero sus dos principales operadores políticos, Gustavo Madero –coordinador ejecutivo del Gabinete– y César Jáuregui Robles –secretario de Gobierno– no podían ni debían dejar saltar ese gazapo. Los rebasó Angulo.
El paso de Benavides por la Policía Estatal es fugaz, debido al embrollo creado. Su encargo provisional no debería prolongarse más allá de esta semana, una vez ratificado el fiscal general. Cada minuto al lado de la administración estatal será con cargo a la imagen del gobernador Corral.
Y si como lo señaló escuetamente el gobernador, hasta ahora no ha obtenido respuesta del Gobierno federal a su solicitud de colaborar en la búsqueda de mandos policiacos probados y con perfil idóneo, debe ventilarse y transparentarse ese aspecto ante la opinión pública, porque en la casa de enfrente, pintada de tricolor, ya les están arrimando leña para mantener encendida la pira.
La primer consecuencia del resbalón con Benavides fue hacer efectivo, inmediatamente, el pacto que se había mantenido subrepticio, entre el alcalde independiente electo, Armando Cabada y el exgobernador César Duarte, para aniquilar política y electoralmente a Héctor “Tetito” Murguía en las elecciones municipales y ahora se retoma con la designación del exfiscal Jorge González Nicolás, como medio de contraste a la política de seguridad que busca establecer el régimen de Javier Corral.
Después de escuchar el discurso de Corral en el Centro de Convenciones, la actitud colaboracionista del alcalde independiente de Juárez hacia el nuevo régimen estatal se fue al traste.
Dos elementos de peso debieron influir en el cambio: el refrendo al compromiso de investigar y llevar ante la justicia al exgobernador César Duarte Jáquez y el anuncio de un nuevo modelo de comunicación social del Gobierno que elimina los convenios con empresas de comunicación, que pega a los intereses de la empresa familiar del alcalde independiente, hasta hoy con carácter de electo.
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Las vicisitudes del debut del Gobierno corralista siguen con el ruido mediático, producido por las declaraciones del secretario de Educación y Deporte, Pablo Cuarón, que enterró la promesa de campaña de eliminar las cuotas de inscripción a estudiantes de nivel medio superior y universidades públicas.
Se suma el afán de notoriedad de los funcionarios que arriban a la administración y los reciclados. Emma Saldaña Lobera, la directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer, se arrancó de su ronco pecho con una colecta de medicamentos en apoyo de hospitales, clínicas y centros de salud del sector público.
Apenas leyó por ahí un anuncio suelto del gobernador Corral, doña Emma se enredó la pashmina Burberry, se acomodó los lentes Dolce & Gabbana y se arrancó con la colecta. Ni siquiera esperó a ver cuál será la instrucción oficial en ese sentido por parte del secretario de Salud Ernesto Ávila, del coordinador ejecutivo del Gabiente Gustavo Madero o ya de perdido del propio mandatario.
Ella quiso ser la primera, confiando en aquello del que “al que madruga, Dios lo ayuda”, y más si se trata del nuevo amanecer.
Esos puntos y el tema de las fotomultas, sobre las que el propio gobernador Javier Corral planteó la posibilidad de mantenerlas como estrategia de seguridad sin fines recaudatorios, han sido tomados como filones para empezar la labor de zapa a la credibilidad del nuevo Gobierno por parte de los grupos de priistas en redes sociales.
La compleja situación que afronta el estado, sin flujo de liquidez, incuantificados pasivos con proveedores, la presión del servicio a la deuda pública, el estrés presupuestal, el repunte en los índices de violencia y la resistencia al cambio político que implica la alternancia, para grupos de interés, incluso dentro del partido ahora en el Gobierno, generan condiciones propicias para generar infiernillos.
El inicio de estos primeros seis días no ha sido sencillos; han dejado ver los nuevos jefes del Ejecutivo que la pirotecnia retórica no es suficiente en el ejercicio del Gobierno, por el contrario, en una de esas incendian la pradera. De la retórica a la demagogia hay unos centímetros de distancia, aunque la demagogia no requiera de ninguna estética oratoria. Las famosas redes sociales son yesca dispuesta. Dejar de asomarse a la realidad no significa que esta no exista.