Resolver de alguna manera la falta de infraestructura hidráulica es uno de los grandes pendientes de la ciudad. Pero poco o nada se hace porque los gobernantes no quieren salir del círculo vicioso de la imposibilidad y la inmovilidad ante la magnitud del problema.
Es tan grande el rezago, que abatirlo requiere de una inversión que se vuelve inviable ante los exiguos presupuestos locales. Así se ha justificado administración tras administración, tanto municipal como estatal, para dejar esa infraestructura pendiente, hacia un infinito inalcanzable.
Hablamos de dos grandes vertientes: el drenaje pluvial propiamente, para conducir las aguas de lluvia complementado con sistemas de infiltración al subsuelo, pero también de las obras de contención de avenidas, para evitar arrastres e inundaciones.

Cada vez que llueve, la ciudad colapsada nos recuerda esa asignatura olvidada. Recurrentemente, se coloca sobre la mesa o la discusión pública el déficit, generalmente cuando la cadena de omisiones y olvidos se conjunta con repentinos fenómenos climatológicos, que conducen a la tragedia.
Así ocurrió con la tormenta de la noche del pasado lunes que cobró una muerte más. Trágica y dolorosa, pero también absurda e inaceptable. Arturo Larquier Hernández, un padre de familia, no pudo volver a casa con vida, cuando la calle Tapioca recuperó la memoria y se convirtió, de nuevo, en letal arroyo por la fuerza de su corriente.
¿Cómo es posible que se tenga que lamentar una muerte más por la misma razón, en el mismo lugar?
En septiembre de 2024, la ciudad se cubrió de luto cuando se encontró en el dique Gardeno el cuerpo de Rafita, el adolescente que fue arrastrado por la corriente del arroyo Tapioca la noche del 31 de agosto, después de salir del Conalep II, la institución preparatoria ubicada en la calle Ajenjo y Enebro, apenas a una cuadra de la Tapioca. En ese mismo sector de la colonia Ampliación Aeropuerto, tenía su domicilio la víctima de este año.
Desde luego que el tema tiene que ver con cultura de prevención frente a tormentas y concientización del riesgo, además de respuestas inmediatas de Protección Civil y cuerpos policiacos y de rescate para implementar operativos en zonas críticas, pero el problema de fondo son las obras estructurales que jamás se han hecho o se dejaron sin mantenimiento.
Ya sabemos que toda la ciudad carece de infraestructura para desalojar las aguas pluviales, pero particularmente ahí, en toda la zona identificada como cuenca Aeropuerto, son además prácticamente nulas las obras de contención de inundaciones. Ni diques, ni pozos de absorción, ni canalizaciones, como sí existen en otras cuencas, aunque se han dejado sin mantenimiento y están inservibles, en su mayoría.
Este mismo año, cuando apenas inició la temporada de lluvias, en junio, otra tormenta puntual en la Sierra de Juárez dejó cientos de damnificados en colonias como la Fronteriza, Francisco Sarabia, Plutarco Elías Calles y Mariano Escobedo. El agua arrasó con viviendas y vehículos, además de destrozar las calles. Se perdieron patrimonios familiares y se dañó el escaso equipamiento público por las corrientes y los arrastres.
La dimensión del daño, y del riesgo de muerte, se habría minimizado o incluso conjurado particularmente en ese caso, si estuviera operando debidamente el dique La Montada (o Fronteriza).
Desde las lluvias torrenciales del 2006, quedó inhabilitado para la contención, cuando se le abrió un tajo o escotadura a su cortina de tierra, para evitar que su ya debilitada estructura colapsara cuando las aguas alcanzaron su máxima capacidad. Se dio entonces una inundación controlada, que no cobró vidas humanas pero sí arraso con viviendas y arrastró patrimonios familiares.
Nunca se volvió a rehabilitar el dique, aunque era una obra urgente y se había programado para ejecutarse desde el 2020, como parte de un paquete de cinco estructuras para esa misma cuenca de Anapra, donde están los arroyos más peligrosos de todos.
A la fecha, únicamente dos de esas obras se concluyeron: la reconstrucción del dique Pico del Águila y la rehabilitación del Puerto la Paz. Sigue en proceso el dique Filtro II, ubicado al poniente del Camino Real.
La inversión en los dos diques ya construidos es de menos de 60 millones de pesos. Una bicoca que muestra el tamaño del problema, cuando la red de diques es de alrededor de 50. Fracturados y azolvados en su mayoría, además de ser utilizados algunos de ellos como contenedores de aguas residuales, debido a las fugas en la red de drenaje sanitario.
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Si las obras de contención de avenidas requieren de una suficiencia presupuestal que nunca se considera, el drenaje pluvial es todavía un reto mayor.
