Lo que ocurrió en Juárez fue una tragedia, la peor de su historia desde la Revolución Mexicana. Ni siquiera el coche bomba de 2010, o los atentados en los centros de rehabilitación de ese mismo año, pueden compararse con el dolor por el que atraviesa nuestra ciudad desde la noche del pasado lunes.
El incendio en el que murieron 39 migrantes en las instalaciones del Instituto Nacional de Migración, colocó a esta frontera otra vez en la lupa de la comunidad internacional. Sus efectos apenas comienzan y podrían tener un efecto devastador para varios políticos.
Uno de ellos es el presidente Andrés Manuel López Obrador, al que se vio insensible y alejado de la realidad social que vive Ciudad Juárez. Su discurso mesiánico, que tiende a polarizar las discusiones sobre los hechos públicos, creció desde el lunes, al mostrar en las Mañaneras sus clásicos tintes autoritarios de querer acallar todo lo relacionado con los problemas que le afectan a su popularidad.
Lo que hizo en Juárez ayer no tiene parangón y le puede costar mucho, no solo en popularidad, sino también electoralmente con el partido guinda, del que es dueño. La camioneta en la que se trasladaba al salir del Gimnasio del Colegio de Bachilleres prácticamente arrolló a migrantes, activistas y reporteros.
Fueron cinco minutos de lucha “cuerpo a cuerpo” entre el personal de seguridad y quienes querían exponerle los abusos por parte de todos los niveles de gobierno. A López Obrador pareciera que no le duelen los muertos ni le interesa el sufrimiento por el que están pasando niños que se quedaron sin sus padres, que fallecieron en el siniestro del INM.
Y para colmo, en lugar de aceptar la responsabilidad, ante los reclamos tanto de los migrantes como de los grupos activistas presentes, comenzó a acusar a estos últimos manifestantes de haber sido enviados por la gobernadora Maru Campos.
En uno de los videos captados que le hicieron llegar a este Mirone de la salida del presidente tras el evento en el gimnasio del Colegio de Bachilleres, se observa a AMLO diciéndole a un manifestante que estaba frente a la camioneta que lo transportaba “no provoques”, ante lo cual el Mandatario obtuvo como respuesta la pregunta de una mujer que no aparece a cuadro, pero le señala “¿usted no era provocador cuando defendía la justicia y la dignidad?”.
El presidente, visceral como es su característica, voltea a verla y le responde que él no lo hacía así, sino de manera pacífica, para rematar con un “que se me hace que te mandó Maru… te mandó Maru”, dando constancia de su expertise en salidas fáciles, justo antes de abrirse paso entre la multitud, pero no como un mesías, sino prácticamente atropellando a esa extraña parte del pueblo noble que tiene la osadía de cuestionarlo cuando algo no anda bien.
La visita fue decepcionante. Aunque su gira ya estaba agendada días antes de la tragedia ocasionada por el incendio, lo menos que se esperaba era que, fiel a su tradición política, rompiera con los protocolos y decidiera visitar a los heridos.
En lugar de hablar con las familias de los lesionados, el jefe del Ejecutivo federal prefirió reunirse con alrededor de dos mil burócratas que manejan programas sociales federales en la entidad. López Obrador escapó directo al aeropuerto para seguir su gira de trabajo en la ciudad de Tijuana.
Aparte de la insensibilidad, humana y política, llamó la atención que durante la conferencia mañanera el presidente informó que el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, lo acompañaría a Juárez y permanecería en esta frontera varios días para atender el caso directamente, pero también se marchó.
No hubo ninguna declaración por parte de AMLO. Quienes se encargaron de dar a conocer varios detalles fueron Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y Sara Irene Herrerías, fiscal de Derechos Humanos de la FGR. La conferencia fue en la Ciudad de México, casi a la misma hora en que se llevaba el evento aquí.
Aunque el presidente tenga otros datos, la caída de su popularidad no puede ocultarse y es en parte por la muerte de los 39 migrantes. El tema se ha manejado mal desde el principio, cuando en la mañanera dijo que el incendio había sucedido en un albergue y no en el Instituto Nacional de Migración, administrado por el Gobierno federal. Algo anda mal. En esta ocasión quedó demostrado que para AMLO los pobres (migrantes) no fueron los primeros.
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Ayer, durante la tercera conferencia de prensa que ofrece el Gobierno federal para mostrar los avances sobre el caso “Estación Migratoria Ciudad Juárez”, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez, anunció el cierre “inmediato y definitivo” del inmueble donde se registró el incendio que acabó con la vida de 39 personas el pasado lunes por la noche.
La funcionaria federal informó que los migrantes que permanecían en esa Estación Migratoria serían trasladados al Centro Integrador para el Migrante (CIM) “Leona Vicario”, para que puedan recibir mejor atención.
