Después del 7 de junio será otra historia la del PRI chihuahuense. Quienes encabezan a sus distintas corrientes harán valer su fuerza a partir de esa fecha.
El priismo encabezado por el gobernador César Duarte Jáquez ha tenido su clímax de poder en las elecciones locales intermedias y en la designación de abanderados para las diputaciones federales de este año.
En el 2013 fue insignificante lo que soltó el duartismo a otras corrientes tricolores. Cedió más a partidos como el Panal, el Verde y hasta el PAN, antes que a los de casa.
Algún representante del baecismo se quedó en posición de ínfimo nivel en el Gabinete; algún marquista obtuvo solitaria curul. Un aislado como dócil tetista fue incluido también en el Congreso del Estado. Hasta ahí. Ni una alcaldía ni nada superior. En el Poder Judicial, magistraturas de 15 años sólo para muy duartistas y panistas.
El principal asesor mironiano sostiene que el gen priista es de subordinación plena y que bien puede pasar una locomotora por su humanidad sin que haya reacción importante. Ciertamente, la disciplina en ese partido ha superado infinidad de pruebas aun sin el poder presidencial.
Por lo tanto, concluye el asesor, nada ocurrirá después del 7 junio, sino la marcha campante hacia la elección del año próximo, con un priismo sin ánimo de confrontación interna, aunque el duartismo los haya dejado mirando el festín sexenal desde la banqueta; y en algunos casos hasta seriamente señalados, con temas como la deuda pública, la tragedia del Aeroshow, la seguridad pública, la marginación, etc. “Los que en la otra bailaron, en esta se sientan”, pudo ser la frase de Duarte, adjudicada en el pasado a líderes del PRI que sin misericordia la aplicaban a quienes exhibían más inquietud de la “prudente” tras dejar espacios de poder.
Entonces, la hipótesis inicial mironiana sobre el cambio que sufriría el PRI pasada la elección federal de este año, debe tener motivación y fundamentación, como dicen los señores profesionistas que inundan sus oficinas de búhos y quijotes.
Para ser creíble en el análisis, este escribidor llevó a cabo un sólido sondeo que no lo alcanzarían ni los Campos o De las Heras. No fue elaborado ni por teléfono ni aleatoriamente en campo, casa por casa.
El levantamiento surgió de manera natural justo entre los líderes de las principales corrientes que dirigen al PRI chihuahuense. Por supuesto que no nos fue permitido colocar nombres ni fotos, pero todos coinciden en lo mismo: “el duartismo debe ser colocado en la banca y ser relevado por el priismo auténtico”.
Así lo dicen. Esos líderes de corrientes no consideran priistas a varios operadores de Palacio, como lo son Pedro Hernández, o Carlos Hermosillo, o Jaime Herrera, o los LeBarón, o Luis Lara, o Eugenio Baeza, o Jaime Galván…
Pero al contrario: el duartismo se considera auténticamente priista, con el derecho y hasta con la obligación de “no dejar a medias” lo iniciado por el gobernador César Duarte. Quieren seguir las tandas de frente, sin sentarse.
Es por ello que el gobernador continúa haciendo intentos serios por brincar al Gabinete de Enrique Peña Nieto. Ello le permitiría tener mano para dejar a un sustituto temporal y abrir de par en par las puertas para que el sucesor en Palacio sea uno de su equipo.
En el Balcón del domingo pasado reseñamos bastante sobre esa intención. Desde luego, no sabíamos el cambio que haría Peña Nieto de Jesús Murillo Karam hacia –se ha dicho– la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano), área mencionada como de las posibles en el brinco de Duarte. Ya no será esa, pero hay muchas otras. El propósito es continuar los planes allende el 2016.
Las condiciones están generándose para una explosión. Coincide Mirone con el inquieto asesor en que las diferencias entre los priistas serán superadas al final del día por el respeto a la tradición del gen o por mera conveniencia; sin embargo, antes de que el agua eventualmente retome su nivel, habrá tormenta, buena tempestad y bronca intestina, fuerte bronca intestina.
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Sin necesidad de acuerdos explícitos entre los jefes y jefas de corrientes internas no afines a Palacio, existe en ellos una convicción común: no deben ser los alfiles del gobernador Duarte los que ocupen la silla en el despacho principal del Ejecutivo estatal.
Tienen los ojos puestos en el presidente municipal de Juárez, Enrique Serrano, y en el de Chihuahua capital, Javier Garfio Pacheco, como los puntales de Palacio. No le conceden posibilidad alguna a otros mencionados, como el empresario Eugenio Baeza Fares, al que –dicen– sólo le interesa seguir obteniendo algunas de las grandes obras estatales. No ven como alfil del gobernador al secretario de Educación, Marcelo González, pero sí lo ven apersonándose como tal y convencido de sus posibilidades desde que fue secretario particular.