Nunca se ha planteado un proyecto como tal porque de origen, únicamente se construyó la red de drenaje sanitario, la cual se recarga (y se deteriora cada vez más) con las corrientes pluviales. Sin embargo, urge mitigar las inundaciones y “sacar” el agua de la ciudad, utilizando los drenes y canales existentes, o creando algunos nuevos, además de los pozos de absorción para infiltrar la mayor cantidad de agua posible al acuífero, lo que además opera contra el estrés hídrico de la región.
Durante la semana, precisamente después de la tragedia en el arroyo Tapioca, el director del Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), Roberto Mora Palacios, dijo que se requiere una inversión de 5 mil millones de pesos para construir la mínima infraestructura pluvial que solucione las grandes inundaciones de la ciudad.
No habló desde luego de un sistema nuevo que cubra toda la mancha urbana; es apenas atender los puntos más críticos de la ciudad cuando caen las lluvias torrenciales. Son 20 obras prioritarias.
Tampoco dio muchos detalles, pero sí señaló que se requiere de construir vasos de captación y canales para desviar los afluentes al Dren 2-A.
Ese dren es el que corre en paralelo al bulevar Teófilo Borunda y cruza gran parte de la ciudad (en su centro geográfico) hasta conectar, en el extremo oriente, con el río Bravo.
En verdad es increíble que en principio, ya fuera cuando se construyó la vialidad o cuando se proyectaron nuevas edificaciones, pero nunca se pensó en una solución inmediata de desfogue hacia el dren, cuando se desarrolló la zona de Las Misiones. El cruce de Teófilo Borunda y Paseo de las Victoria es actualmente uno de los puntos críticos de inundación, aunque tenga la solución a unos metros, en el Dren 2-A.
Pero no se hizo ahí lo que se podría haber hecho como solución, menos en otros puntos más alejados del dren.
Mora Palacios habló en general de la infraestructura hidráulica de la ciudad y afirmó que operan 44 diques, nueve bordos, 24 alcantarillas y tres vasos de captación. Sin embargo, dijo, se necesitan más.
No desglosó las obras que se estarían considerando en el paquete de 5 mil millones de pesos, pero sí habló de los diques como prioritarios para evitar las inundaciones en las partes bajas de las diferentes cuencas.
En 2022, un cálculo de autoridades estatales señalaba que la inversión requerida para abatir el déficit en infraestructura contra inundaciones y mitigar el riesgo que enfrentan los juarenses ante lluvias atípicas, era de al menos 2 mil 500 millones de pesos.
Un documento elaborado ese año, enlistaba 11 obras prioritarias con valor de mil 950 millones de pesos.
Entonces se daba por hecho que ya se atendía el paquete de diques identificados como urgentes desde el 2020, aunque a la fecha sigue sin rehabilitarse La Montada (estimado en 68 millones de pesos) y sin construirse el Víboras-Tanque (presupuestado en 49 millones).
Únicamente se realizaron el Pico del Águila (33 millones) y Puerto La Paz (20 millones), mientras que sigue en construcción (con retraso de dos años) el Filtro II (52 millones).
En el documento estatal de 11 obras prioritarias pendientes, se consideran cuatro diques o presas, cuatro obras de canalización y tres vasos de regulación.
Las presas son Jarudo, Parque Sierra de Juárez (debe sustituir al dique Sierra de Juárez, considerado por Conagua como inseguro y, por lo tanto, nunca autorizado), Presa Arboleda III (para cubrir las colonias Vista Los Ojitos y Ampliación Palo Chino), así como el Palo Chino (para regular escurrimientos del arroyo San Antonio en la colonia Libertad).
Las 4 obras de canalización son 6.09 kilómetros de la Acequia del Pueblo, entre la vieja estación de ferrocarril e Infonavit Casas Grandes y 6.88 kilómetros de la cuenca alta del arroyo El Jarudo, que iniciaría en la descarga de la presa del mismo nombre, hasta llegar al vaso Soriana, en las inmediaciones de la colonia Nuevo Hipódromo.
Además, 4.48 kilómetros del arroyo El Jarudo en su cuenca baja. La canalización iniciaría en el vaso del bulevar Zaragoza, desde las inmediaciones de la colonia La Presa, para terminar en el comienzo del Dren 2-A, a la altura del bulevar Óscar Flores.
En cuanto a los vasos de regulación, las obras incluyen los vasos comunicantes Indio-Aztlán, con red de encauzamiento de escurrimientos para las colonias Tierra y Libertad y Parque Industrial Juárez.
También el Vaso Ferromex, precisamente ubicado en los patios de la estación de Ferrocarril, con red de encauzamiento de escurrimientos desde las colonias Mariano Escobedo y Monterrey.
