Ciudad Juárez encabeza la lista de municipios en el estado con más niños y adolescentes ausentes: 224 casos, es decir, el 31 por ciento del total de infantes reportados como desaparecidos no localizados en la entidad; Chihuahua ocupa el segundo lugar, con 182; después aparecen Cuauhtémoc con 71 y Parral con 26
Jaime Armendáriz / Contexto | 22 octubre, 2025
Juan Manuel Ruíz García, conocido como Tomatito, desapareció a los 11 años de edad, el 4 de julio de 2018 en Ciudad Juárez. Ese día salió de su casa y no regresó; se le perdió el rastro. En agosto cumpliría 19 años, pero hasta la fecha no se sabe nada de él.
“Yo voy a seguir en la búsqueda de mi hijo hasta que sepa algo, hasta que tenga una noticia de él”, dice Daisy García, mamá del niño que ahora sería un adulto.
Para mantenerse firme en la búsqueda, Daisy se fortalece con el apoyo de su familia y amigos. No solo lucha contra la desesperanza que a veces se apodera de ella, también contra la impunidad y la burocracia que no han dado resultados en su caso.
Además de Tomatito, como su familia lo llama de cariño, 720 niños y adolescentes en Chihuahua se encuentran desaparecidos, de acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado que abarcan de 1995 a la fecha. De ellos, el 31 por ciento, es decir, 224, son de Ciudad Juárez.
Aunque esta cifra contrasta con la que maneja el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNL), que establece 475 casos en la entidad.
Esa discrepancia se debe al desfase en la actualización de datos entre autoridades federales y estatales, explican organizaciones como el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte (CDHPN) y la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
El rezago en la captura de datos refleja también la falta de coordinación en las investigaciones y en la búsqueda de menores ausentes, así como deficiencias en la aplicación de leyes y en la capacitación del personal encargado de los casos.
Las organizaciones que acompañan a familias de víctimas advierten que esta situación muestra la falta de compromiso de los Gobiernos para atender la desaparición de infancias. La deuda con las familias es histórica: pasa el tiempo y siguen sin saber dónde están sus hijos.
“Hemos tenido una ceguera histórica al no entender las implicaciones de la desaparición de una niña, un niño o un adolescente”, dice Tania Ramírez, directora de Redim, una coalición de casi 80 organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la defensa de los derechos de la infancia en México.
Para Carla Palacios, abogada del CDHPN, un problema grave en el estado es que las autoridades de búsqueda no están especializadas en menores, carecen de esa perspectiva y además están rebasadas por la magnitud de los casos.
Víctor Alfredo Hinojos Paredes, titular de la Comisión Local de Búsqueda, asegura que cuando se reporta la desaparición de un menor se activa un protocolo inmediato durante las primeras 72 horas, recabando la mayor información posible, tanto de ministerios públicos como de las familias.
Para la localización de infantes existe la Alerta AMBER, aunque su efectividad ha sido cuestionada por organizaciones y familias. Por ello, en marzo pasado diputados locales reformaron la Ley del Sistema Estatal de Seguridad Pública y las leyes orgánicas de la Fiscalía y del Ejecutivo de Chihuahua para crear nuevos mecanismos de difusión, como el envío de alertas a teléfonos celulares. Hasta ahora no se ha concretado.
Hinojos Paredes reconoce que la situación los rebasa en ocasiones, pero mantiene en hermetismo el número de elementos asignados a la búsqueda de personas, principalmente infantes, así como las cifras de los casos activos. En el portal de Alerta AMBER Chihuahua hay 22 pesquisas vigentes, entre ellas la de Tomatito.
Juárez, epicentro de la desaparición infantil en Chihuahua
A nivel estatal, la Fiscalía reporta que hay 720 infantes con el estatus de desaparecidos no localizados, 508 de ellos son varones y 212 mujeres.