Los opositores a Palacio aseguran que los susodichos tienen sólo la fuerza política que les pueda trasladar el gobernador y no la requerida entre las bases tricolores o la influencia–relación–poder hacia la cúpula partidaria nacional que los ubique con alguna ventaja extraordinaria individual sobre el resto de los suspirantes.
Para fortalecer ese análisis inclusive han ordenado la elaboración de encuestas a nivel estatal en las que Serrano aparece poco nomás en Juárez, Garfio no pinta ni en la capital que gobierna –es de Parral o de algún lugar cercano–, mientras que Baeza y Marcelo son imperceptibles.
Mencionan como otro ingrediente fundamental en el giro que habrán de tomar las cosas a partir de junio la “tremenda inconformidad” del priismo chihuahuense hacia la forma de hacer las cosas durante el presente sexenio. Supuestamente el priismo y sus principales líderes han sido ignorados y ofendidos con decisiones que sólo han beneficiado al círculo próximo del gobernador y a grupos distintos al PRI, como es el caso de Miguel Jurado en Parral o el panismo en Delicias.
Y desde Palacio de Gobierno los mensajes a esos opositores también han sido claros. Los alfiles–delfines siguen en lo suyo trabajando en el 2016 como si no existiera crítica interna alguna. Serrano fue colocado una vez más –el jueves– en Chihuahua capital participando en todos los eventos del primer priista del Estado, y es cada vez más frecuente la cancha que le abre en la Ciudad de México.
El gobernador parece realizar mayor esfuerzo hacia el proyecto del edil juarense que hacia cualquier otro. Desde la Alcaldía juarense alguno más papista que el papa aseguró que Garfio ya cedió su intención a Serrano, pero desde la Alcaldía de Chihuahua reclamaron ayer que no es cierto.
La realidad es que Duarte placea –aunque con menor frecuencia– al egocéntrico y excéntrico Garfio, sube y baja en sus mensajes a Baeza Fares, y no ha mostrado signo abierto alguno hacia Marcelo, aunque reconozca su gran capacidad de trabajo dándole toda la manga ancha para que tome decisiones como secretario de Educación, cosa que nunca hizo con el antecesor Pablo Espinoza, al que dejó solito y su alma contra los tiburones del SNTE, hasta que tronó como ejote.
El mentado caballo negro, José Miguel Salcido Romero, ha sido operado en su fulgurante carrera política por el gobernador Duarte, pero no por decisión propia del ballezano, sino por la influencia del magistrado con Enrique Peña Nieto. No está considerado como competencia entre los opositores a Palacio.
Duarte Jáquez, pues, no negociará con sus críticos internos. Sin ningún temor hacia ellos los ha dejado nomás mirando. Por si había dudas, ayer fue colocado su muchacho James Barousse como número 11 en la lista de candidatos a diputados pluris del PRI, a pesar de la denuncia penal en su contra. Ya casi es legislador.
Desafiante, seguro de sí mismo, “el César de los Gobernadores”, como lo llamó por ahí un cantautor, va perfilando decisiones hacia el futuro, confiado en su propia habilidad para negociar con la oposición y su facilidad para treparse hasta donde despachan los grandes electores de su partido. Conoce perfectamente el camino, así obtuvo la nominación en el 2010. Su única desventaja al respecto es que ahora también sus críticos lo ubican bien y sus alcances son similares. Choque de trenes.
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Ninguno de los mencionados como suspirantes tricolores a la gubernatura, contrarios a los planes de Palacio –no necesariamente opositores ni sobre quienes elaboró Mirone el sondeo– ha disminuido intenciones de seguir al frente. Ni siquiera con las características descritas sobre el poder del gobernador.
La senadora Graciela Ortiz González continúa estructurando su equipo hacia el objetivo del 2016 y haciendo toda la presencia posible en las principales ciudades del estado.
Los cercanos a la legisladora consideran que, de todos los prospectos, es ella la que mantiene mayores vínculos de influencia y confianza entre grandes sectores del PRI nacional –ha sido secretaria de Elecciones–, así como una estrecha relación con el mismo presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
No se dejará quitar la candidatura ni por los otros contendientes ni por el gobernador.
Igual ocurre con el exalcalde Héctor “Teto” Murguía. También mantiene poder en el centro del país; sostiene desplegada su estructura en buena parte del estado y se considera el “más popular” de todos.
Está convencido el exalcalde de que esta vez no le harán lo del 2010 para bajarlo de lo que consideraba una “candidatura en la bolsa”. No habrá expedientes inventados que lo puedan tumbar esta vez.
Desde luego que el trabajo lo deberá hacer solito con su equipo, porque de plano no puede contar con Palacio, aunque en una situación complicada al momento de las definiciones aparezca como el más cercano al duartismo de los no duartistas. No ha peleado ni le interesa pelear con el gobernador. Antenoche sostuvo larga plática con la presidenta de su partido, Karina Velásquez
Marco Adán Quezada, el exalcalde chihuahuita, sí que la tiene de subida: sufre el veto completo del gobernador Duarte, de todo Palacio y de los otros equipos que buscan el mismo fin.
