Como un soldado que resultó victorioso en una batalla, salió con honores Jesús Hernández Alvarado, de 65 años, del área Covid del hospital del Noveno Regimiento de Caballería Motorizada de Ciudad Juárez.
Hernández Alvarado, jubilado de la industria maquiladora, cruzó la puerta del Tercer Escuadrón en una silla de ruedas, que abandonó para pisar tierra firme luego de 15 días en que libró la batalla más importante de su vida, la del Covid-19.
Apenas dos pasos, a su lado derecho, tiró de la cuerda de la Campana de Salvación, acción inicial de la ceremonia que se realiza a un soldado para reconocer su valor y resistencia en una campaña militar.
Formados en dos columnas, entreverados médicos, enfermeras y militares de distintos grados, presenciaron la marcha del jubilado que venció la enfermedad SARS CoV-2, que vio el sol de nuevo este fin de semana.
“Agradezco a Dios que me permitió vivir un poco más”, fue la frase que pronunció al detener su marcha, para agregar: “Doy gracias al Ejército, porque a mí me trajeron casi muerto, inconsciente, por la falta de oxígeno”.
Hernández Alvarado dedujo que se contagió en su casa, dado que pocas veces salía de ella, por los problemas de salud que padece, diabetes y una afección pulmonar que le dejó más de 20 años de trabajo en una fábrica de ensamble.

El médico militar, Luis Carrillo, señaló que la misión del día, en que llegó Jesús, fue devolverle la conciencia para que ayudara a su propia salvación y agregó: “es importante que el paciente luche, lo demás está en manos del personal de Salud”.
Carrillo señaló que el tratamiento aplicado al paciente fue el suministro de medicamento antiinflamatorio, contra la neumonía y de oxigenación mediante la técnica de intubación para conectarlo a un ventilador mecánico.
Y soldados de primera sección, con uniformes comunes; de subsección, con dos lazos en el hombro derecho, de campaña, propios para el desierto, enfermeras de blanco y el médico con botas rudas, color tierra, cuadraron su saludo delante de Hernández Alvarado.
“Nunca voy a terminar de agradecer a las enfermeras, a los doctores, a los soldados, que me revivieron. Tuve suerte, la que muchos no han tenido y aquí estoy de nuevo”, enfatizó Jesús, quien fue entregado a su prima, para llevarlo a casa.







