El tiempo corre sin que se le vea para cuándo al sistema de transporte semimasivo de Ciudad Juárez y ya empieza a haber muestras de desesperación y enojo entre los juarenses porque, ni tienen los camiones “modernos” que prometieron, y tampoco tienen el carril que usaban en la avenida Tecnológico para avanzar.
Como ya se ha comentado, el Gobierno de Chihuahua tiene hasta el 30 de junio próximo, o sea, diez días hábiles, para terminar la obra de infraestructura, o tendrá que devolverle dinero al Fondo Nacional de Infraestructura, el Fonadin, la módica cantidad de 250 mil 500 millones de pesos que le dieron para echar a andar ese costoso y tardado proyecto.
Pues bien, nos comentan que, aunque de lejos se ven los paraderos bien puestos y los carriles confinados ya están pavimentados con concreto, como lo establecía el convenio, todavía no tiene otros elementos que ya deberían estar ahí, como el sistema de recaudo.
En efecto, los paraderos que tanto molestan al automovilista juarense porque nada más están ahí sin que sirvan para maldita la cosa, deberían estar ya equipados a estas alturas, como si el día de mañana fueran a empezar a recibir pasajeros y, muy importante, a cobrarles su tarifa de transporte.
Pero nada. Si a eso le agregamos que algunas terminales ya tienen muestras del abandono en el que las dejaron los gobiernos anterior y actual, pues todavía le falta más a la obra para quedar terminada.
Y pensar que en algún momento se pidió que, de manera temporal, se abrieran esos carriles, los de la avenida Tecnológico, al tráfico de vehículos, al fin que nadie los está usando, pero el grupo parlamentario del PAN en el Congreso del Estado se opuso.
A ver si no se los recuerdan el año próximo, o peor aún: a ver si no viene Fonadin por su dinero.
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Con eso de que tres “corcholatas” ya dejaron los cargos que tenían para irse a la caza de la candidatura presidencial por Morena, el mal ejemplo ha cundido por todos los rumbos de la administración pública nacional.
Un buen ejemplo es la síndica de Juárez, María Esther Mejía Cruz, que no dudó en dejar la oficina cerrada —acaso con un letrero colgado en la perilla que decía “regreso al rato”—para irse de precampaña con su amigocha y corcholata consentida, Claudia Sheinbaum.
La exdiputada federal no tuvo empacho en ir a echar porras en martes, día laboral para todo el país, excepto para la chapuliniza, y en horario en el que la mayoría andamos ocupados en la chamba.
Ahí estaba, entre esos miles que se congregaron en el Monumento a la Revolución, en primera fila estaba la nueva “pechocha” juarense, a grite y grite vivas y porras, aplaude y aplaude como la “claudista” más entusiasta.
Desde el año pasado, el 14 de septiembre, para ser exactos, en un conocido restaurante de la capital, cuando Alfonso Ramírez Cuéllar vino a presentar al equipo de campaña de Claudia Sheinbaum, ahí anduvo la síndica, con todo y que tenía cosas por hacer en su oficina, eso pensamos.
Así se la ha pasado y más ahora que su precandidata—o como le digan—, ya anda libre como el viento recorriendo calles y carreteras del país para pedir el “like” a su favor.
Ya flota en el ambiente que tiene los días contados en la sindicatura, porque irá a buscar una curul federal por uno de los cuatro distritos de Juárez.
Sería su segunda vez en San Lázaro, pues ya ocupó un asiento en la 54ª Legislatura, también por Morena, en representación del Distrito 1 de Juárez.
Ya la veremos, no tarda en dar color…guinda.
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No es nada común que la totalidad de los integrantes del Ayuntamiento hagan a un lado sus propios intereses partidistas y, aunque sea en su propio beneficio, esta vez hayan coincidido en que no están dispuestos a ser ninguneados en su propia casa.
Este lunes, al término de la rueda de prensa que el presidente Cruz Pérez Cuéllar atiende cada semana, a eso de las 10:30 horas, los veinte integrantes del Ayuntamiento se reunirán con él para plantearle diversos asuntos administrativos y políticos que los tienen muy mortificados.
A este Mirone le adelantaron que los señalamientos serán dirigidos en contra de algunos funcionarios que no colaboran con los miembros del organismo colegiado de gobierno, en el cumplimiento de sus obligaciones sustantivas como el de proponer soluciones a los problemas y necesidades de los juarenses.
