Durante la semana que recién culmina, los exgobernadores y la actual administración se tramparon en un pleito mediático para ver quién no había atrapado a Noriel Portillo, el mentado “Chueco”, el asesino de Cerocahui.
La verdad, las posturas de cada uno estuvieron de escándalo. Primero, Duarte le restriega una larga letanía a Corral donde, entre otras muchas sacadas de trapos al sol, le reclama que nunca agarró al tristemente célebre delincuente, a quien le achacan algunos de los crímenes de mayor impacto en el estado ocurridos en los últimos años. Dura la carta, sin duda alguna.
Lo que olvidó decir el exgobernador ballezano es por qué él no lo atrapó tampoco. Vaya, al menos Corral y el gobierno de Maru presumen que hicieron operativos, pero que se les “escapó”. Pero Duarte ni eso.
Ahora que, el intercambio entre Corral y el secretario general de Gobierno, César Jáuregui, estuvo como para una de esas coplas de Pedro Infante contra Jorge Negrete: el uno dice que sí persiguió al Chueco, en colaboración con el Ejército; el otro dice lo mismo, pero con la Marina.
En ambos casos, las dos pesquisas terminaron en lo mismo: El delincuente más buscado en el hoy por hoy, se les escapó. Bueno, al menos pueden decir que lo buscaron.
Y si esa parte de la teleserie parece una reedición de los Polivoces (¡cómo nos recuerdan al Agallón Mafafa y al Sargento Gárrison!) el intercambio de golpes mediáticos entre Duarte y Corral se parece más a la tira cómica “Dare Devil”, llevada a la pantalla chica por la cadena de la “N” roja.
Para quienes no conocen a este personaje del universo Marvel, se trata de un abogado invidente quien, pese a su limitación visual, se pone un traje color rojo (¿cómo supo que era rojo?) y se sale por las noches a combatir el crimen.
Del otro lado está su archienemigo, Wilson Fisk, un supervillano que no echa rayos y centellas, pero sí fuertes cañonazos de billetes para comprar voluntades.
Ahí los tienen: un supuesto justiciero ciego y otro que controla a todo el sistema con su dinero y una sólida red de complicidades.
Corral está tan ciego, políticamente hablando, que no se ha dado cuenta que su radio de influencia, al menos en el estado que gobernó, es nula, y que su grupo político hoy en día bien cabe en una “selfie”. El superhéroe de Marvel usa un bastón para orientarse, apoyarse y hasta tirar golpes a uno que otro malandrín. Corral parece alguien que anda por la vida tirando bastonazos a diestra y siniestra, pero sin noquear a nadie.
En cuanto Duarte, la similitud no podía ser más obvia: en la serie de la “N” es un grueso jefe de la mafia que hace un trato con el Gobierno para intercambiar información por comodidades dentro de la prisión.
Sin embargo, conforme avanza la serie y con ella el dominio del villano sobre las fuerzas del orden, deja su celda para instalarse—eso sí, como prisión domiciliaria—en su lujosísimo loft. ¿Lees recuerda a alguien?
Y mientras los dos exgobernadores más próximos—en todos los sentidos—hacen un triste papel de historieta, la historia del estado se sigue escribiendo con sangre y el delincuente más buscado sigue a salto de mata, escondido aquí o allá, sin que una partida de mil agentes del orden puedan dar con él. ¡Mejor nos ponemos a ver la serie de la “N”! ¿O no?
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El líder de la comunidad mormona en la región de Galeana, Julián LeBarón, sigue enfrentando los demonios de sus enemigos que ahora lo acusan, en videos clandestinos, de que intenta matar a la gente que se opone al proceso de autogobierno que ha emprendido en los tribunales y en el Congreso del Estado.
Los videos que circulan denuncian que golpeó a sus tíos, hermanos y sobrinos, porque están en contra de su iniciativa, pero fueron desmentidos por sus familiares y el propio activista lo hizo en un comunicado a la opinión pública, negando los hechos y atribuyéndolos a mezquinos intereses políticos.
Apenas el pasado 16 de junio Julián LeBarón se reunió con el secretario general de Gobierno del estado, para denunciar la campaña de odio, violencia y racismo que sufren desde la administración de Javier Corral, por parte de los barzonistas Martín Solís y Lucha Castro.
