Hugo Chávez | 26 febrero, 2024
Mientras decenas de escuelas en Ciudad Juárez deben lidiar a diario con el hambre que enfrentan miles de niños que cursan sus estudios, las prioridades de la administración municipal que encabeza Cruz Pérez Cuéllar, a través de su programa Cruzada por la Educación, se enfocaron, entre otras cosas, en la compra –con sobreprecio– de 250 mil mochilas y útiles escolares, por las que se pagaron más de 122 millones de pesos.
En esta localidad, 150 mil de 380 mil niños que acuden a la escuela se encuentran en una condición tan precaria que apenas comen una vez al día. Miles de ellos llegan a las aulas con el estómago vacío, advierte Catalina Castillo, integrante de la Red por la Infancia.
Son hijos de padres trabajadores, que deben esperar hasta las 5:00 o 6:00 de la tarde para tener la primera comida caliente del día, cuando la madre o el padre regresan al hogar, revela.
La situación de los niños juarenses, en estado de vulnerabilidad, se recrudeció en los últimos años debido a que los tres órdenes de Gobierno redujeron el presupuesto destinado al cuidado de la infancia.
Castillo va más allá y asegura que hablar de hambre en Juárez es “hablar de una situación de violencia estructural muy fuerte. Que una niña, un niño o un adolescente solamente tenga un alimento caliente diario, eso es violencia contra ellos”, agrega.
El objetivo de la repartición de miles de mochilas, según la justificación del Municipio, es “lograr la permanencia académica de niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad”.
Pero, para la activista, la deserción escolar se combate a través de programas de atención y no solamente con una mochila.
“Creo que la historia nos está diciendo que no, que lo que se necesita realmente son programas de atención y cuidado desde la primera infancia. Creo que atender a los niños y las niñas pequeños tiene que ser una prioridad para todos los Gobiernos y principalmente para el mayor correspondiente, que es el Gobierno municipal”, dice.
Insiste que en esta acción (la compra de las mochilas), el asunto es la desviación de recursos por tantas necesidades que tiene la infancia en Juárez, como para haberse gastado tanto dinero en mochilas “que en realidad ni se necesitan”. Se trata de una acción del presidente municipal para darse a conocer, “como un rostro de atención”.
“Los niños y niñas necesitan otras cosas. Necesitan alimentos, necesitan cuidados infantiles. Hay otras prioridades, más que una mochila. Desde ahí se plantea el desvío de tanto dinero a algo que los niños ni siquiera pidieron”, señala.
Sopa, tortilla y galleta… el comedor de Riberas del Bravo
En Riberas del Bravo, uno de los asentamientos con más carencias en Juárez, la escuela primaria Francisco González Bocanegra alimenta a diario de 200 a 250 niños, a través de un comedor escolar que es operado por los padres de familia.
Aparte de los donativos en especie que reciben, los responsables del comedor tienen que invertir entre 40 y 50 mil pesos mensuales, que se obtienen mediante una cuota de recuperación que pagan los estudiantes, a razón de 10 pesos por platillo, comenta Elizabeth Nieto, directora del plantel en el turno vespertino.
Los menores que no pueden pagar su comida, la reciben gratuitamente, asegura la profesora.
La ración consiste en “sopa caliente con tortillas y agua, o quesadillas con agua o leche. Arroz con leche o lentejas. Ese es el menú que les damos”, dice.
Aunque Nieto insiste en que se apegan a un menú que les elaboró una nutrióloga, finalmente reconoce que les dan lo que tienen o “lo que hay”.
El plantel escolar cuenta con 600 alumnos, de los cuales una importante cantidad lleva sus propios alimentos, o bien, consume los desayunos fríos que diariamente aporta el DIF Municipal, consistentes en leche, una galleta y fruta seca.
La directora desea tener un mayor ingreso en el comedor, para poder alimentar al cien por ciento de sus estudiantes.
“Puedo decir que la alimentación que les damos es adecuada, sí, pero más que adecuada, eso es lo que tenemos, es lo que hay. No tenemos mayor presupuesto, porque los niños en su gran mayoría no paga los 10 pesos, (la comida) sale de donaciones de costales de arroz, de costales de frijol”, agrega.
