El equipo de Enrique Serrano tiene gente cercana que se anda comiendo el mundo a puños; ellos (en plural y en ambos géneros, femenino y masculino) ya se hacen en el Gobierno estatal más allá del régimen de César Duarte.
Ellos transpiran confianza por cada poro de la piel. Sus órganos reciben de los nervios cerebrales mensajes de optimismo que se traducen en atónitas expresiones verbales de que el rey muerto es Duarte y el nuevo rey es Serrano.
De otra manera no pudiera entenderse que a estas alturas del partido electoral, apenas el primer minuto, haya sendos funcionarios de primer nivel que se llamen funcionarios “transexenales”.
Es un contraste, o así parece, que algunos de esos funcionarios hayan recibido la encomienda de publicitar el buen Gobierno de su jefe entre la burocracia subordinada y sugerir a sus oyentes que hagan mejor que siempre su trabajo si aspiran a continuar en la nómina pública más allá de septiembre próximo, pero al mismo tiempo promoverse ellos mismos para ser ratificados por el nuevo gobernador.
A Mirone llamó la atención esa expresión de transexenales que fue publicada el viernes en la portada del Heraldo de Chihuahua no tanto por la expresión en sí misma ni por el medio aludido.
Llamó la atención porque es un tema manejado de manera recurrente tanto en el equipo del candidato del PRI a la gubernatura como entre algunos “cercanos” al gobernador Duarte. En este espacio no hemos quitado el dedo de ese renglón.
Se habla con gran insistencia desde hace semanas, meses inclusive, de que un funcionario transexenal podría ser el señor fiscal general del Estado, Jorge González Nicolás. También del secretario general de Gobierno, Mario Trevizo Salazar, que igual trae buen relajo en la Universidad Autónoma de Chihuahua porque su plan B sigue siendo la rectoría que hoy ocupa Enrique Seáñez; Fidel Pérez Romero sigue listo para irse de frente porque es el único de todo el gabinete que ha durado el sexenio, etc., etc.
Hay más nombres, pero mencionamos solo esos como ejemplos de los más conocidos. Además, el enfoque central de Mirone este domingo tiene que ver sí con el excesivo optimismo de algunos en el triunfo de Serrano, pero también con el realismo crudo de otros que han preferido echar las campanas al vuelo hasta tener el victoria en la mano.
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Los serranistas que andan celebrando sin llegar todavía a la meta lo hacen basados en que su oponente del PAN, Javier Corral Jurado, ha tenido eventos públicos por una gran cantidad de municipios con asistencias escuálidas, como película mexicana “de las viejitas”.
“Ni modo que gane a puros boletinazos”, repiten los confiados serranistas, aludiendo a que el candidato blanquiazul descansa esencialmente en estrategias mediáticas de no solo esta, sino todas sus campañas electorales. Su actual escaño en el Senado lo obtuvo a base de tinta, saliva y cabildeo.
Otro factor que los confianzudos manejan como definitivo de triunfo para Serrano es la división tremenda que sufre el PAN chihuahuense por todos los puntos del territorio estatal. Siguen los temblores y terremotos desde el municipio más pequeño hasta el más grande.
Consideran que si los panistas no pudieron cubrir ni el 50 por ciento de las casillas con sus representantes durante la elección federal de junio del 2015 será peor en el 2016.
Enumeran las broncas intestinas tremendas por todos los comités municipales de la región serrana; en ciudades medias como Parral, Camargo, Delicias, Cuauhtémoc, y peor aún en las ciudades grandes como Chihuahua capital y Ciudad Juárez, con la única ventaja de que en la capital del estado se mantienen expectativas ciertas de triunfo para su candidata a la alcaldía.
Esa es una realidad sin discusión. En el extremo de plena falta de autocrítica el dirigente estatal panista, Mario Vázquez, y el propio candidato a gobernador siguen sosteniendo que la unidad de su partido tiene mejor salud que la Kim Kardashian, pero sobra con decir que hay dos candidatos a la gubernatura por otros partidos que hace meses eran panistas para dejar corroborado lo esquelético del proyecto por la gubernatura, al menos desde el punto de vista cuantitativo.
Los serranistas han levantado la bandera de su convicción transexenal con la frase impresa: “no prendió”, adjudicada precisamente a Corral respecto del candidato independiente por la gubernatura, José Luis “Chacho” Barraza.
Según el equipo “transexenal” también el independiente está sepultado y cafeteado desde antes de arrancar el partido campañero “porque no ha prendido”. No le dan ya posibilidades de hacer ni cosquillas a su candidato tricolor.
Tampoco eso puede ser ocultado: la flama del independiente no alcanza todavía para alumbrar menos para considerar, y menos afirmar que llega a la campaña en condiciones de colocar en riesgo de derrota a Serrano. No ha podido hacer Barraza campaña, ni sabemos si es definitiva aún su candidatura porque resta por validar sus firmas.
Por si eso fuera poco, el domingo pasado desglosamos los errores políticos cometidos por el candidato a candidato y el asfixiado ánimo de sus patrocinadores, algunos megaempresarios.
