Rafael Caro Quintero es un nombre que estará ligado, por desgracia y con no poca vergüenza, a la historia contemporánea de Chihuahua.
No, no nos gusta que el llamado “capo de capos”, el fundador del sistema de organización criminal como la conocemos hoy en día; el que entró al libro de récord por el tamaño de su plantío de marihuana, tenga asociado a sí mismo el nombre del estado que se precia de ser una de las escalas obligadas en la historia del país.
El supuesto fundador del entonces poderoso “Cártel de Guadalajara” salió a la fama nacional cuando “secuestró” a Sara Cosío, sobrina del entonces encumbrado político Guillermo Cosío Vidaurri, en 1985.
Ese mismo año, su nombre dejó de ser objeto de consumo de revistas del corazón, de notas rojas o de relatos propios de novela negra, cuando se le acusó de haber asesinado al agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena Salazar.
Este suceso desató una de las crisis diplomáticas entre los gobiernos de México y los Estados Unidos más ásperas de cuantas se recuerden en la época posrevolucionaria.
Desde la desaparición del agente y su posterior hallazgo ya sin vida y con notables huellas de tortura se dio por hecho que el autor era el “capo de capos”.
Pero toda esa historia de amor, secuestro, muerte y tensión diplomática al más puro estilo de las películas de espionaje tuvo un antes, un, digamos, una “precuela” sin la cual es imposible entender lo que después sucedió.
En noviembre de 1984, casi un año antes de los sucesos antes descritos, el Ejército Mexicano y la PGR localizaron y después destruyeron el que hasta entonces conoció como el plantío de marihuana más grande del mundo y de cuantos se tuvieran registro.
La quema de toda esa yerba, que para entonces tenía un gran valor en el mercado estadounidense, implicó una cuantiosa pérdida para la organización de Caro Quintero.
Desde aquel entonces, el nombre de Caro Quintero, de Búfalo y de la marihuana se asociaron a Chihuahua.
El estado que se conocía por ser cuna de la Revolución, “la tierra de Pancho Villa”, el refugio de Benito Juárez durante la intervención francesa y el del más famoso recorrido ferroviario del país, ahora tenía un nuevo punto de referencia: la marihuana de Caro Quintero.
Los años pasaron y la fama del pequeño y desolado pueblo de Búfalo nunca se apagó. El poblado sí, abandonado, perdido en seco páramo entre Parral y Jiménez, pero no la referencia de que ahí había más de 544 hectáreas de “yerba mala”.
La asociación Caro-Chihuahua continuó tan pronto como salió de la cárcel, en el 2013. Tan pronto puso un pie en la calle, las autoridades de México y de Estados Unidos dieron por hecho que se integraría a sus actividades, a las que siempre conoció, las que dominó y dirigió a placer: el trasiego de drogas.
En el 2016, el entonces fiscal general del Estado, Jorge González Nicolás, aseguró en entrevistas a medios de comunicación que Caro Quintero intentaba ganar “la plaza” de Juárez para controlar el trasiego de drogas.
La presencia del sinaloense era, según González Nicolás, uno de los detonadores de la violencia en la frontera chihuahuense.
Este 15 de julio, la leyenda de Caro Quintero tomó un giro que tal vez nunca se hubiera imaginado: capturado por la Marina en la zona conocida como el triángulo dorado, fue trasladado de inmediato por un contingente de efectivos de esa parte de las fuerzas armadas mexicanas.
Poco después, un helicóptero de la Marina cayó cuando sobrevolaba el municipio de Choix, Sinaloa, ubicado a poca distancia de donde ocurrió la aprehensión.
Caro está vivo y se dirige irremediablemente a su extradición. Tal parece que esta vez no saldrá libre, como tampoco liberará a Chihuahua de su fama y su nombre. Hoy, quien acuda a cualquier motor de búsqueda, encontrará que Caro fue detenido en Guachochi, municipio de Chihuahua…aunque fue en Choix, Sinaloa.
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Del lugar número 15 en que estaba México en el registro mundial de contagios por Covid-19, ahora ya pasó al número 10, por el avance acelerado de la quinta ola de la pandemia, que en los últimos 28 días ha enfermado a 521 mil 280 mexicanos y ha provocado la muerte de 995.
Los números que muestra y actualiza minuto a minuto el mapa global de la Universidad de Medicina Johns Hopkins, de los Estados Unidos, la más precisa en el seguimiento del Covid-19, son alarmantes, si se considera que en solo 28 días, que es el rango de medición utilizado, México escaló 5 posiciones para colocarse entre las 10 naciones más contagiadas del mundo.
