Cientos de viviendas del centro de Juárez que años atrás fueron motivo de unidad familiar, hoy muestran el duro rostro del abandono y el deterioro.
Lo que antes eran hogares, hoy son solo tapias, espacios con o sin techo que acumulan gran carga de silencio y recuerdos convertidos en escombro.
Muebles destruidos, paredes descascaradas, pintas, excremento, humedad, ramas, basura y más basura se acumulan sin tregua en esas propiedades hoy abandonadas y en ruinas.
Un ejemplo es la que fue casa de “La Jarocha”, en la intersección de las calles Rodolfo Ogarrio y Artículo 27, de la colonia Chaveña.
La propiedad ubicada justo en los límites entre la Chaveña y la colonia Obrera, abarca toda la cuadra, desde la Ogarrio hasta la Jesús Nájera.
Ventanas con rejas, al igual que una puerta, y otra solo resguardada con dos maderos en cruz, representan un tibio intento de impedir el acceso; pues al otro lado la desprotección es total, al tratarse de auténticas tapias con la irónica presencia de mensajes políticos de reciente pinta.
El frente que da a la calle Artículo 27 muestra un grotesco panorama con escombro, tierra endurecida y basura de todo tipo inundando la banqueta.
Un enorme cargamento de excremento de perro vaciado a cubetazos por algún desconsiderado dueño de mascotas, aparece en primer plano a mitad de la acera.
Enseguida, los restos de un sillón quemado rodeado de llantas, zapatos, maleza y viejas y olvidadas vivencias complementan el paisaje.
“Es la casa de La Jarocha, una mujer que vivió ahí hasta que se fue hace como 15 años ya; ahí metió a un hombre a vivir también”, comenta una vecina que atisbaba a los lejos.
Ella y otros vecinos platican que al quedar sola la casa, la fueron desmantelando y convirtiendo tanto en refugio de drogadictos como en baño clandestino.
Por la misma Artículo 27, entre Miguel Ahumada y Felipe Carrillo Puerto otra propiedad sirve igualmente de basurero clandestino y tiradero de ramas de poda.
Ubicada en un terreno en desnivel, la propiedad está en verdaderas ruinas, únicamente resguardada por las que alguna vez fueron sólidas paredes de adobe.
En la esquina de Rafael Velarde y Del 57, entre una vivienda protegida con alambre de púas y otra en construcción, se alzan unas tapias.
El interior igualmente revela ser un tiradero clandestino de basura, maleza, más ramas de poda, excrementos, bolsas con arena de gato y antiguos juguetes.
En la Héroes de Nacozari, entre Jesús Nájera y Rodolfo Ogarrio se alza una propiedad deshabitada desde hace cinco años, que sobrevivió a un incendio.
Resguardado con una vieja puerta de metal y ventanas enrejadas, el casco de esta antigua vivienda muestra las grandes cicatrices dejadas por el humo.
En el interior los estragos del incendio siguen presentes, mostrando lo que quedó del viejo mobiliario y un techo a punto de colapsar.
“Esa casa se quemó hace unos años porque se metían unos malandros, y no faltó que una noche dejaran una bacha de cigarro; ahí fue donde prendió todo y a los dueños ni les importa, porque se fueron a vivir una mejor vida, dijeron”, comenta una vecina.
Su casa estuvo también en riesgo, con su mamá sola adentro, pero el fuego no alcanzó a llegar, aunque el susto nadie se los quitó.
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