De acuerdo con esos datos, Ciudad Juárez encabeza la lista de los municipios en el estado con más menores de edad ausentes, con 224, es decir, un 31 por ciento del total de infantes desaparecidos en el estado. Después aparece Chihuahua con 182, Cuauhtémoc con 71 y Parral con 26; el resto de los casos se presenta en otros municipios.
De las cifras federales se desprende que Chihuahua se ubica como el estado número 12 con infantes ausentes, aunque el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNL) solo tiene el registro de 475 casos, que representan el 2.7 por ciento de las búsquedas a nivel nacional.
En el país, cada día hay un promedio de 29 reportes de personas desaparecidas en el rango de 0 a 17 años de edad, según un análisis hecho por Redim con base en datos oficiales. Sin embargo, la organización señala que, de 115 mil 792 niños y adolescentes reportados en esta situación en el país, más del 84 por ciento han sido localizados; solo 17 mil 766 se mantienen ausentes hasta junio de 2025.
La Fiscalía de Chihuahua presume una localización del 96 por ciento de los casos. De los 18 mil 776 reportes, se encontró a 18 mil 56, informó.
Los municipios que encabezan la lista de más infantes con reportes de desaparecidos localizados son también Ciudad Juárez y Chihuahua, con un 97 por ciento de localización. Pero hay otros como Ascensión, donde hay 20 reportes de menores de edad desaparecidos y 11 de ellos se mantienen con esa calidad, es decir, el 54 por ciento.
Municipios como Gómez Farías, Madera, Chínipas, Ignacio Zaragoza, Práxedis G. Guerrero, Urique y otros de la Sierra Tarahumara tienen el menor índice de localización de niñas, niños y adolescentes.
“Me dejaron sola”: el calvario de Daisy, madre de Tomatito
Han pasado siete años sin saber nada de su hijo, pero Daisy García dice que no pierde la esperanza de verlo otra vez. Su anhelo no se desvanece, ni con el tiempo, ni con el cansancio que se acumula con los años.
Tomatito desapareció en la calle 9 de Agosto, número 2032, en la colonia Melchor Ocampo, en Ciudad Juárez. En ese entonces medía 1.50 metros y pesaba 50 kilos, se indica en su pesquisa, donde se le describe como un niño de tez trigueña oscura, delgado y, como señas particulares, una cicatriz en la nariz por varicela y lunares en el cuello.
“El niño salió de su domicilio por la puerta de atrás, con rumbo desconocido y sin que hasta este momento se tenga noticia de su paradero. Se considera que la integridad del menor se encuentra en riesgo, toda vez que puede ser víctima de un delito”, dice la pesquisa con la foto de Juan Manuel Ruiz García, quien en ese entonces tenía 11 años con 10 meses de edad.
Desde el primer momento de la ausencia de su hijo, Daisy menciona que asumió tareas que deberían realizar las autoridades, tanto de investigación como de búsqueda, porque sentía que la dejaban sola. Después todo fue peor, agrega, porque considera que estas, con el paso del tiempo, perdieron el interés en buscarlo.
El primer año de la desaparición tuvo apoyo de la Fiscalía para realizar la búsqueda, pero después, el contacto con los agentes de la corporación disminuyó. Ahora solo le hablan cuando se acerca la fecha para recordar que su hijo fue desaparecido o cuando es su cumpleaños, explica.
“Como que nomás me quieren dar atole con el dedo para que me calle, así lo siento yo”, señala en entrevista Daisy, quien tiene otros cuatro hijos de 6, 8, 14 y 19 años.
“Cuando supe que mi hijo estaba desaparecido, dimos parte a la autoridad. En esos momentos sí nos ayudaron mucho, pero conforme pasaba el tiempo ya no sentíamos tanto el apoyo de ellos (FGE). Se fueron retirando poco a poco y yo era la que hacía las búsquedas. Hasta ahorita no ha habido ningún avance”, lamenta la mujer.
Cada que ella aparece en medios de comunicación es cuando le hablan de nuevo, asegura.