Si por alguna parte ha iniciado la gran fractura tricolor, es por ahí. Marco ha empezado a sacar la cabeza públicamente después de la tranquiza recibida con el tema del Aeroshow y se ha mostrado en actitud de enfrentar cualquier mala mirada o mal gesto de Palacio. Asiste a cuanto evento público lo invitan y trabaja en su cuarto de guerra específicamente hacia la obtención de la candidatura. No hay reserva ni temor.
Quezada tiene otro talón de Aquiles, aparte de esa circunstancia: durante su Administración en tierras chihuahuitas no se mostró –ni se ha mostrado– interesado por otras partes del estado más allá de la capital. Los priistas apenas lo conocen en Cuauhtémoc, de donde es originario. En Juárez y el resto de la entidad pasa por completo desapercibido, aunque ya trabajan en ello sus operadores desde el Estado –no duartistas–, Gustavo Zabre y Jesús Rodríguez.
Una de las más agraviadas por Palacio y sus alfiles, la senadora juarense Lilia Merodio Reza, ya demostró que no está hecha de algodones de azúcar. Fue a la capital del Estado a poner públicamente en su lugar “la misoginia” del alcalde Garfio.
Aunque la legisladora bajó en público el tono de su crítica, no ha disminuido el ritmo de su actividad en la entidad. No se pierde ni presentaciones de libros, y menos cuando son de Javier Contreras.
Ha sufrido la senadora toda clase de obstáculos en el despliegue de su trabajo, pero no es de las que se arredran ni perdonan. Sus relaciones en el Senado y la Presidencia de la República son también bastante sólidas. Tiene derecho de picaporte para hablar bien o mal de cualquiera, sin desperdiciar ni un solo minuto. Nada en calidad de chisme, todo documentado.
Atrás de Lilia, de Marco, de Teto, de Graciela, o a un lado de ellos, aparecen poderosos padrinos, aliados, amigos y hasta posibles socios, que de distinta forma han hecho sentir su presencia en los correspondientes equipos. José Reyes Baeza y Patricio Martínez, exgobernadores, no están en la banca ni quieren irse a la mecedora. Son actores esenciales dentro del priismo. También los Vallina, los Terrazas, los Lara, los Baeza, los Galván, los “Norteñitos”, los Bermúdez, los Fuentes, los Quevedo… Todos listos “para lo que se ofrezca”. Todos preparados para defender sus espacios de poder públicos… y privados.
En el PAN siguen las restas
Los números finales de la elección interna panista para elegir candidatos a diputados federales por el principio de representación proporcional quedaron de la siguiente manera: el juarense Víctor Talamantes quedó arriba con 2 mil 946 votos, la también juarense Cristina Jiménez alcanzó 2 mil 404 votos, el chihuahuita Eduardo Fernández obtuvo el tercer lugar con 2 mil 308 votos, la parralense Inés Martínez logró mil 930 votos, y la juarense María Antonieta Pérez llegó a los 920 votos. En total votaron 5 mil 700 panistas, de cerca de 9 mil 200 registrados
Esos números son muy importantes para el panismo y su futuro electoral. Queda claro que fue una “elección de Estado”, una elección operada directamente por la dirigencia estatal de Mario Vázquez para lograr la nominación de Cristina Jiménez que, por género, irá al primer lugar de la lista de candidatos; en segundo Talamantes, etc… Nomás ella tiene certeza de una diputación (si no hay impugnación). Cristina ni se despeinó para hacer campaña.
Vázquez y el Dhiac se han empeñado en expulsar del partido a los equipos representados en Inés Martínez y María Antonieta Pérez. Con Fernández no hay problema, porque también pertenece al Dhiac–Yunque.
Junto a Inés opera el perezcuellarismo; junto a María Antonieta el corralismo. De Cruz, Mario Vázquez ha dicho “que se vaya del partido o lo corro” –está en proceso de expulsión–; de Javier Corral ha dicho: “es un hijo de su ch… madre”.
Es decir, al dirigente blanquiazul no le merece respeto ni siquiera la fuerza electoral de esas dos corrientes –que no se pueden sumar, porque también están confrontadas a muerte–. Su forma de dirigir al blanquiazul para servirse a sí mismo significa que no le importa casi el 50 por ciento de sus correligionarios distribuidos entre Inés y María Antonieta, así que las vísperas no son nada halagüeñas para el panismo en junio próximo.
P.D.- ¿Acaso el Comandante Rocha?, ¿o quién de la Ministerial quiere quedarse con el carro Challenger 2014 del caso Felipe Ángeles? Buena bronca para el fiscal Nicolás de ser así. De hecho, le dicen a Mirone que el vehículo no aparece en ningún corralón oficial.