La mañana comenzó con el sonido metálico de estructuras desarmadas y el murmullo de inspectores que, con chalecos naranjas y carpetas en mano, caminaban entre los puestos semifijos de Praderas del Sur. En el cruce de Ramón Rayón y Chiricahua, el aire olía a polvo y a comida que ya no se vendía. Ahí, el Municipio desplegó un operativo para retirar los puestos que durante meses —algunos, años— habían ocupado las banquetas y camellones como si fueran parte del paisaje.
Gibrán Solís, director de Limpia, observaba el movimiento desde un costado. “La intención no es recaudar”, aclaró mientras un grupo de trabajadores levantaba una estructura de lámina. “Lo que queremos es mantener el orden en los espacios públicos.”
Entre los comerciantes había resignación. Uno de ellos, que vendía aguas frescas, prefirió anticiparse y solicitó él mismo el retiro. “Mejor así, de manera voluntaria”, comentó antes de guardar sus trastes y echarlos al remolque municipal. Su puesto, como otros, tenía semanas sin usarse; en uno de ellos colgaba un letrero de “Se renta”, símbolo de abandono.
La semana pasada, inspectores de Regulación Comercial, Desarrollo Urbano, Ecología y Limpia habían notificado que el retiro era inminente. Luis Carlos López, del área de inspección de Regulación Comercial, explicó que varios de los puestos representaban un riesgo: obstruían el paso peatonal, reducían la visibilidad de los automovilistas y no contaban con los permisos requeridos. “Algunos no tenían las tres anuencias necesarias ni el curso de manejo higiénico de alimentos, ni los análisis clínicos que se solicitan a quienes venden comida”, detalló.
El procedimiento fue ordenado pero firme. En cada caso, los inspectores dialogaban con los propietarios y les invitaban a regularizarse. A los reincidentes, se les advirtió que podrían enfrentar decomisos o sanciones.
“Estos puestos estaban en áreas públicas y zonas verdes”, señaló Francisco García, encargado del área de inspección y vigilancia de Ecología. “Al haber hecho caso omiso a las notificaciones, se procedió al retiro. En caso de reincidencia, aplicaremos sanciones.”
Al final del operativo, el camellón quedó despejado. En el suelo, solo quedaron las marcas de los tablones que alguna vez sostuvieron pequeños negocios de tacos, jugos o antojitos. Para algunos, fue un golpe al bolsillo; para otros, una señal de que el orden urbano también puede respirarse.
Las autoridades municipales adelantaron que los operativos de reordenamiento continuarán en distintos puntos de la ciudad, con la intención de recuperar los espacios públicos y devolverles su función original: ser de todos.