“Me mandan hablar cuando salía en la tele, pero la búsqueda seguía igual. Me decían que había que esperar. Yo les decía que no podía esperar, porque es mi hijo. Me decían que la carpeta estaba abierta y que pegáramos pesquisas. Un día me dicen: ‘vamos a pegar pesquisas’, pero yo no he visto que nada haya evolucionado”, añade.
Hace algunas semanas le indicó a la Fiscalía que debía revisar un domicilio abandonado donde presuntamente se había visto a Tomatito, pero a la fecha no le han hecho caso a su petición.
La propia Fiscalía mantiene abierta esa carpeta de investigación y la búsqueda del menor. Incluso, citaron a varias personas que en 2018 eran amigos del niño para que acudieran a declarar. Hoy todos ellos son mayores de edad, pero no hay mayores datos de las pistas que pudieron desprenderse de esas diligencias.
La incertidumbre la sobrelleva con el apoyo de sus familiares y amistades, pues de las autoridades solo recibió un par de sesiones de acompañamiento, cuenta la mujer.
Norma Ledezma: del dolor propio al acompañamiento de otras madres
La situación que enfrenta Daisy la vivió Norma Ledezma Ortega, titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas del Estado de Chihuahua (CEAVE). Ella es una madre a la que le desaparecieron y asesinaron a una hija adolescente, y que, a partir de ese hecho, se convirtió en buscadora y defensora de derechos humanos.
Su hija Paloma Escobar Ledezma, de 16 años, fue desaparecida y días después localizada sin vida en 2002, en la ciudad de Chihuahua.
Después de ese hecho, Norma acompañó legalmente a cientos de familias y encabezó decenas de protestas ante autoridades municipales y estatales por los desaparecidos, principalmente mujeres. En julio de 2023, la activista asumió la CEAVE.
Por su experiencia como madre de una adolescente desaparecida y por el acompañamiento a familiares que buscan a sus hijos, comenta que las personas buscadoras enfrentan un deterioro “en el alma o mental, dirían los psicólogos”.
En caso de menores de edad, para una madre es una parte rota que jamás sana porque su hijo no volvió, afirma.
Ella misma lo vivió en carne propia, por el desgaste de las búsquedas y los nulos resultados de las autoridades en su caso.
“La afectación mental y en el cuerpo es evidente en todos estos casos. Se afecta hasta el brillo de la mirada. Es como si la vida se quedara en pausa. Es un duelo no cerrado”, puntualiza la actual funcionaria estatal.
Comenta que la CEAVE tiene en su registro de víctimas nueve casos de niños y adolescentes desaparecidos, a cuyas familias les brindan el seguimiento correspondiente.
Desgraciadamente, entre ellos no se encuentra la familia de Tomatito, por lo que en la entrevista, Norma Ledezma hizo el compromiso de contactar a Daisy para ofrecerle el apoyo psicológico que sea necesario.
¿Por qué desaparecen los niños y adolescentes?
La desaparición de menores de edad tiene dos vertientes: aquellos casos donde se reportan ausentes y se localizan con vida o sin vida, y aquellos que se mantienen sin resolver.
De estos últimos, la autoridad estatal prefiere no abundar al ser cuestionada, pues detrás de las cifras considera que hay un problema de trata de personas y reclutamiento por el crimen organizado.
Las organizaciones de la sociedad civil advierten que hay un asunto de reclutamiento forzado cuando se trata de niños y adolescentes varones, y de trata cuando son casos de niñas y mujeres adolescentes.
El Mecanismo Estratégico del Reclutamiento y Utilización de NNA por Grupos Delictivos y la Delincuencia Organizada en Zonas de Alta Incidencia Delictiva en México, documento realizado por la Secretaría de Gobernación, coloca a Chihuahua como el tercer estado con mayor riesgo de que un menor de edad sea desaparecido por la delincuencia, por debajo de Baja California y Colima, y por encima de Ciudad de México y Estado de México.
