Ahora sí que estábamos mejor cuando estábamos peor. El dicho queda ni mandado a hacer para referirse al servicio de transporte público en Ciudad Juárez.
Hasta las vagonetas o las camionetas tipo Van, aquellos célebres cacharros que iniciaron el servicio del ruteo en esta frontera, daban mejor servicio que el que se presta hoy. Y eso ya cala, o debería al menos de preocupar y ocupar en serio a las autoridades.
Bastaría con que se fueran a vivir en carne propia el calvario diario de miles de estudiantes y trabajadores que la sufren como nunca les había tocado en su vida, simplemente para tomar el camión que los lleve a su destino o los regrese a casa.
Por eso hay quienes ahora recuerdan cómo estaba cubierta toda la ciudad con aquellas rutas pequeñas como la famosa Ruta 8, la 28, la Central, la Circunvalación o la ruta 4. De perdida el usuario llegaba.
Ahora las rutas están peor que el servicio de recolección de basura que ofrece PASA y eso todavía debería de calar más. Los usuarios simplemente no pueden estar seguros de llegar a tiempo a su destino. No se sabe a qué horas pasará su camión, si es que pasa.
Y hablamos de las rutas del transporte en general, las ahora llamadas “alimentadoras” de un sistema que todavía no existe, no de las malogradas rutas troncales del BRT-1 y BRT-2. Esa es otra historia que también está para llorar.
Hasta eso que el servicio con los camiones viejos por lo menos es sostenible en esas dos rutas, con lo que antes era Tierra Nueva y conecta Presidencia Municipal hasta el suroriente, en la primera y con la Poniente Sur en la segunda, sin carril confinado y nada de infraestructura.
El enorme problema está en prácticamente todas las demás rutas, donde hace rato que estalló la crisis por falta de camiones.
En el último corte que hicieron las autoridades de Transporte Público y que conoció Mirone, se reportó un faltante de más de 600 unidades en las 29 rutas.
Ni siquiera se ha estado cubriendo la mitad de lo que se tenía antes de la pandemia de Covid-19 (había mil 200), ya que el servicio se presta ahora con poco más de 550 camiones, confirmó el jueves el secretario general de Gobierno, César Jáuregui Moreno.
Lo malo es que nada se ha hecho, aunque se conozca hace mucho el diagnóstico de un problema que se generó a partir de que se cayó el servicio por la pandemia. No se volvió a levantar porque muchos de los concesionarios o dueños de los camiones se deshicieron de ellos en medio de la crisis, o los mudaron al transporte especial para trabajadores.
El transporte especial opera hoy con cerca de 4 mil unidades, es decir, el número de camiones de transporte público casi multiplicado por ocho.
Esa es también otra historia triste. Aunque ahí nunca se ha dejado de prestar el servicio, la gran mayoría de esas unidades (con bien ubicadas excepciones en las que se utilizan camiones bastante nuevos y cómodos) están para llorar.
Incluso la autoridad reconoce que no se cumple con el año modelo exigido por la ley. Con que encienda el motor y tengan cuatro ruedas, así entran al servicio, no importa que un día sí y otro también se registren accidentes por sus condiciones mecánicas y se ponga en riesgo la vida de los trabajadores.
Pero para quienes no son empleados de la industria con ese servicio, no hay opción más que caminar bastantes kilómetros, pedir raid, tomar Ubers oficiales y hasta piratas… o esperar. Por eso las paradas se ven saturadas en muchas zonas del centro, del área de la Jilotepec, del área de las Torres, del bulevar Óscar Flores o de la Juárez-Porvenir.
Es toda una odisea llegar hasta colonias como la San Pancho, Frida Kahlo o Fray García. Igual para colonia Safari, Barranco Azul o Bello Horizonte. No se diga para Los Kilómetros, donde la industria del Uber pirata ya se salió completamente de control y representa otro tipo de riesgos para los usuarios.
Se suponían que los jefes de Transporte apretarían tuercas a los transportistas para que cumplieran con los términos de la concesión y metieran su respectivo camión, sí o sí, bajo amenaza de cancelación, pero como siempre, no han podido con ellos.
Y si a la situación de las “alimentadoras” se agrega la historia de incumplimientos y pifias en las dos rutas troncales, con una de plano cancelada y otra con alcance de a mentiritas (sólo unas cuantas unidades circulando por el carril confinado y una ruta recortada) tenemos el peor escenario posible en el servicio.
Eso sí, las autoridades siguen prometiendo cosas muy distintas en sus mundos paralelos.