Mochilas que no cambian vidas
En la Cruzada por la Educación, ejecutada en los últimos dos años, el Municipio destinó 122.3 millones de pesos a la compra de 250 mil mochilas que se entregaron a estudiantes de nivel básico, pricipalmente.
Si ese recurso se hubiera destinado a atender necesidades prioritarias, como la alimentación de los estudiantes de la escuela Francisco González Bocanegra, los más de 122 millones de pesos garantizarían más de 100 años de alimento permanente para los 600 niños de la escuela de Riberas del Bravo, considerando el menú que actualmente les sirven.
Tomando en cuenta únicamente los 50 millones de pesos, cantidad que se estima pagó de más el Municipio por esas mochilas, alcanzaría para garantizar poco más de 40 años de desayunos.
Los 122.3 millones también ayudarían a alimentar, durante un año, a casi 51 mil niños con hambre en Ciudad Juárez o a 21 mil si solo tomamos en cuenta los 50 millones del sopreprecio estimado.
Un oasis en un mar de necesidades
“Ta’ buena la sopita, pero me gustan más los frijolitos”, comenta David, mientras traza círculos con la palma de la mano en su estómago y con una amplia sonrisa de satisfacción.
El pequeño de 8 años de edad, quien con su dedo índice llevaba a la boca los últimos resquicios de la salsa de tomate que habían quedado en el plato de sopa que en el Comedor Vidas en Servicio le habían servido antes de encaminarse a la escuela, en la lejana colonia Villas de Alcalá, es uno de los miles de niños que padecen hambre y pobreza en Ciudad Juárez.
Villas de Alcalá es una colonia con grandes y notables necesidades de infraestructura que van desde calles con baches, alumbrado intermitente, banquetas inexistentes, transporte deficiente y otras más que conforman un escenario que se repite constantemente en sectores como Anapra y Lomas de Poleo, al norponiente, Los Kilómetros al surponiente o Riberas del Bravo al oriente, considerados como los sectores más vulnerables de Juárez.
Así como David, más de un centenar de niños, junto con sus madres, residentes de Villas de Alcalá, acuden de lunes a viernes al mencionado comedor que se ubica en el suroriente de la frontera y cerca de Ciudad Universitaria, para poder comer.
Luisa Domínguez es una de las voluntarias que aportan su tiempo y trabajo para el funcionamiento adecuado del Comedor Vidas en Servicio, mismo que comenzó a operar hace 13 años.
Mientras servía platos y llenaba contenedores plásticos con la sopa de coditos en salsa de tomate –que sería el único alimento caliente para la comida del día (viernes)– y esperaba a un grupo de madres acompañadas de sus bulliciosos hijos, insistía en que el alimento es la principal necesidad de los niños de ese sector.
Se trata de menores, en su mayoría hijos de madres solteras que trabajan en las maquiladoras de la zona, a las que frecuentemente no les alcanza el salario para cubrir todas las necesidades más básicas del hogar.
El comedor que nació del estómago vacío de un niño
“El comedor surgió porque el hijo de un pastor llevaba su lonche a la escuela pero siempre regresaba con hambre a su casa, y el pastor se dio cuenta de que su hijo repartía la comida entre sus compañeros que le decían que no tenían comida en sus casas y se dormían con el estómago vacío y porque él era el único que llevaba lonche”, relata Domínguez.
Agrega que en ese lugar se sirve una sola comida caliente a 150 niños del sector de entre 6 meses y 16 años, en dos tandas. La primera muy temprano y antes de que los menores vayan a sus escuelas, y la segunda, alrededor del mediodía para los niños que van al turno vespertino; aunque también regresan varios de los niños que asisten por la mañana para un segundo plato de sopa, que por supuesto y conscientes de la gran necesidad que hay, nunca les ha sido negado.
“Mayormente son frijolitos, sopita, papitas, huevito. Es lo que se les proporciona más. Es muy raro cuando nos traen donaciones de carne, pero cuando llegan les hacemos su caldito de pollo, aunque eso es muy escaso y muy raro. Por lo regular es más la sopita, el frijolito, un caldito de papa, un guisadito de papa”, menciona.
