La violencia y la criminalidad abaten a nuestros niños y adolescentes juarenses. Sin embargo, su vulnerabilidad reiteradamente diagnosticada en esta frontera, sigue sin ser prioritaria en los programas y presupuestos oficiales.
Es alarmante la información que publicó Norte Digital la semana que cierra hoy. De cada 10 adolescentes que muestran conductas violentas, adicciones o deserción escolar, por lo menos siete de ellos manifiestan haber perdido a sus padres o familiares durante la violencia extrema que se vivió en Juárez hace poco más de una década.
Quienes desde las organizaciones de la sociedad civil han trabajado con estos grupos etarios en programas de apoyo sicológico, encuentran frecuentemente una reproducción de las conductas violentas que los hoy adolescentes o jóvenes, atestiguaron o sufrieron durante la atapa crítica de criminalidad.
Hay conductas muy agresivas entre ellos mismos, amenazas, violencia física y psicológica, así como la imposición de jerarquías con el uso de la fuerza.
“Ahora estos adolescentes tienen una problemática muy fuerte, donde se están presentando conductas con problemas muy severos de adicciones, deserción escolar, embarazos a temprana edad que son justamente todos estos niños que tenían 4 o 5 años y que 10 años después están viendo las repercusiones de haberse quedado sin padre o madre y sin el apoyo de una familia que realmente pudiera apoyarles en su momento de crecer. Son los muchachos con los que estamos trabajando mucho en este momento”, dijo a Norte Elías Anaya, un psicólogo que labora en Casa Equidad.
La gran mayoría de los hombres y mujeres asesinados entonces tenían familias, niños que crecieron en ese entorno y hoy son adolescentes o jóvenes que simplemente normalizaron la violencia que tuvieron tan cerca.
Homicidios y otros actos violentos ocurrieron juntos a sus escuelas y sus hogares, en las calles en las que caminaban o en los parques en donde jugaban.
Muchos perdieron a sus familias o quedaron huérfanos. Lo más lamentable es que en su mayoría, no recibieron ayuda sicológica adecuada o atención integral para garantizar su salud física y mental. Tampoco se preocuparon las autoridades en establecer programas de largo alcance para salvaguardar derechos básicos como el de la educación.
………………
En un diagnóstico elaborado por la Secretaría de Bienestar del Gobierno Federal con datos del Gobierno del Estado, se estableció que nada más en Ciudad Juárez viven cerca de 26 mil adolecentes de entre 12 y 15 años de edad que no asisten a la escuela.
En ese escenario adverso se articuló el programa de Educación a Menores en Maduración Asistida (EMMA) que apenas alcanzó en una primera etapa una cobertura de mil adolescentes de todo ese universo.
Sólo 25 planteles de los cientos que conforman el sistema educativo básico entraron el programa que busca proporcionar el título de educación secundaria a jóvenes que han dejado la escuela, además de ofrecerles una formación personal con herramientas que les ayuden a salir adelante en sus vidas, para evitar que se involucren con pandillas o que terminen en trabajos de paga baja por la falta de estudios.
Atender en su justa dimensión el problema de la deserción escolar es algo que debería ser prioritario. Lo limitado del alcance de EMMA, que debería ser modelo generalizado, es un claro ejemplo sobre cómo suelen extraviarse las prioridades para los tomadores de decisiones, tanto en el ámbito estatal como en el federal.
La deserción escolar, se ha dicho hasta el cansancio, alimenta el círculo vicioso de la criminalidad, cuando los jóvenes se convierten en carne de cañón para el crimen organizado porque simplemente se les agotaron todas las opciones.
De acuerdo con la experiencia del Centro de Asesoría y Promoción Juvenil, A.C. (CASA), hay una alta deserción escolar en las personas jóvenes que concluyen la primaria, pues prefieren esperar a cumplir 16 años para poder ingresar a la industria maquiladora.
“Al menos una tercera parte de los jóvenes hombres entre los 12 y los 15 años no tienen una actividad productiva en un sentido amplio, ni estudian, ni trabajan, ni ayudan en las tareas domésticas”, se señala sobre los hallazgos de CASA en un estudio que se elaboró en el 2023 sobre el programa EMMA, por Gustavo de la Rosa y Oscar Armando Esparza.
Se destaca también que, en Ciudad Juárez, además de la deserción escolar, persisten factores de riesgo como la precariedad laboral, los embarazos prematuros y las adicciones en adolescentes y jóvenes.
Esas problemáticas crecen en las zonas de mayor marginación y carencias sociales y económicas, siempre de la mano de índices delictivos al alza.
………………
Apenas en el 2023, dos ataques armados contra adolescentes estudiantes conmocionaron a la opinión pública juarense.
El primer caso, Kevin Francisco A.S., de 17 años de edad, fue asesinado en las inmediaciones de la escuela preparatoria Visión Azteca, aún portando el uniforme.
Ulises R., de 16 años de edad y estudiante el Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios número 128, murió en el Seguro Social número 66, luego de ser atacado a balazos en el exterior de su plantel, en la colonia Oasis.
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), en el país se han registrado más 10 mil 776 asesinatos de menores desde el 2020 hasta el 2023.
En el 2020 se reportaron 2 mil 180 asesinatos contra menores de cero a 17 años, en el 2021 fueron 2 mil 240 y en el 2022 se registró un alarmante aumento que alcanzó los 3 mil 446. Para el 2023 la cifra bajó de nuevo a 2 mil 910.
Según ese informe nacional, Chihuahua se encuentra en el quinto lugar de estados con mayor incidencia de afectaciones por violencia en contra de niños y adolescentes.
Los delitos más comunes que enfrenta ese sector de la población incluyen secuestros y amenazas, además de la violencia sexual y un alto número de suicidios.
Durante el 2022, la entidad fue la que más suicidios en ese grupo poblacional registró, de acuerdo con datos presentados por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática.
Chihuahua es el quinto lugar de estados con mayor violencia en contra de niños y adolescentes.
………………
Pese a que niños y adolescentes enfrentan situaciones de vulnerabilidad y marginación, no se conocen esfuerzos coordinados entre los tres órdenes de Gobierno que alcancen a cubrir todas sus necesidades.
Cada Gobierno trabaja por su cuenta. Claro ejemplo son los esquemas distintos que manejan el Estado y la Federación en torno al cuidado de los menores fuera del horario escolar.
El Gobierno Federal eliminó el modelo de subrogación de guarderías participativas y las escuelas de horario extendido, bajo alegatos de corrupción e ineficientes intermediarismos. En su lugar, creó programas para entregar el dinero directamente a los padres, quienes pueden pagar con él a las personas cuidadoras de la familia.
El Gobierno del Estado lanzó entonces su propio programa de guarderías para llenar el hueco que dejó la decisión federal, aunque se desconoce todavía si alcanzó la cobertura de la demanda.
El Gobierno Municipal también destina dinero para apoyar obras en escuelas, pero no se coordina ni con la administración estatal, ni con la federal. También entrega por cuenta propia becas educativas, pero no articula con las otras instancias oficiales ningún programa de más largo aliento contra la deserción escolar o a favor del cuidado infantil fuera del aula.
Ya es hora de que se revisen prioridades y se destinen los recursos suficientes para lo que más debe importar: la seguridad y la educación de nuestros niños y adolescentes.