La inconformidad de los ediles es un secreto a voces en los pasillos de la presidencia, la propia coordinadora de la fracción “morenista”, la semana pasada al final de la sesión previa de Cabildo, abrió el micrófono para recordar a sus homólogos de la reunión del próximo lunes con el presidente.
Por el momento no se sabe si como resultado de este encuentro van a rodar cabezas, sin embargo, lo que sí es cierto es que el alcalde acaba de manifestar su satisfacción por el desempeño de todos sus colaboradores, sin que tuviera a la vista la necesidad de hacer cambios.
Pero si la totalidad de los integrantes de seis fracciones políticas coinciden en que los altos funcionarios de la administración andan mal, pues algo ha de haber.
Los nombres de los funcionarios y las quejas en su contra se reservaron con mucho celo, aunque no se pueden soslayar algunas situaciones que saltan a la vista y valen más de mil palabras.
Actualmente, por ejemplo, las escaleras de la presidencia, no se encuentran en óptimas condiciones de seguridad, y por ahí corren ríos de ciudadanos subiendo y bajando, realizando sus trámites.
Uno de los dos únicos y pequeños elevadores de la Unidad Administrativa se encuentra descompuesto desde hace dos semanas y los y las regidoras de verdad sudan la gorda para subir los seis pisos desde el sótano.
Los baños del ala sur entraron en crisis y tuvieron que ser intervenidos de emergencia pues, como pasa en muchas partes de la ciudad, las aguas negras brotaron de las tuberías.
Otro botón de muestra es el que involucra al director del IMIP, Roberto Mora Palacios, quien desde principios del año viene prometiendo que para abril o para mayo estaría lista la actualización del Plan Director de Desarrollo Urbano y nada.
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Engañados, con ideas fantásticas que nunca van a ocurrir, pero eso sí, muy exigentes, así es como llegan los cientos de migrantes al centro de procesamiento del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, ICE, por sus siglas en inglés, localizado en la avenida Montana, de El Paso, Texas.
El centro de detención del ICE, donde se procesa toda la información personal de cada migrante que solicita asilo, estaba esta semana al tope con el trámite a 800 extranjeros, principalmente venezolanos, de los que el pasado 12 de mayo lograron cruzar la frontera al terminar el Titulo 42.
De todos los migrantes que llegan a este enorme edificio, son los de nacionalidad venezolana los más complicados y exigentes, pues llegan creyendo todas las mentiras, rumores y mitos que les contaron en su aventura rumbo al sueño americano.
Por ejemplo, piensan que, al entrar al centro de procesamiento, deben ser liberados en un plazo máximo de tres días y que el gobierno estadounidense está obligado a darles permisos temporales de trabajo, hasta que su situación legal se resuelva. Pobres ilusos.
Lo que no saben es que el ICE es una agencia policial del Departamento de Seguridad Nacional, encargada de hacer cumplir las leyes de inmigración de los Estados Unidos e investigar las actividades delictivas y terroristas de ciudadanos extranjeros, que llegan o residen en este país.
Es también la institución encargada de la deportación de los migrantes ilegales, que no califican para que sus casos sean ventilados en las cortes y tengan una mínima posibilidad de asilo.
Por lo mismo, al entrar al centro de procesamiento con ideas equivocadas y demandando derechos migratorios que no tienen, simplemente porque su estatus es ilegal, la mayoría está siendo deportado por dos vías: en avión a los países de origen principalmente de los centroamericanos, y a la frontera de México, a todos los venezolanos y cubanos que no pueden regresar a su tierra.
Esta semana fueron tres aviones con 200 personas deportadas, los que salieron con los migrantes rechazados, de acuerdo con reportes obtenidos en el aeropuerto internacional de la vecina ciudad.
En Juárez, fuentes confidenciales del Instituto Nacional de Migración confirmaron que las deportaciones a esta frontera se siguen realizando diariamente en números que varían, de extranjeros y nacionales.
Esos que ya suman miles en las calles de Juárez y en los albergues oficiales y de la sociedad civil, volverán a intentar cruzar aunque ya están fichados y serán encerrados y sujetos a proceso como delincuentes, no como migrantes.