Se les encartó la sucesión en la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH). Ya andaban las cosas complicadas el pasado mes de abril, cuando se decidió posponer el proceso y enviarlo al mes de agosto seguros como estaban en Palacio y el PRI de ganar las elecciones. Convertida en apéndice tricolor la máxima casa de estudios, podía esperar para designar nuevo rector.
Ahora, desde la derrota, en un escenario no previsto ni por la más febril de sus pesadillas (“Sueños para una historia de horror”, podría llamarse este capítulo), al gobernador César Duarte no le quedó más remedio que soltar los hilos de la elección de rector.
Hacer eso lo ha contrariado en extremo. Le molesta observar cómo su amigo y paisano, Enrique Seáñez, se realineó de inmediato y opera la su propia sucesión buscando congraciarse con el nuevo tlatoani, el panista Javier Corral, quien poco a poco ha ido arrimando a su control a los directores de las 15 facultades que forman parte de la UACH.
Eso se notó a lo largo de la semana, desde la publicación de la convocatoria las ternas que fueron integradas y registradas ayer sábado, en espera de la decisión que será tomada esta semana entre el rector maestro Seáñez y el próximo titular del Ejecutivo.
Al gobernador César Duarte no le queda más que observar y enviar uno que otro calambrillo político por aquí, por allá, pero ya sin la power que habría tenido en abril para haber convertido en jefe de la máxima casa de estudios hasta a Juan de las Cuerdas.
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Por aquellos días, la decisión de postergar la elección de la UACH se consideró una medida acertada. Dentro de la universidad los grupos se habían alebrestado al máximo y no se consideró sano rebotar de más las aguas con 35 mil universitarios enfrascados en una confrontación interna, cuando el grueso del mundillo académico–estudiantil se considera de filias tricolores.
En abril, a días de arrancar la sucesión de rector, como estaba previsto en la Ley Orgánica de la UACH, la disputa se daba entre los grupos de priistas dentro de la máxima casa de estudios, los mismos que estaban aún enfrascados en la lucha por los espacios de poder en el proceso eleccionario constitucional.
Operadores políticos directos de Palacio estaban metidos en la sucesión de la UACH, sin abrir margen de acción al entonces candidato del PRI, Enrique Serrano. Además, dentro de la universidad presionaban las corrientes propanistas y las de izquierda.
Para el grupo en el poder lo más sano fue enviar la designación de nuevo rector y directores de facultades cuando se hubiese asentado la polvareda de las campañas políticas y el eventual gobernador electo tuviera más pastel por repartir entre quienes le ayudaban en campaña.
Nada salió como estaba planeado. El 5 de junio las urnas rugieron por la alternancia política y la gubernatura quedó en manos de Javier Corral, clasificado como el enemigo número uno de Palacio.
En medio del fuego cruzado del gobernador saliente y el entrante, el rector Enrique Seáñez optó por repetir las mismas reglas del juego con las que él fue electo.
La convocatoria publicada el lunes 15 de agosto despertó suspicacias entre los aspirantes que cuestionaron la poca claridad de algunos puntos y requisitos, pero al final del día el nuevo rector saldrá de las ternas de directores.
Seáñez cambió sus delfines. Si en abril dejaba entrever cierta inclinación por una terna en la que cabían los directores de Ingeniería, Ricardo Torres; de Filosofía, Luis Fierro, y de Economía, Germán Valles, palomeados por la ballezocracia, ahora sus perfiles son otros.
Bajo la égida del nuevo cetro del poder político, el rector Seáñez estaría jugando con nuevas cartas, entre ellas el director académico de la universidad, Javier Martínez; el de Ciencias Agrícolas y Tecnológicas, Francisco Márquez Salcido, y conservaría a Luis Fierro, de Filosofía.