“Les puedo asegurar, a nombre de su Gobernadora, que vamos a hacer el mejor sistema de transporte público de Juárez, de toda su historia”, dijo Jáuregui Moreno en su participación en la pasada audiencia pública que sobre el BRT-1 y BRT-2, solicitaron varias organizaciones de la sociedad civil.
Y como la pregunta recurrente (incluida formalmente en la solicitud del ejercicio) en torno al tema es ¿para cuándo estará funcionando?, debieron ponerle fecha. Dijeron que todo quedará listo para julio del 2023.
Por el bien de la ciudad, ojalá que cumplan, aunque para hablar de un sistema eficiente, primero deberán resolver el caos y el déficit en las rutas “alimentadoras”.
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Vaya problema en el que está metida la Fiscalía General del Estado que comanda el bienhumorado Roberto Fierro Duarte.
Cosa sencilla: se le están yendo sus agentes de Ministerio Público y sus peritos porque encuentran mejores chambas…en el mismo gobierno.
Así como se lee: La FGE está perdiendo personal calificado para una rama fundamental en la impartición de justicia, pues son los MP’s los que se encargan de integrar las carpetas y de enfrentar a las o los acusados ante el juez de la causa.
De los peritos, ni hablemos: de sus habilidades depende que las pruebas recogidas tengan una adecuada cadena de custodia y sirvan para fincarle responsabilidades al presunto infractor al que el MP puso en el banquillo de los acusados.
Preparar personal con esas capacidades no es sencillo ni se logra en un día, ni siquiera en uno o dos meses. No se trata de poner un anuncio en el periódico y que estudiantes recién egresados de la Facultad de Derecho consigan la “chamba”. No, es un trabajo muy especializado, agobiante y, sí, hay que decirlo, arriesgado.
Mironianas fuentes nos comentan que, especialmente en la Fiscalía Zona Centro, ha habido prácticamente una estampida de personal especializado, porque se matan trabajando y arriesgan la salud y el pellejo por un máximo de 16 mil pesos al mes.
El pasado lunes, durante su comparecencia ante el Congreso del Estado, el fiscal Fierro confesó que tiene un grave problema porque no tiene dinero para “empatarle el marcador” a otros organismos autónomos o al Poder Judicial para retener a sus abogados “estrella”.
No tiene ahora y ya verá si lo tendrá el año próximo. Por lo pronto, Fierro ya recibió el apoyo de las bancadas del Congreso para aumentarle el presupuesto destinado a salarios e incentivos para su personal calificado.
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Hablamos el sábado aquí del thriller de seducción y traición que se traen las tribus morenistas en el Ayuntamiento juarense, en un caso que seguirá dando de qué hablar y tiene bastante trascendencia política para lo que viene en terrenos municipales.
El que Vanessa Mora de la O y Cecilia Reyes Castro, hayan sido desconocidas como parte de la fracción morenista con etiqueta crucista, y al mismo tiempo arropadas por el equipo loerista, en simple aritmética ya le hizo perder al alcalde Cruz Pérez Cuéllar la mayoría en el Ayuntamiento.
Tenía seguros 11 de 20 votos, pero la relación se invierte con el bloque opositor que ya tiene listos los arreglos para trabajar en grupo con Vanessa y Cecilia para los grandes temas que pronto llegarán al Ayuntamiento a la hora de negociar y aprobar la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos.
Y es que, aunque se supone que las ediles mantienen corazón guinda, difícilmente irán junto con la bancada morenista que avale los proyectos del presidente municipal, en ese inevitable choque de trenes, entre su proyecto y el del delegado de Bienestar, Juan Carlos Loera de la Rosa.
Eso sin contar que la regidora morenista Mayra Castillo, siempre ha batallado para aceptar el liderazgo de la coordinadora Ana Estrada y ya dio muestras de que puede votar en contra de lo que se decide en el despacho de alcalde.
No hay que olvidar que a nivel estatal, la alianza PRIAN está más fuerte que nunca por la línea marcada desde Palacio, por lo que el bloque de esos dos partidos en el Ayuntamiento (seis panistas y dos priistas), reforzada con el voto de la regidora de Movimiento Ciudadano, ya se relame los bigotes con la mayoría que podría alcanzar con los votos pragmáticos de Vanessa y Cecilia.
A menos, claro, que el efecto Alito se imponga para hacer coincidir a chaleco ciertos intereses tricolores y morenistas, o revuelva todavía más la compleja correlación de fuerzas en el Ayuntamiento.