Son poco más de las 11 de la mañana y en el desafiante terreno de la carretera de Chihuahua a Ciudad Juárez, pueden observarse algunos cuantos grupos de migrantes que caminan por la carretera con rumbo a la frontera.
Van a paso lento, pero seguro; llevan mochilas con la poca vida que aún no han podido arrebatarles y en sus pies llevan el cansancio de haber recorrido miles de kilómetros en búsqueda de una vida mejor.
Sin embargo, para una familia de migrantes, dos hombres, uno de ellos con su hijo, el sueño americano se ha convertido en una pesadilla mexicana.
Mientras caminaban por la carretera, una camioneta del Instituto Nacional de Migración frenó su camino de golpe y ahora permanecen sentados a un costado del asfalto.
Los hombres y el niño piden “perdón” con las manos. Ruegan a los agentes que los dejen seguir su camino, les dicen que solo quieren llegar a los Estados Unidos, pero sus súplicas no son escuchadas por los agentes, quienes quienes levantan a la familia para que puedan ser metidos dentro de la camioneta.
El padre del niño tiene otros planes y rápidamente logra escapar del rango de los primeros agentes de Migración. Con más empuje que razón, cruza la carretera hacia el otro lado en busca de escapar, pero un segundo agente ya lo estaba esperando.
El hombre trata de huir, pero sus piernas y pulmones ya no responden y simplemente acepta su destino tirándose al suelo y exclamando piedad al cielo. Pide que lo dejen ir, que lo dejen estar con sus hijos, pero su corazón se acelera y termina por alterar al hombre, cuya alma pareciera que quiere escapar del cruel destino que le espera.
En el otro lado de la carretera, los agentes de migración forcejean con el hombre y el niño para meterlos a la camioneta, quienes solo alcanzan a ver cómo su compatriota se encuentra derrotado en el piso.
Gritos inentendibles salen de sus labios, pero la comunicación cesa porque la fuerza de los agentes es mayor que la de aquellos migrantes, que terminan dentro de la camioneta.
El padre ruega y pide que le traigan a su hijo con él, pero el agente le dice que primero tiene que subirse a la camioneta, para que los puedan retener a todos juntos.
Aparte que, el estar en medio de la carretera, se exponen a una situación de riesgo, por lo que es necesario retirarlo de ahí, pero le promete que van a reunirse de vuelta con su hijo.
Resignado a ser detenido por los agentes de migración mexicanos, el hombre acepta terminar sus intentos de fuga y terminar por subir a la camioneta, bajo la promesa de que volverá a estar con su vástago.
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