Antes, lo acusaron de monopolizar la extracción de agua con pozos ilegales, que sobreexplotan los mantos acuíferos de la zona agrícola, y ahora cambian de estrategia para acusarlo de violencia familiar.
Ambos casos los atribuye Julián a la misma fuente de enemigos que quieren mantenerlo ocupado y preocupado.
Aseguró el líder mormón que contrario a lo que dicen en el audio, el autogobierno que busca en la comunidad Lebarón de Galeana, tiene como fin asegurar que haya justicia y seguridad, que hasta ahora no ha sido garantizada por las autoridades de los tres niveles de gobierno.
Julián advirtió a los creativos autores de los videos, que no descarta la posibilidad de ejercer su derecho ante los tribunales, para reclamar los daños que con estas acciones se causen.
O sea que, está cantado que este pleito que inició en el fallido quinquenio de Corral, continuará y dará mucho de qué hablar en los próximos meses.
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Un dato aterrador fue revelado ayer: con los 53 migrantes muertos en el tráiler abandonado al suroeste de San Antonio, Texas, la estadística de víctimas fatales del contrabando de personas se eleva a 571, de octubre de 2021 a la fecha, cuando comenzó el año fiscal 2022 de la Patrulla Fronteriza, en la frontera sur de los Estados Unidos.
La cifra supera los 566 migrantes muertos el año anterior, en diferentes hechos y circunstancias a lo largo de la línea divisoria entre México y Estados Unidos. Y puede seguir si no se detiene el flujo de migrantes.
La tragedia de San Antonio, que despertó críticas contra los puestos de revisión de la Patrulla Fronteriza, por donde cruzó el tráiler de la muerte, polarizó la postura de los dirigentes del Consejo Nacional de la Patrulla Fronteriza, que es el sindicato oficial de la agencia federal, dirigido por agentes en activo y retirados.
El NBPC, por sus siglas en inglés, se ha pronunciado fuerte en contra de las políticas migratorias del Gobierno de Joe Biden, porque dicen que sigue alentando la llegada masiva de migrantes.
En su sitio oficial de Twitter, los pronunciamientos diarios desde la tragedia no paran: “Agregue 46 (hasta ayer eran 53) al número de muertos de Biden/Harris/Mayorkas/Garland. Ni una palabra de ninguno de ellos sobre hacer cumplir nuestras leyes y asegurar nuestra frontera. Ésta administración y sus políticas son el factor más importante que impulsa el caos criminal en la frontera, y deben aceptar la responsabilidad.”
Otro de los mensajes, muy elocuente, sintetiza el sentimiento antinmigrante:
“Son Cárteles que ganan miles de millones. Biden cree que está consiguiendo futuros votantes demócratas. Los abogados de inmigración están encantados con empleo lucrativo durante años. Multitudes en la frontera abierta felices. Los extranjeros ilegales creen que les ha tocado la lotería, cometen delitos, dicen mentiras y son recompensados, mientras que los estadounidenses son los que pagan las facturas”.
Uno más habla de que han sido rebasados por la ola migrante: “Miles de personas llegando con éxito a la frontera todos los días. Se eliminan los fondos para una barrera fronteriza. Agentes de la BP incapaces de patrullar tramos de frontera de hasta 240 millas de largo. Los cárteles controlan la frontera mientras recaudan miles de millones”.
Mientras tanto, como una broma de mal gusto, de este lado de la frontera con El Paso, la Policía Estatal presumió el jueves el aseguramiento y rescate de 5 migrantes, cuando se disponían a cruzar hacia los Estados Unidos.
El problema es que dichos migrantes no necesitaban ser rescatados porque no estaban abandonados, sino que se disponían a cruzar la frontera cuando fueron interceptados, como parte del trabajo sucio que los gobiernos estatal y federal le hacen al gobierno norteamericano.
Con el Operativo Espejo, para contener a los desplazados, los agentes estatales y de la Guardia Nacional, se dedican a capturar pequeños grupos de migrantes, pero no están tan locos como para detener a los polleros ni a los traficantes, que son los responsables de cruzarlos y transportarlos en condiciones mortales, como el caso de San Antonio.
O sea que, frente a la tragedia, sus operativos son una burla disfrazada de acción preventiva que a nadie engaña, además de que no aporta nada para solucionar el grave problema que todos los días viven miles de migrantes.