El exgobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, ya es un asunto de Estado para la 4T, la actual y el 2do piso.
Después de la escaramuza emprendida por la Fiscalía Anticorrupción del estado de Chihuahua, en la que intentó infructuosamente aprehender al anterior mandatario estatal, quedó en claro que este cuenta con todo el respaldo de las primeras líneas del poder morenista, empezando por la del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Nada más hay que ver el operativo de protección que ya se traía el hoy asesor anticorrupción de la 4T2: agentes de la Guardia Nacional lo custodiaban, incluso, antes de que llegara el “batallón” de policías de la Ciudad de México a evitar su detención.
El propio Corral declaró a un diario digital de la Ciudad de México que él había pedido esa protección porque tenía el dato de que el Gobierno de Chihuahua quería “levantarlo” en la Ciudad de México y simular una detención legítima en la entidad gobernada por Maru Campos.
Mejor el exgobernador tenía protección de la GN que los agentes del Ministerio Público que andan recogiendo evidencias para acusar a peligrosos delincuentes, bien vale anotar.
La intervención directa del encargado del despacho de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, Ulises Lara López ya habla de que el halo de protección viene, en el menor de los casos, de los altos mandos del Gobierno capitalino.
Sin embargo, el presidente AMLO, en persona, ya se ocupó de establecer que el político chihuahuense es un asunto de primerísima importancia para el proyecto de este y del próximo Gobierno, que iniciará gestiones dentro de mes y medio.
Horas después de aquel sainete en el restaurante Gin Gin de la Ciudad de México, donde el exgobernador iba a ser detenido, el primer mandatario del país se aventó a asegurar que todo era parte de una “persecución política”.
Ayer 16 de agosto, AMLO volvió a tocar el tema, pero ahora para asegurar que a Corral se le dejaron ir a la yugular por “su cercanía” con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
No es gratuito, entonces, que el fiscal Lara López haya lanzado la advertencia en su comunicado oficial: la acción contra Corral fue una “privación ilegal de la libertad, acto constitutivo de delito”, razón por la cual, existe una probable acción penal en contra de los agentes ministeriales del estado de Chihuahua.
Más cantado el tiro no se puede. Dicho de otra manera: si se vuelven a aparecer por aquí, los meto al bote.
Ya sabemos que la 4T gusta de premiar a exgobernadores “amiguis”, pero con embajadas, consulados y cargos de ese tipo, no con ese manto de protección, ni con el derecho de picaporte con la próxima presidenta.
Como decían las abuelitas: ¿A honras de qué, Javier Corral se ha vuelto un asunto de Estado? Lo veremos muy pronto, cuando inicie la gestión de la presidenta electa.
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Como dice el refrán popular: si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
Acá en Chihuahua, al exgóber César D.J. bien se le puede aplicar, con más precisión: “si ves los bigotes de tu sucesor cortar, ya ni te lo vuelvas a dejar crecer.”
Como es bien sabido, mentado y comentado, el exgobernador de Balleza salió de prisión el 2 de junio del 2024, supuestamente, para recibir atención médica, pero ya no regresó a su celda en el penal de San Guillermo, el Cereso 1.
Luego, trascendieron en redes sociales las fotos que ilustran cómo el señor se pasea de acá para allá, haciendo gala de una medida cautelar de carcajada, que le establece como prohibición “no salir del estado”.
Pensar que a otros no les permiten más que salir de su casa al trabajo, y a la inversa.
Sin embargo, a raíz del zipizape ocurrido en la Ciudad de México, que involucró al exgobernador Javier Corral, a la actual administración y al Gobierno de la Ciudad de México, quedó claro que ya lo tienen en la mira.
El presidente de la República, en persona, se refirió a él como un aliado de la “persecución política” que se emprendió contra Corral Jurado, según dijo.
A juicio de no pocos, el operativo en la capital del país fue un intento tan desafortunado que pudo haber confrontado de manera definitiva a la clase política chihuahuense con el Gobierno que entrará en funciones en octubre próximo.
César D.J., que entiende sobradamente de política, sabe lo que son los “territorios ocupados”, y que, en este caso, la Ciudad de México es bastión y cuartel general de la 4T.