Hasta ayer había 14 directores enlistados y palomeados por los claustros universitarios como aspirantes formales a Rectoría: los tres mencionados en el párrafo anterior, más Enrique Carrete, de Derecho; Liliana Álvarez, de Contabilidad; Ricardo Torres Knight, de Ingeniería; Jesús Benavides, de Medicina; Eloy Díaz Unzueta, de Ciencias Políticas; Francisco Javier Flores Rico, de Ciencias de la Cultura Física.
Van también Gustavo Alatorre, de Odontología; Germán Valles, de Economía, y se coló a la nominación Jesús Robles Villa, postulado por Faciatec, Delicias, falta que llegue a la terna final. El fue secretario de Educación durante el régimen estatal azul de Pancho Barrio y por eso algunos le consideran ciertas esperanzas.
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El proceso se va desarrollando ríspido, la guerra sucia hizo presencia dentro de la UACH, lo mismo que fue el sello característico de las pasadas campañas electorales, entre los directores de las 15 facultades se han sacado los trapos sucios al sol, en el afán de denostar a los rivales.
Las malas prácticas de la grilla partidista operaron dentro de los claustros de las facultades, controlada la auscultación de las bases por los directores con pretensiones de hacerse de la silla de Rectoría.
Por ejemplo, en la Facultad de Odontología, su director, Gustavo Alatorre, se autopromueve como el ungido de Javier Corral, y para asegurarse de ser postulado por el claustro rompió todas las reglas de la convocatoria, de la Ley Orgánica y de la decencia política.
Los maestros de esa facultad promovieron un recurso de inconformidad ante el Consejo Técnico, ante el cúmulo de irregularidades, desde citar solamente a sus incondicionales, obligar a los estudiantes a identificar su voto con nombre y número de matrícula bajo la consigna de hacerlo por el director, Gustavo Alatorre.
En circunstancias similares se dieron la mayoría de los claustros y la nominación de los directores. En Contabilidad Liliana Álvarez desplegó una amplia operación política desde días atrás. El presidente de la Sociedad de Alumnos, ligado al dirigente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI, Cristopher James Barousse, lanzó una campaña en redes sociales con el lema, “Liliana Alvarez, primera rectora de la UACH”.
En ese mismo tenor se movieron durante la semana los directores de Derecho, Enrique Carrete, y Fierro, de Filosofía, también postulado por Bellas Artes. Todos intentando generar la percepción de tener ligada de antemano su inclusión en la terna que será sometida a votación del Consejo Universitario.
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Sin embargo, en la UACH ya se habla de la irrupción de un caballo negro, con la nominación del director académico de la Facultad de Zootecnia y Ecología, Javier Martínez.
Con él por delante, se supone que irían los consejeros de las facultades más o menos controladas por el maestro rector: Enfermería, Bellas Artes, Faciatec, Economía Internacional, Filosofía y Letras y Ciencias Agrícolas y Forestales, pero hasta ahí.
Los directores de esas facultades han venido sosteniendo reuniones en grupo con el rector Seáñez y algunos operadores del gobernador Corral, pero sus votos no les alcanzan ni para las dos terceras partes –son 63 votos en el Consejo Universitario– requeridos en las dos primeras eventuales rondas de votación ni el 50 más uno de la tercera.
Los directores controlados han conseguido privilegios excepcionales durante los últimos años que los obligan a acatar las líneas recibidas. Hijos, hijas, maridos, esposas y otros parientes cercanos recibieron tiempos completos y/o posiciones administrativas especiales. Elvira Sáenz, la jefa en Enfermería, obtuvo tiempo completo para su marido. Luis Fierro, de Filosofía, mantiene tiempo completo pero no imparte cátedra, etc.
Pero al final del día la incógnita está por despejarse, su resultado será la primer muestra palpable del estilo que tendrá Corral en el ejercicio del poder. ¿Como Pancho Barrio? ¿Como Patricio Martínez? ¿Como Reyes Baeza? ¿Como César Duarte? Qué horror parecerse a cualquiera, pero la decisión que caiga tendrá necesariamente puntos de comparación con todos esos antecesores. Antes que termine la semana lo sabremos.