Con tres caravanas en marcha rumbo a los Estados Unidos, es un hecho que la crisis migratoria se sigue desbordando en México, sin que en la frontera norte exista un plan de contingencia para enfrentar el problema que se materializará durante los primeros meses del año.
La cadena de televisión digital Telesur reportó ayer que la tercera caravana, de 2 mil 200 migrantes, principalmente haitianos, se dividió en tres grupos para llegar al norte del país. El primero de mil personas salió el jueves, el segundo de 600 partió en la madrugada del viernes, y el tercero, también de 600, arrancó el sábado por la mañana.
La información registra que la primera caravana se mantiene en el estado de Veracruz, la segunda continúa varada en Chiapas; donde negocian con el Instituto Nacional de Migración (INM) su proceso de regularización, con la opción de poder trabajar legalmente en territorio mexicano.
Los tres contingentes, que hacen recordar a las primeras oleadas de migrantes, refugiados y desplazados que se registraron en el 2018 y 2019, no definen aún la ruta final que seguirán, pero las organizaciones defensoras de los derechos humanos que las acompañan revelan tres destinos: Tijuana, Ciudad Juárez y Matamoros.
Esto ocurre en momentos en que el país registra el mayor número de peticiones de asilo de la historia, con 108 mil casos, según los informes de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas y la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (COMAR).
Este hecho y la amenaza de una cuarta ola de la pandemia en esta frontera, donde los contagios al alza hicieron retroceder al semáforo amarillo, obligan a cuestionar a las autoridades de los tres niveles de Gobierno sobre la estrategia de contención y atención que seguirán cuando cualquiera de las tres caravanas llegue a la ciudad.
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Si el programa Quédate en México y las audiencias de las cortes migratorias se reactivaron en El Paso, es lógico pensar que la mayor parte de las caravanas enfilen a esta frontera.
Durante la anterior etapa de este programa, también conocido como Protocolo de Protección al Migrante (MPP), 70 mil de ellos se quedaron en el limbo, varados a lo largo de la frontera mexicana en condiciones deplorables, mientras sus peticiones de asilo se resolvían en las cortes, cosa que nunca sucedió.
Por esta razón, activistas de organismos como el Comité Internacional de Socorro de Arizona y Proyecto Corazón en el Valle del Río Grande, han dicho que habrá un desastre humanitario con la reactivación de los MPP, precisamente por la experiencia pasada.
En los años anteriores, fueron las organizaciones de la sociedad civil, religiosas y particulares, las que asumieron su atención a lo largo de toda la frontera, con recursos propios y mucho valor por los grupos criminales a los que tuvieron que desafiar al defender la libertad y los derechos de miles de migrantes, expuestos al comercio de los traficantes de humanos.
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Durante los últimos cinco años, los automovilistas de Juárez no solo han sorteado baches de todos tamaños y calles colapsadas por obras inconclusas, también han sufrido los daños que causan a sus vehículos los peligrosos agujeros de las alcantarillas de la red de drenaje, que permanecen abiertas porque se han robado sus tapaderas.
Si los baches provocan serias descomposturas por daños a la suspensión y al sistema de amortiguación de los vehículos, caer en un agujero de las alcantarillas los saca de circulación y nadie responde por los daños.
Para el anterior presidente de la JMAS, Jorge Domínguez, el robo de las tapaderas de las alcantarillas era un problema menor que no ameritaba mayor atención. Lo dijo varias veces al ser cuestionado sobre la nula respuesta de la dependencia al reclamo ciudadano.
Ahora que el mando de la descentralizada ha cambiado, el nuevo presidente, Sergio Nevárez, ya giró instrucciones para atender el problema que tienen en 387 alcantarillas de la ciudad, donde las pesadas tapaderas de fierro han sido robadas.
Por lo pronto, ya se presentaron las denuncias respectivas ante la Fiscalía General de la Zona Norte, porque además de los daños que causa a los automóviles en circulación, y el peligro de lesiones que representa para ciclistas, motociclistas y peatones, las tapas robadas alcanzan un valor de 2 millones de pesos, que le pega fuerte al presupuesto de la Junta.
Ahora solo falta que los agentes ministeriales se pongan a trabajar para localizar a los ladrones, y para eso ya tienen fotografías que han aportado testigos anónimos que los han sorprendido robando las tapaderas.
Informes entregados a Mirone revelan que en la colonia El Granjero, por las calles Piña y Jilotepec, opera un centro de acopio de ese tipo tapaderas; en una sastrería de un sujeto de nombre Santos, quien compra el metal a los malandros para venderlo por kilo en las recicladoras.
Si realmente nuestros sagaces sabuesos estatales quieren dar resultados, deben recorrer también los talleres de reciclado de la avenida Internacional de Watertill y de la Óscar Ornelas, así como visitar los puestos de los mercados de segundas, conocidos como Los Herrajeros (o Los Cerrajeros), destino tradicional de muchos artículos robados, sobre todo de aquellos que se venden por su peso.
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Hoy regresamos al semáforo amarillo, y si no entendemos que el virus sigue contagiando y matando gente, iniciaremos el año con un panorama sombrío, de restricciones y frustraciones en todos los sentidos.
En la última conferencia de prensa en línea de la Organización Panamericana de Salud, la directora Carissa Etienne advirtió que las decisiones que tomemos en los próximos días, determinarán el curso del próximo año.
“Depende de todos nosotros tomar decisiones inteligentes y seguras durante esta temporada festiva para protegernos a nosotros mismos y a los demás de este virus.”, dijo.
La responsable de la OPS insiste en que se deben respetar las medidas de salud pública, porque son la clave más efectiva para reducir la propagación del virus y sus variantes.
Medidas como el uso de mascarilla, lavarse las manos, el distanciamiento físico y evitar las reuniones multitudinarias, sobre todo en interiores, seguirán siendo importantes, principalmente donde hay personas que no están vacunadas.
Cuando vemos en las noticias que en países de Europa y de África la cuarta ola del Covid ha llegado con más virulencia, y en nuestra región las autoridades de salud sospechan que ya tenemos el problema encima, debemos entender que no hay lugar para el relajamiento, aunque se trate de la principal temporada del año y el regreso a las festividades en familia, después de las severas limitaciones que la pandemia impuso en el 2020.
En este sentido, las recomendaciones de la OPS son contundentes, al advertir que no hay lugar para la complacencia, porque ya hemos sufrido las consecuencias de una pandemia descontrolada y es muy fácil que podamos volver a estar en esa situación.
Por ello, será importante que familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo estén conscientes de la gravedad del momento, para que en sus celebraciones respeten los protocolos de seguridad y sanidad, que ya deben ser parte de nuestros usos y costumbres, no una moda provocada por la enfermedad del siglo.