Dicen que en política no hay casualidades y por lo tanto, no es casualidad que en los dos únicos viajes que ha hecho a los Estados Unidos el presidente Andrés Manuel López Obrador, la justicia norteamericana se haya movido repentinamente para acelerar procedimientos en el caso del exgobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, preso en una cárcel de Miami.
En Julio de 2020, Duarte Jáquez fue detenido por Alguaciles Federales de la oficina del US Marshal de los Estados Unidos, cuando salía de un negocio de autopartes usadas en Miami, presuntamente propiedad de uno de sus hijos.
La detención ocurrió el mismo día en que el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió con su homólogo Donald Trump en la Casa Blanca. En el encuentro de esa fecha, el mandatario estadounidense respaldó los esfuerzos de lucha contra la corrupción del Gobierno mexicano.
En esta ocasión, cuando el presidente López Obrador, realizó el segundo viaje a los Estados Unidos para hablar ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en Nueva York, la jueza federal Lauren Fleischer Louis, de la Corte Federal del Distrito Sur de Florida, autorizó la extradición a México de César Duarte, exgobernador de Chihuahua, para que enfrente los cargos por corrupción que le formuló el Gobierno del Estado durante la administración de Javier Corral.
Dos visitas a la Unión Americana y dos movimientos magistrales, con acciones relacionadas a la lucha contra la corrupción, una de las principales banderas del gobierno de AMLO, por lo que, definitivamente, quedan descartadas como simples coincidencias en ambos casos.
Ahora solo falta que lo suban a un avión y lo traigan a Chihuahua, pero para que eso ocurra, todavía tienen que agotarse los recursos que sin duda interpondrán los abogados defensores para detener la orden de extradición de la jueza federal.
Suponiendo que Duarte llega como inquilino al centro de meditación y arrepentimiento de Aquiles Serdán, únicamente podrá ser juzgado por el cargo que motivó y fundó la extradición, que al parecer es un presunto desvío por 190 millones de pesos, cuya carpeta no ha sido entregada a los abogados, quienes han denunciado con ello la violación al debido proceso y, por lo tanto, el caso se puede caer y Duarte podría ser juzgado con arraigo residencial y no desde la prisión.
Pero todo esto es parte de las conjeturas y especulaciones que ya hacen los duartistas y corralistas, estos últimos cantando un triunfo que será realidad hasta que el exgobernador pise suelo mexicano. Mientras tanto, lo que digan y presuman a nombre de Javier Corral es utópico.
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Y a propósito de Corral, la gobernadora Maru Campos dejó la víbora chillando cuando al trascender la noticia de la inminente extradición de Duarte, soltó un tuit donde pluraliza que “a los exgobernadores ni perdón ni olvido”.
El mensaje completo que envió el lunes a las 9:44 de la noche, con dedicatoria a Corral, sin mencionar su nombre, dice a la letra: “frente al proceso de extradición del exgobernador Duarte, lo digo hoy como le he dicho siempre: a los exgobernadores y a quien haya dañado a Chihuahua, ¡ni perdón ni olvido! Actuaremos conforme a la ley y cuidando siempre el debido proceso. ¡En Chihuahua prevalecerá la justicia!”.
Más claro ni el agua. La gobernadora pluraliza y no lo hace pensando en otro ex que no sea Javier Corral, su despiadado persecutor que jamás pensó, ni en sus peores pesadillas, que su malquerida compañera de partido le puede conseguir muy pronto una larga estancia en San Guillermo.
Javier siempre quiso aprovechar el momento de la noticia sobre la extradición de Duarte, para colgarse la medalla y casi casi reclamar los derechos de autor de esta acción judicial, pero le fue como en feria.
Tras su mensaje en el sentido de que la extradición representa un avance en la exigencia de justicia, le llovieron críticas en las redes sociales por el Gobierno que encabezó, por la deuda que le heredó a Maru, porque se jineteó el dinero y simuló trabajo y porque no hizo obra ni programas sociales.
Esas fueron algunas de las reacciones de los cibernautas que hasta le preguntaron, a manera de sorna, ¿cuándo le tocará ir a la cárcel para que pague el daño que también le hizo a Chihuahua?
Ahora que ya no cuenta con su equipo de activistas que lo defiendan en el ciberespacio, porque ya ni los panistas lo hacen, Corral se vio aplastado, y solo falta que salga con una de sus clásicas capsulas informativas en video, para hacer caravana con sombrero ajeno y restarle importancia al mensaje de la gobernadora.
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El que de plano se vio ausente de la realidad que se vive en Chihuahua y exhibió sus miserias en el análisis del tema, fue el dirigente estatal de Morena, el profesor Martín Chaparro, quien atribuyó la declaración de la jueza federal de Florida sobre la extradición de Duarte a una estrategia de Maru Campos para desviar la atención por los préstamos que está pidiendo.
Como una “distracción útil”, así la calificó el neófito profe, como si Maru hubiera manipulado a la jueza para que soltara la noticia de la extradición.
Solamente en la cabeza del profe Chaparro cabe tremenda ocurrencia, que demuestra su ignorancia en el tema del proceso de extradición, pero sobre todo en lo que se refiere a los altos estándares de ética y honestidad de los juzgadores en el sistema de justicia de los Estados Unidos.
A lo mejor, en su ignorancia piensa que los jueces federales de la Unión Americana son como los jueces a modo y de consigna que tuvo Javier Corral a sus órdenes, para operar cualquier ilegalidad que se le ocurriera durante su quinquenio.
Ni siquiera por ser de Morena, le da algo de crédito a su jefe AMLO o de perdida a Marcelo Ebrard, como gestor directo del proceso de extradición de Duarte.
Será bueno saber qué opina el delegado Juan Carlos Loera de las inocentadas de Martín, o cuando menos le recomiende que lea para que esté mejor informado, active las neuronas y no ande haciendo el ridículo con declaraciones absurdas en los medios.