Pero ¿En qué abona el cierre de dicho lugar para subsanar el daño por la catástrofe que mantiene enlutadas a decenas de familias?
En su mensaje, la titular de la SSPC dijo compartir la indignación y el dolor generado por este tipo de hechos, y en su parsimonioso y casi eclesial tono, Rosa Icela afirmó que la política del Gobierno federal es de “cero impunidad, cero corrupción y cero complicidad”.
Mencionó que a lo largo del país se estarán llevando a cabo revisiones en todas las instalaciones migratorias, pero por lo pronto este sitio ya no tendrá actividad y será cerrado definitivamente.
La sabiduría popular es grande y su precisión puede ser estremecedora, y a este Mirone le viene a la mente ese dicho que reza “ahogado el niño a tapar el pozo”, como si con el mero cierre de un espacio se pudiera resarcir la tragedia.
¿Qué función tendrá a partir de hoy ese lugar? ¿Se convertirá, como muchos otros edificios de la ciudad, en viles ruinas o tapias abandonadas? ¿Por qué no darle un uso práctico e inmediato y, en lugar de cerrarlo, ponerlo a disposición de grupos, asociaciones o gente que en verdad muestren interés por apoyar a los migrantes?
De no ser así, lo menos que pudieran hacer es crear en ese sitio un Memorial abierto, que nos recuerde el fracaso que tuvimos desde nuestro gobierno en cuestión humanitaria, pero también que sea un sitio para reflexionar como ciudadanos, que todos somos migrantes y recordar que, como juarenses, por años nos caracterizó el espíritu de hospitalidad, cordialidad y empatía con las personas en movilidad.
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Quien también se colgó de la tragedia y se dio una vuelta a esta vilipendiada frontera, fue el exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, para presentar denuncias penales ante las fiscalías federal y estatal contra los secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores y el Comisionado del Instituto Nacional de Migración, a quien llamó cobarde.
Aureoles estuvo afuera del calabozo del INM que el domingo 27 se convirtió en un horno de los migrantes y posteriormente pasó a las oficinas de la Fiscalía General de la República y de la estatal, zona norte, para formular las denuncias por homicidio contra Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Francisco Garduño Yáñez, para quien dedicó el calificativo de cobarde por no haber dado la cara hasta el momento en esta tragedia.
El político del Partido de la Revolución Democrática, anunció que el próximo lunes ratificará las denuncias en las oficinas centrales de la FGR y luego solicitará a la Cámara de Diputados que se inicie el juicio de procedencia, para que se les retire el fuero constitucional a los dos secretarios de Estado.
No se anduvo por las ramas cuando se refirió a la visita presidencial a Juárez de AMLO y dijo que los 39 muertos son por su culpa, por lo que en lugar de andar viniendo a Juárez a turistear, debería procurar justicia para las víctimas y sus familias.
“En lugar de venir a reunirse como jefe de pandilla con sus operadores electorales, que sea más sensible y atienda esta tragedia”, dijo en el exterior de las oficinas de Gobernación.
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La “pronta y expedita” justicia comenzó a aplicarse sin que el Comisionado del INM, Francisco Garduño Ramos, ni el delegado federal en Chihuahua, contralmirante Salvador González Guerrero, fueran llamados a cuentas por ser los directamente responsables de la tragedia, al permitir el funcionamiento de celdas en las instalaciones federales y la ilegal privación de la libertad de los migrantes.
Pero eso no importó al juez de la causa que basó su resolución para enviar a prisión a los cinco detenidos, en videos grabados durante y después del mortal incendio.
No le importó al juzgador que a nivel nacional e internacional organismos defensores de migrantes, estén exigiendo castigo también para los que autorizaron la celda de la muerte.
Por esa razón, las cámaras de diputados federal y local, anunciaron de manera independiente la creación de comisiones especiales de seguimiento al proceso, supuestamente para que se haga justicia.
Decimos supuestamente, porque mientras los legisladores federales exigirán una investigación “exhaustiva, imparcial y profesional”, como si ignoraran que en las tragedias con trasfondo político eso no existe; por otro lado, la fracción panista del Congreso del Estado, anunció que el próximo lunes formará una comisión y con un equipo de abogados solicitará que los altos funcionarios involucrados, los secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores, así como el Comisionado del Instituto Nacional de Migración, sean separados de sus cargos, para que se lleve a cabo la investigación correspondiente.
Obviamente que eso será tanto como pedirle peras al olmo, pero el monitoreo de ambas comisiones le hará mucho ruido al tribunal federal donde se desahogará el juicio penal, para que, cuando menos, a los mandos estatales del INM les salpique un poco de esa justicia selectiva y pasen al estrado de los acusados.