Guillermo Prieto había devorado miles de kilómetros. Era 30 de septiembre de 1865 cuando llegó. Pero antes, los chinacos, el Ejército y civiles armados habían enfrentado al invasor en todo el país.
Sólo quedaba el último reducto: Paso del Norte, del que el poeta juarista Guillermo Prieto se enamoró.
Su compañero de armas y de letras, José María Iglesias, describe el momento a orillas del río y rodeado del desierto, “la situación actual del supremo gobierno es incierta y difícil”.
“Sería pueril negarlo; sus recursos son escasos, la invasión extranjera lo ha arrojado hasta el extremo del país”, cuenta sobre el gobierno de Benito Juárez.
La obra “Cancionero” de Prieto, recopilada por Ysla Campbell y editada por la UACJ y reeditada por la Universidad Veracruzana, recoge con versos la fascinación del juarista por el clima hostil.

Huyendo en una carreta
El gobierno itinerante de Benito Juárez, transportado por una carreta, venía en fuga de Querétaro donde el estado había sido tomado por los franceses.
Por esta razón, el gabinete en el que venía el poeta se obligó a ir a Saltillo y después a Monterrey. Ahí fue traicionado por las autoridades de la entidad.
El periódico El Republicano narra la llegada a Chihuahua, postal que se repetía a donde quiera que llegara Juárez y sus colaboradores.
“Colocaron vallas, hubo saludos militares, repique de campanas, versos y un pueblo entusiasta”, se lee.
Juárez solicitó la donación de cien mil pesos para sobrevivir al ataque del ejército francés, sin embargo, sólo se pudo reunir un cuarto de esa cantidad; había una entidad quebrada y en guerra como todas en el país.
Un Paso del Norte inspirador para Guillermo Prieto
A su llegada a Paso del Norte, Guillermo Prieto hacía tareas de la Administración de Correos durante las mañanas, pero se aburría, cuenta una reseña contenida en la obra editada por las dos universidades.
Juárez le dio la dirección del Periódico Oficial del Gobierno Constitucional, pero aún así había poca actividad, por lo que se dedicó a pasear por toda la villa.
Así, en sus tardes libres, Prieto compuso un cancionero poético, un manuscrito autógrafo, que tiene en sus páginas 65 poemas entre odas, salmos, sonetos y otros textos, según escribe la académica de la UACJ, Ysla Campbell.
El clima… ¡qué delicia!
El clima extremo de la región norteña, con fuertes vientos y días lluviosos, impresionaron al guerrero poeta, así en el poema “Romance” le dedica sus líneas al Paso del Norte.
Aquí, una apología del clima:
Y hay, en junio, ¡qué delicia! / vamos al opuesto extremo:
sobre de cualquier carrillo / se puede estrellar un huevo.
Las imágenes mentales de Prieto sobre lo que hoy es Ciudad Juárez son fascinantes:
El luto, el vacío; es hondo, llano sin arroyos y sin sombras, no tiene fin.
Y hay sólo del no ser en el desierto”, “el mar, incluso está yermo”.


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