Cínico, por decir lo menos, resultó el diputado plurinominal morenista Armando Cabada, al abordar en un artículo de opinión el tema de la corrupción, donde dice que “el peor agravio que se le puede hacer a una sociedad es el abuso del poder para beneficio personal”(sic).
¿Tan pronto se le olvidó lo que hizo en los 5 años que desgobernó la ciudad, con todas las transas que beneficiaron a sus amigos, compadres y familiares, con contratos, concesiones, compras a precios alterados y pagos de comisiones?
Ahora pretende darse baños de pureza colgándose del tema del proceso de César Duarte, cuando fue público que también recibió beneficios económicos del exgobernador, por varios millones de pesos, mismos que tuvo que regresar ya como alcalde.
Los juarenses también sintieron en carne propia la indefensión y la impotencia que el mismo Cabada ahora menciona, al ver cómo dejó la ciudad después de años de mal gobierno que dedicó a la rapiña.
Ahí están durmiendo el sueño de los justos y en espera de que alguna autoridad las desempolve, las observaciones de la Auditoría Superior del Estado, las denuncias en la Fiscalía Anticorrupción del Estado y en la propia del Gobierno federal, donde la síndica de su mismo partido, Esther Mejía, lo denunció por peculado en la renta de las patrullas.
Obran también en esas dependencias las denuncias por conflicto de intereses al haber otorgado millonarios contratos de publicidad a la televisora de su familia, cuando por ley estaba impedido.
Y qué puede decir de las compras de refacciones para los talleres mecánicos del Gobierno, con precios alterados, y la de los terrenos para ampliar la superficie del panteón municipal San Rafael, donde se quintuplicó el valor catastral.
El asunto de la desarrolladora Altozano o el programa de bacheo con bolitas que resultó un sonoro y millonario fracaso para beneficiar a sus compas.
¿Ya se le olvidó también la obra de la Academia de Policía proyectada a un costo de 150 millones de pesos y que terminó costando 380 millones, afectando partidas de reservas de dinero de jubilados y pensionados?
Ahí están los documentos que hablan de precios alterados en la compra de equipo para el módulo de tiro, por citar un solo ejemplo.
Estas son algunas de las mañosadas de su pandilla, que, por razones políticas, no de justicia, están en la congeladora, pero que tarde o temprano deberán de ventilarse en los tribunales, aunque ahora pretenda como diputado jugar el papel del Tío Lolo.
Resulta cómico leer las contradicciones que escribe, o le escriben, cuando dice que “la corrupción no tiene cabida en la vida pública de nuestro país”, porque entonces, habrá que preguntarle qué hace en la Cámara de Diputados. ¿Sirve acaso de ejemplo para los morenistas sobre cómo puede llegar un corrupto al poder?
Su falsa moralidad no engaña a la opinión pública, pero sí ofende la inteligencia de los juarenses que son testigos del lamentable estado en que dejó la administración después de servirse a sus anchas. Así las cosas, Armando.
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Muy sana la decisión del alcalde Cruz Pérez Cuéllar de ordenar a sus directores y colaboradores del Municipio que se abstengan de aprontarse en primera fila en los espectáculos de la feria, porque en el pasado concierto de los Tigres del Norte, el 5 de mayo, muchos hicieron el ridículo publicando fotografías en las redes sociales, mientras disfrutaban y pisteaban en la zona vip, vestidos de cheros urbanos.
Ahora el presidente municipal les leyó la cartilla para que no se les ocurra acaparar los boletos de los conciertos, ni apersonarse en las zonas de privilegio, para evitar malos entendidos y sobre todo que los pesquen los paparazzi, no con las manos en la masa, pero sí con los labios en las copas.
Esa enjundia y entusiasmo que los señores directores y varios regidores mostraron, en el pasado concierto de los autores de “Camelia la texana”, deberán demostrarlas mejor en el desarrollo de los programas y obras de la administración que muestran significativos retrasos.
Cruz necesita que sus colaboradores se pongan las pilas para el trabajo, no para la fiesta, y hagan lucir programas tan necesarios, como la Cruzada en Tu Colonia, donde la presencia ciudadana podría ser mayor.
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El lunes pasado, el trovador y poeta cubano Silvio Rodríguez, cantó y dedicó al presidente López Obrador una de sus canciones icónicas, “El Necio”, esto desde el Auditorio Nacional y ante 10 mil seguidores.
Sin ser un homenaje –al menos no oficializado en la agenda presidencial– el cantautor le dedicó la pieza un día después de que los candidatos de Morena triunfaron en las elecciones en 4 de 6 estados de la República.
El mismo Andrés Manuel dijo en su mañanera del lunes que había invitado el domingo a tomar café a Silvio Rodríguez, porque es su amigo. Por la tarde-noche, en el Auditorio Nacional que lució abarrotado, el trovador le cantó su melodía, que, contra lo que pudiera pensarse, encierra un significado que habla de los principios e ideales.
“Esta canción se la dediqué algún día a Fidel. Hoy se la dedico a Andrés Manuel”, dijo Silvio y despertó la algarabía en el auditorio de Reforma.
“Dicen que me arrastrarán por sobre rocas, cuando la revolución se venga abajo, que machacarán mis manos y mi boca, que me arrancarán los ojos y el badajo. Será que la necedad parió conmigo, la necedad de lo que hoy resulta necio, la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio…”
La letra dibuja ese perfil que a lo largo de su mandato ha definido al presidente López Obrador, que “es a la zurda más que diestro” y que el viernes en el concierto de Silvio Rodríguez, en el Zócalo de la Ciudad de México, lo ratificará ante miles de personas que asistirán al evento gratuito.
El músico cubano, que ha deleitado a muchas generaciones de mexicanos de todas las edades y de todos los colores partidistas, regresó a México después de 8 años de ausencia, y lo hizo, coincidentemente, en una fecha de fiesta para López Obrador, que sigue avanzando en la proyección de su corriente ideológica, en territorios que nunca se pensaron vestir de izquierda, pero que se alinearon con la fuerza económica del “bienestar” morenista, ad hoc a la letra de El Necio.
“Dirán que pasó de moda la locura, dirán que la gente es mala y no merece; mas, yo partiré soñando travesuras, acaso multiplicar panes y peces…”