Con la fotografía así, no podría Mirone sino conceder la razón a los transexenales. Ya pueden gastarse sus primeras quincenas de la siguiente administración. Hasta pueden pedir adelanto de su primer aguinaldo del periodo 2016–2021.
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Mirone está casi seguro que en el otro equipo serranista, el realista, el objetivo, está incluido el propio gobernador Duarte, jefe político y padrino del candidato a gobernador.
Tanto el gobernador como muchos funcionarios también de primer nivel, asesores, gurús, etc., son altamente autocríticos y saben que de ninguna manera tienen asegurada la victoria. Albergan dudas razonables sobre la misma con todo y la fotografía actual a su favor.
No por otro motivo que esa desconfianza fueron “bajadas” de las candidaturas a diputadas Paulina Calderón y Georgina Sánchez, ya muy puestas con camisetas, banderas y engomados para arrancar campaña por los distritos cuarto y octavo.
Algunos de los directores de la campaña con capacidad de decisión se impusieron y retiraron a esas candidatas tanto por su falta de fuerza político–electoral entre la ciudadanía juarense como por el enojo que sus designaciones provocó entre el priismo juarense, especialmente entre dos sectores del PRI que no pueden ser dejados de lado así como así: la CTM y la CROC.
Ahí los errores no han sido enmendados por completo. Las otras candidaturas tampoco fueron consensadas con los principales grupos del PRI juarense y ello ha provocado el divisionismo que los “realistas” buscan alejar. Está incluida la candidatura a síndico que sigue en manos de Cuauhtemito Gutiérrez Yáñez Limas.
El gobernador y otros asesores suyos buscan, al mismo tiempo, acercar al candidato a la alcaldía de Juárez con el candidato a la gubernatura pero todavía no lo consiguen. Hay saludos e intercambios de abrazos entre ambos pero nada auténtico. Hoy por hoy se mantiene la estrategia, si no de voto cruzado sí al menos de apoyo cruzado entre ambos equipos. Lo hemos dicho: no se fuman.
Juárez debiera ser el territorio priista por excelencia pero no lo es de manera compartida, no es tricolor uniforme. Hay de priistas a priistas: serranistas, duartistas, gracielistas, tetistas, baecistas, cabadistas; un solo pequeño error y sería catastrófico para una campaña o para la otra, o para las dos. Los confianzudos ni siquiera lo contemplan en su análisis.
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Fuera de Juárez tampoco es sencillo. Está por ser retirado de la coordinación general de la campaña de Serrano el exalcalde chihuahuita y exprecandidato a la gubernatura Javier Garfio, quien se mantiene pegado al músculo serranista solo por un delgado nervio llamado Joel Sandoval, su paisano y acaso último mohicano en las confianzas del exalcalde.
Son muchos los juarenses que están siendo integrados a la campaña estatal con sede en la capital Chihuahua porque no hay un milímetro de confianza en el equipo instalado allá por Garfio. No hubo confianza cuando fue nombrado ni se obtuvo nada de confianza en las semanas siguientes. No había química antes entre el candidato y el coordinador ni se generó química para enfrentar en buen ambiente la campaña constitucional.
El primer priista del Estado ha hecho intentos serios por aproximar al equipo de Serrano con el equipo tricolor que recibió la capital Chihuahua para buscar refrendo de triunfo, el baecismo, pero tampoco se ha logrado buena relación entre ambos. No hay confianza alguna entre los seguidores de Marco Adán Quezada y su esposa la candidata a alcaldesa Lucía Chavira, hacia el serranismo juarense ni viceversa.
Y para rematarla, en días pasados circuló profusamente la imagen de la diputada exconse de Palacio, Laurita Domínguez, en alegre comida con la opositora de Lucía en el PAN, la ahora exdiputada Maru Campos, precisamente despidiéndola del Congreso y deseándole suerte en sus proyectos futuros. Laura es exconsentida de Palacio por múltiples errores políticos cometidos en “encargos” recibidos, pero sigue siendo observada como muy cercana al mandatario estatal.
Aparte de Juárez y Chihuahua, también hay complicaciones severas para el priismo en Delicias, Parral (se les volteó el alcalde expanista, ¿ahora todavía priista?, Miguel Jurado) y Cuauhtémoc.
Las cosas, pues, no son tan sencillas como las visualizan los “transexenales”. El gobernador y el equipo sobrio de Serrano saben que ni Corral ni Barraza podrían resultar unos pichones si no enmiendan algunas deficiencias y si no entran a la campaña como si la desventaja actual fuera para el PRI.
El duelo con los confianzudos es extraordinario, porque estos ya se sentaron a esperar la ratificación en las urnas mientras se hacen presentes las carretadas de guerra sucia con los panistas acusando a los priistas de relaciones con el narcotráfico, a los priistas acusando a los panistas de lo mismo… y sepa Dios quién acusando hasta a los independientes –caso Cabada– de vínculos con el crimen organizado.
En este inicio, la realidad, es que nadie puede todavía cantar victoria.