Tania Ramírez, directora de Redim, enfatiza que el reclutamiento y la trata de menores están presentes en el país, pero además la desaparición de menores tiene que ver con las diversas formas de violencia que sufre este grupo demográfico. Pone como ejemplo a aquellos que evitan mantenerse bajo vigilancia cuando están bajo tutela de las autoridades.
“Está la desaparición intermitente, que tiene que ver con esta alternativa que usan los menores ante su propia protección. Hay quienes están bajo tutela del Estado en centros de cuidado y salen de ahí con tal de no vivir aquello que están pasando dentro. Es decir, que el Estado falla en cubrir sus necesidades básicas”, señala.
Por su parte, Carla Palacios, abogada del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, indica que muchos casos de mujeres menores de edad están relacionados con la trata de personas de tipo sexual, enfocada en edades específicas a partir de los 13 o 14 años. En el caso de menores varones, tiene más que ver con el uso que hace el crimen organizado para sus fines delictivos.
El sistema que falla a las infancias desaparecidas
En México existen varias normas enfocadas en la búsqueda de personas, como la Ley General en Materia de Desapariciones, los protocolos homologados de búsqueda, protocolos adicionales de búsqueda, entre otros, que, de acuerdo con organizaciones acompañantes de familias de víctimas, se quedan cortos ante la falta de políticas públicas para atender las causas de violencia que sufren las infancias y que, en muchos casos, derivan en su desaparición.
Todas esas normas indican, por ejemplo, que cualquier autoridad que conozca de un caso de una niño o adolescente no localizado puede activar los protocolos correspondientes para la búsqueda. Sin embargo, eso no pasa en la realidad, señala Tania Ramírez, de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
“Donde se desvanece la política de niñez es en la operatividad de esas normas. Las medidas que han estado tomando desde el Estado, en todos los Gobiernos, no han sido suficientes para garantizar que un proyecto de vida de los menores sea viable”, precisa en entrevista.
Esa falla en la operación tiene que ver con la falta de capacitación para que las personas de la función pública puedan atender esos temas. Ramírez pone como ejemplo que en muchos casos se criminaliza a las víctimas, tanto por la duda del motivo de su desaparición, como incluso con amenazas para madres y padres de familia por la presunta omisión de cuidados.
Sobre estas fallas, la abogada Carla Palacios, del CDHPN, detalla que otro gran problema es que los Gobiernos no cuentan con una instancia específica que atienda los asuntos de los menores de edad en calidad de desaparecidos.
Cuando las víctimas son niñas o mujeres adolescentes, los casos se llevan por la Fiscalía de la Mujer (FEM); cuando los infantes son varones, se dirigen a la Fiscalía General.
Esta situación representa un problema porque no hay una atención diferenciada para infantes, que sí debería existir, al momento de actuar en la búsqueda de una niña, un niño o adolescentes, explica Palacios.
Y otro problema más es que las autoridades están rebasadas, como lo reconoce Víctor Hinojos, titular de la Comisión Local de Búsqueda.
“Muchas veces nos vemos rebasados porque estamos hablando de que abarcamos todo el estado con acciones de búsqueda”, dice el funcionario, que desde junio de 2023 está al frente de esa Comisión que forma parte de la Fiscalía. Pero asegura que atienden todas las peticiones y solicitudes.
En el caso de información adicional proporcionada por familiares, como lo ha realizado la mamá de Tomatito, se realiza una inspección en el lugar que podría ser área de búsqueda y, si es un espacio de propiedad privada, se hace un informe policial para que se formalice una diligencia de investigación que permita acceder al predio, explica el titular de la Comisión Local de Búsqueda.
Pero el tiempo transcurre y, en casos como el de Tomatito y los otros cientos de menores desaparecidos, no queda más que esperar a pegar pesquisas o a las búsquedas que decida la autoridad.
“Es algo bien difícil. A veces la gente me dice que me ven bien, pero en realidad tengo que hacerlo por mis hijos, porque es bien difícil nosaber nada. Pero no queda más que echarle ganas para seguir de pie y buscando”, dice Daisy García, mamá de Tomatito.