Por último, el Vaso de regulación Oasis, ubicado en las inmediaciones de la colonia Pradera de los Oasis, como parte del proyecto integral del arroyo El Jarudo (presa y canalización).
Ninguna de las obras prioritarias consideró la cuenca Aeropuerto, la que incluye el arroyo Tapioca. Las proyecciones se realizaron antes de que ocurrieran las pérdidas humanas.
Se desconoce cuáles de las obras señaladas, se incluyan en el proyecto del IMIP, del cual habló el director Roberto Mora Palacios.
La lista de las 11 obras prioritarias la proporcionó el entonces representante de Gobierno Zona Norte, Oscar Ibáñez, quien además fungía como presidente del Consejo de Administración de la Junta Central de Agua y Saneamiento, el organismo descentralizado que también presidió en la administración estatal pasada.
“Hay mucha, mucha infraestructura que falta aquí en Juárez para contener inundaciones. Lo importante es ir avanzando por sectores. Ir controlando poco a poco. Ir construyendo la infraestructura en la medida en la que se vaya teniendo el recurso”, declaró hace tres años Oscar Ibáñez.
También consideró que “hay que hacer lo que podamos, lo más rápido posible para tener esta infraestructura en Juárez”. Sin embargo, nada se ha hecho. Nunca hubo suficiencia presupuestal.
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Cuando el director del IMIP, Roberto Mora Palacios, habló esta semana del gran pendiente para la ciudad en obras hidráulicas, aseguró que “tenemos muy bien definida cuál es la problemática, cuáles son las obras que tenemos que hacer en ese sentido”.
Sin embargo, dijo, el problema es que esas obras son muy costosas y el Gobierno Municipal no las puede cubrir solo. Los 5 mil millones de pesos representan prácticamente la mitad de todo el presupuesto anual.
Al respecto, el alcalde Cruz Pérez Cuéllar señaló que se podrían buscar recursos por medio del Banco de Desarrollo de América del Norte y con otros órdenes de Gobierno.
Dijo que una vez analizado el estudio que realizó el IMIP, se planteará qué tanto podrá invertir el Municipio el próximo año en infraestructura pluvial.
“El presupuesto es muy limitado, pero sí estamos revisando eso para el presupuesto del 2026”, expresó el alcalde.
Algo tiene que hacerse, pero ya. El cambio climático también está jugando en contra y el riesgo de que se pierdan más vidas humanas es inminente, además de que cada tormenta, con sus respectivas crecidas, incrementa el deterioro del ya de por sí raquítico equipamiento urbano.
“El tener que construir estas obras es un trabajo que se debió de haber hecho hace veinte o treinta años, pero pues, ni modo, ahora hay que hacerlo a la mayor brevedad posible, porque no tenemos idea de cuándo vamos a tener este evento catastrófico que va a poner a poner a prueba la infraestructura obsoleta que existe”, resumió Felipe Adrián Vázquez Gálvez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, cuando se refirió a la urgencia de ampliar y rehabilitar la red de diques que constituyen la línea de defensa de la ciudad contra las inundaciones.
Sin duda, tenemos en Juárez un problema de priorización del gasto público. Un tema que cruza a los tres órdenes de Gobierno, cuyos representantes tendrían que ser capaces de articular una respuesta unificada para atender presupuestalmente lo que es más urgente y prioritario.
¿Por qué no se puede solucionar este atávico problema de la ciudad, pero sí se tienen recursos para dispersar miles de millones en apoyos electoreros, construir torres inservibles, entregar dinero público a grupos privados o armar supuestos programas extraordinarios de obra que nada más sirven para generar moches y sobreprecios?
Votos y negocios, parece que es lo único que importa, sin que se pongan al centro de las decisiones públicas, los temas más sensibles para la sociedad juarense.
Falta voluntad política para reorientar el gasto y sumar voluntades, ya que desde los tres órdenes pueden etiquetar recursos en sus presupuestos anuales para iniciar las obras más urgentes, sobre todo las que tienen que ver con la protección civil y la mitigación de riesgos.
Pero también falta visión, porque una solución de manejo pluvial de mayor calado, bien podría considerarse en un proyecto de Visión de Ciudad 2050, o alguno otro plazo. El problema podría resolverse por etapas, con una ruta previamente definida y el ejercicio de presupuestos plurianuales que puedan rebasar incluso más de una administración.
En ese sentido, es crucial la planeación de largo plazo y la reconfiguración del andamiaje legal para asegurar continuidad en las políticas públicas y los proyectos de ciudad, debidamente identificados y priorizados. En esa lista, están las obras de infraestructura hidráulica.
Ya basta de tumbos, descoordinaciones, mal uso del dinero público e inversiones a capricho. Nadie puede ni debe tragarse el cuento de que no hay recursos para resolver algo que, sin duda, es prioritario para Juárez.
Don Mirone