Que a nadie sorprenda, entonces, que alguna de las 19 causas penales que siguen ahí, en algún rincón del congelador, esté ahora mismo en el “defrost” del microondas de la justicia y quede servido en el plato a partir del 1 de octubre. Al tiempo.
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A estas horas, muchos se preguntan quién fue el enemigo acérrimo del actual Gobierno que recomendó el nombramiento de Abelardo “Bayo” Valenzuela para la Fiscalía Anticorrupción.
Porque, la verdad, hasta ahora, lo único que ha provocado son escándalos resonantes que han causado más complicaciones políticas y cuestionamientos jurídicos que verdaderas persecuciones de delitos y procuraciones de justicia.
Primero fue aquel operativo en la casa del alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar, que más parecía una acción del ejército norteamericano contra un enclave yihadista.
Al momento de hacer ese operativo, hubo agentes fuertemente armados y un despliegue tipo SWAT, ocurrido el 23 de abril pasado, en la casa del alcalde.
¿Lograron algo? ¿Aprehendieron a alguien? ¿Se recogió evidencia de algún ilícito como para integrar una carpeta de investigación? Hasta la fecha seguimos en ascuas.
Ahora, esa intentona de detener a un integrante del equipo de transición de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, horas antes de que la morenista recibiera su constancia de mayoría.
Algo no anda bien en los cruces de mensajes, porque ese 15 de agosto, la gobernadora Maru Campos publicó en su cuenta X una felicitación a la próxima presidenta.
Así lo expresó la mandataria: “¡Felicidades! Será la primera mujer en ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal, lo cual representa un acontecimiento histórico que evidencia el notable progreso de nuestro país (…) confío en que trabajaremos juntas para seguir avanzando en beneficio de las y los chihuahuenses”.
Todavía más: “Tiene mi apoyo y total disposición para continuar con los proyectos estratégicos prioritarios para el estado de Chihuahua. Enhorabuena @Claudiashein”.
¿Qué parte es la que no entendió el mentado Bayo?
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Por lo demás, los cercanos a Corral deben estar preocupados por la salud de este, por los tremendos mordiscos de lengua que se ha de haber dado ahora que ha salido a llorar como plañidera y vestirse de víctima de una “persecución política”.
Primero, acusa al tal Bayo Valenzuela de violentar su debido proceso y su presunción de inocencia –no sin razón– porque este asegura que “se robó 98 millones de pesos”.
Es cierto, el pastoso fiscal anticorrupción le quiere hacer al sheriff del viejo oeste, que aprehendía al forajido y él mismo lo colgaba del cuello.
Pero Corral es el menos indicado para quejarse de eso, ¿o ya se le olvidó cómo exhibió a los exduartistas y al mismo exgobernador ballezano como consumados culpables de delitos de corrupción?
En comunicados de prensa y en sus discursos públicos, Corral se refería a ellos como autores de actos ilícitos, como si ya tuvieran sentencias en firme. Incluso, a su antecesor le decía “vulgar pillo”, cuando ni siquiera estaba ejecutada la orden de aprehensión en su contra.
¿Ya no se acuerda que exhibió las fotografías de esos exfuncionarios a rostro completo, sin cubrirles los ojos con la dichosa bandita negra, y que los mencionaba con nombre y apellido?
La otra gran mordida de lengua fue la que se dio cuando se quejó de que el conductor de televisión, Ciro Gómez Leyva, recibió una filtración de información privilegiada para difundir su probable detención.
Y no es que le falte tino a su señalamiento, pero, ¿no hacía él lo mismo? ¿Acaso no daba y sigue dando sus “exclusivas” a medios a modo de la Ciudad de México, donde prácticamente le abren el micrófono para que diga lo que quiera?
Se queja de que en Chihuahua le tienen tendido un “cerco informativo” de los medios locales, cuando es él quien no se digna ni a tomar una llamada de algún periodista chihuahuense.
Hoy, Corral se queja de lo mismo que él hizo, y bien pueden decirle sus detractores el clásico “para que vea lo que se siente”, o el “quien a hierro mata, a hierro muere” o el muy campirano “a puñaladas iguales, llorar es cobardía”.