Los dejaron con hambre
Catalina Castillo, directora de la Red por la Infancia, señala que anteriormente en las escuelas de alta prioridad se tenían 200 comedores abiertos, pero fueron cerrados cuando el Gobierno federal les retiró el presupuesto.
Esos comedores “fueron bajados” al DIF Municipal, instancia que tampoco tuvo recursos para operarlos, por lo que los cerró o los dejó en manos de los padres de familia, que en su mayoría tampoco tuvieron recursos y los cerraron, señala.
Un niño mal nutrido no aprende
“Todavía tenemos niños con un problema de malnutrición, que puede ser que tengan anemia o que estén desnutridos, o que también tengan obesidad, que también es un problema de malnutrición a causa del consumo de comida chatarra que puede provocar obesidad, que estén mal alimentados afectando así su desarrollo integral al no tener la misma capacidad para aprovechar la escuela”, dice Jiménez.
Aunque sí existe una problemática respecto a vivienda, ropa o educación, la directora de Fundación GazPro insiste en que lo más grave es la nutrición.
“Un niño que no está bien nutrido no puede aprovechar la escuela y es por eso que trabajamos directamente con cuestiones de nutrición. Tenemos por ejemplo un convenio con el DIF estatal donde entregamos 30 mil desayunos a 30 mil niños diariamente y con esto contribuimos a que los niños tengan la oportunidad de aprender mejor, de aprovechar la escuela”, manifiesta.
Son 30 mil niños que reciben un desayuno frío todos los días que contribuye con el 33 por ciento de los requerimientos nutricionales que un menor necesita para un desarrollo integral, sano, comenta.
Con recursos del Mochilagate se hubieran creado 200 mil espacios en guarderías
Con los más de 122 millones de pesos que utilizó el Municipio para comprar 250 mil mochilas escolares, pudieron haberse creado 200 mil espacios adecuados para la atención y el cuidado infantil en Juárez, consideran organizaciones civiles dedicadas a la atención de niños juarenses.
“Serían lugares adecuados, con comida caliente, un cuidado con mujeres especialistas en la atención infantil. Un alimento caliente hubiera generado mucho bienestar entre esos niños, que es algo para lo que hemos estado trabajando por tanto tiempo y por lo que hemos tenido tantos problemas para lograr”, señala la activista social, Catalina Castillo.
Agrega que los niños necesitan otras cosas. Necesitan alimentos y cuidados infantiles. Hay otras prioridades, más que una mochila. Desde ahí se plantea el desvío de tanto dinero a algo que los niños ni siquiera les pidieron opinión de si querían una mochila, dice.
Asegura que el asunto de las mochilas tuvo que ver más con la intención de las autoridades de presumir que están haciendo algo por la niñez de Juárez, que por realmente enfrentar los problemas o las necesidades más urgentes de los niños en la localidad.
“Se hubiera podido presupuestar todo ese dinero para crear más servicios de cuidado infantil. Con todo ese dinero, lo tenemos bien claro, se hubieran podido crear 200 mil lugares más para niñas y niños menores de 4 años en un adecuado cuidado infantil”, señala la representante de la Red por los Derechos de la Infancia.
Elizabeth Nieto, es directora de la primaria Francisco González Bocanegra, ubicada en la Etapa 9 de Riberas del Bravo, y por años ha peleado por mejorar las condiciones y por que se satisfagan las necesidades de los niños de esa zona.
Hace dos años que la escuela que dirige no recibe mochilas “porque son de mala calidad” y por el burocratismo que implica solicitarlas y recibirlas, dice Nieto.
Las mochilas que reparte el Municipio no inciden positivamente en el ausentismo, ni reducen la deserción escolar, mucho menos en el aprendizaje de los menores, sentencia la profesora.
Tanto Nieto como Castillo, coinciden en que los proyectos exitosos, los que verdaderamente atienden las necesidades de la infancia y logran cambios profundos, son los que nacen con esa intención.