En ese mapa, Chihuahua amaneció ayer con 9 mil 441 nuevos casos de los últimos 28 días, en los que ha habido 35 fallecimientos. Con estos decesos, el estado rebasa las 10 mil muertes por Covid-19 y llega a los 10 mil 22.
Comparado con los siete estados del norte de México: Sonora, Baja California Norte, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas, Chihuahua se ubica en el séptimo lugar en número de nuevos contagios, pero en el cuarto sitio en fallecimientos a causa del virus.
Nuevo León encabeza la lista con 31 mil 850 contagios en los últimos 28 días y 92 muertos, mientras que solamente Baja california Norte, con 22 decesos, fue la entidad que no rebasó la cifra de los 30 muertos.
Las estadísticas son alentadoras, en el sentido de que Chihuahua ya no encabeza la lista de los contagios en el norte del país, sin embargo, las transmisiones se mantienen al alza y la ocupación de 33 hospitales del sistema estatal de salud, están al 43 por ciento de su capacidad, de acuerdo con los datos oficiales del portal del gobierno del estado.
Inexplicablemente, la ventana de estadísticas de salud, donde se deben dar a conocer los registros por municipio, está desactivada, pero la página de la Fundación Paso del Norte muestra que de mayo a junio se registraron en Juárez 1,384 nuevos contagios.
Al otro lado del río, con nuestros vecinos de la ciudad de El Paso, la situación es más grave, pues registran 9 mil siete contagios de los últimos 28 días, con 15 muertos, cifras que casi igualan a las de todo el estado de Chihuahua.
Aunque la situación es preocupante, hasta ahora solo se han emitido recomendaciones para volver a utilizar el cubre bocas, pero ninguna restricción a las actividades donde hay concentración de personas en lugares cerrados.
Esperemos que la quinta ola no se salga de control y se convierta en tsunami, que nadie quiere volver a vivir.
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Como para taparle el ojo al macho, el Congreso del Estado evalúa una iniciativa para destinar los 6 millones de pesos recaudados por derecho de peaje en el puente internacional Guadalupe-Tornillo, a programas sociales del Municipio de Guadalupe, Distrito Bravos, cuando la principal demanda de los habitantes de esta región, así como de todo el Valle de Juárez, es de seguridad pública.
El promotor de esta iniciativa es el diputado Luis Aguilar, bajo el argumento de que en este municipio existe un gran rezago en materia de educación, seguridad social y acceso a la alimentación, lo cual es cierto, pero ¿y la violencia y terror que mantienen en aquellas tierras las bandas del crimen organizado apá?
Es bueno que quieran apoyar a este abandonado municipio, pero olvida el diputado que, sin seguridad pública, ninguna actividad productiva tiene posibilidades de progresar.
Si lo que pretenden es darle una mejoral para el tratamiento a ese cáncer que representan los bandidos, que se han apoderado de todos aquellos pueblos rurales, es tanto como querer lavarse las manos en un tema que hoy es la principal urgencia del estado y que, en comunidades como Guadalupe, hizo crisis hace muchos años.
Seis millones de pesos servirán para comprar despensas y medicamentos, pero no aliviarán la angustia de cientos de familias que todos los días viven amenazadas por los delincuentes, que son los amos y deciden quien vive y quien muere, como si fueran Tánatos, el dios griego de la muerte.
Si tanto les preocupa el rezago en que se encuentra el municipio de Guadalupe, pues de una vez preocúpense por el de Praxedis, que está más fregado, y de paso por los 11 ejidos del Valle de Juárez, donde la única ley que existe es la de los narcos.
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La crisis ha llegado a la fiesta taurina en Juárez, porque desde hace varios días, la plaza de toros Alberto Balderas, se ha puesto a la renta para “eventos públicos y privados”, según el enorme anuncio colocado en la parte frontal del ruedo.
El coloso taurino es el único que sobrevive después del cierre de la Plaza de Toros Monumental derribada en el 2005, para construir un centro comercial, pero cada temporada ha visto reducido su cartel de corridas.
Después de la crisis de la pandemia, cuando volvimos al semáforo verde, la plaza Balderas solo ha tenido 7 corridas en el 2021, mientras que durante el año en curso no ha habido una sola, porque el Gobierno municipal no ha otorgado los permisos.
Nomás falta, que como dicen los rumores, ya estén visualizando el terreno de la Plaza de Toros como el estacionamiento que le hará falta a la Torre Centinela, sede de la Policía Estatal, que será construida en lo que fue el viejo parqueadero Plaza.
Por lo pronto, los amantes de la fiesta brava ya están viendo como reactivar la histórica plaza, antes de que cristalicen los malos pensamientos de convertir su arena, escenario de triunfo y de gloria de muchos toreros, en un edificio de varios pisos para automóviles.